La solidaridad secuestrada: Cuba frente al progresismo pasivo en Europa
por Henrik Hernandezpublicado en
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Por Henrik Hernandez
Hubo un tiempo en que ser de izquierda en Europa significaba abrazar la causa de Cuba con orgullo. No por exotismo, ni por romanticismo, sino por convicción: porque era la pequeña isla rebelde que desafiaba al imperio. Hoy, en cambio, esa solidaridad parece haberse diluido entre protocolos, silencios cómodos y gestos simbólicos sin contenido. Cuba sigue luchando, pero muchos de sus antiguos aliados han optado por el olvido. Este texto nace desde la gratitud y el dolor, pero también desde la esperanza de que aún es posible reencontrarse con el coraje perdido.
Introducción
Durante décadas, las organizaciones de solidaridad con Cuba en Europa fueron una fuerza viva. No se limitaban a los gestos simbólicos: estaban en las calles, en las universidades, en los sindicatos, en los medios alternativos. Denunciaban el bloqueo, pero sobre todo defendían con convicción el proyecto socialista cubano como ejemplo de dignidad, justicia y resistencia del Sur Global.
Hoy, sin embargo, algo ha cambiado. Cuba resiste como siempre, bajo asedio económico, diplomático, mediático y financiero, pero la solidaridad europea ha menguado. Se ha vuelto más tímida, más diplomática, más estética. En algunos casos, incluso cómplice de un lenguaje que, bajo el barniz de los “derechos humanos” o la “democracia”, repite sin saberlo o sabiéndolo, los guiones imperiales.
Este debilitamiento no es un accidente ni un problema táctico. Es expresión de una crisis más profunda del progresismo europeo, que ha abandonado sus raíces revolucionarias para buscar acomodo en las instituciones que decía querer transformar.
Del internacionalismo militante al protocolo vacío
Antes, la solidaridad con Cuba era una causa política nítida: una toma de posición contra el imperialismo. Hoy, muchas organizaciones:
Evitan hablar abiertamente del socialismo cubano.
Se distancian del sistema político nacido de la Revolución.
Repiten sin mayor análisis el lenguaje dominante de “apertura”, “pluralismo”, “reformas democráticas”.
Y lo más preocupante: han sustituido la denuncia por el matiz, la defensa por la ambigüedad. El estribillo se repite: “Estamos contra el bloqueo, pero…”
Ese “pero” no es inocente. Es una cuña ideológica que abre la puerta al desmontaje de la solidaridad real. Porque el imperialismo no quiere matices: quiere sometimiento.
El progresismo europeo y su renuncia al conflicto
Desde Syriza hasta Podemos, pasando por sectores de Die Linke o La Francia Insumisa, buena parte del progresismo europeo ha decidido institucionalizarse, moderarse, adaptarse. Por miedo a ser tildados de “autoritarios” o “nostálgicos”, han abandonado la defensa activa de procesos como el cubano.
Formulan posturas que suenan razonables, pero que en realidad refuerzan el relato dominante:
“Defendemos al pueblo cubano, no al gobierno (régimen).”
“Cuba necesita diálogo y apertura.”
“No estamos ni con la derecha ni con los autoritarismos.”
Este lenguaje, que pretende ser “equilibrado”, acaba legitimando la narrativa hegemónica. Una solidaridad que no toma partido frente al agresor es una solidaridad inútil.
Una solidaridad sin formación ni horizonte
No todo el panorama es homogéneo. Existen colectivos que resisten con firmeza: brigadas de trabajo voluntario, asociaciones históricas, activistas sinceros. Pero en el plano general, muchas estructuras de solidaridad han sido absorbidas por la lógica de los eventos culturales sin contenido político.
Ya no se lee a Fidel, ni a Martí, ni a Marx. Se evita la confrontación ideológica. Se organizan ferias de libros y conciertos, pero sin claridad de objetivos. Esto ha generado:
Una solidaridad estética, pero no estratégica.
Una simpatía desinformada, más emocional que política.
