¿Podría EE. UU. negociar América Latina a cambio de Ucrania?
por Henrik Hernandezpublicado en
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Por Henrik Hernande - Tocororo Cubano
Introducción: una hipótesis para diseccionar la realpolitik contemporánea
La publicación de la Estrategia de Seguridad Nacional de EE. UU. 2025 (NSS 2025) ha reactivado el debate sobre la nueva arquitectura del poder global. En medio de este reordenamiento estratégico, surge una pregunta provocadora pero necesaria: ¿sería posible que Estados Unidos intentara negociar con Rusia un intercambio tácito —Ucrania a cambio de América Latina— para evitar una confrontación directa entre potencias nucleares?
Lejos de ser fantasiosa, esta hipótesis abre un espacio analítico para comprender las prioridades profundas de ambas potencias y las tensiones que definen el sistema internacional actual. Sin embargo, al evaluar los incentivos reales del Kremlin, la conclusión es contundente: Rusia no aceptaría tal intercambio bajo ninguna condición concebible en el escenario geopolítico actual.
América Latina es el único flanco extrarregional donde Rusia presiona a Estados Unidos
La presencia rusa en Venezuela, Cuba y Nicaragua no es decorativa ni marginal. Representa un vector de influencia que Moscú utiliza para demostrar que puede desafiar a Washington incluso dentro de lo que Estados Unidos considera su espacio geopolítico vital. Esta capacidad de proyección cercana al territorio estadounidense es un componente crucial de la identidad de Rusia como potencia global.
Renunciar a esta presencia equivaldría a aceptar que su rango de acción queda restringido a Eurasia. Para el Kremlin, esto significaría abandonar uno de los pocos escenarios donde puede ejercer presión estratégica real sobre Estados Unidos.
La desconfianza histórica hacia EE. UU. hace inviable cualquier pacto de esferas de influencia
Desde la perspectiva rusa, Estados Unidos acumula un historial de incumplimiento de promesas estratégicas, desde la expansión de la OTAN hacia el este hasta la ruptura de acuerdos y tratados clave. La percepción de Moscú es clara: Washington no cumple compromisos que no estén respaldados por mecanismos de coerción o equilibrio de poder.
Por eso, aceptar un acuerdo no escrito o escrito, sobre Ucrania a cambio de retirarse de América Latina sería, desde la lógica rusa, un error estratégico monumental. Rusia estima que cualquier concesión sería aprovechada por Estados Unidos sin garantías de reciprocidad duradera.
Ucrania es un asunto existencial; América Latina es estratégica, pero no negociable
El valor simbólico e identitario de Ucrania para Rusia es incomparable. En el imaginario político ruso, Ucrania es parte de su núcleo histórico, su frontera civilizatoria y su amortiguador geopolítico frente a la OTAN. No existe intercambio posible que haga equivalentes estos elementos.
Aunque América Latina no tiene esa dimensión existencial, sí constituye un componente esencial de la política global rusa. Es un espacio de proyección que refuerza su condición de potencia mundial. Moscú no sacrificaría esa influencia por una negociación que afecta su identidad geopolítica central.
China no permitiría que Rusia abandone la región
El eje estratégico Moscú–Pekín se sustenta en la cooperación fuera de Eurasia. América Latina es uno de los laboratorios donde ambos países desarrollan proyectos diplomáticos, económicos y tecnológicos como parte de la agenda del Sur Global.
Si Rusia se retirara de Venezuela o Cuba, enviaría a China un mensaje devastador: que Moscú está dispuesto a replegarse unilateralmente, debilitando el frente multipolar. China vería tal movimiento como una traición estratégica. Rusia no puede arriesgar el pilar más importante de su política internacional contemporánea.
América Latina es un apoyo estratégico de bajo costo y alto impacto para Rusia
A diferencia de su operación en Ucrania, donde enfrenta costos militares, económicos y diplomáticos elevados, la influencia rusa en América Latina requiere inversiones relativamente modestas. Sin embargo, los resultados geopolíticos son enormes: proyección simbólica, tensión estratégica en el hemisferio occidental y acceso privilegiado a aliados leales.
Renunciar a estos apoyos estratégicos de relativo bajo costo y alto impacto sería un acto irracional. Además, dejaría a Rusia sin herramientas de presión en un momento en que Estados Unidos reafirma su doctrina hemisférica.
El costo reputacional en el Sur Global sería inaceptable para Moscú
Rusia construye su legitimidad internacional presentándose como alternativa al dominio estadounidense y como socio confiable para los países sometidos a sanciones o presiones occidentales. Si Rusia negociara el destino de Venezuela, Cuba o Nicaragua a espaldas de esos países, destruiría su credibilidad entre los pueblos del Sur Global.
