Historia

La bochornosa Paz del Zanjón

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Tomado de la Revista Pionero

Hoy cuando vemos algunas tendencias de confraternización con aquellos que operan en plataformas para el cambio inconstitucional de sistema en Cuba, permitiéndole tribunas para desideologizar a nuestros compatriotas, promoviendo una “perestroika criolla” y una “glassnot tropical”, sobre el presupuesto de mantener relaciones de respeto en los disensos, una falacia mayor, pues al enemigo se le puede respetar, pero no se le abren las puertas de la “plaza sitiada” y mucho menos verlo y admirar como mesía salvador.

Vislumbro en las tinieblas del futuro cercano, un nuevo Zanjón en nuestra Patria. No obstante, sostengo que el intransigente patriotismo de los cubanos, permitirá abortar los intentos de claudicación, que determinados sectores desde el exterior están promoviendo en alianza con individuos dentro de Cuba.

En consonancia, traigo el Pacto del Zanjón a nuestra actualidad. Además de que sirva de lección para todos aquellos interesados en la historia de nuestro pueblo.

Tras más de nueve años de lucha insurreccional, los patriotas se sentían agotados, la escasez de recursos deprimía los ánimos de quienes valientemente se enfrentaban al enemigo en el campo de batalla, la falta de ayuda desde el exterior, la sobrevivencia sobre al base de lo que se le podía arrebatar al enemigo y la actitud anticubana de los EE. UU. mientras ayudaba a los enemigos de Cuba Libre, es decir al poder español, las contradicciones entre los revolucionarios, que se reflejaron en los aparatos de dirección y la labor pacifista de Arsenio Martínez Campo. Gracias a las hábiles maniobras políticas de este durante el proceso de negociaciones del pacto, se estableció un total aislamiento de las unidades cubanas y con el gobierno.

Ante esto se levantaron voces que abogaban por la paz y se dieron pasos que conllevaron a la capitulación. Capitulación, pues no se alcanzó ninguno de los objetivos fundamentales de la contienda: la abolición de la esclavitud y la independencia de Cuba.

El primer paso fue derogar el llamado decreto Spotorno de 1875, que establecía la pena de muerte a quienes fueran intermediarios de negociaciones con los españoles, que no contemplara la plena independencia del país.

De acuerdo a la Constitución de la República en Armas (Constitución de Guáimaro) ni el gobierno, ni el legislativo tenía facultades para negociar con los españoles. Entonces la Cámara se autodisuelve, dejando camino abierto a las ideas de claudicación y la negociación con la Corona Española.

Se conformó una delegación, que paso a la historia como “Comité de Centro” (parecer ser que desde entonces los centristas estaban de moda) compuesta por los brigadieres Manuel Suárez y Rafael Rodríguez, los coroneles Juan B. Spotorno y Emilio L. Luaces, el teniente coronel Ramón Roa, el comandante Enrique Collazo y el exdiputado Ramón Pérez Trujillo.

En medio de esto, el Generalísimo Máximo Gómez en un encuentro no oficial militar en Camagüey aconsejo proponer un alto al fuego a los mandos españoles, con el pretexto de “reunir al pueblo en asamblea y deliberar sobre los destinos”.

Si ganaba la tendencia de la paz, habría que estudiar sobre qué bases se realizarán las negociaciones, por el contrario, si la mayoría se proyectaba por continuar la guerra, entonces se ganaba tiempo para un reagrupamiento de las fuerzas mambisas y elegir un nuevo gobierno, lo que minaría el prestigio del General enemigo Martínez Campos en España. Al parecer ese era el objetivo de Gómez, pero esto influyó negativamente en las fuerzas revolucionarias, lo que conllevo a que fuera acusado de tener parte de responsabilidad en la capitulación.

Durante el proceso de negociaciones se fijaron exigencias para la capitulación de la parte cubana: se permitió el libre movimiento marítimo y terrestre en interés del pacto. La maniobras de aislamiento de las unidades cubanas entre sí y el gobierno, sirvieron al mando español para imponer una paz sin satisfacer las principales demandas de la contienda: la independencia de la Isla de Cuba y la abolición de la esclavitud.

El 10 de febrero de 1878, se firmó el Pacto del Zanjón, compuesto de siete puntos:

• Derecho a formar partidos políticos, que no lucharan contra el poder español;
• Libertad sólo para los esclavos que lucharon en las filas mambisas;
• Libertad de prensa y reunión, mientras no sirviera para atacar a España;
• Salida al exterior (exilio) solo para aquellos que reconocieran el Pacto del Zanjón;
• Reconocer al Gobierno Español como máxima autoridad en Cuba;
• Aceptar el debilitamiento y desmoralización de las tropas independentistas;
• Capitular de modo incondicional de las fuerzas cubanas ante el Ejército colonialista.

La mayoría de los cubanos en armas aceptaron la Paz del Zanjón.

No obstante, unos pocos jefes y oficiales cubanos que no aceptaron la capitulación del Zanjón, entre ellos el Mayor General Antonio de la Caridad Maceo y Grajales, que protagonizó la Protesta de Baraguá, la cual será tema de otros de mis artículos. También hubo actitudes de rechazo al Pacto del Zanjón en otras localidades, entre ellas la del Comandante Ramón Leocadio Bonachea, que continuó la lucha durante 14 meses en el territorio villclarence hasta que efectuó la Protesta de Jarao.

Notas:

La Paz del Zanjón, es una página de descrédito a nuestras luchas de independencia, un tratado de capitulación, pero no significo el cese de la lucha. Durante el periodo entre 1878 y 1895, conocido como La Paz Fecunda, en toda Cuba se siguió conspirando contra España. A lo largo de estos diecisiete años se dieron más de 300 intentos por recomenzar la guerra anticolonial, entre ellos la muy conocida Guerra Chiquita.

Mambí, mambises - se utiliza para referirse a los guerrilleros independentistas dominicanos, cubanos y filipinos, que en el siglo XIX participaron en las guerras restauradoras de República Dominicana y por la independencia de Cuba y las Filipinas.

Fuentes: 

 

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