Reflexión sobre el fracaso del socialismo y una oportunidad para Cuba
por Henrik Hernandezpublicado enBienvenido al Tocororocubano.com!
Estamos orgullosos de conectarnos con Usted,
independientemente del lugar que se encuentre.
¡Le deseamos que disfrute de nuestros artículos y pase un
maravilloso momento junto a nosotros!
Introducción
La idea de Carlos Marx sobre el socialismo como una etapa de transición hacia el comunismo —una sociedad sin clases, sin propiedad privada y sin explotación— no se materializó como él lo había imaginado.
En la práctica, muchos de los sistemas que se autodenominaron socialistas replicaron aspectos del capitalismo, especialmente en lo que respecta a la centralización del poder y la creación de nuevas élites burocráticas. Aunque se buscaba una redistribución de recursos y una orientación social, los problemas de jerarquización, control centralizado y dependencia del mercado global persistieron, transformando el “socialismo” en algo más cercano a una versión del capitalismo de Estado.
Esta replicación se dio en parte porque estos sistemas existían en un contexto global dominado por el capitalismo y por las medidas aplicadas por este para impedir la formación de una nueva formación económica. Las naciones que intentaron construir el socialismo se vieron obligadas a competir en un mundo capitalista, adoptando estructuras productivas y técnicas administrativas que no se alejaban del capitalismo. Además, la lucha geopolítica por el control y la influencia llevó a muchos de estos países a priorizar la seguridad estatal y la estabilidad política por encima de la emancipación individual y la verdadera igualdad, en detrimento de las tareas de la construcción de las bases del socialismo.
Este proceso, en el que el socialismo se convirtió en una especie de capitalismo con políticas de bienestar, sugiere que, a nivel estructural, los sistemas dominantes ejercen una gran presión sobre los modelos alternativos, limitando su capacidad para diferenciarse profundamente. Esta experiencia plantea la pregunta de si es realmente posible construir un sistema genuinamente distinto al capitalismo en un contexto global que todavía opera bajo sus leyes y valores.
Carlos Marx consideraba que, el capitalismo debía ocupar todo el planeta antes que se pudieran dar las condiciones de establecer un sistema socialista que debía ser a nivel mundial. Lenin por el contrario planteo que se podía construir en un país tomado por separado. Esta contradicción llevo al enfrentamiento teórico entre Stalin, que apoyaba la tesis leninista, Sinoviev, que planteaba abandonar la construcción del socialismo y alistarse a formar parte del sistema capitalista mundial y por último de Trotskij que se planteo la tarea de una revolución permanente y continuada hasta que todos los países formaran un campo socialista.
Sin embargo, si los errores del pasado se reconocen y se superan, Cuba podría tener la oportunidad de desarrollar un socialismo auténtico que trascienda las limitaciones de las experiencias anteriores.
Necesidad de una nueva forma de dirección: la autodisolución del Partido
Una lección clave de las experiencias fallidas del pasado es la centralización extrema del poder en el Partido, lo cual generó una burocracia que obstaculizó la verdadera participación popular. En lugar de ser una fuerza liberadora, el Partido como remanente de las estructuras del Estado capitalista, reprodujo las mismas jerarquías y prácticas de poder que el socialismo pretendía eliminar.
Para avanzar hacia un socialismo genuino, es fundamental que el Partido se autodisuelva y ceda su lugar a un sistema de participación comunitaria directa. Es decir, aplicar la consigna de Lenin: "¡Todo el poder a los Soviets!".
Este paso es esencial para evitar la concentración de poder en una élite burocrática y para construir una estructura de dirección que respete la autonomía de cada comunidad. La autodisolución del Partido abriría el camino a una organización basada en la ciencia y la racionalidad, en la que la toma de decisiones no estaría centralizada, sino compartida y distribuida entre las comunidades.
Un consejo científico para Cuba
En lugar de un Partido centralizado, Cuba podría optar por una transición gradual hacia una gobernanza basada en la ciencia y la racionalidad. Mantener el Estado provisionalmente, sin la influencia de un partido, permitiría estabilizar la sociedad mientras se preparan las condiciones para un consejo científico de dirección. Este consejo, compuesto por especialistas en diversas áreas como economía, ecología, salud y educación, actuaría no como una élite de poder, sino como facilitadores y coordinadores del bienestar común, con normas bien precisas de permanencia temporal y idoneidad en sus funciones, no digo cargo, sino funciones.
Este consejo científico se fundamentaría en principios de investigación y evidencia, abordando problemas sociales, económicos y ambientales con una perspectiva objetiva y ética, libre de los sesgos que suelen acompañar a los partidos políticos. La ausencia de un partido como ente portador de intereses clasistas, facilitaría un enfoque más neutral, centrado exclusivamente en el bienestar de la población y en la sostenibilidad del sistema.
Una estructura horizontal y vertical
Este modelo se basaría en una organización que combine la participación comunitaria horizontal con una estructura vertical coordinada. Las comunidades locales tendrían un alto grado de autonomía para organizar sus propias actividades y decisiones, mientras que el consejo científico se ocuparía de coordinar y facilitar temas de interés general, garantizando la cohesión y el respeto a los principios comunes.