Ese daño reputacional no se recupera. Moscú quedaría marcado como potencia utilitaria, capaz de abandonar aliados por conveniencia. Rusia, que se esfuerza por liderar un orden multipolar, no puede permitirse esa vulnerabilidad.
Rusia no necesita negociar lo que considera que obtendrá por desgaste
Aunque la evolución del conflicto en Ucrania sigue siendo dinámica, Moscú evalúa que su posición estratégica mejora con el tiempo. La cohesión de Occidente es frágil, el apoyo militar fluctúa y la población europea muestra fatiga ante un conflicto prolongado. En ese cálculo, Rusia no ve razón alguna para “intercambiar” algo que considera que puede resolver sin cesiones en otros teatros.
Si Ucrania puede ser ganada por desgaste o congelada en términos favorables, ¿por qué entregar una región donde Rusia obtiene beneficios tangibles y simbólicos sin necesidad de exponerse militarmente?
Podría interesar a Estados Unidos, pero eso no altera la ecuación rusa
Para ciertos sectores del establishment estadounidense, un intercambio hipotético que permita recuperar control absoluto sobre el hemisferio occidental tendría gran atractivo estratégico. Pero este interés unilateral no se traduce en viabilidad negociadora.
Aunque Washington desee recomponer su hegemonía regional, el Kremlin no tiene incentivo alguno para facilitarlo.
Conclusión: un intercambio imposible
La pregunta inicial permite revelar una verdad estructural: las grandes potencias no intercambian lo que ya dominan por lo que consideran un derecho histórico y estratégicamente inevitable.
Desde su lógica profunda, Rusia no aceptaría ninguna propuesta que implique retirarse de América Latina, pues ello: debilitaría su rango de acción global, rompería su alianza con China, lo haría perder influencia en el Sur Global y socavaría su posición negociadora en cualquier conflicto internacional.
El mundo contemporáneo sigue regido por la antigua gramática del poder: el que cede flancos se debilita; el que mantiene presencia fuera de su región consolida estatus imperial.
Rusia lo sabe. Y por eso, incluso en el terreno hipotético, este intercambio jamás sería aceptado.
Glosario de términos clave:
Doctrina Monroe 2.0: reinterpretación contemporánea de la doctrina de 1823 que establece la hegemonía estadounidense sobre el hemisferio occidental, ahora reforzada por la NSS 2025.
Esfera de influencia: zona geográfica donde una potencia ejerce predominio político, económico o militar sin necesidad de administración directa.
NSS 2025 (National Security Strategy 2025): documento estratégico oficial de EE. UU. que define prioridades globales y hemisféricas. Marca un retorno al realismo geopolítico y al reforzamiento del control en América Latina.
Realpolitik: práctica política basada en el poder, el interés y la supervivencia del Estado, más allá de valores o normas.
Flanco estratégico: zona donde una potencia es vulnerable o donde puede presionar a otra para influir en decisiones globales.
Multipolaridad: sistema internacional donde existen varias potencias con capacidad de influir globalmente, sin un hegemon único.
Guerra híbrida: estrategia que combina operaciones militares, económicas, cibernéticas, informativas y diplomáticas para lograr objetivos sin declarar guerra formal.
Tikkun geopolítico (conceptual, inspirado): proceso por el cual una potencia intenta “reparar” o reorganizar espacios geopolíticos según su visión del orden mundial.
Fuentes consultadas:
The White House. (2025). 2025 National Security Strategy. https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2025/12/2025-National-Security-Strategy.pdf
Bui Gia Ky. (2025, December 7). U.S. National Security Strategy 2025: The return of realism. Modern Diplomacy. https://moderndiplomacy.eu/2025/12/07/u-s-national-security-strategy-2025-the-return-of-realism/
Mearsheimer, J. J. (2014). The tragedy of great power politics (Updated ed.). W. W. Norton & Company.
Allison, G. (2017). Destined for war: Can America and China escape Thucydides’s trap? Houghton Mifflin Harcourt.
Walt, S. M. (2018). The hell of good intentions: America’s foreign policy elite and the decline of U.S. primacy. Farrar, Straus and Giroux.
Smith, G. (2005). The last years of the Monroe Doctrine, 1945–1993. Hill and Wang.
LeoGrande, W. M., & Kornbluh, P. (2015). Back channel to Cuba: The hidden history of negotiations between Washington and Havana. University of North Carolina Press.
Gracias por leerme.
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