Historia

Imperialismo, Mafia y Batistato en Cuba (1952-1958). Premisas del estallido revolucionario. Cuarta parte.

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Tomado de Cubadebate

La trágica realidad social bajo el régimen de Fulgencio Batista (1952-1958)

Hoy vamos a exponer la trágica realidad social que vivió el pueblo de Cuba bajo el régimen de Fulgencio Batista entre 1952 y 1958, en contubernio con la mafia norteamericana y el imperialismo de ese país. En artículos anteriores hemos narrado esa realidad desde distintas perspectivas. Durante el período comprendido entre 1952 y 1958, Cuba se encontraba inmersa en una compleja telaraña social marcada por la opresión política, la corrupción desenfrenada y la desigualdad económica. El régimen de Fulgencio Batista, que emergió tras un golpe de Estado en 1952, no sólo exacerbó estas condiciones, sino que también las consolidó, dejando una marca indeleble en la historia cubana.

En la propaganda tanto el gobierno imperialista actual de EE. UU. como la mafia de Miami, presentan una Cuba idílica ante la revolución que casi puede competir con el Edén bíblico. Es necesario dejar de escuchar la propaganda estadounidense para abrir los ojos y darse cuenta de que están desnudos como Eva y Adán. Bajo el gobierno de Batista, la brecha entre ricos y pobres se amplió hasta límites insospechados. Mientras una pequeña élite gozaba de lujos y privilegios, la gran mayoría de la población cubana luchaba por sobrevivir en condiciones de extrema pobreza. Las áreas rurales, en particular, sufrían de una falta crónica de servicios básicos como educación, atención médica y acceso a alimentos adecuados.

Veamos algunos datos que fueron publicados en la Revista Carteles en 1957 por la “Agrupación Católica Universitaria” (ACU). En La Habana residía el 22% de la población y disponía del 65% de los médicos y el 62% de las camas disponibles en los hospitales, al mismo tiempo que en las zonas rurales únicamente existían  se tenían 10 camas y ningún médico. El 14% de los jornaleros del campo padecían de tuberculosis y el 2% de la población de Cuba tenía esa enfermedad, el 13% de tifus, el parasitismo y la poliomielitis eran enfermedades endémicas entre la población infantil. La tasa de mortalidad de niños era de 60 por cada 1000 nacidos vivos, lo cual puede que sea mayor al no existir estadísticas, ni control en muchas partes del territorio nacional. La esperanza media de vida era de 58 años.

En cuestiones de habitáculos el 60% de la población (unos 3,5 millones de personas) vivía hacinada en casas de maderas, guano, yaguas de palmas con pisos de tierra, sólo el 7,26% disponía de electricidad, el 63,96% no tenía inodoros, ni letrinas, el 82,62% carecía de baño o ducha. Los ingresos familiares del los campesinos y jornaleros era de unos 25 centavos de peso al día, mientras los salarios medios de las ciudades era de 120 pesos al mes. La brecha de ingresos entre el campo y la ciudad era de 16 veces en detrimento de los jornaleros y campesinos que, solo disponían de 7,50 pesos al mes.

Durante el batistato el fondo de salarios cayó en tres ocasiones, una de ellas en 1953, disminuyendo con 96 millones de pesos (de 719,4 a 624,2 millones), en 1958 en 8 millones más, lo que afectó a los obreros, artesanos, comerciantes, empleados públicos e intelectuales que vieron sus ingresos esfumarse.

A esto hay que añadir, que los trabajadores del sector azucarero solo tenían ingresos durante la zafra azucarera y sobreviva al resto de año (tiempo muerto) adquiriendo algunos productos al “fiao” en la tienda de los colonos, adquiriendo con ello una deuda eterna, imposible de pagar. Para los lectores no conocedores de Cuba, les quiero explicar que los colonos, eran los propietarios de tierra dedicadas a la industria azucarera, que poseían sus propias tiendas, donde los campesinos se veían obligados a comprar productos al fiao (la venta a crédito) durante el llamado tiempo muerto (periodo donde no había molienda de caña de azúcar). Lo anterior trajo como consecuencia que el 96% de la población rural no consumía carné, el 98% huevos, el 89% leche. En fin la desnutrición alcanzaba el 91% del campesinado.

