Historia

Piratas del siglo XX. Boca de Samá

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Tomado de http://www.holguincuba.net/bocadesama.html

Washington, comienzo de la primavera de 1971. El entonces Presidente Richard Nixon de los EE. UU. se paseaba en la Oficina Oval, necesitaba “una victoria sobre el comunismo”. Reflexionaba de que era el momento para llevar a cabo un plan, para crear el casus belis contra la indoblegable Isla de Cuba, que desafiaba el poderío del Imperio del Norte. Llamó a su secretaria y le pidió llamar a su consejero especial sobre los temas de seguridad nacional, Henry Kissinger, y al director de la CIA, Richard McGarrah Helms.

Miami, una semana después. Gustavo Villoldo, veterano de la Brigada mercenaria 2506, derrotada en Playa Girón y agente de la CIA, que tuvo participación en el asesinato del Che Guevara en Bolivia, recibió la orden y orientaciones de su empleador.

Restaurante Versalles. Andrés Nazario Sargén, jefe de la organización terrorista “Frente Cubano de Liberación” se encontraba degustando los platos criollos que oferta el lugar, cuando uno de los trabajadores del lugar, se le acerca y le susurra algo al oído. Se puso de pie y se dirigió al teléfono descolgado que le esperaba. “Nazario” dijo escuetamente. Desde el otro lado de la línea alguien le da ciertas instrucciones. Abandona el lugar y se dirige a Dodge Island, puerto de la ciudad.

Everglades, campamento de entrenamiento de Alpha 66 “Los indios”. Santiago Álvarez Fernández-Magriña, otros de los fracasados expedicionarios de la Brigada 2506, se encontraba controlando el entrenamiento de los comandos, cuando unos de sus hombres le tramite un mensaje. “Guajiro” gritó a otros de los presentes, “nos vamos”. El guajiro corre hacia él y Santiago le dice, “al puerto”.

Dodge Island. Un yate de recreo sale al mar caído el atardecer. La tripulación estaba compuesta por su capitán, un guardaespaldas y dos sirvientas jóvenes. Cinco guapas mujeres a bordo, para el fetecun y pasar la noche, además de los tres hombres que se dieron cita en el puerto.

Gustavo, Andrés y Santiago se encierran en un camarote. Al salir del mismo, con sendos habanos en sus labios y vasos de ron en las manos, se dirigen a los presentes. El primero en hablar fue Santiago. “Señores, ahora sí que Cuba será libre!”, “Vamos a tomar un poblado en Cuba”... “Ese golpe no lo aguanta Fidel, los americanos solo esperan para actuar y barrer el comunismo”. “Viva Cuba Libre” grita mientras levanta eufórico el vaso lleno de Bacardi.

La noche pasa entre risas, botellas de ron y música. La actividad fue menguando, a medida que el ron hacía efecto y las contorsiones de los cuerpos femeninos unidos a los fingidos gemidos sexuales dejan exhaustos a los cuatro hombres, que quedaron dormidos al ritmo de las olas, mientras el capitán, el único sobrio a bordo, sumido en sus propios pensamientos se preguntaba “¿Cómo coño le hago llegar esto a Cuba? Noche tranquila, cielo despejado y la luna brillaba en el firmamento.

La Habana. Departamento de Seguridad del Estado. “Con su permiso capitán”. “Si Ferrer, adelante”. Capitán, uno de nuestros agentes nos ha hecho llegar este mensaje” dice Ferrer mientras le entiende una hoja con la transcripción. El capitán leía detenidamente, al concluir dio un manotazo sobre la mesa y “Coño, pero ¿qué poblado?”, “¿Cuando?”. Los dos hombres se miraron con semblantes de preocupación.

12 de octubre de 1971, Boca de Samá, norte de la provincia de Oriente. Desde la atalaya que se erige sobre el farallón al oeste del poblado El chino, como todos cariñosamente llaman al sargento Carlos Escalante Gómez junto a un pequeño grupo de guardas fronteras que él comanda, pudo observar, a la caída del atardecer, como una embarcación llevaba rumbo sur, lo cual era muy inusual. Su instinto le dijo, que eso era augurio de sucesos malos y puso en pie de guerra su pequeña y aguerrida guarnición dividiéndola en dos. La primera con tres hombres y la segunda con dos.

Al anochecer se escuchó el ruido potente de un motor a la entrada de la bahía. No obstante, la noche transcurría en total y traicionera tranquilidad. Eran las 22 horas cuando dos lanchas con catorce mercenarios procedentes de Miami, desembarcaron en las cercanías del poblado y su primera acción, digna de los piratas del siglo XVI, fue destruir la planta eléctrica del lugar. Después se desplazaron a lo largo de la costa e hicieron prisioneras a pobladores ocupando tres casas.

Intentaron obligar a los prisioneros a que los guiaran hasta el puesto fronterizo, donde querían matar a los integrantes del destacamento. Amenazas y golpes. La voluntad de los rehenes no pudo ser destruida. Se negaron a cumplir las exigencias de los terroristas. Tampoco pudieron obligar a posar ante las cámaras para mostrar al mundo imágenes de la acción “libertadora”.

Ante la impotencia fueron hasta la tienda, rompieron la puerta, comenzó el pillaje y el saqueo al más bárbaro estilo de Jacques de Sores.

La patrulla de guarda fronteras detecta a los invasores. Al ser descubiertos por los combatientes cubanos y conminados a rendirse, ofrecen resistencia y el combate comenzó.

El chino recibió cinco impactos de bala en la pierna izquierda y tres en la derecha, mientras el miliciano y auxiliar de guardas fronteras Ramón Arturo Siam Portelles cae gravemente herido y aún así, logra cambiar de posición y en las cercanías de la escuela, desde donde continuó disparando. Su cuerpo desangrado fue encontrado en ese lugar. Cuba también sufrió la pérdida de la vida del combatiente guarda fronterizo Lidio Rivaflechas Galán.

A pesar de las pérdidas, los guardas fronterizos continuaron hostigando al enemigo, que se vio obligado a embarcarse hacia el barco madre. Sus planes fueron truncados por un puñado de valientes y unos 85 pobladores desarmados, que no cedieron ante los chantajes. No pudieron izar la bandera que traían, ni fotografiar, ni filmar a los rehenes como alegres seres recién liberados de la “dictadura comunista”.

Los piratas, al arribar al barco madre, abrieron fuego con todo el armamento que tenían sobre el humilde caserío. La escuela fue destruida y no queda casa en lugar que no exhibiera impactos de balas y proyectiles. En aquella balacera, perdió la pierna una niña de 15 años, Nancy Pavón Pavón, cuyo sueño de calzar zapatos de tacón le fue arrebatado, cuando los proyectiles le cercenaron una pierna y le causaron heridas en la otra. Su hermana Ángela también resultó herida.

Después de 75 minutos infernales, los piratas dejaron de disparar contra el poblado. Los combatientes cubanos siempre continuaron combatiendo al enemigo.

Boca de Sáma es un monumento vivo de la piratería terrorista de EE. UU. contra Cuba, que ha provocado mucho dolor en las familias cubanas. Hoy existe un museo sobre el trágico acto terrorista en el poblado y El chino siempre relata la historia a los visitantes.

Notas:

Este relato es una narración recreada sobre la base de hechos y personas reales. Al ser una exposición literaria, puede que existan incongruencias, anacronismo y otras imprecisiones. El autor ha intentado ser los más fiel a la realidad, aunque ha intervenido en la misma con ficción. El autor te agradece por tu comprensión. 

Fuentes:

 

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