Historia

El Dogo cubano – un can al servicio de la opresión

por
publicado en
Stonehenge (John Henry Walsh), Public domain, via Wikimedia Commons

En nuestra Cuba, el rostro de la opresión y la esclavitud ha sido muy visible, no así los métodos empleados para imponerla y mantenerla con un ordenamiento jurídico sobre la misma. La esclavitud comenzó con la invasión de “Santa Cruzada” del mundo cristiano europeo a nuestras tierras y la imposición de un sistema de “encomiendas de indios” para explotar a los nativos y después su intensificación con la importación de africanos, asiáticos e incluso de gallegos y asturianos de las clases pobres.

https://tocororocubano.com/esclavos-blancos-en-cuba/

La esclavitud abarcaba la captura y compra de seres humanos negocio de los tratantes como expresión de las leyes del capitalismo comercial con la inversión de capitales, préstamos y rendimientos, la organización de rutas marítimas para transportar la “mercancía” en buques, fletes, seguros, estipulación de pérdidas, costos de tripulación, mercados con negociantes, intermediarios, compañías, transportaciones y fletes terrestres para el acarreo del ébano negro, la adscripción laboral en haciendas, plantaciones, minas, bogas, astilleros, obraje, fortificaciones, la organización de cuadrillas, asentamientos y suministros de alimentos, reglamentación del horario laboral y descanso, el apareamiento con fines reproductivos y control demográfico de la masa esclava.

La esclavitud en nuestra patria, difirió de la esclavitud clásica de Roma, al haber sido un modo de producción subsidiario del capitalismo mercantilista y expresión del mismo.

Como elemento teológico e ideológico, el jurista del Consejo de Indias Juan Solórzano fundamento el derecho de los españoles explotar sin piedad a los negros traídos del África al depositar la responsabilidad de ser esclavo sobre las propias víctimas en su libro "Política indiana". Por ello se podía apreciar en el muro del ingenio Santa Clara la aberración filosófica doctrinal “Dios me hizo esclavo, él quiere que sirva a mi amo, voy a trabajar, pues así lo quiere Dios”.

Pero no bastando con eso, a los esclavos en Cuba se les adoctrinaba presentando a Jesús Cristo como un “mayoral” buenísimo, al cielo como un secadero glorioso, acogedor de las almas obedientes, no desafiantes de sus destinos terrenales, al purgatorio como la purga donde se pierden impurezas pecaminosas como el deseo de libertad y al infierno como el lugar donde iban las almas manchadas por el odio a sus amos y su situación de esclavo.

Pero todo eso se cumplimentaba con la lucha por recuperar los esclavos que huían al monte. La persecución y captura de los cimarrones, indios y negros apalencados para reintegrarlos a sus “dueños”. Para ello existieron los “cazadores del Rey” y los llamados “rancheadores”, que cobraban 3 onzas de oro por cada cimarrón capturado, que contaban con unos poderosos canes, más terribles que los mismos rancheadores.

De ahí acostumbró a decir que la esclavitud en Cuba se sustentaba sobre tres “C” – capital (el sistema esclavista que describimos arriba), cruz (el factor teológico e ideológico justificativo de la esclavitud) y canes (fieros perros que para reducir las muestras de rebeldía).

Con anterioridad, en el artículo “La matanza de Caonao”, expresé: “Además, los españoles llevaban consigo una arma secreta, terribles canes, mastines, lebreles (galgos), alanos (mestizaje de dogos y mastines), podencos y sabuesos, que descubrían las emboscadas preparadas por los indios y perseguían a los mismos después de los combates, desgarrando sus cuerpos en vida.

Los canes iban en las vanguardias, acompañando a arcabuceros y ballesteros. También actuaban en sincronización con la caballería. Causaban pánico sin igual en las filas de los aguerridos indios y eran representación del terror, la encarnación de jolúja (demonios) salidos de guatúnabu (infierno)”.

