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La revolución crece: Martí y el deber de ordenarla

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Por Henrik Hernandez

¿Puede la Revolución salvarse a sí misma? ¿Basta el entusiasmo o es preciso el orden?

Introducción

Más de un siglo atrás, José Martí nos legó un texto esencial y poco conocido que concluye con una frase tan firme como esperanzadora: “Crece”. En él no solo analiza el momento que vivía Cuba en los albores de su lucha definitiva por la independencia, sino que nos entrega un método, un código de ética y una visión de futuro que hoy, en medio de nuevas adversidades, recobra una fuerza inusitada. Esta es una lectura urgente para el presente.

Un Martí estratégico, no solo emotivo

Lejos del Martí que muchos reducen a símbolo poético o mártir, este texto nos presenta al pensador político metódico, al arquitecto de revoluciones, al hombre que entendió que el amor sin dirección es insuficiente. Desde las primeras líneas, denuncia que la Revolución no se salvará por sí sola: requiere tesis, orden, trabajo sostenido y sacrificio consciente.

"Era ambiente la revolución, y hoy es plan", escribió. Una frase que resume la transformación del impulso en programa.

Del sentimiento al trabajo organizado

Martí sostiene que el entusiasmo sin dirección se convierte en un adorno inútil. El laurel simbólico debe dejar de embellecer frentes para sazonar la olla de la comodidad. El sentimentalismo debe transmutarse en esfuerzo cotidiano, en estudio riguroso, en compromiso con el país real.

"El sentimiento ineficaz es hoy trabajo ordenado y asiduo", afirma con claridad.

Este llamado es actual: en un momento donde la revolución cubana enfrenta desafíos internos y externos, no puede permitirse el lujo de la dispersión ni del voluntarismo superficial. Hace falta ciencia revolucionaria.

Ciencia no es copiar modelos, es conocer la patria

Uno de los pasajes más lúcidos del texto establece que la ciencia revolucionaria no consiste en repetir “digestos extraños”, sino en estudiar los elementos propios del país y crear métodos que se ajusten a su realidad. Martí aquí nos advierte contra la pedantería, el calco y la copia: la verdadera revolución se construye con y desde el pueblo, no desde manuales prestados ni dogmas foráneos.

En este punto, la vigencia para el debate actual sobre modelos económicos, sobre MIPYMES, sobre reformas o sobre el papel del Partido es evidente. Martí exige estudio de lo real, no repetición acrítica.

El deber actual: ordenarla

Martí reconoce que “La revolución puede ser”, pero no basta con quererla. Hay que ordenarla. Lo dice con contundencia:

“La revolución es justa. Pero necesita orden. No es posible "porque nadie la ordena". Ese era el deber, y ése cumplimos.”

En esto radica una de las frases más severas del texto: no es culpa de la Revolución que no avance, sino de quienes no la organizan. Una crítica que resuena en nuestros días, cuando las estructuras burocráticas, la corrupción, la desmovilización popular y la ausencia de autocrítica honesta amenazan el alma de lo que fue una gesta vibrante.

Virtudes del revolucionario

Entre las líneas más sabias del texto martiano destaca una imagen tomada del mundo árabe que sintetiza dos virtudes esenciales del revolucionario: constancia y enfoque. Martí escribe que debemos tomar “su oración de todos los días, en que pide a Allah que le haga ir por el camino recto”, como símbolo de la necesidad de reafirmar diariamente el compromiso con la justicia y la verdad. Y añade que “no llegará al final de su jornada el que vuelva la cabeza a los perros que le salgan al camino”, [1] recordándonos que toda obra trascendente será asediada por provocaciones, ataques e intrigas menores que buscan desviar al luchador de su propósito. Así, nos advierte que solo llegará quien no se distraiga ni pierda el rumbo, quien no gaste su energía en batallas mezquinas, sino que mantenga firme la mirada en la meta superior.

Martí nos ofrece una de sus más firmes declaraciones de deber cuando afirma: No hierra quien intenta componer un pueblo en la hora que aún no se le puede, sino el que no lo intenta.” Esta sentencia encierra una ética del compromiso incondicional con la patria. Nos dice que incluso cuando las condiciones no son propicias, incluso cuando el fracaso parece probable, intentar construir un pueblo justo, libre y digno jamás será un error. El error imperdonable es la inacción, la cobardía, la renuncia al intento por miedo a no lograrlo. Es una enseñanza para todos los tiempos: el revolucionario no está llamado a triunfar siempre, sino a intentarlo con conciencia, con amor y con responsabilidad, porque en el intento mismo se abre camino a la victoria del mañana.

