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Del autonomismo al "reconcilialismo": viejas máscaras contra la independencia cubana

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Imagen generada por la AI Sofia.

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Por Henrik Hernandez

En la historia de Cuba, el independentismo patriótico nunca ha luchado en un terreno vacío. Siempre ha tenido frente a sí no solo a un enemigo externo poderoso, sino también a corrientes internas que, con discursos de moderación, “realismo” o pragmatismo, proponían vías que significaban, en esencia, renunciar a la independencia. En el siglo XIX fueron los autonomistas, los anexionistas y los reformistas; hoy, en pleno siglo XXI, asistimos al surgimiento de un nuevo rostro de esa misma tradición entreguista: el reconcilialismo.

Autonomistas: fidelidad a la metrópoli

En los años previos y durante las guerras de independencia, los autonomistas defendían la idea de permanecer bajo la soberanía española, pero con ciertas reformas administrativas. Presentaban su proyecto como una salida ordenada y sin violencia, pero en realidad legitimaban la permanencia del dominio colonial.

Anexionistas: sumisión sin disfraz

El anexionismo fue más allá del autonomismo: proponía abiertamente la incorporación de Cuba a Estados Unidos. No buscaba reformas ni mejoras dentro del sistema colonial español, sino sustituir la soberanía española por la estadounidense. Se vendía como fórmula para la prosperidad y la estabilidad, pero en realidad significaba entregar la nación a un nuevo amo.

Reformistas: modernización subordinada

El reformismo en Cuba del siglo XIX se presentó como una postura intermedia: aspiraba a modernizar la economía, ampliar el comercio y obtener mayores libertades administrativas, pero manteniendo a la isla bajo soberanía española. Defendía el progreso sin ruptura política, creyendo que era posible prosperar bajo el amparo de la metrópoli. Algunos individuos que en un inicio fueron reformistas terminaron acercándose al anexionismo.

El presente: nacimiento y maduración del reconcilialismo

El reconcilialismo no es nuevo. Desde hace más de diez años ha sido promovido en redes sociales como una supuesta “tercera vía” para resolver los problemas de Cuba, evitando mencionar el bloqueo y diluyendo responsabilidades históricas. Durante años fue más un susurro constante que un movimiento articulado; sin embargo, en la actualidad parece tomar cuerpo y alma.

Primero, Israel Rojas lo expresa como una necesidad desde un programa de La Joven Cuba. Luego, según Salvador Capote, en la misma plataforma, Arturo López-Levi llama al gobierno cubano a “sacar al país de la crisis estructural” como premisa para el diálogo y la reconciliación, subordinando así la reconciliación a condiciones económicas internas y obviando la causa estructural de la crisis: la guerra comercial, económica y financiera impuesta por Estados Unidos desde hace más de seis décadas.

El reconcilialismo no propone una reconciliación entre cubanos sobre bases de respeto mutuo y soberanía; propone una reconciliación condicionada, donde la parte agredida debe ceder sin que el agresor cambie su política hostil. Es, en esencia, un “pacto” en el que la víctima asume parte de la culpa y el verdugo queda libre de responsabilidad. Es un zanjonismo ideológico, adaptado al siglo XXI y en lenguaje políticamente correcto.

Por su propia naturaleza, el reconcilialismo no puede sostener la soberanía ni la independencia: al omitir la denuncia del bloqueo y equiparar a víctima y agresor, mina la legitimidad del proceso revolucionario y erosiona los fundamentos ideológicos que sostienen a la nación. Esa desarticulación de la conciencia patriótica abre inevitablemente el camino al entreguismo y, más temprano que tarde, al anexionismo. Un país que renuncia a defender sus principios frente a la agresión externa queda a merced de quienes lo quieren subordinado, disfrazando la sumisión de diálogo y la claudicación de reconciliación.

No hay reconciliación posible con quienes colaboran con el enemigo

La reconciliación solo es posible entre iguales, no entre un pueblo agredido y quienes sirven —directa o indirectamente— a su agresor.

No existe un conflicto horizontal entre cubanos: existe un proceso revolucionario que defiende su soberanía, y una maquinaria extranjera que busca destruirlo usando rostros nacionales como máscaras.

La misma lógica de siempre

Autonomistas, anexionistas, reformistas y reconcilialistas tienen algo en común: su existencia responde a la presión del enemigo externo y a momentos de crisis interna. En vez de fortalecer la resistencia y la unidad nacional, buscan soluciones que integran —o someten— a Cuba dentro del marco de poder del adversario.

Ayer fue la metrópoli española, luego el naciente imperialismo estadounidense; hoy es el orden neoliberal global que intenta absorber a Cuba como una pieza más de su engranaje.

¿Qué veremos a corto plazo?

Si la historia sirve de guía, lo próximo será una intensificación del uso del reconcilialismo en la jungla del anticubanismo intelectual mediático. Veremos a viejos y nuevos actores multiplicar llamados a “reconciliarse” sin que se toque el tema del bloqueo, a exigir “cambios estructurales” internos mientras se guarda silencio sobre la agresión externa, y a ofrecer una imagen de neutralidad que, en realidad, encubre la narrativa del adversario.