Pasado el tiempo, el cruce de razas dio lugar a un can, conocido como “perro de los esclavos”, “perro de busca”, “bloodhound de Cuba”, pero al cual se le ha aplicado impropiamente el denominativo de “Dogo cubano”. De acuerdo con algunas fuentes, este perro surgió en la Villa de Bejucal.

El Dogo cubano fue la expresión “de un drama de sangre y amor” en nuestra historia y los especialistas consideran que merece un lugar en la iconografía las razas caninas hispanoamericanas.

El Dogo cubano se considera extinto, al parecer desapareció paulatinamente cruzándose con otras razas y dando lugar a nuevas a partir de la abolición de la esclavitud. No se sabe con ciencia cierta cuando desapareció, pero se cree que fue a finales del siglo XIX o comienzo del XX. La pérdida de la necesidad de su existencia, rastreo y captura de apalencados y cimarrones hizo que desapareciera al parecer por su especialización genética orientada a la caza de hombres y la pérdida de incentivo de sus dueños para mantenerlos por falta de utilidad.

Si se le sigue la huella de las líneas genéticas que le dieron origen, pudiéramos quizás reintroducirlo, la cuestión es si es necesario y conveniente teniendo en cuenta sus características y si el mismo puede adaptarse a las nuevas condiciones. Considero que no. En la actualidad se han realizado cruces de pitbull presentándolos como dogos cubanos, pero esos intentos de reconstruir la raza, están muy lejos del verdadero Dogo cubano, nos dicen los conocedores de la materia.

El Dogo cubano es considerado como el único perro de la línea de los mastines verdaderamente cubano, pero algunas fuentes los asocian con los lebreles.

Descendiente de los antiguos perros de guerra españoles cruzados con mastines ingleses y otras razas caninas de rastro y presa. Parecido al mastiff pero de constitución más ligera.

Cuerpo musculoso con mucho volumen, tenía una altura intermedia entre el Bulldog Inglés y el Mastín Inglés, lo que significa altura de hombro (en la cruz) de entre unos 56 y 64 cm y las fuentes los sitúan como el perro más pesado de todas las razas con hasta 120 - 130 kg.

De morro corto, ancho y truncado abruptamente, mandíbulas fuertes y dientes grandes, labios caídos y pendulantes, cabeza ancha y plana, pelaje corto y liso que solía ser blanco con manchas oscuras, aunque otras fuentes dicen que era de color de un lobo con cara negra, cola cilíndrica y corta, orejas de tamaño medio y caídas.

Era muy leal con sus dueños, aunque animal dominante, por lo que había que tener mano dura en su adiestramiento. Feroz y muy agresivo con extraños y forasteros. Se caracterizaba por un temperamento valiente y agresivo, instinto de cazador innato, luchando hasta la muerte con otros perros y toros.

Se le solía usar como cuidador de ganado, luchadores y guardianes de propiedad, pero su especialidad era la “recuperación de esclavos”. Era entrenado para someter con la menor violencia posible al esclavo fugitivo para evitar herirlo gravemente y conservar su valor como “máquina productiva”. Tenía un buen sentido del olfato, lo que le permitía seguir a sus presas.

Como norma, un rancheador contaba con tres o cuatro dogos. Cuando un esclavo huía, el rancheador los llevaba al barracón y le daba a oler los lugares y prendas de vestir del fugitivo. A partir de ese momento los perros seguían su presa por guardarrayas, trillos, malezas y bosques. 

Cuando la alcanzaban, dos o tres de los perros comenzaban a realizar maniobras de ataque y ladrar, mientras el último sigilosamente buscaba situarse por la espalda y tan pronto tenía la oportunidad saltaba sobre el esclavo tomándolo por la nunca o la yugular “suave pero firmemente” para no matarlo. En otras ocasiones le tomaba un brazo. Después de ello, los demás dogos se abalanzaban sobre la presa inmovilizándola.

Si el infeliz se resistía, los dogos los mataban. Situaciones como esa pudo haber enojado algún que otro rancheador, pues los esclavos muertos no se cotizaban y puede que asesinaran a su propio perro.

