Historia

Suecos en Cuba: Una estancia de esperanza, desafíos y legados        

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Cortesía de Rolando Zanzi

En la tarde de ayer, recibí algunos mensajes de mi amigo argentino – chileno con corazón de cubano, Rolando Zanzi. Zanzi me mostró evidencias sobre la migración sueca a Cuba. En su viaje, que lo llevó a Cuba, al municipio Mella en la aguerrida provincia de Santiago de Cuba, donde se  encontró con descendientes de aquellos suecos que hace más de cien años arribaron a nuestro país. Además, me envió algunos materiales gráficos y enlaces a documentación que confirman la estancia de estos escandinavos en la maravillosa Isla del Caribe. Hoy los lectores del tocororocubano.com deben agradecer a Rolando poder tener la oportunidad de leer este artículo.

En mi juventud tuve un compañero de nombre Eliecer, cuyo apellido no recuerdo, pero nos narraba que el mismo procedía de unos de sus abuelos que era sueco, algo que mucho veíamos como algo romántico al asociarlo a los vikingos.

Otra narración anecdótica sobre los suecos en Cuba fue que en el año 1974 viajé junto a mis padres a Amancio Rodríguez. Una vez allí, cabalgamos unas 6 o 7 horas desde La Carretera en el Batey hasta un intrincado lugar conocido por Las Pulgas, para encontrarnos con la familia Martínez Arias, que según se decía, eran parientes nuestros.

Camino al lugar, sobre nuestras cabalgaduras por guardarrayas entre cañaverales, a nuestro encuentro en varias ocasiones se acercaron lugareños que nos saludaban amablemente con un “hej” (hei o hey), lo que despertó mi curiosidad y mucho después supe que ese saludo familiar, en vez del hola en español, se debía a una transculturización local del sueco por los descendientes de estos en ese sitio.

El reconocido taxonomista y botánico sueco Peter Olof Swartz, discípulo de Carl von Linné, hizo una breve visita a Cuba en 1784 y según nos dice Tatiana Guerra Hernández*, fue uno de los primeros en describir especies de la flora cubana. Su estancia en Cuba, La Española, Jamaica y otros sitios fue financiada por la Corona Sueca.

Conocemos que el 5 de febrero de 1851 arribó a Cuba Fredrika Bremer, la escritora sueca, coincidiendo en tiempo con su compatriota y soprano de renombre mundial de la época, Jenny Lind en La Habana. Gracias al prolífero epistolario de Fredrika Bremer, se conocen muchos detalles de Cuba a mediados del siglo XIX.

Mi compatriota, René Vázquez Díaz, tomó la vida de Fredrika Bremer en su novela “Fredrika i paradis” (Fredrika en el paraíso) remontándonos a una historia fascinante de esa sueca de mediados de los 1800.

En un artículo anterior donde les narre sobre la Isla de Turiguanó escribí: Las otras dos (me refería al nombre de la isla) las conocí en una visita al museo municipal en la Ciudad de Morón, que en aquel momento se encontraba en la calle Castillo. La primera versión, nos dice, que es nombre de un cacique de la región, la otra es de que un grupo de suecos, muy crueles en su proceder, contra los indígenas, lanzaba a los infelices indios amarrados al estero, donde pululaban los caimanes. Los aterrorizados indios, pensando que sus captores eran españoles gritaban”tira agua no”, los suecos tomaron la frase convirtiéndola en Turiguanó.

Realmente no he podido confirmar esa presencia sueca en la Isla de Turiguanó en el siglo XVI o XVII, pero si existen fuentes como fue un artículo publicado el 27 de abril de 1911 en el periódico Svensk-Amerikansk Occidental, el corresponsal John Westin, nos narra sobre el asentamiento de suecos de que en 1909, se encontraban unas 40 familias y se estaban construyendo hogares para más de 100 y se espera que llegaran unos 700 suecos.

La migración de suecos a tierras cubanas es una fascinante historia de encuentros culturales y aportes significativos a la historia, la cultura y la economía de la isla caribeña.

Entre los hechos más notables se encuentra el escalamiento a la elevación más alta de la Sierra Maestra en 1915, por el botánico Erik Leonard Ekman, al cual se le atribuye haber sido el primero en subir esa elevación (cuestión esta que la elemental lógica pone en duda) y haberla nombrado Pico Turquino, así como dos alturas prominentes del mismo macizo como Pico Cuba y al otro Pico Suecia.

Lo cierto es que no fue el primero en hacerlo, pues se ha documentado que en 1860 el inglés Fred W. Ramsden, residente en Santiago de Cuba, lo escaló en 1860 acompañado de tres cargadores. Además, el mapa elaborado por el geógrafo flamenco Gerardo Kramer a finales del siglo XVI (finales los 1500) lo ubica ya en esa época, con el nombre de “Tarquino”, se dice que la zona estaba bajo el control del Cacicazgo de Macaca, que durante los años de inicio de la conquista española era dirigido por un cacique nombrado “Tarquino” o “Turquino”.

Según la etimología, la palabra Turquino es una palabra taína compuesta de “Turey” (cielo) y “Quino” (persona o cosa elevada), que se puede traducir como “Montaña del Cielo”, “Elevación del Cielo” y yo diría “La más alta ante el Cielo” o quizás "La más elevada al Cielo".

No obstante, es destacable el aporte a la humanidad que hizo Erik Leonard Ekman en los estudios de la flora cubana por más de una década, clasificando más de 1 365 plantas y recolectó más de 80 000 especies cubanas.

