El ALBA-TCP frente a la guerra eléctrica contra Cuba
por Henrik Hernandezpublicado en
Introducción: cuando la electricidad se vuelve geopolítica
La aprobación de la Misión internacional especial de energía y electricidad en apoyo a Cuba durante la XXV Cumbre del ALBA-TCP no puede leerse como un gesto humanitario aislado ni como una promesa técnica de solución inmediata. Se trata, ante todo, de un acto político de solidaridad organizada, que reconoce explícitamente que la crisis energética cubana no es un fenómeno interno ni coyuntural, sino el resultado acumulado de una guerra económica prolongada, en la que la energía constituye uno de sus frentes más sensibles.
En un contexto internacional marcado por la instrumentalización del acceso a combustibles, tecnologías y financiamiento, la electricidad deja de ser un simple servicio para convertirse en un campo de disputa estratégica.
La decisión del ALBA-TCP: alcance político y marco institucional
La misión fue aprobada por los Estados miembros plenos del ALBA-TCP: Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Antigua y Barbuda, San Cristóbal y Nieves y Santa Lucía. Estos países, con capacidad decisoria dentro de la Alianza, asumieron colectivamente la responsabilidad política de respaldar a Cuba en un área vital para la vida cotidiana, la producción y la estabilidad social.
La formulación incluida en la Declaración Final —“conformada por los países del ALBA y otros países”— no diluye esa responsabilidad, sino que abre un marco operativo flexible, permitiendo la articulación con Estados y actores solidarios sin alterar la estructura jurídica ni política del bloque.
Este matiz es fundamental: la misión no redefine la membresía del ALBA, pero sí amplía su capacidad de acción solidaria.
Qué es —y qué no es— la misión energética
Conviene evitar dos errores frecuentes: el triunfalismo ingenuo y el escepticismo paralizante. La misión no implica, por sí sola, la reconstrucción integral del Sistema Electroenergético Nacional cubano, ni elimina las restricciones estructurales impuestas por el bloqueo.
Su alcance realista se sitúa en: asistencia técnica especializada, apoyo en mantenimientos críticos, suministro puntual de recursos energéticos y repuestos, coordinación logística frente a cuellos de botella creados artificialmente, intercambio de experiencias en generación distribuida y resiliencia energética.
En otras palabras, no es una solución estructural, pero sí un factor de estabilización que puede reducir la vulnerabilidad inmediata y contener la degradación social inducida.
La declaración como acto constitutivo
Hasta el momento, la Misión internacional especial de energía y electricidad existe en forma de declaración política, y no como un plan técnico detallado. Esto no constituye una debilidad del proceso, sino su punto de partida lógico. En los mecanismos de cooperación interestatal, la declaración cumple una función constitutiva: define el marco de legitimidad, el objetivo estratégico y el campo de coherencia dentro del cual debe operar la futura comisión técnica. Pretender cronogramas, presupuestos o composiciones operativas antes de este acto equivale a invertir el orden real de la acción política organizada. En este sentido, la misión ya está operando en su primera dimensión: la política y simbólica, indispensable para cualquier despliegue técnico posterior.
Energía como derecho y como soberanía
El valor central de la misión no reside únicamente en los megavatios que pueda aportar, sino en el mensaje político que transmite: la energía es un derecho de los pueblos y no una mercancía sujeta a castigo geopolítico.
Al asumir colectivamente el apoyo a Cuba, el ALBA-TCP desafía la narrativa dominante que normaliza el uso de sanciones, bloqueos y dejando claro que la soberanía energética forma parte inseparable de la soberanía nacional.
En este sentido, la misión se inscribe en una concepción contrahegemónica del desarrollo, donde la cooperación sustituye a la competencia y la solidaridad organizada se opone a la lógica de la asfixia económica.
La dimensión psicológica y social: resistir la entropía inducida
Las crisis energéticas no afectan únicamente a infraestructuras: erosionan la moral colectiva, fragmentan la cohesión social y alimentan narrativas de colapso. De ahí la importancia de declaraciones como la del presidente Miguel Díaz-Canel: “Vamos a salir de esta y vamos a estar mejor”.
No se trata de una promesa técnica, sino de un acto de conducción política en condiciones de presión extrema, orientado a preservar la resistencia social frente a una estrategia diseñada para producir desgaste, desesperanza y desmovilización.
La misión del ALBA-TCP actúa, así, también como dispositivo simbólico de contención, reafirmando que Cuba no está sola ni aislada.
Una verdad incómoda que no debe omitirse
La existencia misma de esta misión revela una verdad que suele ocultarse: sin el bloqueo económico, financiero y tecnológico impuesto por Estados Unidos, ninguna misión especial sería necesaria. Cuba no enfrenta una crisis energética por incapacidad intrínseca, sino por un entorno de hostilidad sistemática que limita el acceso a financiamiento, piezas, combustibles y tecnologías.
Recordarlo no es retórica: es rigor analítico.
Infrafinanciación y degradación sistémica: una causalidad inducida
Con frecuencia, análisis externos aluden a la “infrafinanciación crónica” y a los “problemas estructurales” del sistema energético cubano como factores autónomos. Sin embargo, desde una perspectiva sistémica rigurosa, estas condiciones no constituyen causas independientes, sino efectos acumulados de una presión entrópica externa prolongada. El bloqueo actúa precisamente interrumpiendo los flujos financieros, tecnológicos y comerciales necesarios para la reproducción normal de un sistema energético complejo, forzándolo a operar en un estado permanente de estrés y obsolescencia. La degradación estructural no es, por tanto, una falla originaria del sistema, sino la huella material de décadas de coerción económica destinada a impedir su coherencia técnica y su sostenibilidad.
Conclusión: solidaridad como forma de poder
La Misión internacional especial de energía y electricidad no es un acto caritativo ni una concesión excepcional. Es la expresión concreta de una solidaridad estructurada, consciente de que la defensa de uno es, en última instancia, la defensa de todos.
En un mundo donde la energía se utiliza como arma, el ALBA-TCP responde con cooperación. No para negar las dificultades, sino para afirmar un principio: los pueblos no deben ser castigados por decidir su propio destino.
Glosario de términos clave:
ALBA-TCP:
Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos. Mecanismo de integración regional basado en la cooperación, la solidaridad y la soberanía.
Bloqueo:
Conjunto de medidas económicas, financieras, comerciales y tecnológicas impuestas contra Cuba, con efectos extraterritoriales, destinadas a asfixiar su economía y generar inestabilidad social.
Soberanía energética:
Capacidad de un Estado para garantizar el acceso estable y autónomo a fuentes de energía, sin subordinación a presiones externas.
Generación distribuida:
Modelo de producción energética descentralizada que reduce la dependencia de grandes infraestructuras vulnerables.
Entropía social inducida:
Proceso de desgaste psicológico y organizativo provocado deliberadamente por presiones económicas prolongadas.
Fuentes consultadas:
ALBA-TCP. (2025, 14 de diciembre). Declaración final de la XXV Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del ALBA-TCP. ALBA-TCP. https://www.albatcp.org/acta/declaracion-xxv-cumbre-de-jefes-de-estado-y-de-gobierno-del-alba/
Prensa Latina. (2025, 14 de diciembre). ALBA-TCP aprueba misión para apoyar restitución eléctrica de Cuba. Prensa Latina. https://www.prensa-latina.cu/2025/12/14/alba-tcp-aprueba-mision-para-apoyar-restitucion-electrica-de-cuba/
Gracias por leerme.
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Por Henrik Hernandez - Tocororo Cubano
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