Historia

Esclavos blancos en Cuba

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La mayoría de los cubanos conocemos sobre la esclavitud sufrida por los aborígenes cubanos en el llamado régimen de encomiendas, lo cual fue en la práctica y se puede clasificar históricamente como un genocidio. Prometo tomar en el tocororocubano.com, esto como tema independiente, aunque ya he hecho mención a esa forma bárbara de explotación en otros artículos anteriores.

También todos los cubanos tienen conocimientos sobre la esclavitud sufrida por africanos en nuestro país, traídos a nuestras tierras en a través de la trata negrera. Este tema ha sido ampliamente difundido tanto en las tradiciones orales como por la historia oficial entre los cubanos.

No obstante, la historia de la esclavitud tiene otra página de horror y sufrimiento humano desconocida por los cubanos, es la esclavitud blanca. He descubierto esa página no en los libros de historia o como resultado de investigaciones de dichos eruditos, sino por la novela "Azucre"*** de la escritora, poeta y publicista Bibiana Candia. Esto me llevó a profundizar en el tema y descubrir una investigación de Carlos Sixirei de la universidad de Vigo, bajo el título de “Los gallegos en Cuba en el siglo XIX: cultura y regionalismo".

La novela basada en hechos reales, nos cuenta la historia de la vida y destino de unos 1700 jóvenes gallegos que viajaron a Cuba, con la promesa de poder trabajar dignamente en nuestra tierra, pero a su arribo fueron vendidos como esclavos. Nos muestra también las miserias humanas de la sociedad y de aquellos que son capaces de todo para su enriquecimiento personal.

La escritora Bibiana Candia comienza a seguir las huellas de esa historia, por el relato de una amiga. Aunque era escéptica, dedico tiempo a investigar los hechos y descubrió, que aunque la tragedia humana de esos gallegos se encuentra bien documentada y los archivos son públicos, la sociedad española, la desconoce tanto como la cubana.

Cuando la economía se orienta más y más en sentido del desarrollo industrial, exigía que la producción pasase a manos de obra nativa, comienzan a desarrollarse corrientes antiesclavistas, primero en Inglaterra y luego se expande a otros países. Esto trajo como consecuencia que el 8 de febrero de 1815 se firmara por ocho potencias europeas en el Congreso de Viena, la abolición de la esclavitud y el cese del comercio de esclavos, aunque esta práctica continuó por muchos años.

Pero el tratado tuvo de todas formas las consecuencias. Las leyes contra el tráfico de negros y la baja del azúcar, resultaron en que la rentabilidad de la posesión de mano de obra esclava dejara de ser rentable. Y es ahí donde nace la historia de los gallegos esclavos en Cuba.

Un hacendado gallego, muy bien establecido en la Isla, con cafetales y negocios azucareros, necesitaba mucha mano de obra barata. Su nombre Urbano Feijóo de Sotomayor*, al cual se le ocurrió como hombre emprendedor la “brillante idea” de captar gallegos para trabajar en Cuba, bajo un supuesto filantrópico. Sus cálculos eran sencillos: “Un gallego hace el mismo trabajo que dos negros por el precio que cuesta un esclavo, así que obtendré el doble rendimiento del que ofrece un esclavo y mucho más que lo que podría esperar de un negro jornalero con los precios de hoy”.

Materializó su proyecto en la llamada “Compañía Patriótica Mercantil de Inmigración”. Obtuvo el apoyo del gobierno español, y utilizó en el mercadeo de su idea, un libro de propia autoría: “Isla de Cuba. Inmigración de trabajadores españoles”. Argumentaba llenar la isla de gallegos para el crecimiento del país.

En su campaña de captación, prometía un viaje pagado, una cómoda aclimatación, trabajo seguro, bien remunerado, con días y horas de descanso. Además, entregaría, según él, a cada emigrante tres camisas, un pantalón, una blusa, un par de zapatos, un sombrero de pajas, etc.

