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Henrietta Favez Cave - vida y amor trágico. V y final

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La condena a 10 años de prisión, fue apelada por su defensor, el Licenciado Manuel Vidaurre, el cual dejó un testimonio inusual para época:

“Ella no es una criminal. La sociedad es más culpable que ella, desde el momento en que ha negado a las mujeres los derechos civiles y políticos, convirtiéndolas en muebles para los placeres de los hombres. Mi patrocinada obró cuerdamente al vestirse con el traje masculino, no solo porque las leyes no lo prohíben, sino porque pareciendo hombre, podía estudiar, trabajar y tener libertad de acción, en todos los sentidos, para la ejecución de las buenas obras”.

Vidaurre continuo: “ ¿Qué criminal es esta que ama y respeta a sus padres, que sigue a su marido por entre los cañonazos de las grandes batallas, que cura a los heridos, recoge y educa a los negros desamparados y se casa nada más que para darle sosiego a una infeliz huérfana enferma? Ella, aunque mujer, no quería aspirar al triste y cómodo recurso de la prostitución...”

En ese momento el fiscal interrumpe y le espetó a Vidaurreta: “Debe ser una Santa”

y dignamente este le respondió: “O mejor dicho, una víctima”

Su flamante discurso y argumentos humanistas hubieran servido para ponerla inmediatamente en libertad, pero el sistema retrógrado y antifeminista de la época y el fanatismo de la Santa Iglesia no podían permitirse tal lujo. Su condena fue reducida a cuatro años de servicios en el Hospital San Francisco de Paula en La Habana.

Fue obligada vestirse con”ropas apropiadas de su propio sexo” y ejerció la medicina en calidad de prisionera en ese lugar, convirtiéndose oficialmente en la primera mujer que practicara la medicina en un hospital de la Isla de Cuba.

Tuvo un desplome total de autoestima, se convirtió en una ser sin ánimo para luchar en”contra de la corriente”, derramó su bondad en sus enfermos, pero fue muy irascible y pendenciera. Hizo intentos de fuga de ese hospital, por lo cual y por consejo episcopal, fue trasladada a la Casa de Recogidas de San Juan de Nepomuceno de La Habana.

Pero allí, su carácter irascible y continuas reyertas hicieron que la deportaran forzosamente de por vida de la Isla de Cuba hacia Nueva Orleans.

Partió desde el puerto de La Habana el 31 de julio de 1844. Mientras veía alejarse en letanía a La Habana, derramó lágrimas de tristeza y alegría al mismo tiempo.

Como identificación portaba una escueta carta de las autoridades españolas que decía:
Enriqueta Faber Caven. Nacida en Lausana, Suiza, en 1791. Súbdita del rey de Francia. Ha cumplido cuatro años de reclusión sirviendo en el hospital de Mujeres de La Habana. Ha cometido los siguientes delitos: perjurio, falsificación de documentos, soborno, incitación a la violencia, práctica ilegal de la medicina, impostura (fingir que pertenece al sexo masculino), estupro y graves atentados contra la institución del matrimonio. Se le ha prohibido residir en Cuba y en cualquier otro dominio de la Corona española. Queda a disposición de las autoridades de Nueva Orleans”

En Nueva Orleans (Luisiana) se encontró con parientes lejanos, que no la aceptaron y entonces se recluyó y presto servicios de enfermería en la sociedad”Organización de la Caridad”, adoptó los hábitos católicos bajo el nombre de Sor Magdalena y llegó a ser Superiora de la Congregación.

Viajó en calidad de misionera Veracruz, donde fundó una filial de la Congregación. Durante el resto de su vida escribió misivas a Juana de León, espero ansiosamente y en vano sus respuestas, que nunca llegaron.

Hay quienes plantean que Don Eduardo Miguel Chicoy, quien se casará con Juana de León, ocho años después del juicio contra Henrietta, interceptaba las cartas. Otros dicen que la causa fue el fallecimiento de Juana de León. Yo creo que fueron las dos cuestiones combinadas.

Desde México regresó a Nueva Orleans, donde falleció a los 65 años de edad, en 1856. Diez y seis años después de haber abandonado nuestra Patria.

Pero ahí no terminan las tribulaciones de esta mujer. Es como si la niebla del tiempo se empeñará en disipar la imagen de quien es poco conocida en nuestra patria y desconocida para el resto del mundo, fiel a sus ideales, luchadora contra los prejuicios sociales de su tiempo y autenticidad inigualable en la vida. 

En agosto del 2005, el huracán Katrina golpeó fuertemente a Nueva Orleans, causando grandes estragos. Katrina destruyó la tumba donde descansaban los restos de Sor Magdalena, es decir, de Henrietta Favez Caven, borrando con ello los últimos vestigios físicos de su existencia en este mundo.

El pueblo cubano la ha honrado con una estatua en bronce en la Ciudad de La Habana y una copia idéntica en Baracoa, llevando su vida al cine y la dramaturgia.

La majestuosa mirada de su estatua, tal parece decirnos:”Después de haberlo meditado mucho y de haber sometido vuestra conducta al crisol de mi conciencia honesta y al escalpelo de mi austero carácter, os absuelvo completamente y sin reservas”. (Dr. Roig 1965)

Enlaces a Henrietta Favez Cave – vida y amor trágico

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