Una juventud que admira a Cuba pero no comprende las raíces de su resistencia.
La solidaridad no se construye con folclore. Se construye con conciencia.
4. Las condiciones objetivas han cambiado... y eso exige más coraje
Hay que ser justos: el contexto también es más adverso. La Unión Europea ha endurecido su postura. Las redes sociales son terreno minado de propaganda anticubana. Los fondos institucionales que antes apoyaban proyectos solidarios ahora imponen condiciones inaceptables. Muchas organizaciones han debido elegir entre callar o desaparecer.
Pero la historia no se escribe con resignación. Las causas justas no se abandonan por falta de apoyo. Se sostienen aunque cuesten, aunque incomoden, aunque duelan.
Y Cuba, ¿no tiene responsabilidades?
Claro que sí. La Revolución no es perfecta ni infalible. Cuba enfrenta una crisis económica profunda, dificultades en su modelo de participación política, fenómenos migratorios complejos. Pero todo esto debe comprenderse dentro del contexto brutal del asedio imperial.
No se puede exigir a una nación bloqueada, difamada y asediada el mismo nivel de desarrollo institucional o libertades que gozan quienes la agreden.
Criticar desde la izquierda no es el problema. El problema es hacerlo desde categorías y marcos construidos por los enemigos de los pueblos. Eso no es crítica: es colonización ideológica. Es adoptar la lógica del discurso dominante.
¿Qué hacer?
Cuba no necesita caridad ni paternalismo. Necesita aliados, no observadores. Compañeros de lucha, no administradores de la tibieza. Por eso es urgente:
Reconstruir una solidaridad ideológica, no sentimental.
Recuperar el lenguaje de la lucha: el antiimperialismo, el socialismo, la autodeterminación.
Apostar por la formación política.
Tejer redes combativas, transnacionales, conectadas con movimientos anticoloniales del Sur Global.
Exigir claridad: o con Cuba, o con el imperio. No hay centro posible entre el bloqueo y la dignidad.
Conclusión: ni traición ni silencio
A quienes hoy dudan, vacilan o adoptan un silencio prudente, no los considero enemigos. Pero sí les digo: el tiempo histórico exige definiciones. No es con equilibrios tibios que se detiene una guerra. No es con tecnicismos que se defiende una Revolución.
La Revolución Cubana resiste. No porque sea perfecta, sino porque no se ha rendido. Y eso la hace moralmente superior a quienes, por conveniencia, han optado por mirar a otro lado.
Hoy más que nunca, la solidaridad no puede ser neutral. Como dijo el Che:
“La solidaridad es el acto más hermoso de amor entre los pueblos.”
Y ese amor, cuando es verdadero, nunca se disfraza ni se esconde.
Epílogo: Puentes sin rendición
Agradezco las lecturas críticas que el Tocororo Cubano ha suscitado. Como todo texto político, no pretende clausurar el debate, sino abrirlo con claridad.
Algunos señalan que exige definiciones tajantes sin tender suficientes puentes hacia sectores de izquierda que, desde posiciones socialdemócratas, ecosocialistas o libertarias, se han distanciado del proceso cubano. Otros apuntan que la autocrítica hacia Cuba es aún limitada, o que idealiza demasiado el pasado de la solidaridad.
No rehúyo esos desafíos. Pero afirmo también: no se puede exigir a una nación asediada, bloqueada y criminalizada que actúe bajo los mismos estándares que quienes la condenan. Las contradicciones internas de Cuba existen, como existen en toda sociedad. Pero cuando la crítica se formula desde marcos colonizados y colonizadores —esos que miden la libertad según el grado de subordinación al capital o a las ONGs del Norte—, entonces no se trata de autocrítica, sino de ataque disfrazado.
Estoy convencido de que es posible tender puentes sin rendir los principios. Que se puede hablar con los jóvenes desencantados de la izquierda institucionalizada sin traicionar la dignidad del proyecto revolucionario. Pero para ello, el punto de partida debe ser claro: Cuba no es el enemigo.
