Historia

Imperialismo, Mafia y Batistato en Cuba (1952-1958). Premisas del estallido revolucionario. Quinta parte

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Los entrelazados hilos entre el gobierno de Fulgencio Batista y la CIA

Desde su ascenso al poder en un golpe de Estado en 1952, Fulgencio Batista mantuvo una estrecha relación con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos, una colaboración que dejó una huella indeleble en la historia de Cuba y en la geopolítica de América Latina. Durante el mandato de Batista, que abarcó desde 1952 hasta 1958, los vínculos entre su gobierno y la CIA se entrelazaron en una red de intereses políticos, económicos y estratégicos que moldearon el destino de la isla caribeña.

La relación entre Batista y la CIA tuvo sus raíces en los intereses compartidos de ambos en mantener la estabilidad política en Cuba, asegurando así la protección de los intereses económicos y políticos estadounidenses en la isla. Desde el principio, la CIA vio en Batista un aliado útil para salvaguardar sus intereses en Cuba y contrarrestar cualquier amenaza percibida de influencia comunista en la región.

David A. Phillips, agente CIA, con oficina en la calle Humboldt en pleno Vedado, se encargaba de ofrecer la información conveniente, que los medios de comunicación podían brindar a la ciudadanía. La CIA y otras agencias norteamericanas desarrollaron tres direcciones de trabajo: guerra psicológica, fortalecer militar y policialmente y crear una “oposición insurreccional”.

Sobre esta última debemos exponer que la misma consistía en crear una guerrilla en la zona montañosa del Escambray, para frustrar la lucha revolucionaria en la Sierra Maestra y la invasión al occidente del país e impedir con ello poner en pie de guerra a todo el país. Además de sembrar el miedo, el terror y cometer actos delictivos contra la población campesina de la zona para desacreditar al movimiento revolucionario y al Ejército Rebelde.

Para esta acción, la CIA designó a Eloy Gutiérrez Menoyo y un grupo de politiqueros provenientes de las filas y/o vinculadas con el partido auténtico. De esa forma nació el llamado Segundo Frente Nacional del Escambray*, bajo el control de dos norteamericanos, agentes, CIA: William Alexander Morgan y Jhon Maples Spiritto.

La Embajada de los EE. UU. albergaba más de 24 agentes CIA, además de otros tantos encubiertos situados en puestos claves en la sociedad habanera de la época. El jefe de la estación CIA en la capital cubana era William Caldwell.

De acuerdo a Fabián Escalante Font, que cita al agente CIA Howard Hunt, nos narra que en una reunión en la susodicha Embajada en 1956, se dio una reunión donde veinte personas se encontraba, únicamente el embajador Arthur Gardner no era agente de la agencia.

La Embajada Norteamericana en La Habana a través de sus funcionarios diplomáticos y los agentes CIA bajo la cobertura de un programa agrícola con el nombre código de “Punto IV” recolectaba información por toda Cuba, reclutaba, entrenaba a agentes y realizaban acciones encubiertas y la estimulación de una “oposición blanda” que pudieran ofrecer una alternativa política para impedir el triunfo revolucionario que se gestaba y desarrollaba en la sociedad cubana.

Uno de los aspectos más destacados de la colaboración entre Batista y la CIA fue el apoyo financiero y logístico brindado por la agencia de inteligencia estadounidense al régimen cubano. La CIA proporcionó fondos y equipos militares a Batista, lo que fortaleció su posición frente a la oposición interna y contribuyó a mantener su control sobre el país. Este apoyo fue fundamental para la supervivencia del régimen de Batista, especialmente en momentos de agitación política y disturbios civiles. El ejército era entrenado y armado por las misiones norteamericanas dentro de Cuba.

Además del respaldo material, la CIA también desempeñó un papel crucial en la capacitación y asesoramiento de las fuerzas de seguridad cubanas, lo que ayudó a Batista a mantener un férreo control sobre la población y a sofocar cualquier intento de disidencia. Este apoyo no solo garantizó la supervivencia del régimen de Batista, sino que también consolidó su poder y autoridad en Cuba.

