Historia

Primer combate del Ocujal

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Christian Pirkl, CC BY-SA 4.0 <https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0>, via Wikimedia Commons

Por órdenes del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, una columna guerrillera bajo el mando del Comandante Raúl Castro Ruz operaría en una extensa zona, que comprendía las actuales provincias de Holguín, Guantánamo y Santiago de Cuba. Surgió el Segundo Frente Oriental Frank País, teniendo su centro de mando en la Sierra de Cristal.

La zona de importancia minera para empresas norteamericanas y donde se ubica la Base Norteamericana de Guantánamo, territorio usurpado por EE. UU. Allí llevaban a cabo sus operaciones económicas de extracción de níquel y cobalto, la Nickel Processing Corporation, propietaria de Nicaro y las minas de Ocujal y La Ramona.

Este complejo minero estaba bajo la protección 74 escuadrón de la guardia rural, que tenía su estado mayor en Mayarí. El ejército batistiano, ya poseía experiencia amarga lo ocurrido en Cayo Guan, donde una caja de dinamita y varios rollos de mecha fueron ocupados por la guerrilla. Por ello prestaban gran atención a la seguridad y protección del Ocujal, pues en mismo se encontraba un polvorín con explosivos destinados a obras y explotación minera.

La protección y seguridad del Ocujal era de tal importancia, que el 29 de marzo de 1958 tres diplomáticos norteamericanos visitaron la zona, después arribaron por vía aérea en una nave tipo Preston procedente de la Base Naval de Guantánamo. Allí visitaron la planta metalúrgica de Nicaro y más tarde al jefe de la jefatura militar de Mayarí, comandante Pino Águila, para exigirle garantías de seguridad para los activos de la Nickel Processing Corporation.

La preocupación de la Embajada Norteamericana no era infundada, sino que se basaba, entre otras cuestiones, en que fusiles que habían sido enviados para la protección de la planta de Nicaro, cayeron a manos de los insurgentes en un ataque al batey del lugar.

El mando militar destinó, en abril de 1958, 25 hombres bajo el mando de un sargento para proteger al Ocujal. La guarnición, al parecer muy confiada, no preparó el terreno y el cuartel no contaba con protección en caso de ataque, además todos los días la mitad de los efectivos acompañaba a los obreros desde el batey hasta la mina La Ramona y controlaban el empleo de los explosivos y que estos no se desviaran del uso al que estaban destinados. Regresando junto con los obreros a la hora del almuerzo.

Mientras tanto, el resto de los militares descansaban o montaban un puesto de guardia. En la zona del Ocujal solo operaban pequeños grupos de guerrilleros mal armados y el ejército de la dictadura se confió al subestimarlos. Los rebeldes conocieron mucho sobre la vida y actividades de los militares de la tiranía, por obreros de la mina, simpatizantes de la revolución.

La vida apacible de los guardias, lejos de los combates en la Sierra Maestra, cambió sorpresivamente.

En mayo de 1958, comenzó a operar en la zona, la columna 19 José Tey, que fuera constituida por el movimiento clandestino para apoyar la huelga general, al fracasar la misma se retiraron al territorio del Segundo Frente y se puso a las órdenes de su comandante, quien le asignó la como zona de operaciones los antiguos municipios de Sagua de Tánamo y Mayarí.

La columna 19, José Tey, se reestructuró en varias compañías, una de ellas la “A”, bajo el mando del capitán Antonio Enrique Luzón que operaría en Mayarí.

Después de analizar la información de la exploración se llegó a la conclusión de que era posible aniquilar a la guarnición y apoderar del material almacenado en el polvorín. El capitán Luzón se dirigió a la localidad de Calabasas, donde el jefe de la columna aprobó el plan de ataque y le cursó la orden al capitán Filiberto Olivera, de que suspendieran una emboscada en el camino de Sagua de Tánamo y Mayarí, para no poner en alerta a los militares. 