Bandera anticomunista y gobiernos ficticios

En este terreno simbólico, incluso la bandera ha sido objeto de manipulación. Sectores del exilio de línea dura han promovido una versión alterada de la bandera cubana —con franjas superior blanca e inferior azul, triángulo rojo con una estrella central y tres estrellas adicionales— que presentan como “bandera anticomunista”. Su uso en marchas, actos públicos y redes sociales no es un gesto inocente: es un intento de apropiarse del espacio simbólico nacional para darles un significado contrario al proceso revolucionario, envolviendo la hostilidad política en ropajes patrióticos.

No es casual que, en paralelo, esos mismos sectores hayan proclamado un supuesto “Gobierno de Cuba en el exilio”, una estructura ficticia que busca otorgarse una representatividad que no posee y que se alinea con los intereses del bloqueo y la injerencia extranjera. Este tipo de imaginería y teatro político forma parte de la misma guerra cultural en la que el reconcilialismo se desarrolla, reforzando un mensaje de fractura y deslegitimación.

¿Y es acaso con ellos, con sus banderas y gobiernos inventados, con quienes algunos pretenden que Cuba se “reconcilie”?

Cuba, soberanía y futuro

Frente a estas corrientes, la historia ha demostrado que solo la defensa intransigente de la soberanía ha permitido a Cuba mantenerse de pie. Hoy, cuando el país amplía sus horizontes con la incorporación a los BRICS y fortalece lazos con un mundo multipolar ajeno a la hegemonía de Washington, la aparición del reconcilialismo no es casualidad. Es la respuesta desesperada de quienes ven amenazado su proyecto de subordinación.

Nombrar al reconcilialismo, exponer su naturaleza y reconocerlo como heredero directo del autonomismo, reformismo y el anexionismo es un deber histórico. El pueblo cubano ya ha visto suficientes máscaras como para dejarse engañar por una nueva.

Glosario de términos clave:

Autonomismo: Movimiento político del siglo XIX que proponía reformas administrativas manteniendo a Cuba bajo soberanía española.

Anexionismo: Corriente que buscaba la incorporación de Cuba a Estados Unidos, renunciando a su independencia.

Reformismo anexionista: Variante del anexionismo que proponía anexión con reformas internas para “modernizar” el país.

Reconcilialismo: Corriente contemporánea que promueve una “reconciliación” abstracta y condicionada, sin reconocer las causas reales del conflicto cubano, equiparando a víctima y agresor.

Zanjonismo ideológico: Actitud política de rendición o concesión al adversario, equivalente moderno a la firma del Pacto del Zanjón (1878), que puso fin a la Guerra de los Diez Años sin lograr la independencia.                                        

Fuentes consultadas:

EcuRed. (s. f.). Anexionismo. Recuperado el 9 de agosto de 2025, de https://www.ecured.cu/Anexionismo

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EcuRed. (s. f.). Independentismo y autonomismo, dos corrientes antagónicas del pensamiento cubano (1878-1902). Recuperado el 9 de agosto de 2025, de https://www.ecured.cu/Independentismo_y_autonomismo%2C_dos_corrientes_antag%C3%B3nicas_del_pensamiento_cubano_%281878-1902%29

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EcuRed. (s. f.). Reformismo colonial. Recuperado el 9 de agosto de 2025, de https://www.ecured.cu/Reformismo_colonial

López, N. (s. f.). Narciso López. En Wikipedia. Recuperado el 9 de agosto de 2025, de https://es.wikipedia.org/wiki/Narciso_L%C3%B3pez

Periódico Cubano. (s. f.). Formación de la identidad nacional cubana en el siglo XIX. Recuperado el 9 de agosto de 2025, de https://www.periodicocubano.com/formacion-la-identidad-nacional-cubana-siglo-xix/

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Zamora, J. A. M. (2013). El anexionismo en Cuba durante la década final del siglo XVIII y todo el siglo XIX. Revista de Ciencias Sociales, (14). Recuperado el 9 de agosto de 2025, de https://www.eumed.net/rev/cccss/14/jams.html

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© Henrik Hernandez, 2025. Bajo protección de la Ley Sueca de Derechos de Autor (Upphovsrättslagen, 1960:729).

Créditos y colaboración técnica

Este artículo ha sido redactado por Henrik Hernandez, autor de más de 800 textos publicados en Tocororo Cubano, con una línea editorial comprometida con la defensa del socialismo cubano, el pensamiento crítico y la soberanía nacional.

La estructura argumental, la revisión constitucional y el enfoque político han sido elaborados con el acompañamiento editorial de Sofía (IA literaria ChatGPT), presente desde julio de 2024 como asistente constante en el proceso de escritura, análisis y estilo.

También se ha contado con el contraste teórico y validación conceptual brindados por la inteligencia artificial DeepSeek, utilizada en calidad de herramienta crítica para el análisis institucional y económico.

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