El 3 de mayo de 1955 se fundó el Buró de Represión de Actividades Comunistas (BRAC), a proposición y recomendación de Allen Dulles, director de la CIA, en una reunión en La Habana con los principales jefes policiales en su visita a la capital cubana en abril de ese año. Allen Dulles sostuvo en esa oportunidad conversaciones con Fulgencio Batista sobre la prestación de la ayuda norteamericana al régimen batistiano donde se incluía la preparación de personal militar y seguridad.

Al mismo tiempo que se funda el BRAC, la CIA junto a Batista crearon a la organización paramilitar dirigida por Rolando Manferrer Rojas, que sembraron la muerte y el terror en Cuba y que pasaron la historia como los “tigres de Manferrer”.

Una operación CIA fue la de enviar el 28 de agosto de 1958, a Pedro Luis Díaz Lanz ya la gente CIA por contrata, Frank Stugis, los cuales arribaron a Cayo Espino en las cercanías de la Sierra Maestra en una avioneta con armas y municiones para los rebeldes, lo cual era la cobertura para llevar a cabo su misión, de entrevistar a Fidel Castro y determinar la presencia comunista en la guerrilla. Frank Stugis en su libro autobiográfico escribió posteriormente que al bajar de la Sierra Maestra, se dirigió a Santiago de Cuba e informó al vicecónsul norteamericano y también agente CIA, Robert Wichea, que las sospechas de comunistas en la guerrilla eran infundadas.

Una operación combinada de la CIA, el FBI, seguidores de Carlos Prío y la Policía batistiana comandada por el coronel Orlando Piedra Negueruelos intentó asesinar Fidel Castro el 24 de diciembre de 1958 en las inmediaciones de la ciudad de Bayamo, utilizando a un marine yanqui, Alan Robert Nye. La misión consistía en que este se presentaría en la guerrilla como simpatizante y luego de ganarse la confianza, mataría al líder de la Revolución.

Sin embargo, la relación entre Batista y la CIA no estuvo exenta de controversias y críticas. El apoyo incondicional de la agencia de inteligencia estadounidense a un régimen dictatorial y represivo como el de Batista fue objeto de condena por parte de muchos dentro y fuera de Cuba. Las violaciones de los derechos humanos y la corrupción rampante en el gobierno de Batista generaron críticas hacia la política de apoyo de la CIA.

Además, la colaboración entre Batista y la CIA alimentó el resentimiento y la oposición interna en Cuba, especialmente entre los sectores de la sociedad que se oponían al régimen. La percepción de que el gobierno de Batista estaba siendo manipulado por intereses extranjeros, particularmente los de Estados Unidos, contribuyó al crecimiento del movimiento revolucionario encabezado por Fidel Castro, que finalmente derrocó a Batista en 1959.

En resumen, la relación entre el gobierno de Fulgencio Batista y la CIA durante el período de 1952 a 1958 fue compleja y multifacética, marcada por el apoyo financiero y logístico de la agencia de inteligencia estadounidense al régimen cubano. Si bien esta colaboración contribuyó a la supervivencia temporal del gobierno de Batista, también generó controversia y alimentó la oposición interna en Cuba, sentando las bases para los dramáticos eventos que culminaron con la Revolución Cubana de 1959.

Notas:

Segundo Frente Nacional del Escambray fue un plan CIA, al cual se incorporaron muchos revolucionarios, sin conocer la traición de sus dirigentes. 

Referencias:

  • Darushenkov, Oleg. Cuba, el camino de la revolución. Editorial Progreso, Moscú, URSS. 1979.
  • Escalante Font, Fabián. Revolución y contrarrevolución en Cuba. Seis décadas de historia en ensayos. Ocean Sur. 2020.

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