Conclusión

La Revolución no es un relicario para contemplar, es una obra viva que requiere de todos. Martí nos enseñó que el verdadero deber no es repetir consignas, sino hacer posible lo justo mediante trabajo, estudio, orden, y conocimiento profundo de la realidad.

Hoy, cuando Cuba atraviesa uno de sus momentos más difíciles, este texto –oculto entre papeles y apenas citado– emerge como un faro: “La revolución puede ser. La revolución crece.” Dependerá de nosotros que ese crecimiento no se estanque por falta de raíces, ni se pudra por falta de cuidados.

Notas:

[1] En esta reflexión, Martí alude a dos elementos de la tradición árabe como enseñanzas aplicables a la conducta revolucionaria. La oración diaria del musulmán, en la que pide a Allah que lo guíe por el camino recto (sirat al-mustaqim), simboliza la necesidad de reafirmar cada día el compromiso moral con el deber, la verdad y el propósito justo. No se trata aquí de religión, sino de constancia espiritual y ética. El proverbio citado —“no llegará al final de su jornada el que vuelva la cabeza a los perros que le salgan al camino”— proviene de la sabiduría popular del desierto, y advierte sobre los peligros de distraerse con provocaciones, críticas o enemigos menores. Solo quien persevera sin dejarse desviar, puede culminar su camino.

Glosario:

Ciencia revolucionaria: Conjunto de saberes, métodos y principios aplicados al estudio y transformación de la realidad social y política desde una perspectiva revolucionaria. En Martí, implica conocer profundamente el país, su historia, sus elementos humanos y sus contradicciones.

Elemento propio / elemento extraño: Términos usados por Martí para referirse a lo que es autóctono, natural y orgánico dentro del pueblo (elemento propio), en contraste con lo impuesto, artificial o colonial (elemento extraño). La revolución debe basarse en el primero.

Equidad: Principio de justicia que va más allá de la igualdad formal, atendiendo a las condiciones reales de las personas para garantizar dignidad y derechos. Martí lo considera esencial para la fundación de una sociedad nueva.

Justicia: Valor fundamental en el pensamiento martiano. Es el principio rector de toda revolución legítima. Solo la justicia “se salva”, dice Martí, lo que implica que ningún proyecto sin justicia merece sobrevivir.

Laurel: Símbolo tradicional de la gloria o el triunfo. Martí critica su uso vano como adorno y lo contrapone a la necesidad de convertirlo en trabajo útil: “arrancarse de la frente el laurel para sazonar con sus hojas las pollas de la comodidad”.

Pedantería: Actitud de quien presume de saber sin comprensión profunda o sin aplicación práctica. Martí la denuncia como enemiga de la verdadera ciencia útil para el pueblo.

Proverbio árabe: Referencia cultural usada por Martí para ilustrar enseñanzas prácticas de enfoque y disciplina. En este caso: “no llegará al final de su jornada el que vuelva la cabeza a los perros que le salgan al camino.”

Revolución: Para Martí, no es solo una insurrección o una ruptura, sino un proceso de composición moral, política y social que busca la justicia y la dignidad del pueblo. No basta con proclamarla: hay que organizarla, ordenarla y fundarla con ciencia.

Sacrificio: Entrega personal por una causa mayor, sin esperar recompensa inmediata. Martí lo concibe como paso obligado entre la aspiración y la realización.

Sentimentalismo: En este contexto, es el exceso de emoción sin acción eficaz. Martí llama a dejar atrás la revolución como simple “ambiente” y convertirla en trabajo metódico.

Lectura complementaria

Hernandez, H. (mayo 7, 2025). Tocororo Cubano. ¿Quién fue Elpidio? Disponible en https://tocororocubano.com/quien-fue-elpidio/

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Hernandez, H. (mayo 6, 2025). Tocororo Cubano. Revolución, pueblo y dirigentes: ¿unidad o ruptura? Disponible  en https://tocororocubano.com/revolucion-pueblo-y-dirigentes-unidad-o-ruptura/

Hernandez, H. (mayo 4, 2025). Tocororo Cubano. ¿Diplomacia o  Subversión? Disponible  en https://tocororocubano.com/diplomacia-o-subversion/

Fuentes consultadas:

Martí, J. (1963). Obras completas. Tomo 3. Cuba: Política y Revolución. Crece. Editorial Nacional de Cuba.

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Copyright © Henrik Hernández 2025

Este artículo ha sido redactado por Henrik Hernández, con el acompañamiento editorial de Sofía (IA literaria) —quien asiste el proceso de escritura desde julio de 2024—, y con el aporte conceptual de Mella (IA de apoyo analítico). 

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