El destacamento guerrillero del capitán Enrique Luzón apoyado por el del capitán Oriente Fernández atacaría la mina del Ocujal. Para no ser detectados por la aviación enemiga la marcha se produjo en la noche del 28 de mayo de 1958. La compañía “A” formada por el pelotón de la columna 19 que contaba con 28 armas de guerra y el refuerzo de cinco hombres de la unidad móvil de la Comandancia del Segundo Frente avanzó en un yipi y un camión desde su campamento en Los Gallegos, pasando por el Aserrío Corea, la loma de Saca la Lengua, el Serrucho hasta la loma de los Mulos, desde donde se podía tener control visual sobre el Ocujal. Los vehículos fueron abandonados en bosque de pinos cerca de la mina La Ramona y se continuó a pie, como medida de seguridad.

Avanzaron unos tres kilómetros y acamparon. Enviaron una patrulla de reconocimiento para contactar a los colaboradores de la guerrilla en el batey. Nada nuevo, la vida de la guarnición seguía sin cambios, según los informantes. 

Cerca de las 10:00 horas del 29 de mayo de 1958 se reinicia la marcha y se atraviesa una zona despejada, donde el bosque fue talado. Se estableció una emboscada en el camino entre el Ocujal y La Ramona con el fin de aniquilar a unos seis soldados que supervisaban el empleo de la dinamita en esta última. A la hora de almuerzo, cuando los militares debían regresar junto a los obreros, hubo sorpresas entre los rebeldes, pues únicamente un soldado regresaba a la guarnición. No se le detuvo, pues no valía la pena alertar a la guarnición en un caso como ese, se le dejó pasar tranquilamente. Un grupo rebelde en La Ramona ocupó uno de los yucles de transporte de mineral y se dirigieron a Ocujal.

La guarnición acostumbrada a dormir la siesta después de almuerzo no se inmutó ante el ruido procedente de los carros que se acercaban y descansaban en prendas menores sin el uniforme puesto, para eludir el calor. Tres soldados descansaban plácidamente. El soldado de guardia vio una escena habitual donde vehículos de la mina La Ramona se acercaran a esa hora y no dio la voz de alarma. Uno de los yucles maniobró, dando marcha atrás y desde el mismo comenzó el fuego graneado contra la guarnición. Los soldados de la tiranía no hicieron resistencia, sino que pusieron pies en polvorosa, pensando en como salvar sus vidas, pero fueron tomados como prisioneros.

No obstante la posta del polvorín abrió fuego contra los asaltantes, pero huyó por los campos aledaños, logrando escapar. El soldado que venía de La Ramona se parapetó detrás de un tractor y algunas chatarras abriendo fuego sobre los rebeldes, cayó abatido por el fuego de respuesta, muriendo con posterioridad.

Cabe preguntarse ¿dónde estaban los demás soldados y su sargento? Resulta que el sargento, junto al resto de la guarnición acudió al velatorio de un menor de edad, hijo de un militar en Mayarí. La desgracia del niño salvo los guardias. Al concluir con las honras fúnebres regresaron al cuartel en un pisicorre, pasando por delante de una emboscada de los rebeldes, que pensaron que era un vecino de la localidad. Los militares llegaron al Ocujal después de la retirada de los rebeldes y al percatarse de lo ocurrido regresaron a toda velocidad a Mayarí, entonces la emboscada abrió fuego sobre ellos, pero lograron continuar. Después de eso los rebeldes abandonaron la posición.

El enemigo sufrió dos bajas mortales y tres prisioneros.

Los rebeldes ocuparon 70 cajas, cada una con 50 libras de dinamita, 500 fulminantes, una ametralladora Thompson, calibre 45, 5 fusiles Springfield, calibre 30.06, 5 revólveres calibre 45, varias granadas y parque para esas armas. Además, se apoderaron de varios medios de transporte y otros. Sobre las 17:00 se retiraron del lugar.

Ese fue el primer ataque al Ocujal. Además, se produjeron tres ataques más, el 30 de julio, el 25 de octubre y el último se prolongó desde el 8 al 18 de noviembre de 1958, de los cuales hablaremos en otros momentos.

Notas:

Yucle - vehículo grande de chasis rígido que se enfoca en el carguío y acarreo de minerales y tierra. Gracias a sus dos ejes capaces de cargar hasta más de 300 toneladas de material voluminoso y rocoso. También se les conoce como camiones de acarreo o camiones rígidos.

Fuentes:

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