Domingo de Poesía: donde Cuba también se escribe con el alma. 

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Por Henrik Hernandez

Mujer, Semilla y Aurora

Mujer que siembra, mujer que sueña,
que en cada lucha su voz sostiene,
con manos firmes, con luz en el alma,
con su ternura el mundo sostiene.

Eres la risa, el llanto, el fuego,
la resistencia hecha bandera,
la que en la sombra forja caminos,
y en la tormenta nunca se quiebra.

Desde el hogar hasta la trinchera,
desde el arado hasta la ciencia,
hoy celebramos tu valentía,
tu dignidad y tu presencia.

Por cada paso que has conquistado,
por los que aún quedan por andar,
hoy te honramos, mujer del mundo,
semilla eterna, aurora y mar.

Flor entre los días

Eres flor en medio del jardín callado,
donde el sol despierta solo por mirarte,
y hasta el viento, que nunca se ha quedado,
decide en tus ramas quedarse a cantarte.

Tus pasos no pisan, apenas florecen,
y allí donde miras, brota la ternura.
Ni las rosas, que en perfume se mecen,
alcanzan tu gracia, tu luz, tu dulzura.

Eres el suspiro que da la mañana,
el rocío tímido que besa el suelo,
la semilla noble, la raíz temprana
que convierte el campo en paisaje y cielo.

Cuando caminas, se aquieta la brisa,
el jardín entero se pone a escuchar,
y hasta el más terco de los lirios, se alisa,
por si acaso vas, lo logras mirar.

No eres flor cortada, eres flor que vive,
que se expande libre, que no se detiene,
y en tu ser profundo, tu esencia persiste,
como el sol que alumbra, pero no se contiene.

Te amo, Cuba

Te amo, Cuba, con amor de palma y fuego,
con la ternura del bohío y del machete,
con la sal que el mar te deja como ruego
y el susurro de tu historia en cada machete.

Te amo en tu pobreza digna y altanera,
en el niño que sonríe sin zapatos,
en la abuela que resiste en la escalera
y en el canto que retumba en tus relatos.

Eres canción de monte y ron bravío,
mujer que no se rinde ni se humilla,
tierra de soles, de ciclones, de rocío,
de esperanza, de bandera y de semilla.

Te amo, Cuba, cuando el viento te castiga,
y aún así levantas puños con decoro;
cuando lloras, pero nunca mendigas,
y tu dignidad vale más que el oro.

Tu piel es de caña, de pueblo y poesía,
tu voz es tambor que el mundo escucha,
y aun si el mundo diera la espalda algún día,
yo sabría dónde late más la lucha.

Te amo, Cuba, sin promesas ni medida,
como se ama aquello que es raíz y es cielo.
Aunque sangres, aunque duela la partida,
eres Patria, y amarte... es lo que más anhelo.

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Copyright © Henrik Hernandez 2025

La redacción e investigación de este artículo han contado con la asistencia de inteligencia artificial, utilizada desde julio de 2024.

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