La estructura vertical no estaría destinada a crear jerarquías, sino a facilitar la comunicación y cooperación entre las comunidades. Los representantes serían delegados rotativos, con mandatos cortos y sujetos a una vigilancia directa por parte de las bases. Esta rotación de roles evitaría la creación de una nueva burocracia, asegurando que el poder fluya constantemente desde las bases hacia el nivel coordinador, en lugar de concentrarse en una sola entidad.
Administración pública
La administración pública sin partido y un Estado en franca y lenta abolición podría garantizarse a través de un modelo de autogestión comunitaria y cooperación, en el que cada comunidad gestione sus servicios básicos mediante cooperativas locales y comités rotativos. Un consejo científico coordinaría áreas clave como salud, educación e infraestructura, trabajando con representantes locales para asegurar decisiones informadas y basadas en evidencia. Plataformas digitales permitirían la participación ciudadana directa, mientras que consejos de fiscalización y una educación en administración pública comunitaria asegurarían transparencia y responsabilidad. Este sistema sería flexible, descentralizado y orientado al bienestar común, sin necesidad de estructuras burocráticas centralizadas.
Educación cívica para nuevos valores morales
Un sistema de educación cívica orientado a la formación de nuevos valores morales podría estructurarse en torno a varios principios y enfoques que promuevan la autonomía, el pensamiento crítico y la responsabilidad social. Veamos algunas ideas para esbozar ese sistema:
Ética y autoconocimiento como fundamento
El núcleo de la educación cívica estaría en el desarrollo del autoconocimiento y la ética personal. Desde una edad temprana, los estudiantes aprenderían a reflexionar sobre sus valores y decisiones, explorando cómo sus acciones afectan a los demás y al entorno. Esto les permitiría construir un sentido ético autónomo, basado en principios universales como la justicia, la equidad y el respeto mutuo.
Pensamiento crítico y análisis social
El pensamiento crítico se enseñaría como una habilidad central. Los estudiantes aprenderían a analizar las estructuras sociales, económicas y políticas con objetividad, explorando tanto las fortalezas como las debilidades de cada sistema. Este enfoque fomentaría una ciudadanía informada y crítica, capaz de participar activamente y de cuestionar constructivamente cualquier forma de autoridad o estructura de poder que contradiga los valores de justicia y equidad.
Participación en la comunidad
La educación cívica incluiría actividades prácticas de participación comunitaria, donde los estudiantes contribuyan a proyectos de impacto local. Esto podría incluir desde el cuidado del medio ambiente hasta la resolución de problemas sociales o el apoyo a la economía local. De esta manera, la educación cívica no sería solo teoría, sino una experiencia práctica que enseñe a los estudiantes a trabajar colectivamente y a entender su rol activo en la mejora de su comunidad.
Cooperación y resolución pacífica de conflictos
El sistema educativo podría enfatizar la cooperación en lugar de la competencia, enseñando a los estudiantes a colaborar y resolver conflictos de manera pacífica y respetuosa. Habilidades de mediación, empatía y comunicación efectiva serían centrales en el currículo, fomentando un entorno donde los ciudadanos aprendan a vivir y trabajar en comunidad, respetando las diferencias y buscando el bien común.
Estudios interdisciplinarios sobre la sostenibilidad y el bien común
La sostenibilidad y el bien común se integrarían en todas las áreas de estudio. Los estudiantes aprenderían a valorar los recursos naturales, a reflexionar sobre su impacto en el medio ambiente y a entender cómo el bienestar de la comunidad está entrelazado con el cuidado de la naturaleza y los recursos.
Historia crítica y memoria social
La educación cívica incluiría un estudio crítico de la historia, enseñando a los estudiantes a evaluar las decisiones del pasado y sus consecuencias. Esto fomentaría una visión de la historia que no glorifique a ninguna autoridad o ideología, sino que presente un análisis honesto y permita a los estudiantes aprender de las experiencias de otras generaciones.
Autogestión y participación incluyente directa en el aula
Finalmente, el aula en sí misma podría funcionar como un microcosmos de participación y la autogestión. Los estudiantes tendrían voz en la organización de sus actividades, la elección de proyectos y la toma de decisiones, promoviendo una educación que se alinee con los principios de participación y responsabilidad desde la base.
La defensa de la soberanía y la necesidad de una estructura militar y de seguridad
En un mundo donde el capitalismo es aún dominante, la construcción de un sistema alternativo requeriría una dirección de asuntos militares y seguridad en el consejo científico, con el fin de proteger la soberanía frente a amenazas externas. Este departamento de defensa actuaría en estrecha colaboración con las comunidades, promoviendo una defensa territorial y cibernética que garantice la paz y la independencia, sin recurrir a la expansión o al uso de la fuerza para imponerse sobre otros pueblos.
Conclusión
La autodisolución del Partido y la creación de un modelo basado en la dirección científica y la participación comunitaria permitirían a Cuba enmendar los errores del socialismo histórico, avanzando hacia un sistema más justo y libre. Este modelo, al liberar a la sociedad del Partido, el cual es un remanente ideológico capitalista, abriría un nuevo camino hacia una organización social en la que cada individuo pueda desarrollarse plenamente y en armonía con su comunidad.
Notas:
Para los críticos apresurados, les invito a leer mi artículo "Democracia en Cuba: participativa, representativa e inclusiva", publicado en esta misma bitácora:
***
Copyright © Henrik Hernandez 2024
IA asistente en redacción e investigación desde julio de 2024.
#cuba #tocororocubano
Comentarios