Cuatro rusos en la Guerra de Independencia de Cuba: historia de lealtad y captura, no de rendición
por Henrik Hernandezpublicado en
¡Bienvenido a Tocororocubano.com!
Estamos orgullosos de conectarnos con usted,
independientemente del lugar en el que se encuentre.
Este no es un simple blog; es una Revista Digital Multidisciplinaria donde convergen el análisis geopolítico, la cultura, la economía, la naturaleza, el humor, y mucho más desde una perspectiva cubana única.
¡Le deseamos que disfrute de nuestros artículos y pase un maravilloso momento junto a nosotros!
Por Henrik Hernandez
Gracias a la tenacidad investigativa del historiador cubano René González Barrios —hoy director del Centro Fidel Castro— ha quedado demostrado que 2 957 extranjeros cruzaron mares, fronteras y destinos para empuñar el machete libertador y unirse al Ejército Libertador de Cuba. Nunca antes la magnitud internacional de la gesta mambisa había sido revelada con tanta claridad. Entre ellos 4 rusos de los cuales uno sus huellas se han perdido en la historia.
Introducción
La historia de la independencia de Cuba, escrita con machete, sudor y sangre, está llena de episodios que cruzan mares y culturas. Entre ellos, destaca uno tan sorprendente como hermoso: tres jóvenes rusos, huérfanos criados juntos en una institución imperial, dejaron San Petersburgo en 1896 para unirse al Ejército Libertador de Cuba. No tenían vínculo alguno con la isla. No tenían ascendencia cubana. No tenían obligación moral o diplomática. Solo tenían ideales, hambre de libertad y una profunda admiración por la lucha del pueblo cubano.
Sus nombres —Piotr Platonovich Streltsov (21 años), Nicolai Gerasimovich Melentiev (22 años) y Eustafi Iosifovich Konstantinovich (22 años) — se convirtieron en símbolos de una solidaridad que atravesó océanos antes de que existiera formalmente la palabra “internacionalismo”.
Este capítulo presenta la historia más completa jamás escrita sobre ellos, integrando fuentes cubanas, estadounidenses y rusas, incluyendo archivos, diarios personales y testimonios recogidos más de un siglo después. No es solo un recuento; es un acto de memoria.
Y desde el principio debe quedar claro:
No se rindieron.
No desertaron.
No traicionaron su causa.
Fueron capturados enfermos y exhaustos, y su honor permaneció intacto hasta el final.
Rusia y Cuba: dos historias que se encontraron sin buscarse
La Guerra de los Diez Años (1868–1878) despertó interés en Rusia mucho antes de que los tres jóvenes rusos desembarcaran en Cuba. La prensa rusa siguió con atención la insurrección. Los círculos progresistas, especialmente los organizados en Ginebra dentro de la Sección Rusa de la Primera Internacional, discutieron en 1870 la posibilidad de viajar a Cuba para apoyar a los insurrectos.
Esto demuestra algo esencial: la causa cubana ya era admirada en Rusia décadas antes de la llegada de Streltsov, Melentiev y Konstantinovich.
Al mismo tiempo, el Estado ruso también tenía intereses geopolíticos. En 1895, el Cuartel General envió al coronel I. Zhilinski como observador al ejército español. En 1898, el coronel N. Ermalov fue asignado como observador al ejército estadounidense de ocupación y luego escribió un libro sobre la guerra.
Este contexto —una mezcla de idealismo popular y observación estratégica estatal— creó un terreno fértil para que tres jóvenes, huérfanos y educados en los valores del servicio y la disciplina, decidieran emprender uno de los viajes más épicos del siglo XIX.
Tres vidas marcadas por el origen común: el Instituto de Huérfanos de Gátchina
Un dato poco conocido, confirmado por fuentes rusas contemporáneas, es que los tres combatientes fueron criados desde niños en el Instituto de Huérfanos de Gátchina, una institución del Imperio destinada a formar a huérfanos en valores militares, disciplina y educación técnica.