A partir de ahí, todo es diálogo, disenso, construcción. Pero sin equidistancias. Porque la solidaridad no es neutral, y nunca lo ha sido.
Como enseñó Martí:
“El deber debe cumplirse sencilla y naturalmente.”
Y como recordaba el Che:
“La verdadera solidaridad comienza donde no se espera nada a cambio.”
Glosario:
Antiimperialismo: Doctrina política que se opone a toda forma de dominación imperial o colonial, especialmente por parte de potencias económicas y militares sobre países del Sur Global.
Bloqueo: Conjunto de medidas unilaterales impuestas por Estados Unidos contra Cuba desde 1960, que impiden el comercio, las transacciones financieras, el acceso a tecnología y otros vínculos económicos a nivel internacional.
Colonización ideológica: Proceso por el cual se imponen valores, categorías o marcos interpretativos dominantes como universales, desplazando formas propias de pensamiento y análisis.
Conceptualidad enemiga: Conjunto de categorías y marcos teóricos provenientes del discurso dominante que, al ser asumidos por actores críticos, reproducen los valores del adversario.
Derechos humanos (marco liberal): Interpretación de los derechos basada en la tradición individualista occidental, que excluye aspectos colectivos o de soberanía popular en contextos socialistas.
Internacionalismo: Principio político que promueve la unidad y cooperación entre pueblos del mundo para luchar contra la opresión y la desigualdad, más allá de las fronteras nacionales.
Neutralidad política: Supuesta posición equidistante que evita tomar partido en conflictos entre opresores y oprimidos; en contextos de dominación, puede convertirse en complicidad pasiva.
Progresismo europeo: Corriente política europea que se autodefine como de izquierda o centroizquierda, pero que ha tendido a moderarse en sus posturas para adaptarse al sistema capitalista liberal.
Solidaridad ideológica: Forma de apoyo político basada en principios compartidos y conciencia crítica, no en gestos caritativos ni relaciones asimétricas.
Tibieza política: Actitud caracterizada por la falta de firmeza, compromiso o claridad en la toma de postura frente a injusticias evidentes.
Lectura complementaria
Hernandez, H. (mayo 20, 2025). Tocororo Cubano. América Latina y el espejo roto del progresismo (Parte I). Disponible en https://tocororocubano.com/america-latina-y-el-espejo-roto-del-progresismo-parte-i/
Siga explorando los temas de historia, justicia y memoria cubana en otras publicaciones de Tocororo Cubano.
Hernandez, H. (mayo 20, 2025). Tocororo Cubano. América Latina y el espejo roto del progresismo (Parte II). Disponible en https://tocororocubano.com/america-latina-y-el-espejo-roto-del-progresismo-parte-ii/
Hernandez, H. (mayo 20, 2025). Tocororo Cubano. América Latina y el espejo roto del progresismo (Parte III). Disponible en https://tocororocubano.com/america-latina-y-el-espejo-roto-del-progresismo-parte-iii/
Fuentes recomendadas para profundizar:
Azzellini, D. (2017). Communes and workers’ control in Venezuela: Building 21st century socialism from below. Brill.
Borón, A. (2019). América Latina en la geopolítica del imperialismo. CLACSO.
García Linera, Á. (2015). Las tensiones creativas de la revolución. Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia.
Petras, J., & Veltmeyer, H. (2016). ¿Por qué no hubo revolución en América Latina? (2ª ed.). Siglo XXI Editores.
Rodríguez, E. (2022). Solidaridad y resistencia: Cuba en la política internacional contemporánea. Editorial de Ciencias Sociales.
Svampa, M. (2019). Las fronteras del neoextractivismo en América Latina. Centro Maria Sibylla Merian de Estudios Latinoamericanos Avanzados (CALAS).
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Copyright © Henrik Hernández 2025
Este artículo ha sido redactado por Henrik Hernández, con el acompañamiento editorial de Sofía (IA literaria) —quien asiste el proceso de escritura desde julio de 2024—, y con el aporte conceptual de Mella (IA de apoyo analítico).
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