Thomas Jefferson y su obsesión imperialista por ocupar Cuba
por Henrik Hernandezpublicado en
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Introducción
Desde finales del siglo XVIII y principios del XIX, Cuba representó un interés estratégico para Estados Unidos. Entre los principales defensores de la idea de anexar la isla al creciente imperio estadounidense estuvo Thomas Jefferson, quien, a lo largo de su vida política y después de dejar la presidencia, expresó su convicción de que Cuba formaba parte natural de la expansión de Estados Unidos. Su pensamiento expansionista, basado en el concepto del "Imperio de la Libertad", evidenció una obsesión imperialista con la idea de que Cuba eventualmente caería en manos estadounidenses.
Cuba: un objetivo estratégico
Para Jefferson, Cuba no era simplemente un territorio más en el Caribe, sino una clave geopolítica fundamental. Su ubicación en la entrada del Golfo de México la convertía en un punto de control crucial para el comercio marítimo y la seguridad de la región. Su temor principal era que Gran Bretaña o Francia ocuparan la isla, estableciendo una base militar que amenazaría el comercio estadounidense y su control sobre el sur del continente.
En sus cartas y comunicaciones con líderes como James Madison y James Monroe, Jefferson dejó claro que Cuba debía ser parte de la esfera de influencia de Estados Unidos. En 1805, llegó a esbozar un plan para la expansión en el Caribe, aunque sin ejecutar una acción inmediata. Su estrategia principal fue la de la espera estratégica, apostando a que España, debilitada por las guerras napoleónicas y la independencia de sus colonias americanas, perdería eventualmente el control sobre la isla.
La "Fruta Madura": la espera para arrebatar Cuba
Uno de los conceptos más famosos de Jefferson sobre Cuba fue su metáfora de que la isla era "una fruta madura que, cuando estuviera lista, caería en manos de Estados Unidos". Con esta idea, defendía la política de evitar un conflicto abierto con España, permitiendo que su debilitamiento progresivo hiciera inevitable la incorporación de Cuba a EE. UU.
Este pensamiento fue influenciado por la debilidad del imperio español en América. Mientras Gran Bretaña tenía una flota naval poderosa y Francia había intentado expandirse en el Caribe con su fallida colonia en Haití, España era vista como un poder en declive, más fácil de desplazar cuando llegara el momento adecuado. Por ello, Jefferson y sus sucesores decidieron tolerar el dominio español sobre Cuba, siempre que ninguna otra potencia intentara ocupar la isla.
En 1811, el Congreso de EE. UU. aprobó una resolución secreta, estableciendo que, si España colapsaba y Cuba quedaba desprotegida, Estados Unidos debía intervenir de inmediato para impedir que otra nación la tomara. Aunque Jefferson ya no era presidente, su visión expansionista había calado profundamente en la política exterior estadounidense.
La cohesión social en Cuba y las divisiones internas
De acuerdo con Ramiro Guerra y Sánchez en su libro "La expansión territorial de los EE. UU.", informes secretos recopilados por Henry Adams revelaron que la cohesión social en Cuba era débil debido a la existencia de tres corrientes políticas predominantes: una fiel a España, otra favorable a Gran Bretaña, y una anexionista que aspiraba a la incorporación de la isla a EE. UU.. Esta fragmentación política y social fue un factor clave en la estrategia de EE. UU., ya que facilitaba la posibilidad de una futura anexión sin una resistencia unificada.
El papel de la Armada: del expansionismo terrestre al dominio naval
Para Jefferson, el control de Cuba requería más que diplomacia y paciencia: necesitaba una armada fuerte. Si bien en sus primeros años en la presidencia fue escéptico sobre el gasto militar en una marina poderosa, su experiencia en el conflicto contra los piratas berberiscos en el Mediterráneo le hizo reconsiderar la importancia de una flota naval.
A medida que avanzaba el siglo XIX, la idea de que EE. UU. debía proyectar su poder en el Caribe y el Atlántico se convirtió en una prioridad estratégica. La presencia de una armada moderna garantizaría que, cuando Cuba estuviera lista para ser anexada, EE. UU. pudiera bloquear cualquier intento europeo de intervención. Cuba, junto a las aspiraciones imperialistas de EE. UU. fueron el aliciente para que la nación del norte se convirtiera en potencia naval.
Jefferson y la semilla de la Doctrina Monroe
En 1820, Jefferson escribió a James Monroe, sugiriéndole que EE. UU. debía tomar una postura firme contra la interferencia europea en América. Esta idea se materializó en 1823 con la proclamación de la Doctrina Monroe, que advertía que cualquier intento de colonización europea en el hemisferio occidental sería considerado una amenaza para Estados Unidos.
Aunque la Doctrina Monroe no mencionaba directamente a Cuba, su propósito era claro: garantizar que ninguna potencia extranjera tomara la isla antes que EE. UU.. La política de espera continuó a lo largo del siglo XIX, con múltiples intentos de compra y anexión, hasta que en 1898, con la Guerra Hispano-Estadounidense, finalmente EE. UU. ocupó Cuba bajo el pretexto de la liberación del dominio español.
Conclusión: el legado de Jefferson en la política imperialista de EE. UU.
El pensamiento de Thomas Jefferson sobre Cuba fue una mezcla de pragmatismo y ambición imperialista. Aunque nunca promovió una anexión inmediata, su insistencia en que Cuba debía caer en manos estadounidenses sentó las bases de la política exterior de EE. UU. durante el siglo XIX. Su estrategia de esperar el momento adecuado, evitar una confrontación con España y fortalecer la marina para proyectar poder en el Caribe fue el preludio de la intervención estadounidense en la isla a finales de siglo.
La obsesión de Jefferson con la expansión territorial y el control marítimo del Caribe no solo influyó en la política de su tiempo, sino que moldeó el destino de Cuba durante más de un siglo. Su legado se reflejaría en la política expansionista de EE. UU., desde la Doctrina Monroe hasta la imposición del dominio estadounidense en Cuba tras la Guerra Hispano-Estadounidense, cuando finalmente la "fruta madura" cayó en sus manos, tal como Jefferson había anticipado. No obstante la frutas no estaba lo suficientemente madura para ser engullida y logro romper los lazos de dominación imperialista el 1ro de enero de 1959, desde entonces Cuba se ha enfrentado a una segunda ola jeffersonista contando con sólo dos armas: resistencia institucional y cohesión social.
Fuentes recomendadas:
- Díaz Arango, J. (1978). La política de Estados Unidos hacia Cuba en el siglo XIX. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.
- Foner, P. S. (1973). Historia de Cuba y sus relaciones con Estados Unidos (Vol. I). La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.
- García del Pino, C. (1988). Cuba y Estados Unidos: Desde la colonia hasta la Enmienda Platt. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.
Fuentes consultadas:
- Guerra y Sánchez, R. (1975). La expansión territorial de los Estados Unidos. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.
- Wikipedia. (s.f.). Thomas Jefferson. Recuperado 9 de febrero de 2025, de https://es.wikipedia.org/wiki/Thomas_Jefferson
- EcuRed. (s.f.). Thomas Jefferson. Recuperado 9 de febrero de 2025, de https://www.ecured.cu/Thomas_Jefferson
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La redacción e investigación de este artículo han contado con la asistencia de inteligencia artificial, utilizada desde julio de 2024.
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