Esto explica tres elementos fundamentales:
Su vínculo fraternal
No eran simples amigos; eran hermanos de vida, formados en el mismo lugar, con las mismas rutinas, disciplina y visión del mundo.
Su motivación idealista
Los huérfanos imperiales eran educados bajo valores de servicio, sacrificio y honor. Enfrentar una causa noble en el extranjero era, para muchos, una forma de dar sentido a su existencia.
Su excelente capacidad de adaptación militar
Streltsov era teniente de reserva del ejército ruso.
Melentiev y Konstantinovich también recibieron formación militar básica.
Todos dominaban la marcha, la obediencia y el uso de armas.
Esta formación sería decisiva cuando, pocos meses después, Maceo les encomendara el arma más importante que tenía disponible.
El viaje imposible: Rusia → Nueva York → Cuba
En abril de 1896 partieron hacia Nueva York. No eran ricos ni tenían apoyo estatal. Viajaban con dinero prestado y la voluntad como único equipaje político.
En el vapor Nicaragua, cruzaron el Atlántico en 19 días. Ya desde entonces la travesía estuvo llena de dificultades.
Una vez en Nueva York, se encontraron con una realidad incómoda:
Estados Unidos vigilaba estrechamente las actividades del Partido Revolucionario Cubano.
La neutralidad era solo formal: en la práctica, Washington cooperaba con España.
Toda expedición hacia Cuba era perseguida por el Servicio de Aduanas y el Departamento de Guerra.
Durante semanas fueron perseguidos por agentes estadounidenses y españoles:
En Charleston, los retuvieron hasta el 13 de agosto.
En Jacksonville, les impidieron embarcar en varias ocasiones.
Tuvieron que cambiar de alojamiento, identidad e itinerarios para despistar a la vigilancia.
Finalmente, el 3 de septiembre, lograron abordar el vapor Three Friends, uno de los barcos míticos de las expediciones mambisas.
El 7 de septiembre de 1896, pisaron tierra cubana en María la Gorda, Guanahacabibes.
Habían llegado al fin a la manigua.
El encuentro con Maceo y el honor de los extranjeros
Antonio Maceo no era solo un general: era una leyenda viva. Para los rusos, su figura tenía un aura épica. Cuando el Titán de Bronce los recibió, Streltsov dejó un testimonio:
“Maceo nos dijo que cada extranjero que llegaba era una nueva esperanza para la pronta liberación de la patria.”
Impactados por su carisma y su visión estratégica, los rusos se integraron de inmediato al contingente mambí que marchaba hacia el este.
Y allí llegó el primer dato crucial que nos aporta la fuente rusa:
Los tres rusos fueron convertidos en artilleros. Maceo les confió el único cañón disponible en ese momento, un gesto de confianza enorme en tres jóvenes extranjeros recién llegados.
Montezuelo y Tumbas de Estorino: el bautismo de sangre
El 24 de septiembre, en Montezuelo, tuvieron su primera batalla.
78 bajas cubanas
más de 100 españolas
Tres días después, en Tumbas de Estorino, vivieron uno de los combates más duros del occidente cubano.
Una cita inédita del diario de Streltsov describe la escena:
“Sobre nuestras cabezas silbaban las balas. Un pinar nos separaba de la línea enemiga. A lo lejos amarilleaba la carretera ocupada por los españoles. El tiroteo cesaba y volvía con fuerza, como si el bosque respirara muerte.”
En ese combate: Konstantinovich recibió un bala en la pierna. Melentiev comenzó a mostrar signos de disentería y fiebre amarilla. Streltsov trataba de sostenerlos a ambos mientras manejaba el cañón.
Los tres jóvenes rusos habían pasado de ser huérfanos imperiales a artilleros en el corazón de la guerra anticolonial cubana.
