Historia

La guerra biológica: estrategia genocida de EE. UU. contra Cuba

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Introducción

En el contexto de la Guerra Fría, Cuba se convirtió en un objetivo central de la política de hostilidad de Estados Unidos tras la Revolución de 1959. La influencia socialista de la isla caribeña, tan cercana a las costas estadounidenses, representaba una amenaza a la hegemonía de EE. UU. en el hemisferio occidental. Entre las estrategias para derrotar al gobierno cubano, la guerra biológica ocupó un lugar destacado. Esta táctica incluyó la introducción de plagas y enfermedades en la agricultura, la ganadería y la salud pública, afectando no solo la economía sino también la vida cotidiana y la moral de la población.

Los graves daños de la guerra biológica desatada contra Cuba por el gobierno de EE. UU. y sus servicios de inteligencia, que afectaron la salud pública, obstaculizaron el desarrollo agrícola, y debilitaron la producción alimentaria y exportadora del país, permanecen en la memoria histórica de la nación.

Origen y propósito de las agresiones biológicas

La guerra biológica contra Cuba fue concebida como parte de un plan más amplio de desestabilización. Documentos desclasificados y testimonios de ex-agentes de la CIA sugieren que las autoridades estadounidenses consideraron el uso de agentes biológicos como una forma de “causar hambre y desesperación” en el pueblo cubano, una estrategia citada en palabras del funcionario Lester D. Mallory. En este contexto, la Operación Mangosta, iniciada en 1961, incluyó el uso de métodos encubiertos para desestabilizar la economía de la isla, introduciendo enfermedades y plagas en sus sectores agrícolas y ganaderos clave.

Principales incidentes de guerra biológica

Más de 32 enfermedades y plagas empleadas en la guerra sucia de EE.UU. contra Cuba, entre ellas:

Virus New Castle (1962)

En 1962, Cuba fue víctima de una grave epidemia causada por el virus de New Castle, específicamente una cepa velogénica, altamente patógena. Este virus afecta principalmente a las aves de corral, como gallinas y pavos, causando enfermedades respiratorias severas, letargo y una alta tasa de mortalidad. Para un país como Cuba, cuya economía y alimentación dependían considerablemente de la producción avícola, esta epidemia representó un golpe devastador.

Las autoridades cubanas se vieron obligadas a tomar medidas drásticas para evitar una propagación mayor, optando por el sacrificio masivo de casi todas las aves del país. Esta decisión, aunque necesaria para controlar el brote, significó una pérdida de recursos alimentarios esenciales y un impacto económico directo en la población, que experimentó una reducción significativa en la disponibilidad de huevos y carne de ave.

La introducción de esta cepa en Cuba fue vista como un acto intencional, en el marco de la hostilidad de Estados Unidos hacia la isla. Aunque la evidencia directa de este ataque es difícil de rastrear debido a la naturaleza encubierta de estas acciones, el contexto de la Operación Mangosta y la documentación de otros incidentes de guerra biológica respaldan la hipótesis de que el brote fue deliberado.

Este evento marcó el inicio de una serie de ataques biológicos que buscaban desestabilizar la economía y la seguridad alimentaria de Cuba, al tiempo que afectaban la moral de la población, que veía cómo su acceso a productos básicos quedaba limitado.

Roya de la caña (1978)

En 1978, otro golpe a la economía cubana se dio a través de la introducción de la roya de la caña, una epifitia que afecta severamente a este cultivo. La roya, causada por el hongo Puccinia melanocephala, genera manchas anaranjadas en las hojas de la caña de azúcar y reduce drásticamente la capacidad de la planta para realizar la fotosíntesis. La enfermedad debilita las plantas, disminuyendo su crecimiento y rendimiento, lo que provoca pérdidas significativas en la producción.

La cepa introducida en Cuba afectó principalmente a la variedad de caña Barbados 4326, que había sido seleccionada por su alta productividad tanto en términos agrícolas como industriales. Esta variedad era fundamental para la economía cubana, ya que el azúcar era uno de los productos de exportación más importantes del país y una de las principales fuentes de ingresos en divisas. La introducción de la roya obligó al gobierno cubano a erradicar esta variedad, causando una reducción significativa en la producción de azúcar y afectando la estabilidad económica del país.