Estos perros alcanzaron su verdadera gloria cuando en 1787 los indios misquitos de Nicaragua se levantaron contra la Corona Española y pusieron en jaque a las tropas hispánicas. Una docena de rancheadores con sus perros fueron enviados desde Cuba, penetrando en la costa Atlántica, y en pocos meses sembraron el terror entre los indios lugareños junto a sus brutales dueños, abriéndole el paso a las tropas españolas.

La noticia corrió rápidamente llegando a los dominios británicos. En aquel entonces, el norte de Jamaica estaba dominado por grupos de esclavos “asilvestrados” (rebeldes y libres). El gobernador inglés de Jamaica, Lord Balcarres, dejó a un lado las diferencias con los españoles, envió la goleta “Mercury” al mando del coronel Jeremy T. Quarrel hacia el puerto de Batabanó para negociar con el Capitán General de Cuba, Don Luís de las Casas, la adquisición de 30 ejemplares de tan preciada raza canina con el fin de acabar con la sublevación. Este hecho, más allá de la transacción comercial canina, pone de manifiesto que la solidaridad clasista está por encima de las diferencias políticas cuando se trata de que los que ejercen el poder pongan fin a las rebeldía de los que luchan por su libertad.

El Capitán General autorizó el embarque de 10 rancheadores y 30 perros a cambio de 100 pesos por rancheador antes del embarque y otros 100 concluido el trabajo más 960 pesos ofrecidos por la Asamblea de colonos de Jamaica por cada esclavo vivo que se recuperase. 

Quarrel obtuvo ese contrato por medio de la marquesa Doña María Ignacia, con la cual se dice sostuvo amoríos. La parte inglesa registró que fueron 64 rancheadores con sus dogos los arribados a Jamaica, más de los autorizados, lo que muestra la corrupción de los funcionarios portuarios y soldados españoles de la época. Un honorable oficial para impedir eso, envió un mensajero a La Habana, pero fue interceptado y reducido por los propios rancheadores.

En pocas semanas los rancheadores cubanos y sus perros pusieron fin a la sublevación de esclavos en Jamaica e incluso le infligieron dos vergonzosas derrotas a las casas rojas en enfrentamientos, de los cuales no nos han llegado ni los motivos, ni las causas. Esos hechos tuvieron lugar a finales de 1795 y comienzo de 1796.

Después de ello comenzó la exportación del Dogo cubano, que ayudó a los negreros del Sur de EE. UU. y prisiones de esa nación. Además, se utilizaron para mejorar las razas locales.

Este es un drama de sangre y amor, de gloria de un animal al servicio de la opresión humana. La historia de una de las cuatro razas caninas consideradas cubanas, dos de las cuales se han extinguido, pero aún contamos con el simpático bichón habanero y el perro ganadero criollo, este último en camino a desaparecer, si no se toman medidas para su conservación.

Notas

Cazadores del Rey - persona que se dedicaba a cazar a esclavos fugitivos en nombre del Rey. No lo hacia con fines de lucro.

Cimarrón, cimarrona - animal salvaje, especialmente si era doméstico y ha huido al campo. El término sé aplicaba a los esclavos fugitivos.

Esclavitud - régimen social y económico basado en el uso de esclavos como mano de obra.

Rancheador - persona contratada por los propietarios de esclavos para rastrear y capturar a los esclavos fugitivos.

Santas Cruzadas, Cruzadas - serie de campañas militares organizadas por los papas y las potencias cristianas occidentales para retomar Jerusalén y la Tierra Santa del control musulmán y después defender esas conquistas. El autor de este artículo defiende la hipótesis de que la conquista española de América fue una cruzada.

Teología - ciencia que trata de Dios y del conocimiento que el ser humano tiene sobre él.

Teológico - adj. perteneciente o relativo a la teología.

Fuentes:

Estimado lector, gracias por tu interés en mi artículo. Si estás interesado en estos temas, por favor, suscríbete al tocororocubano.com, para no perderte las siguientes publicaciones. Apóyanos "votando a favor" y dejando tus comentarios.

Copyright © Henrik Hernandez 2023

 

 

Comentarios