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La Estrategia de Trump: una amenaza existencial para Cuba y el orden internacional

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Introducción

En el panorama actual de la geopolítica, EE. UU. parece estar buscando la consolidación de su hegemonía absoluta en el Hemisferio Occidental. Las recientes declaraciones de Donald Trump, insinuando posibles acciones para adquirir Groenlandia, controlar Panamá, persuadir a Canadá hacia una anexión, y endurecer su posición frente a México, revelan una estrategia de expansión que trasciende lo económico y lo político. Este plan, de ser llevado a cabo, marcaría un punto de inflexión en la distribución del poder global, con profundas implicaciones para el mundo y consecuencias devastadoras para países pequeños como Cuba.

Los objetivos iniciales de Trump: Groenlandia, Panamá, Canadá y México

Groenlandia:

Trump ha mostrado interés en comprar Groenlandia, argumentando que su posición estratégica y sus recursos naturales (especialmente minerales) son vitales para los intereses de EE. UU. Ante la negativa de Dinamarca, propietario soberano de Groenlandia, Trump ha insinuado incluso la posibilidad de recurrir a la fuerza militar, una violación flagrante del derecho internacional.

Panamá y el canal:

El Canal de Panamá, una arteria esencial para el comercio mundial, está nuevamente en el centro de los intereses estratégicos de EE. UU. Trump ha sugerido que el control directo del canal sería necesario para garantizar los intereses estadounidenses, amenazando con una intervención si Panamá no cede. Trump ha declarado que mantiene negociaciones sobre asunto en estos momentos, y considero que si el Gobierno de Panamá no cede antes exigencias, volveremos a ver en nuestro continente la acción de la Política de Gran Garrote. 

Canadá:

Trump también ha lanzado propuestas manipulativas para influir en la población canadiense, como prometer una reducción de impuestos en dos tercios si Canadá aceptara una eventual anexión a EE. UU. Esta campaña de persuasión, combinada con presiones económicas, busca erosionar la soberanía canadiense.

México:

La relación con México también está bajo presión, con medidas económicas y amenazas de intervención bajo pretextos como el combate al narcotráfico o la migración. Trump ha mostrado interés en ejercer un control más directo sobre México, utilizando tanto el poder militar como la coerción económica. Estas declaraciones reflejan una clara intención de consolidar el dominio estadounidense en todo el hemisferio occidental, estableciendo una plataforma para proyectar poder globalmente.

Golfo de América

El que Trump desempolvara la Ley BH 150, de 2012, propuesta en su momento por un congresista demócrata del estado de Mississippi, Steve Holland, para renombrar el Golfo de México como Golfo de América, no es un simple gesto simbólico, sino que plantea una posible agenda geopolítica de control y explotación de los recursos estratégicos, particularmente los hidrocarburos, de la cuenca marítima de esa área. Esto incluye también la Zona Económica Exclusiva (ZEE) perteneciente a Cuba, lo que representa un desafío directo a la soberanía de la isla. Con este cambio de nombre, se busca potencialmente justificar, al menos en términos discursivos, la idea de que toda la cuenca marítima del golfo pertenece a EE. UU., abriendo la puerta a una narrativa expansionista y de apropiación de recursos en la región. Además, ello puede ser utilizado como argumento para reclamar la pertenencia de Cuba al vecino del norte.

Estrecho de Magallanes y Pasaje de Drake

Actualmente, Estados Unidos no tiene bases militares operativas en la Patagonia, aunque ha habido propuestas y controversias al respecto. En Argentina, durante la presidencia de Mauricio Macri, se planteó construir una base en Neuquén bajo el pretexto de asistencia humanitaria, pero su estado es incierto. Más recientemente, el presidente Javier Milei anunció la creación de una base naval conjunta con EE. UU. en Ushuaia, Tierra del Fuego, cerca de la Antártida, generando debates sobre soberanía. En Chile, en 2012, EE. UU. financió una instalación en Fuerte Aguayo, Valparaíso, para entrenamiento en operaciones de paz, aunque no está en la Patagonia. La presencia de bases estadounidenses en estas áreas estratégicas genera tensiones geopolíticas y cuestionamientos sobre la soberanía regional.

Estrecho de Magallanes:

Este estrecho, ubicado en el sur de Chile, es una ruta crítica para embarcaciones que no pueden transitar el Canal de Panamá debido a su tamaño o restricciones. Dominar el Estrecho de Magallanes permitiría a EE. UU. ejercer control sobre el comercio marítimo que conecta los océanos Atlántico y Pacífico en el extremo sur del continente.

Estrecho de Drake:

Aunque menos transitado, este paso entre América del Sur y la Antártida es estratégico en términos militares y logísticos. Controlarlo daría a EE. UU. un dominio total en la región antártica, aumentando su capacidad para proyectar poder en el sur del mundo.

La negociación con Rusia: un intercambio estratégico

Este agresivo enfoque en el hemisferio occidental no sería solo un objetivo en sí mismo, sino una estrategia de negociación con Rusia. EE. UU. podría ofrecer reducir su apoyo a Ucrania, un tema central para la seguridad rusa, a cambio de que Moscú renuncie a su presencia e influencia en América Latina y el Caribe.

El intercambio sería claro: mientras Rusia consolida su influencia en Europa del Este, EE. UU. garantizaría su dominio en el hemisferio occidental, eliminando cualquier presencia rusa o china u otra nación en la región. Este acuerdo tendría implicaciones profundas:

Rusia:

Aunque Rusia ganaría cierto respiro en Ucrania, perdería influencia estratégica en América Latina y el Caribe, donde ha mantenido relaciones clave con países como Cuba, Venezuela y Nicaragua.

