Granada y la guerra de todo el pueblo: la victoria simbólica que disuadió al imperio
por Henrik Hernandezpublicado en
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Por Henrik Hernandez
Introducción
La doctrina de la guerra de todo el pueblo ha sido, desde 1959, el corazón de la defensa cubana. Más que un ejército regular, implica que toda la nación —militares, obreros, campesinos, estudiantes, mujeres y hombres— se organiza para resistir y combatir en caso de agresión. Se trata de convertir la isla entera en un campo de batalla invencible, donde cada ciudadano se convierte en soldado y cada rincón del país en trinchera.
Hoy, en la era de los drones, satélites y armas inteligentes, surge la pregunta: ¿sigue siendo válida esta doctrina? Y la respuesta, aunque matizada, es sí. La guerra popular continúa siendo la mayor disuasión contra cualquier intento de invasión.
Fortalezas en el presente
Masa organizada: millones de cubanos formados en milicias y reservas.
Conocimiento del terreno: ventaja natural de quien defiende su casa.
Costo político: una invasión contra un pueblo entero generaría rechazo global y pérdidas intolerables.
Elasticidad: capacidad de alternar entre combate regular y guerrilla.
Moral revolucionaria: defender la patria es defender la dignidad.
Nuevas vulnerabilidades
No obstante, los avances tecnológicos imponen retos serios:
Drones y satélites limitan la invisibilidad de las guerrillas.
Ciberataques pueden afectar coordinación y logística.
IA y armas autónomas amenazan con neutralizar grupos pequeños.
Guerra psicológica busca quebrar la moral antes de la confrontación.
Bloqueo naval y aislamiento estratégico podrían neutralizar la guerra popular sin desembarco.
Frente a esto, la doctrina debe evolucionar: integrar ciberdefensa, guerra electrónica, resiliencia logística y defensa comunicacional a la resistencia territorial.
Granada: una lección doble
El ejemplo de Granada en 1983 ilustra por qué la doctrina de la guerra de todo el pueblo sigue siendo temida.
Versión oficial de EE. UU.: la invasión fue un éxito rápido, con solo 19 muertos y 116 heridos. La narrativa buscó presentar la operación como limpia y controlada.
Versión alternativa (Kolontaev): las bajas reales habrían sido mucho mayores —cientos o miles de muertos, decenas de helicópteros derribados— gracias a la resistencia de un puñado de cubanos y granadinos armados con sistemas antiaéreos de la Segunda Guerra Mundial.
En realidad, de los 784 cubanos presentes en Granada, la mayoría eran obreros civiles que trabajaban en la construcción del aeropuerto. Solo unos 54 combatientes armados organizaron la resistencia inicial en Point Salines y alrededores. Contra todo pronóstico, resistieron 14 días en distintos focos de la isla, causando bajas y retrasos al invasor antes de ser superados por la desproporción numérica y tecnológica.
Más allá de las cifras exactas, ambos relatos coinciden en algo: la resistencia cubana mostró al Pentágono cuál sería el precio de una invasión a Cuba. Granada fue una derrota militar, sí, pero también una victoria simbólica. El valor de esos 54 hombres —obreros y soldados— demostró que, incluso en condiciones adversas, siempre habrá resistencia, y que tocar Cuba sería un error estratégico monumental.
¿Quién es Konstantin Kolontaev?
Konstantin Kolontaev es un historiador y publicista ruso-ucraniano especializado en política internacional y geopolítica militar. Sus estudios se enfocan en el análisis crítico del poder militar estadounidense y en cómo Washington manipula la información sobre sus intervenciones armadas.
En su obra El mito de las Fuerzas Armadas de EE. UU., Kolontaev afirma que en la invasión de Granada las cifras oficiales fueron drásticamente minimizadas y que, en realidad, las fuerzas cubanas y granadinas infligieron pérdidas mucho más severas al invasor. Según su análisis, este episodio reveló que, incluso con medios limitados, la resistencia cubana podía infligir costos inasumibles a la mayor potencia militar del planeta.
Crítica necesaria
Las cifras que ofrece Kolontaev —miles de bajas estadounidenses y decenas de aeronaves derribadas— contrastan radicalmente con los informes del Pentágono. Es difícil comprobar de manera independiente el alcance real de esas pérdidas, dado el control absoluto de la narrativa por parte de EE. UU. y la ausencia de investigaciones neutrales.
Más allá de la precisión numérica, lo cierto es que la resistencia cubana, con apenas medio centenar de hombres, fue lo suficientemente significativa como para convertirse en un símbolo disuasorio.