Este ataque biológico tuvo repercusiones a largo plazo, ya que la industria azucarera cubana tardó años en recuperarse y encontrar variedades resistentes al hongo que pudieran reemplazar a la Barbados 4326. La introducción de la roya fue un golpe dirigido al corazón de la economía cubana y se considera una de las estrategias más agresivas en el marco de la guerra biológica contra la isla.

Hemorragia viral del conejo (1994)

En 1994, Cuba experimentó un brote de hemorragia viral del conejo, una enfermedad altamente contagiosa que afecta a los conejos y provoca una rápida y alta mortalidad. Esta enfermedad es causada por un calicivirus que ataca principalmente el hígado, provocando hemorragias internas y afectando el sistema inmunológico de los animales. La muerte de los conejos infectados suele ocurrir en cuestión de días, lo que convierte al virus en una amenaza grave para cualquier criadero.

La hemorragia viral del conejo es endémica en México y en otros países del continente, pero se consideró improbable que la enfermedad hubiese llegado a Cuba de manera natural debido a la distancia y a los controles sanitarios implementados en la isla. Según investigaciones, la introducción del virus fue un acto deliberado, destinado a afectar la producción de conejos en Cuba, que representaban una fuente importante de proteínas en un contexto de restricciones alimentarias debido al bloqueo económico. Este ataque biológico buscaba limitar el acceso de la población a una fuente de alimento accesible y sostenible, agravando las dificultades en el suministro de carne.

El impacto del brote fue significativo, obligando a las autoridades cubanas a tomar medidas de contención y sacrificio de conejos infectados, lo que afectó la oferta de carne y generó pérdidas económicas en un momento ya complicado para el país. Este incidente refleja cómo las agresiones biológicas se dirigieron también a sectores menos visibles pero esenciales de la producción alimentaria en Cuba, intentando reducir la autosuficiencia alimentaria de la isla y minar la estabilidad nutricional de su población.

Virus de la fiebre porcina africana (1971 y 1979)

La fiebre porcina africana fue uno de los ataques biológicos más impactantes. En 1971, se reportó un brote de esta enfermedad en Cuba, lo que obligó al gobierno a sacrificar alrededor de 740,000 cerdos para contener la propagación del virus. La enfermedad resurgió en 1979, afectando nuevamente la producción de carne porcina y poniendo en riesgo la seguridad alimentaria del país. Documentos desclasificados han sugerido que el virus fue introducido en la isla de manera intencional, como parte de una estrategia de guerra biológica.

Dengue hemorrágico (1981)

En 1981, Cuba sufrió un devastador brote de dengue hemorrágico, que afectó a más de 300,000 personas y causó 158 muertes, incluidas las de 101 niños. Este fue el primer brote de dengue hemorrágico registrado en el país, y el impacto fue tan rápido y letal que las autoridades cubanas sospecharon de una introducción deliberada del virus. La dificultad para acceder a insecticidas debido al embargo estadounidense empeoró la situación, dificultando el control del mosquito Aedes aegypti, vector de la enfermedad.

Moho azul del tabaco (1979)

La industria agrícola de Cuba también sufrió ataques que afectaron dos de sus cultivos más valiosos: el tabaco y la caña de azúcar, este último lo expusimos arriba. En 1979, se registró un brote de moho azul en las plantaciones de tabaco, destruyendo aproximadamente el 85% de la producción.

Sigatoka negra en el plátano (1980s) y thrips en cultivos de papa y otros vegetales (1996):

Durante los años 80, la producción de plátanos fue severamente afectada por la sigatoka negra, una enfermedad que diezmó las plantaciones y redujo la disponibilidad de este alimento básico en la dieta cubana. Más tarde, en 1996, una plaga de trips atacó varios cultivos, incluyendo frijoles, papas y pimientos, lo que volvió a impactar negativamente la agricultura y la autosuficiencia alimentaria del país.