El 8% de los propietarios  disponían del 70% de las tierras. Durante el régimen de Batista se acrecentaron las campañas de desalojo,  sus casas (bohíos) fueron quemadas, los sembradíos destruidos. Los campesinos que ofrecían resistencia eran asesinados al igual que los líderes campesinos. Esto se debió fundamentalmente al decreto 247 de julio de 1952, que demagógicamente se presentó como un instrumento jurídico en defensa del campesino, pero que imponía al campesinado la firma de un contrato de arrendamiento y pagar el arriendo de la tierra para evitar el desalojo, con ello se le negaba el derecho de propiedad a aquellos que la trabajaban. Los terratenientes utilizaron el mismo para reprimir al campesinado y arrebatarles sus tierras. En muchos lugares como en Bolondrón (provincia de Matanzas), Rancho Mundito (provincia de Pinar del Río), Hato del Estero (provincia de Camagüey), y muchos otros lugares, los terratenientes cubanos y compañías americanas como la Seaone y Hermanos, intentaron realizar desalojos masivos.

El desempleo era una realidad omnipresente para muchos cubanos durante el régimen de Batista. Las políticas económicas favorecieron a los intereses de las élites y de las grandes corporaciones, mientras que las clases trabajadoras enfrentaban salarios miserables y condiciones laborales deplorables. La falta de protección laboral y sindical dejaba a los trabajadores indefensos ante la explotación y el abuso por parte de los empleadores. De acuerdo al informe antes mencionado en 1957, 738 000 personas, es decir un tercio de la población laboralmente activa, eran temporal o totalmente desempleados.

El acceso a la educación era un lujo al que solo unos pocos privilegiados podían aspirar. El gobierno de Batista no solo descuidó la educación pública, sino que también obstaculizó activamente los esfuerzos por mejorarla, al contrario de lo que se pretende imponer como narrativa en la propaganda anticubana, que obstinadamente se esfuerza por presentar al batistato como un régimen progresista, al cual se debe regresar. El resultado fue una tasa alarmante de analfabetismo de 43% entre la población rural y el 70% de los niños campesinos no tenían maestros, lo que perpetuaba el ciclo de pobreza y marginación social. En Cuba solo existía una Universidad a la que únicamente tenían acceso las clases ricas y privilegiadas de la sociedad. El analfabetismo general era del 37% de la población. A esto hay que sumarle que se consideraba alfabetizada a cualquiera que pudiera malamente leer, escribir y firmar.

Al triunfar la revolución, únicamente el 55% de los niños entre 6 y 14 años estaban matriculados en escuelas, la población menor de 15 años tenía menos de tercer grado, 600 000 niños no tenían escuelas y había un deficit de 100 000 en el sistema educacional. 

La disidencia política era sofocada con mano dura bajo el régimen de Batista. La represión sistemática de cualquier forma de oposición política o expresión de descontento socavaba los derechos fundamentales de los ciudadanos cubanos. La brutalidad policial y la corrupción generalizada minaban cualquier intento de cambio social pacífico. A esto debemos añadir que el 29% de la población era negra (unas 1 575 000 personas), se vio afectada por la promulgación de un decreto que parcialmente anulaba el delito de discriminación, era común los clubes, playas, parques, etc. únicamente para blancos y los negros no tenían acceso a puestos públicos e incluso en barrios enteros en zonas urbanas, se  negaban a los negros domiciliarse. El gobierno prestaba ayuda financiera a organizaciones que promovían la separación racial de los negros del resto de la población cubana con el objetivo de provocar enfrentamientos entre obreros blancos y negros, al mismo tiempo que demagógicamente decía que crearía puestos de trabajos para negros en lugares que antes no lo tenían.

Al producirse el triunfo de la Revolución habían 11 000 prostitutas certificadas en 270 burdeles en la ciudad de La Habana. Eso sin contar otras urbes del país. 

El régimen de Fulgencio Batista dejó un legado de miseria y desesperación en Cuba. Su gobierno, caracterizado por la corrupción, la represión y la negligencia social, sumió al país en una espiral descendente de pobreza y desigualdad. Sin embargo, la lucha del pueblo cubano por la justicia social y la libertad eventualmente daría lugar a un cambio radical con la Revolución Cubana de 1959, que prometía una nueva era de igualdad y dignidad para todos los cubanos.

Referencias:

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