El mito del paraguas soviético
Durante la Guerra Fría se asumió que la URSS actuaría como escudo de Cuba. Sin embargo, en 1979–1980, Raúl Castro recibió de Leonid Brezhnev la confirmación de que la Unión Soviética no intervendría militarmente en caso de agresión directa de EE. UU. Cuestión esta que le fue conformada en 1982 cuando asistió a los actor por el 60 aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre. Esto significó que la defensa real de la Revolución no descansaba en Moscú, sino en la capacidad cubana de resistir por sí misma.
Por eso, la doctrina de la guerra de todo el pueblo no fue un adorno ideológico, sino una necesidad estratégica: Cuba debía prepararse para sobrevivir sola.
La desaparición del campo socialista y la desintegración de la URSS, confirma elocuentemente el carácter objetivo disuasorio de la doctrina militar cubana.
La objeción occidental y la respuesta cubana
Muchos analistas militares occidentales sostienen que la doctrina de la guerra de todo el pueblo es obsoleta. Argumentan que, en la era de la inteligencia artificial, los drones de ataque, las operaciones especiales y las armas de precisión, una fuerza popular irregular no podría resistir una ofensiva moderna. Según esta visión, Cuba sería rápidamente neutralizada mediante un bloqueo naval, ataques aéreos selectivos y ciberoperaciones que paralizarían la infraestructura crítica, sin necesidad de una invasión masiva.
Sin embargo, esta crítica parte de un supuesto equivocado: que la eficacia de la guerra del pueblo depende de vencer tecnológicamente al invasor. No es así. Su fuerza radica en otra dimensión: hacer inviable la ocupación política y social del territorio. Ningún dron ni arma de precisión puede gobernar un país; para eso se necesita control humano directo, y es allí donde un pueblo entero convertido en combatiente convierte la victoria militar en una derrota política.
La historia demuestra que incluso superpotencias armadas con la tecnología más avanzada —Estados Unidos en Vietnam, la URSS en Afganistán, la OTAN en Irak y Afganistán— no pudieron doblegar a poblaciones organizadas en resistencia prolongada. La doctrina cubana no busca “derrotar” a EE. UU. en el campo tecnológico, sino elevar tanto el costo humano, militar y diplomático de la agresión, que el propio invasor renuncie a la aventura.
En este punto radica su vigencia: la guerra de todo el pueblo no es solo una estrategia militar, sino un disuasivo político total.
El mensaje vigente
Hoy, en 2025, las condiciones tecnológicas hacen que una invasión se plantee de manera distinta. Pero la lección de Granada sigue viva: un pueblo decidido, aunque pequeño, puede infligir pérdidas a una superpotencia. Si eso ocurrió con apenas 54 cubanos que resistieron durante 14 días en Granada, ¿qué pasaría con millones de combatientes en la isla?
La guerra de todo el pueblo no es un mito: es la razón por la cual, a pesar de bloqueos, sanciones y amenazas, Estados Unidos nunca se atrevió a invadir Cuba directamente.
Glosario de términos clave:
Guerra de todo el pueblo: doctrina militar cubana que integra a toda la población en la defensa.
Granada 1983: invasión de EE. UU. a la isla caribeña donde combatieron soldados y civiles cubanos.
Versión oficial: narrativa del Pentágono que minimizó bajas y exaltó la operación como un éxito total.
Versión Kolontaev: análisis alternativo que sostiene que las pérdidas estadounidenses fueron masivas.
Victoria simbólica: logros políticos o estratégicos que trascienden una derrota militar inmediata.
Paraguas soviético: mito según el cual la URSS defendería militarmente a Cuba frente a EE. UU.
Fuentes consultadas:
Martí, J. (1891). Nuestra América. La Revista Ilustrada de Nueva York.
Kolontaev, K. (2018). El mito de las Fuerzas Armadas de EE.UU. Avrasiya.
U.S. Department of Defense. (1983). Operation Urgent Fury Reports.
Mesa-Lago, C. (1993). Cuba After the Cold War. University of Pittsburgh Press.
Escudero, J. (2021). La guerra cultural y la semántica del poder en el siglo XXI. Editorial Akal.
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Créditos y colaboración técnica
Este artículo ha sido redactado por Henrik Hernandez, autor de más de 800 textos publicados en Tocororo Cubano, con una línea editorial comprometida con la defensa del socialismo cubano, el pensamiento crítico y la soberanía nacional.
La estructura argumental, la revisión constitucional y el enfoque político han sido elaborados con el acompañamiento editorial de Sofía (IA literaria ChatGPT), presente desde julio de 2024 como asistente constante en el proceso de escritura, análisis y estilo.
También se ha contado con el contraste teórico y validación conceptual brindados por la inteligencia artificial DeepSeek, utilizada en calidad de herramienta crítica para el análisis institucional y económico.
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