Pseudodermatosis bovina y otras enfermedades en el ganado:

La introducción de enfermedades en el ganado también fue un recurso utilizado para debilitar la producción de carne y productos lácteos en Cuba. Enfermedades como la brucelosis y la fiebre aftosa afectaron al ganado cubano, limitando la disponibilidad de estos productos esenciales en la alimentación de la población.

Varroasis de las Abejas (1996)

En 1996, las abejas de Cuba fueron afectadas por un brote de varroasis, una enfermedad provocada por el ácaro Varroa destructor, un parásito que ataca a las abejas melíferas. Este ácaro se alimenta de la hemolinfa de las abejas adultas y de sus larvas, debilitando su sistema inmunológico y haciéndolas más susceptibles a otros patógenos. La varroasis es una de las enfermedades más devastadoras para la apicultura, ya que provoca la disminución de la población de abejas y, en muchos casos, el colapso de colmenas enteras.

El brote de varroasis en Cuba comenzó en la provincia de Matanzas y se propagó rápidamente por la isla. Las autoridades sanitarias cubanas concluyeron que la introducción del ácaro fue un acto intencionado, ya que Cuba había logrado mantenerse libre de esta plaga gracias a sus estrictas regulaciones de bioseguridad. La presencia repentina de la varroasis en un punto específico y su rápida expansión sugirieron que fue introducida de manera artificial, buscando afectar la producción de miel y los cultivos que dependían de la polinización de las abejas.

Este ataque tuvo consecuencias profundas en la agricultura cubana, ya que las abejas desempeñan un papel esencial en la polinización de numerosos cultivos. La disminución de la población de abejas no solo afectó la producción de miel, sino que también impactó negativamente en la producción de frutas y vegetales, lo cual agravó la situación alimentaria en la isla. La apicultura, una actividad económica importante en algunas zonas rurales de Cuba, sufrió pérdidas significativas debido a este brote, y el impacto en la biodiversidad y en la productividad agrícola fue considerable.

Impacto en la Sociedad Cubana

Las agresiones biológicas tuvieron un impacto devastador en la economía y el bienestar social de Cuba. La introducción de estas enfermedades y plagas obligó al gobierno a realizar enormes esfuerzos para contener los brotes, sacrificando ganado, quemando cultivos, y redirigiendo recursos hacia el control de enfermedades, lo cual generó pérdidas millonarias. Además del impacto económico, la salud pública se vio afectada, especialmente en el caso del dengue hemorrágico, que generó un trauma colectivo al afectar de manera desproporcionada a los niños. Las agresiones biológicas contribuyeron a un clima de inseguridad y desconfianza, alimentando la resistencia de la población cubana frente a la adversidad.

Reclamaciones y denuncias internacionales

Cuba ha denunciado sistemáticamente estos actos en foros internacionales, como la Asamblea General de la ONU y la Organización Mundial de la Salud. En el año 2000, el gobierno cubano exigió una compensación de 121,000 millones de dólares a Estados Unidos por los daños causados por el bloqueo y las agresiones biológicas. A pesar de las denuncias, la comunidad internacional ha tenido una respuesta limitada, sin una condena formal que sancione este tipo de agresiones.

Conclusión

La guerra biológica representa uno de los aspectos menos visibles, pero más devastadores de la hostilidad de Estados Unidos hacia Cuba. Estos actos de sabotaje encubierto, dirigidos a los sectores agrícola, ganadero y de salud pública, fueron concebidos para debilitar al país desde adentro. Sin embargo, a lo largo de los años, el pueblo cubano ha mostrado una gran capacidad de resiliencia, enfrentando no solo los desafíos internos, sino también las agresiones externas, que han reforzado su espíritu de resistencia y su sentido de soberanía.

Notas:

La guerra biológica de EE. UU. contra Cuba consistió en una serie de ataques deliberados mediante la introducción de enfermedades y plagas en la agricultura, la ganadería y la salud pública cubanas, con el objetivo de desestabilizar la economía y debilitar la autosuficiencia alimentaria del país. Estas agresiones, implementadas a través de estrategias encubiertas, afectaron gravemente sectores esenciales de la isla, dejando consecuencias profundas en la vida de la población y en la memoria histórica de la nación.

Fuentes consultadas:

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