El 10 de marzo de 1854, arribaron a Cuba, las primeras 314 víctimas de su malévolo intelecto. Fueron enviados junto a canarios, asiáticos y otros al trabajo, en condiciones iguales o peores de las que tenían los negros esclavos.

Ocho naves más arribaron a nuestras tierras entre marzo y agosto de ese año. Casi 2000 almas**, de jóvenes entre 15 y 20 años. Eran enviados a inmundos barracones, donde se les vendía como esclavos a plantaciones y haciendas: recibían la cuarte parte del salario prometido, jornadas de trabajo hasta de 16 horas, eran encadenados y recibían castigos físicos salvajes.

Para fines de mayo de 1854 más de 300 de esos infelices habían fallecido, hubo rebeldes que fueron castigados duramente. Alguno consiguieron huir hacia palenques de negros, otro se convirtieron mendigos en las ciudades. El ejército colonial fue movilizado por el Gobernador Capitán General de Cuba, Don José Gutiérrez de la Concha, para cazar y devolver a sus legítimos dueños las propiedades.

La rebeldía tuvo sus frutos positivos. La Compañía Patriótica Mercantil de Inmigración” tuvo que suspender sus operaciones en 1856, dos años después de haber nacido. Ello fue posible, gracias a las mismas víctimas que lograron enviar misivas a España, más la acción cívica y social de algunas personas, entre ellas el diputado progresista coruñés Ramón de la Sagra, que denunció el caso y se constituye una comisión parlamentaria de investigación.

En 1855, Ramón Fernández Armada, uno de los directivos de la propia compañía en informe al Ministerio de Estado, describe la situación de esos gallegos esclavos de la siguiente forma:

«En agosto (de 1854) (habían) arribado a estas playas dulces, hospitalarias e inocentes, 1.700 hombres, pero de junio a diciembre habían bajado a la tumba 500 de ellos, aberiguados por medio de indagaciones privadas sin poder asegurar que no sea maior todavía el número de víctimas. Toda su culpa fue pedir pan para no morir de hambre, y queriendo los directores de la empresa castigar este impulso natural, mandaron encerrarles en fétidas estancias, cargándoles de grillos, tenerlos desnudos y descalzos, alimentados con carnes descompuestas de reses muertas que los negros africanos rehusaban, obligándoles a trabajar durante su aclimatación 15 horas diarias en esta zona tórrida por medio del fuste, del palo y de la espada... Si se quieren testigos, la isla entera de Cuba lo sabe.»****

La Sociedad Patriótico Mercantil fracasó, pero hubo otros ejemplos de la miseria humana y moral de la burguesía gallega, pero como traspasan los límites de nuestra Patria, prefiero solo mencionarlas. La naviera de Carill, Vigo y A Coruña enviaban emigrantes gallegos, andaluces y de otros lugares para qué fueran explotados en otras tierras de América.

La conclusión que podemos sacar es que la explotación, y en este caso en forma de esclavitud, no depende de la raza, color o pertenencia étnica de un grupo humano, sino de las relaciones sociales impuesta por las desigualdades económica, donde unos hombres acumulan riquezas, mientas otros no tiene un pedazo de pan para comer. La esclavitud no tiene color, ni raza, sino olor a explotación, de sangre, lagrimas y sudor.

Notas:

* Empresario y político, elegido diputado en las elecciones de 1854 por Ourense, en mayo de 1872 por el distrito de Verín, y en agosto de 1881 por el distrito de Matanzas (Cuba). Enriquecido con el comercio del azúcar y el café fundó la Compañía Patriótica Mercantil con la que trasladó a Cuba a más de mil setecientos gallegos en condiciones de esclavitud. Nunca respondió ante la justicia por su crimen. Falleció en 1898.

** 1.744 emigrantes esclavizados se quedaron sin derecho alguno a reclamación. Más de 500 ellos murieron. 

*** Azucre - azúcar en gallego

**** En este párrafo he mantenido la fidelidad al texto original, que presenta algunos erros lingüísticos. Desconozco si ello se debe a la falta de formación cultural del autor o a modismos de la época. 

Fuentes: 

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