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El crimen de Cuba es un crimen de lesa majestad - ser soberana e independiente.

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La política exterior de Estados Unidos en relación con el terrorismo ha sido siempre una herramienta central en su estrategia geopolítica. Sin embargo, la aplicación de estas políticas puede resultar en situaciones contradictorias, como es el caso de Cuba.

Cuba víctima del terrorismo, en muchos casos de acciones, cuyos autores lo han realizado desde el territorio norteamericano o han encontrado refugio en ese país. Hasta 2021 se registraron más de 681 actos terroristas contra Cuba, con un saldo de 3478 muertos y 2099 discapacitados. Además, cientos de planes para asesinar a los líderes de ese país. Fidel Castro encabeza la lista con unos 638 intentos de atentados.

Casi todos esos actos terroristas han involucrado a la CIA como el máximo organizador, pero hay que reconocer que la agencia en determinados momentos “perdió control” sobre ciertos individuos y organizaciones que, han planeado y/o llevado a cabo hechos de forma independiente, pero que al final han tenido la protección de autoridades norteamericanas.

No obstante, es Cuba quien ha sido unilateralmente incluida en ilegales listas relacionadas con el terrorismo, bajo preceptos arbitrarios. Hay que dejar claro que, no se trata de una sola lista con diferentes apreciaciones, sino varias, de las cuales conocemos al menos la existencia de dos:

1) Lista de países patrocinadores del terrorismo

2) Lista de países que no colaboran los suficiente con los EE. UU. en la lucha contra el terrorismo.

La inclusión o exclusión de un país de una de esas listas no solo es un acto arbitrario de los EE. UU. con fines políticos, sino que puede ser empleada como método de desinformación a la comunidad internacional y la opinión pública mundial (si es que existe esta última).

Las listas elaboradas por Estados Unidos, que categorizan a ciertos países como patrocinadores del terrorismo o como naciones que no colaboran suficientemente en la lucha contra el terrorismo, han sido objeto de un amplio debate, pero la segunda es casi desconocida.

Es fundamental señalar que estas listas no están en consonancia con la legislación internacional. Las Naciones Unidas no reconocen estas listas y, en muchos casos, las sanciones impuestas por EE. UU. pueden contradecir principios del derecho internacional, como la soberanía de los Estados y el derecho a la no intervención en asuntos internos.

A pesar de su cuestionable legalidad, estas listas son poderosos instrumentos de política internacional de EE. UU. Al actuar fuera del marco de las Naciones Unidas, EE. UU. puede aplicar estas medidas unilaterales para lograr objetivos geopolíticos específicos.

Las listas sirven para aislar económicamente a los países señalados y ejercer presión política y diplomática y la imposición de “sanciones extraterritoriales” juega un papel crucial en la aceptación de estas medidas.

La aceptación de estas listas por otros países, instituciones y empresas se debe a varias razones. En primer lugar, el poder económico y político de EE. UU. obliga a muchos actores a cumplir con estas listas para evitar sanciones secundarias y perder acceso al mercado estadounidense. Además, la influencia de EE. UU. en instituciones financieras internacionales y su capacidad para imponer sanciones extraterritoriales juega un papel crucial en la aceptación de estas medidas.

Hagamos un poco de historia sobre las listas de marras.

Lista de países patrocinadores del terrorismo

Surgió en la administración de Ronald Reagan, como instrumento político derivado de la Carta de Santa Fe. Esta lista, mantenida por el Departamento de Estado de EE. UU., incluye a aquellos países que, según el gobierno estadounidense, han proporcionado repetidamente apoyo a actos de terrorismo internacional.

Los EE. UU. utilizan esta lista para aplicar medidas económicas significativas, restricciones comerciales y una disminución en las relaciones diplomáticas con EE. UU. y como instrumento de presión a terceros países, gobiernos, instituciones, empresas, entidades, organizaciones e incluso personas naturales.

Cuba fue designada como patrocinador estatal del terrorismo en 1982 bajo el pretexto de apoyar “movimientos revolucionarios “considerados como terroristas en los países aliados de EE. UU. en América Latina y otras partes del mundo.

Sin embargo, en 2015, bajo la administración del presidente Barack Obama, Cuba fue retirada de la lista como parte de un esfuerzo más amplio para normalizar las relaciones entre EE. UU. y Cuba. Esta decisión fue revertida en enero de 2021, cuando la administración de Donald Trump volvió a incluir a Cuba en la lista, citando el apoyo continuo a grupos terroristas y la presencia de fugitivos estadounidenses en la isla.

Lista de países que no colaboran con EE. UU. lo suficiente en la lucha contra el terrorismo

Surgió bajo la Ley de Control de Exportación de Armas (Arms Control Act), la cual fue enmendada en 1996, autoriza al Secretario de Estado a determinar cuales países no están haciendo lo suficiente para cooperar con los esfuerzos de Estado Unidos de Norteamérica en la prevención del terrorismo. La lista se revisa anualmente.