La manigua: enfermedad, hambre y la cita del sufrimiento
Tras los combates, se produjo la fase más cruel de su odisea. Melentiev cayó gravemente enfermo. Konstantinovich apenas podía caminar. Y entonces Streltsov dejó una de las frases más desgarradoras de toda la literatura mambisa:
“Los insurgentes destrozaban sus pies descalzos contra las piedras. Los pesados cajones les laceraban la espalda hasta sangrar. La fiebre amarilla los hacía gemir sobre las rocas. Y aun así, los que quedaban en pie seguían avanzando, literalmente cargando sobre sus hombros el destino de la libertad de su patria.”
Esta descripción —nueva y fundamental— revela no solo el sufrimiento físico, sino la admiración del joven ruso por la resistencia cubana.
La captura: versión épica y versión alternativa
Aquí convergen las dos narrativas disponibles.
La versión épica (preferida por este autor y la más coherente históricamente)
Tras los combates, la situación empeoró: Konstantinovich permanecía herido. Melentiev cayó en disentería y fiebre amarilla. Streltsov, debilitado, trataba de mantenerlos con vida.
Los tres rusos, debilitados y hambrientos, salieron a buscar alimentos. Fueron rodeados por tropas españolas. Streltsov intentó engañar al enemigo diciendo que eran turistas rusos, pero no lo logró. Los hicieron prisioneros.
Esta versión es consistente con testimonios cubanos y con el propio ambiente bélico.
La versión alternativa
La fuente rusa plantea que, en estado agonizante, pudieron (¿?) haberse presentado en el fuerte de Punta de la Sierra.
Ambas versiones coinciden en que estaban físicamente destruidos.
Posición del autor
Dado que ninguna fuente lo aclara de forma definitiva, este artículo adopta la versión épica, más coherente, más difundida y más representativa del dramatismo de la manigua.
Pinar del Río, Valeriano Weyler y la prisión del Morro
Este es un aporte fundamental de la fuente rusa:
1. El 15 de octubre (aprox.), fueron capturados.
2. Trasladados a Pinar del Río.
3. Enviados luego a La Habana, puestos a disposición del general Weyler.
Al llegar al Morro, Streltsov anotó:
“Casi todos los presos estaban allí por sospecha o simpatía con los insurgentes.
Durante nuestra estancia, todos se mostraron muy atentos con nosotros.”
Este detalle es crucial: Los prisioneros cubanos —pobres, hambrientos, perseguidos— acogieron con cariño a tres extranjeros que habían venido a dar su vida por Cuba.
La prensa habanera publicó noticias sobre su captura en octubre de 1896
Este detalle es nuevo y de enorme valor documental.
La deportación y el destino revolucionario
El 5 de noviembre de 1896, los tres rusos fueron deportados en el vapor Yumurí hacia Nueva York. El New York Times reportó su llegada.
Pero la parte más sorprendente es esta:
Los tres, años después, ingresaron en el Ejército Rojo.
Esta continuidad —de luchar contra el colonialismo español a luchar contra el zarismo— revela la coherencia profunda de sus convicciones.
Arkomatoff: el cuarto mambí ruso y su travesía por la Trocha de Mariel a Majana
En enero de 1898, cuando la guerra ya entraba en su fase decisiva, llegó a Cuba un cuarto ruso cuya historia ha permanecido casi sepultada en la penumbra documental: el enigmático Arkomatoff. Su presencia, aunque breve, fue profundamente significativa: demuestra que la solidaridad rusa no se limitó al trío de Streltsov, Melentiev y Konstantinovich. Hubo al menos un cuarto hombre que también arriesgó su vida por Cuba.
Enviado personalmente por Ramón Emeterio Betances
Arkomatoff no llegó por iniciativa propia. Fue enviado desde París por Ramón Emeterio Betances, Delegado de la Revolución Cubana en Francia, quien reclutaba voluntarios, recaudaba fondos y organizaba rutas clandestinas de infiltración en la isla.
Esto significa dos cosas:
Arkomatoff contaba con plena confianza del liderazgo revolucionario.
Su misión era especial, no simplemente la de un voluntario sin rumbo.
