Cultura

Henriette Favez Cave – vida y amor trágico IV

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Henriette Favez Cave. Reconstrucción policial.
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Ya en Baracoa, tuvo entre sus clientes a una joven pobre, huérfana y tísica: Juana de León. Por compasión le propuso matrimonio, con el fin de servirle de Consuelo, prolongarle la vida. Juana se negó. Henriette le hizo esta confidencia:

”Mi vida se funda en un terrible secreto que en estos momentos no puedo revelar, quizás lo haga más tarde, pero al presente es imposible. Si usted se casara de verdad, como las demás mujeres, muy pronto sucumbiría. Mi temperamento frío como el mármol, no necesita de las fuertes impresiones del amor material. Le explicó, además, que de puertas afuera serían esposos, pero en la intimidad matrimonial solo dos amigos y le ofreció, a la par, convertirse al cristianismo para poder celebrar el matrimonio, hacerla feliz y buscar la paz para su alma”.

Aquí vemos otra contradicción más, pues cuando arribó a Cuba, según documentos aduanales dijo ser católico y aquí promete convertirse.

Amanece, 11 de agosto de 1819, año del señor. Nos dirigimos a la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Baracoa, para testificar, un hecho histórico inusual, el matrimonio entre Enrique Favez y Juana de León.

En los primeros tiempos la vida transcurrió feliz, pero Juana no se conformó con la pasiva amistad entre paredes y deseaba algo más, el amor carnal. Sospechaba que su esposo era mujer y pido consejos al padrino de la boda, licenciado Don José ángel Garrido.

El primer golpe llegó en una misiva. La vemos tomar el documento y rasgar el sello. ¡Oh Dios!, se le prohibía ejercer su profesión, acusada de usurpación de título, pues realmente pertenecía a un pariente fallecido allende del Océano, en las batallas napoleónicas.

Le comunicó a Juana, que viajaría a la capital y su regreso le revelaría su”terrible secreto”. Inmediatamente, ensilló un corcel y cabalgó rumbo a La Habana, donde defendió su honorabilidad y recibió los documentos y avales para ejercer la medicina.

Abrumado por las circunstancias, visitó al Obispo capitalino, Monseñor Juan José Díaz Espada y Landa, al cual le confesó sus tribulaciones.

Este le dijo que debía regresar a Baracoa y se sincerara ante Juana, la cual debía presentar querella ante los tribunales, y una vez cumplida la sentencia que se le impusiera dedicara su vida a asistir enfermos vistiendo el hábito de Hermana de la Caridad.

Tránsito todo el camino real de regreso a la villa de Baracoa. Le narró toda su verdad a Juana y acordaron continuar con sus vidas como “hasta ahora", "como hermanas”.

Pero los chismes e intrigas sobre su persona se expandieron como pólvora. Un día en el poblado del Caney, después de consumir bebidas alcohólicas, fue desnudada y para comprobar su sexualidad y presumiblemente violada, cosa que la historia no nos dice con nitidez.

Vemos como en enero de 1823 Juana de León asistida por el Don Garrido presentó querella criminal contra Henriette Favez Cave, solicitando la nulidad del matrimonio.

Apresada y conducida como criminal se le envía a Santiago de Cuba, donde se le inició un proceso bajo el título de Criminales contra Enriqueta Fabez (no Favez), por haber andado disfrazada en traje de hombre.

Continuará

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