La llegada de suecos a Cuba se remonta al siglo XIX, en un período marcado por la agitación política y las dificultades económicas en Suecia. Un médico sueco, Alfred Lind fue la figura principal de la migración sueca hacia Cuba, no directamente desde Suecia, sino desde Minnesota (EE. UU.) Las causas principales de la migración fueron la búsqueda de oportunidades económicas y la huida de la pobreza. Muchos suecos se sintieron atraídos por la promesa de tierras fértiles y un clima propicio para la agricultura en la isla caribeña, sobre todo en la parte oriental del país.

Alfred Lind fundó la empresa “The Swedish Land and Colonization Co” y junto a otros suecos se asentó en Bayates, que inmediatamente se convirtió en una réplica de un poblado sueco. La historia dice que A. Lind nunca engañó a nadie y que tenía intenciones honestas e invirtió su capital personal en la industria cañera al ver el potencial de la misma, fundado un ingenio azucarero que recibió el nombre Palmarito de Cauto. 

Los suecos introdujeron la tela de mosquiteros en ventanas y puertas, lo cual fue copiado por los cubanos. Gustafsson en su libro Kuba: Konflikt och salsa i Karibien (Cuba: Conflicto y salsa en el Caribe) no narra de que los suecos en Bayate introdujeron la apicultura en Cuba. Creo que pueda haber sido un fenómeno local, pero no nacional, pues la apicultura se introdujo en Cuba entre 1764 y 1768 desde la Florida.

La historia de Lind y la colonia sueca de Bayate tuvo un desenlace infeliz y triste, cuando un americano fundó una fábrica azúcar  cercana al lugar y empleó métodos, que a nuestros ojos, son mafiosos, lo que llevó a la quiebra del proyecto que florecía. Muchos sueco abandonaron el lugar y solo quedaron cuatro permanecieron en aquella tierra.

La mayoría de los suecos se establecieron en regiones rurales de Cuba, buscando oportunidades en la agricultura y la ganadería. Algunos se asentaron en lugares como la Isla de Turiguanó, Isla de la Juventud (anteriormente conocida como Isla de Pinos), Bayates, etc. Estos lugares ofrecían condiciones favorables para el desarrollo de actividades agrícolas, convirtiéndose en hogar para la creciente comunidad sueca.

El destino final de muchos de los migrantes suecos fue la integración en la sociedad cubana, donde contribuyeron al desarrollo económico y cultural de la isla. Su participación en la agricultura, la ganadería y otras actividades productivas fue vital para el crecimiento de estas comunidades.

Los suecos no sólo aportaron su trabajo y conocimientos técnicos, sino también sus tradiciones y costumbres. La influencia sueca se reflejó en la arquitectura de las viviendas, en la introducción de nuevas prácticas agrícolas y en la creación de lazos sociales con la población local.

En términos económicos, la presencia sueca contribuyó al desarrollo de la industria azucarera, una de las principales fuentes de ingresos para Cuba en ese periodo. La diversificación de las actividades económicas en las que participaron los suecos también dejó un impacto duradero.

La integración de los suecos en la sociedad cubana fue un proceso gradual, pero exitoso. A pesar de las diferencias culturales iniciales, la convivencia con la población local permitió la formación de comunidades unidas y prósperas. Los descendientes de los migrantes suecos en Cuba continúan celebrando sus raíces y manteniendo vínculos con la cultura sueca.

Sin embargo, como en muchas migraciones, algunos individuos optaron por regresar a Suecia o buscar nuevas oportunidades en otros lugares. Este fenómeno marcó el fin de una etapa para algunos inmigrantes suecos en Cuba, pero su legado perdura en las historias familiares y en la memoria colectiva de las comunidades.

Las tumbas de suecos en lugares como Las Tunas, y la Isla de la Juventud, Mella, son testimonios tangibles de la presencia sueca en Cuba. Estos lugares se han convertido en puntos de interés histórico y cultural, recordando la contribución de los suecos a la construcción de la identidad cubana.

La migración de suecos a Cuba es una historia rica y compleja que ha dejado una marca duradera en la isla. A través de su arduo trabajo, contribuciones económicas y culturales, los suecos han enriquecido la diversidad de la sociedad cubana.

No obstante la presencia de suecos en Cuba, puede que requiera de investigaciones más especializadas, pues la historia de los mismos está muy fragmentada, a pesar de que hay libros que toman el tema muy seriamente como “La aventura de los suecos en Cuba” de Jaime Sarusky y “Bayate: Los suecos en Cuba” de Thomas Gustafssons. Aunque menos conocida que otras migraciones europeas a América Latina, la presencia sueca en Cuba ha dejado una huella que perdura hasta nuestros días.

Explorar esta historia no solo revela el tejido multicultural de Cuba, sino que también resalta la importancia de comprender las migraciones como agentes transformadores en la construcción de identidades nacionales.

Notas:

*Al no haber podido confirmar por otras fuentes y la falta de referencias en el artículo de Tatiana Guerra Hernández en Palacio de Segundo Cabo. (2020-07-18) Los Países nórdicos y Cuba: una relación de varios siglos, decidí no hacer mención a otros casos.

Guardarraya - espacio entre dos cañaverales y que sirve de camino. La llamada maestra era la vía principal de circulación en el ingenio, partía del batey y articulaba una red formada por todas las demás.

Referencias:

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