Betances, médico, masón, independentista radical y gran organizador, no enviaba a cualquiera. El hecho de que seleccionara a un ruso para entrar a Cuba en pleno 1898 habla del prestigio que ya había adquirido la participación rusa en la causa cubana.
Artemisa: el punto de entrada clandestino
Arkomatoff llegó primero a Artemisa, un territorio complejo porque: estaba lleno de fortificaciones españolas, era una zona estratégica entre La Habana y Pinar del Río, y era imprescindible atravesarlo para llegar a las fuerzas del occidente.
Allí recibió apoyo de dos figuras casi olvidadas: Magdalena Peñarredonda, patriota artemiseña clave para mover mensajeros y combatientes y el Dr. Enrique González Arocha, médico y enlace insurrecto.
Con su ayuda, Arkomatoff logró lo más difícil: moverse sin ser detectado en una zona donde los espías, confidentes y guardias españoles abundaban.
La Trocha de Mariel a Majana: un muro militar que parecía infranqueable
Para llegar a Pinar del Río y al Sexto Cuerpo del Ejército Libertador, Arkomatoff debía atravesar una de las líneas defensivas más duras de todo el occidente: la Trocha de Mariel a Majana.
Esta trocha era: una línea fortificada de unos 32 km, plagada de fortines, blockhouses, alambradas, fosos, trincheras, con cuerpos de guardia cada 200–300 metros, reforzada por telegrafistas, reflectores, diseñada para detener el cruce de tropas, mensajeros y armas.
Su función era clara: impedir que los mambises de Pinar del Río se movieran hacia La Habana, o que nuevos combatientes ingresaran desde el este.
En 1897–1898, era un muro constantemente vigilado.
Atravesarla solo, extranjero, y sin conocer el terreno, era prácticamente un suicidio.
Cómo logró cruzarla. No existe un relato directo del propio Arkomatoff, pero las fuentes coinciden en que lo logró, porque:
Betances lo había enviado con una misión específica.
Los enlaces de Artemisa lo condujeron hasta la zona menos vigilada.
El Estado Mayor del Sexto Cuerpo lo recibió efectivamente, lo cual prueba el éxito del cruce.
Lo más probable es que atravesara: de noche, acompañado por un guía local, evitando los focos de luz de los fortines, deslizándose entre zanjas y bosques bajos, y pasando a menos de 50 metros de las posiciones enemigas. Ese tipo de cruces, descritos en informes mambises de la época, dependían de: sigilo, conocimiento del terreno, y una voluntad casi temeraria.
Para un extranjero, era doblemente difícil.
Que un ruso lo lograra es una proeza digna de rescate histórico.
Ingreso al Estado Mayor del Sexto Cuerpo
Una vez superada la trocha, Arkomatoff llegó a territorio insurrecto y fue encaminado hacia el Estado Mayor del Sexto Cuerpo del Ejército Libertador, que operaba en la zona de Pinar del Río bajo mandos como: el mayor general Pedro Díaz y otros jefes de la resistencia occidental.
Esta unidad era una de las más móviles y activas del occidente, enfrentada constantemente a columnas españolas y operaciones de desgaste.
Un detalle clave: que un extranjero fuera integrado directamente al Estado Mayor —no a un campamento cualquiera— indica que venía con una misión confiable o con una recomendación de alto nivel.
Un mambí más… y luego, el silencio
Tras su incorporación, las fuentes se vuelven borrosas. No se sabe si participó en combates directos. No hay registros de su captura ni de su muerte.Tampoco se conoce si regresó a Francia o a Rusia. Su vida se pierde en la niebla del tiempo, igual que tantos combatientes anónimos de la manigua.
Pero su presencia demuestra una verdad profunda:
La causa cubana fue lo suficientemente justa, épica e inspiradora para atraer hasta el último rincón de Europa a hombres que no debían nada a la isla, pero que estaban dispuestos a morir por ella.
Solidaridad que viajó en dos direcciones
Décadas después, jóvenes cubanos combatieron junto a la Unión Soviética en la Gran Guerra Patria contra el fascismo.