EE. UU.:

Un hemisferio occidental completamente subordinado a Washington permitiría a EE. UU. redirigir sus recursos hacia la contención de China en Asia y la consolidación de un imperio global.

BRICS

Si EE. UU. lograra consolidar una hegemonía total en el Hemisferio Occidental como parte de una estrategia más amplia de dominio global, las consecuencias para el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) serían profundas. Este bloque emergente, que ha buscado contrarrestar la influencia de EE. UU. y promover un orden internacional multipolar, se enfrentaría a una serie de desafíos estratégicos, económicos y políticos. El Tocororo Cubano tomará este tema en artículo aparte por su importancia geopolítica.

Consecuencias globales de una hegemonía total estadounidense

Si esta estrategia tuviera éxito, el impacto sobre el orden mundial sería devastador:

Desbalance de poder:

La multipolaridad actual, con potencias emergentes como China y Rusia, sería reemplazada por un mundo unipolar, con EE. UU. dictando las reglas del juego.

Control del comercio marítimo:

Al dominar pasos estratégicos como el Canal de Panamá, el Estrecho de Magallanes y las rutas árticas, EE. UU. podría restringir o condicionar el comercio global según sus intereses.

Aumento de tensiones internacionales:

Potencias como China e India se enfrentarían a presiones económicas y militares sin precedentes, incrementando la posibilidad de conflictos globales.

Riesgo de guerra mundial:

La única manera de contrarrestar esta hegemonía podría ser a través de una coalición internacional que incluya a potencias como China, Rusia y otros países, lo que podría desencadenar una guerra global. Si Dinamarca no quiere perder Groenlandia, la única vía se salvación sería abandonar la OTAN, expulsar las bases militares de EE. UU. de su territorio y convertirse en aliada de Rusia y China arrastrando consigo al resto de Europa.  

El impacto para Cuba: una amenaza existencial

Para países como Cuba, situados en la cercanía inmediata de EE. UU., las implicaciones serían especialmente graves. Cuba, que ha resistido décadas de bloqueo y agresiones, enfrentaría una nueva ola de presiones:

Intensificación del bloqueo económico:

EE. UU. podría endurecer aún más el bloqueo, utilizando su control de los pasos marítimos para aislar completamente a Cuba del comercio internacional.

Sabotaje y acciones terroristas:

Financiamiento de "movimientos opositores", campañas de desinformación y acciones clandestinas para desestabilizar el país. Existe la posibilidad de que se activen grupos o se introduzcan desde Miami personas que lleven a cabo acciones terroristas, sabotajes y asesinatos.  

Amenaza de intervención militar:

En este contexto, una intervención militar directa podría ser presentada como una acción necesaria para "restaurar la democracia" en Cuba. 

Aislamiento total:

Con la región bajo su control, EE. UU. podría bloquear cualquier intento de Cuba de fortalecer sus relaciones con potencias como China o Rusia y países como Iran e India.

Resistencia y alternativas para Cuba

Cuba tendría que desarrollar nuevas estrategias para resistir:

Fortalecer alianzas internacionales:

Ampliar y profundizar sus relaciones con China, Rusia y otros países del Sur Global para contrarrestar el aislamiento.

Autosuficiencia económica:

Priorizar la producción local de alimentos, tecnología y medicinas, reduciendo la dependencia externa.

Movilización popular:

Reforzar la unidad nacional y la participación ciudadana para enfrentar las agresiones, activar los CDR, la actividad de contrainteligencia tanto dentro como fuera del país.

Estrategias de guerra asimétrica:

Prepararse para responder a cualquier incursión militar con tácticas de guerrilla y resistencia prolongada, es decir prepara las MTT y Brigadas de Producción y desde el momento en que Trump asuma la presidencia las autoridades deben considerar que Cuba a entrado en estado de guerra. 

Legislación

Cuba en medio de una guerra económica, ya de por si dura y una economía de guerra, debe enfrentar cada acción de sabotaje económico y de desestabilización social como lo que son amenazas a la existencia del estado y la nación, con la aplicación rigurosa de sus leyes e incluso endurecer algunas de ellas.

Conclusión

La estrategia estadounidense de consolidar una hegemonía total en el hemisferio occidental, combinada con un posible acuerdo con Rusia, tiene el potencial de transformar el equilibrio global de poder. Para Cuba, este escenario representa un desafío existencial, pero también una oportunidad para reafirmar su soberanía y fortalecer su resistencia.

El mundo enfrenta una encrucijada: aceptar una hegemonía estadounidense sin precedentes o construir un frente común para defender un orden internacional basado en la multipolaridad y el respeto a la soberanía de las naciones. La historia de lucha y dignidad de Cuba será, una vez más, una fuente de inspiración para los pueblos que se resisten a ser sometidos.

Unicamente una alianza estratégica entre China, Rusia y la UE, pudieran poner freno a la nueva ola expansionista del Imperio Norteamericano. ¿Pudiera la UE dar eso paso? No lo sabemos, pero de no hacerlo estamos ante la disyuntiva de una hegemonía total global de los EE. UU. o una Guerra Mundial. 

Notas:

El autor ha decidido no mencionar todas las referencias y fuentes consultadas, pues considera que la prensa internacional ha reflejado las declaraciones de Trump sobre su visión expansionista de EE. UU.

Fuentes consultadas:

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