Historia

Imperialismo, Mafia y Batistato en Cuba (1952-1958). Premisas del estallido revolucionario. Tercera parte.

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Violencia y represión en Cuba (1952 – 1958)

No todas las personas conocen que la represión que tuvo lugar en Cuba por parte del ejército y policía batistiana estaba respaldada por la CIA norteamericana y supeditada a los intereses de la mafia. Al margen de las vendettas, ajustes de cuentas, ajusticiamientos extrajudiciales el gansterismo criollo unido a la mafia se erigió como un eficaz medio de corrupción que dirigió sus esfuerzos contra el Partido Socialista Popular (PSP) de Cuba y el movimiento obrero dirigido por Lázaro Peña, el Movimiento 26 de Julio, el Directorio Revolucionario 13 de marzo.

Con ayuda de gángsters se impuso el control batistiano al movimiento sindical obrero, sustituyendo a los dirigentes elegidos, persiguiéndolos, asesinándolos e incluso desapareciéndolos. La Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC) encabezada por Eusebio Mujal se pasaron totalmente al servicio de la dictadura y se convirtieron en receptores de coimas y generalizando la corrupción.

Agentes de servicios de inteligencia norteamericanos dirigían la actividad represiva del ejército, la policía y otros órganos como el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el Buró de Investigaciones, el Servicio de Inteligencia Regional (SIR). Los asesores policiales norteamericanos actuaban como si estuvieran en territorio de su propio país, como dice el refrán, campeaban por su respeto: abrían la correspondencia, espiaban las llamadas telefónicas, impartían órdenes en oficinas públicas, policiales y del ejército, espiaban a funcionarios gubernamentales y personalidades de la vida política y social de Cuba, cometían todo tipo de atropellos, abusos y practicaban secuestros.

Para que se tenga una idea, el 4 de marzo de 1952, tres días después del golpe militar, las oficinas del PSP en la ciudad de Santa Clara, fueron allanadas, arrestados y puestos a disposición de los tribunales extraordinarios, Israel Tomás, Enrique Rodríguez, Osvaldo Gómez, y Carlos González, algo parecido sucedió en Oriente, donde entre otros sufrieron la misma suerte Juan Taquechel y José Canette.

Testimonios de médicos forenses de la Morgue Judicial de La Habana, nos dejaron constancia sobre más de 600 cadáveres en la misma con signos de violencia física, de los cuales 36 se encontraban en dicha dependencia al triunfo de la Revolución Cubana. Decenas de personas desaparecidas después de haber sido apresadas por los órganos represivos de Batista, como fueron los casos del dirigente obrero José María Pérez, al cual se le empotró sus piernas en hormigón y fue lanzado al mar. Clodomira Acostás Ferrales y Lidia Doce después de haber sido apresadas fueron torturadas, violadas, asesinadas y sus cuerpos lanzados al mar. Muchas de las víctimas del batistato fueron enterradas en fosas comunes, dentro de cuarteles militares o en zonas despobladas. En enero de 1959 se detectaron por toda Cuba, numerosas fosas comunes como si se tratara de cementerios particulares.

Uno de los episodios más infames del régimen de Batista fue la masacre conocida como las "Pascuas Sangrientas", cuando en una reunión del Estado Mayor del Ejército en el campamento militar de Columbia, el coronel Fermín Cowley Gallegos, jefe del Regimiento Militar de Holguín, se le informó de que se podría producir un desembarco en la zona y un alzamiento interno. El coronel puso en marcha la operación “Regalo de Navidad” el 23 de diciembre de 1956, donde se liquidaron a todos los revolucionarios conocidos de la región durante las fiestas navideñas. En la noche navideña del 24 de diciembre, fueron sacados de sus casas y luego solo aparecieron los cadáveres mutilados de muchos jóvenes vinculados al movimiento 26 de julio y del PSP.

Cuando Batista conoció sobre el asalto a los cuarteles Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, ordenó asesinar a 19 prisioneros por cada soldado muerto. Los prisioneros fueron torturados, entre ellos José Luis Tassende y Abel Santamaría, a este último le sacaron los ojos y le castraron. A su novia Melba Hernández y hermana Haydée Santamaría, también prisioneras, le mostraron sádicamente los órganos mutilados del mismo.

Las cárceles cubanas, estaciones policiales y cuarteles militares se convirtieron en centros de tortura y sufrimiento bajo el mandato de Batista. Los prisioneros políticos eran sometidos a todo tipo de abusos, desde palizas hasta métodos más sádicos como la aplicación de corriente eléctrica o la simulación de ahogamiento. Las desapariciones forzadas también se convirtieron en una herramienta común para silenciar a la oposición, con individuos siendo secuestrados por agentes del régimen y nunca más volviendo a ser vistos.

Después de la toma de Santa Clara por el Ejército Rebelde se descubrió que los esbirros habían convertido calabozos en cámaras de tortura. Allí aparecieron numerosos instrumentos de martirio: vergajos, tenazas, aparatos para arrancar uñas, sacar ojos, romper huesos, que permanecían a la vista de todos, como monstruosa evidencia del proceder de los cuerpos represivos de la dictadura.

Hasta el autor de este artículo llegaron los testimonios de personas que, nos narraron como vecinos de la Quinta Estación de policía en La Habana, decidieron abandonar sus casas al no poder soportar los gritos y alaridos de las víctimas de las torturas en ese lugar. De los que entraban, rara vez salía alguien vivo, nos dijeron.

Personalmente, estoy agradecido de poder escribir este artículo a un militar de la dictadura batistiana, Mario Plin, que al ver el rostro joven de mi padre, de apenas 16 años, amarrado en el piso del yipee, tuvo compasión por él y le facilitó la fuga. Luego se supo que Mario Plin, había salvado a otras personas de una muerte segura.

El candidato a la presidencia de los EE. UU., John F. Kennedy, en su discurso en un banquete ofrecido, el 6 de octubre de 1960, por el Partido Demócrata, en la ciudad de Cincinnati, Ohio, declaró:

«Quizás el más desastroso de nuestros errores fue la decisión de encumbrar y darle respaldo a una de las dictaduras más sangrientas y represivas de la larga historia de la represión latinoamericana. Fulgencio Batista asesinó a 20 000 cubanos en siete años, una proporción de la población de Cuba mayor que la de los norteamericanos que murieron en las dos grandes guerras mundiales (…)».

Es difícil proporcionar un número exacto de asesinatos perpetrados durante la dictadura de Fulgencio Batista en Cuba entre 1952 y 1958, ya que las cifras varían según las fuentes y muchas víctimas fueron desaparecidas y nunca fueron contabilizadas oficialmente. Sin embargo, se estima que miles de personas fueron ejecutadas sumariamente o asesinadas por agentes del régimen durante este período de represión brutal.

Los asesinatos políticos, las ejecuciones extrajudiciales y las desapariciones forzadas fueron prácticas comunes utilizadas por el régimen de Batista para mantener su control sobre la población y sofocar cualquier forma de oposición. La cifra exacta de víctimas probablemente nunca se conocerá con certeza, pero es innegable que la dictadura de Batista es una oscura página de la historia cubana, que se erige como un monumento a la represión y el terror.

Desde su golpe de Estado en 1952 hasta su caída en 1958, Cuba fue testigo de un período marcado por la violencia estatal despiadada, donde las voces disidentes eran silenciadas con tortura, desapariciones y asesinatos.

Notas:

Guaguero - cubanismo que significa chofer de ómnibus.

Referencias

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