La historia había cerrado el círculo:
Primero, rusos lucharon por Cuba.
Luego, cubanos lucharon por Rusia.
Conclusión
La historia de Streltsov, Melentiev, Konstantinovich y Arkomatoff es una de las epopeyas internacionalistas más hermosas del siglo XIX. Tres huérfanos rusos llegaron a Cuba sin deberle nada, sin ganar nada, sin esperar gloria alguna.
Y sin embargo: cruzaron océanos, maniobraron bajo vigilancia enemiga, combatieron como artilleros, sufrieron hambre, fiebre y heridas, cayeron prisioneros sin rendirse, fueron deportados
Y finalmente se unieron a la Revolución rusa
Desde la manigua cubana hasta la estepa rusa, su vida fue un solo acto continuo de lucha por la libertad.
Mientras la malanga les salvaba la vida en la manigua, su memoria —casi olvidada, pero indestructible— debe seguir alimentando la conciencia histórica de Cuba hoy.
Glosario de términos clave:
Manigua: monte intrincado donde operaban los mambises.
Three Friends: vapor estadounidense usado para expediciones a Cuba.
Yumurí: barco que trasladó a los tres rusos desde La Habana después de haber sido deportados.
Tumbas de Estorino: escenario de una de las batallas más duras del occidente cubano.
Instituto de Huérfanos de Gátchina: institución imperial rusa donde crecieron los tres combatientes.
Gran Guerra Patria: nombre ruso para el frente oriental de la Segunda Guerra Mundial (1941–1945).
Fuentes consultadas:
Автор неизвестен. (s. f.). Русские освободители Кубы. Ruskontur. https://ruskontur.com/russkie-osvoboditeli-kuby/
Bianchi Ross, C. (2010, 3 de julio). Tres mambises rusos. Juventud Rebelde. https://www.juventudrebelde.cu/columnas/lecturas/2010-07-03/tres-mambises-rusos
(Actualizado el 21 de septiembre de 2017)
Mambises rusos, en la Guerra de Independencia de Cuba. (2025, 30 de abril). News-Pravda (versión en español). https://spanish.news-pravda.com/world/2025/04/30/418131.html
Martínez, J. M. (2024, 9 de mayo). ¿Mambises rusos en Cuba? La historia completa. Periódico Cubano. https://www.periodicocubano.com/mambises-rusos-en-cuba-la-historia-completa/
Pravda España. (s. f.). Mambises rusos, en la Guerra de Independencia de Cuba [Publicación en VK]. VKontakte. https://vk.com/wall-228568619_7687
Tres mambises rusos: Ellos integraron las tropas de Antonio Maceo. (2019, 5 de junio). Arrajatabla. https://arrajatabla.net/tres-mambises-rusos/
Vázquez Muñoz, L. R. (2025, 1 de junio). El rastro oculto de los libertadores. Juventud Rebelde. https://www.juventudrebelde.cu/index.php/cuba/2025-06-01/el-rastro-oculto-de-los-libertadores
Vazquez, N. (2015, 9 de octubre). Mambises rusos, huellas de Rusia en la historia de Cuba. Noticias Latam. https://noticiaslatam.lat/20151009/1052342019.html
(Actualizado el 11 de febrero de 2021)
Vázquez, N. (2015, 22 de octubre). Mambises rusos, huellas de Rusia en la historia de Cuba. La Covacha Roja. https://lacovacharoja.wordpress.com/2015/10/22/mambises-rusos-huellas-de-rusia-en-la-historia-de-cuba/
Gracias por leerme.
Si este contenido resonó contigo, únete a nuestra comunidad comentando y compartiendo.
#Cuba #TocororoCubano #HistoriaDeCuba #Internacionalismo #MambisesRusos #CubaRusia #AntonioMaceo #EjércitoLibertador #HistoriaUniversal
#HenrikHernández #SolidaridadHistórica

Comentarios