Los países incluidos se enfrentan a restricciones en la venta o licencias de equipos de servicios de defensa por parte de EE. UU. así como “sanciones” que afectan la cooperación en seguridad nacional.

Hace solos unas semanas, Cuba, fue retirada de esta lista. Muchas personas de buena voluntad que abogan porque Cuba sea sacada de la lista países patrocinadores del terrorismo, creyeron que su justo reclamo había sido oído, pero no fue así, lo que demuestra que solo fue una estratagema de los EE. UU. para confundir y desinformar.

Las dos listas tienen criterios y objetivos diferentes. La lista de "países que patrocinan el terrorismo" se basa en subjetivas evidencia y valoraciones arbitrarias, sobre que un país ha proporcionado apoyo sustancial a actos terroristas.

Sí el análisis fuera objetivo, en el caso de Cuba, tendría que ser causa del multilateralismo a nivel de la ONU, además al ser nuestra patria y pueblo víctima de ese flagelo internacional desde territorio del vecino país, cabría preguntarse por qué los propios EE. UU. no se autoincluyen en esta lista o al menos a uno de los estados miembros de la unión: Florida.

En cambio, la lista de "países que no colaboran lo suficiente en la lucha contra el terrorismo" evalúa el nivel de cooperación de un país con las iniciativas antiterroristas de EE. UU., como el intercambio de información de inteligencia y la implementación de políticas y medidas efectivas contra el terrorismo.

El que Cuba haya estado incluida en esta lista, demuestra el grado de arbitrariedad de las autoridades norteamericanas, pues las autoridades cubanas siempre han demostrado su disposición a colaborar y han cooperado en la lucha contra el terrorismo. Prueba de ello fue el suministro de información sobre el plan de atentado a Ronald Reagan.

A lo largo de los años, diversos países han sido incluidos en estas listas. Por ejemplo, la lista de países patrocinadores del terrorismo ha incluido a naciones como Irán, Corea del Norte, Siria y Sudán. En contraste, la lista de países que no colaboran suficientemente ha incluido a naciones como Pakistán, Venezuela y Cuba en diferentes momentos.

Uno de los aspectos más controvertidos es el doble rasero de EE. UU. en la aplicación de estas listas. A menudo se ha señalado que algunos países con vínculos conocidos con actividades terroristas no han sido incluidos debido a consideraciones políticas o estratégicas. Por ejemplo, aliados cercanos de EE. UU. pueden recibir un trato más indulgente pese a evidencias de apoyo al terrorismo, mientras que enemigos geopolíticos pueden ser incluidos rápidamente sin un análisis objetivo y exhaustivo.

Las decisiones de inclusión o exclusión de estas listas también pueden reflejar cambios en la administración y su enfoque hacia ciertos países. Durante la administración de Obama, hubo un esfuerzo concertado para mejorar las relaciones diplomáticas con Cuba, lo que llevó a su retirada de la lista de patrocinadores del terrorismo. Sin embargo, la administración de Trump revirtió muchas de estas políticas, incluyendo la reincorporación de Cuba a dicha lista.

La política de EE. UU. respecto a la designación de Cuba en sus listas de terrorismo ha generado críticas y acusaciones de hipocresía. Muchos consideran que EE. UU. aplica un doble rasero, protegiendo a ciertos individuos y grupos considerados terroristas por otros países mientras sanciona a otros por razones similares. Un ejemplo notable es el caso de Luis Posada Carriles, un exiliado cubano involucrado en el atentado de 1976 contra un avión cubano, que vivió muchos años en EE. UU. sin ser extraditado para enfrentar cargos.

Conclusión

La inclusión de Cuba en la lista de "países que patrocinan el terrorismo" mientras se retira de la lista de "países que no colaboran lo suficiente en la lucha contra el terrorismo" refleja la complejidad de la política exterior de EE. UU. y los diferentes criterios aplicados a cada lista. Estas decisiones están influenciadas por una mezcla de factores geopolíticos, estratégicos y diplomáticos que resulta contradicciones e incongruencias.

Para entender completamente estas decisiones, es crucial considerar el contexto geopolítico, las relaciones diplomáticas y las políticas internas de EE. UU. La situación de Cuba es un ejemplo claro de cómo las prioridades y enfoques pueden variar significativamente entre diferentes administraciones y periodos.

El caso de Cuba ilustra las complejidades y las posibles inconsistencias en la aplicación de estas listas. Aunque fue retirada de una lista, su permanencia en la otra sigue teniendo consecuencias negativas significativamente, demostrando cómo estos instrumentos pueden ser utilizados selectivamente para mantener la presión sobre ciertos países.

Además, el que las medidas extraterritoriales juega un papel crucial en la aceptación de estas medidas demuestran la debilidad de gobiernos nacionales, la falta de soberanía de muchos estados.

La única relación de Cuba con el terrorismo es haber sido víctima del mismo. El crimen de Cuba es un crimen de lesa majestad, ser soberana e independiente.

“Crimen Cubae est crimen maiestatis, quod sui iuris et independens est”.

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