Zhejiang: laboratorio del capitalismo administrado
por Henrik Hernandezpublicado en
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Por Henrik Hernandez
Primer ensayo de la Serie Especial: China y el Socialismo Administrado. Un análisis critico sobre "Una nueva visión sobre el desarrollo” de Xi Jinping.
Una lectura crítica del pensamiento de Xi Jinping desde la perspectiva cubana
El siglo XXI ha visto surgir una nueva forma de socialismo: eficaz, disciplinado, moralmente uniforme… y profundamente administrado. China, bajo la dirección de Xi Jinping, ha convertido el marxismo en una arquitectura de poder que combina control económico, hegemonía cultural y una moral de Estado capaz de guiar —y limitar— el pensamiento social.
En esta serie de seis ensayos, el autor Henrik Hernandez examina los fundamentos ideológicos, filosóficos y geopolíticos del llamado “Socialismo con Características Chinas”.
Desde el laboratorio económico de Zhejiang hasta la expansión global de la Franja y la Ruta, cada artículo revela cómo la utopía revolucionaria se transformó en una doctrina de estabilidad y gestión.
Lejos de la condena o la admiración ciega, esta investigación propone una lectura desde Cuba: qué puede aprenderse, qué debe evitarse y qué significa hoy defender el socialismo sin renunciar a la conciencia crítica.
“El socialismo no se mide por la obediencia, sino por la capacidad de un pueblo de pensar y decidir por sí mismo.”
— Henrik Hernandez
Nota del autor: Sobre el sentido de esta serie
Esta serie no busca juzgar a China ni desacreditar su proceso. Su propósito es más profundo: comprender cómo, en el siglo XXI, la palabra “socialismo” ha sido reinterpretada, administrada y, en ciertos casos, desactivada como fuerza emancipadora.
"Zhejiang, China: Una nueva visión sobre el desarrollo", de Xi Jinping, constituye un documento excepcional porque muestra el momento en que la dirigencia china decidió transformar el marxismo en un sistema de gestión estatal del capitalismo nacional.
El resultado fue un modelo híbrido: un capitalismo administrado bajo disciplina política, donde la eficiencia reemplazó la conciencia y la estabilidad sustituyó la igualdad. Esa transformación —presentada como un avance del socialismo— se convirtió, en realidad, en un punto de inflexión para el pensamiento revolucionario global.
Desde Cuba, este fenómeno no puede ser observado con indiferencia. Nuestro pueblo enfrenta tentaciones similares: abrir espacios de mercado sin garantizar el control popular de la propiedad. Las llamadas reformas “modernizadoras” suelen invocarse con los mismos argumentos que se usaron en Zhejiang: eficiencia, productividad, pragmatismo. Pero detrás de ese lenguaje técnico se oculta el riesgo de una contrarrevolución silenciosa, económica y moral.
Por ello, esta serie propone una lectura crítica del libro de Xi Jinping, capítulo por capítulo, desde una óptica marxista y humanista:
Analizando la estructura ideológica que redefine el concepto de “pueblo”.
Observando cómo la planificación se convierte en gestión empresarial.
Y comparando esos mecanismos con los desafíos actuales de Cuba.
“El socialismo no se mide por la magnitud del Estado, sino por el grado de conciencia del pueblo sobre su propio poder.”
El socialismo auténtico no teme al análisis ni a la autocrítica. Solo las doctrinas vacías y los sistemas burocratizados necesitan ocultarse tras consignas. Por eso, estudiar a China desde el marxismo no es un acto de hostilidad, sino un deber histórico: reconocer en sus aciertos y desviaciones los caminos que Cuba debe o no debe seguir.
Introducción general
Entre 2003 y 2007, Xi Jinping escribió una columna semanal en el Diario de Zhejiang que más tarde se compilaría bajo el título "Zhejiang, China: Una nueva visión sobre el desarrollo" (Foreign Languages Press, 2019). En ella delineó los fundamentos del modelo que hoy conocemos como “socialismo con características chinas”.
Sin embargo, más que una reafirmación del socialismo, este texto revela una transfiguración ideológica del marxismo, donde los conceptos de propiedad, clase y poder son reemplazados por los de eficiencia, competitividad y estabilidad. Zhejiang fue, en esencia, el laboratorio donde el Partido Comunista de China aprendió a administrar el capitalismo sin perder el control político.
El contexto de Zhejiang: laboratorio de la hibridación
Zhejiang —una de las provincias más dinámicas de China— fue el terreno ideal para ensayar la fusión de planificación estatal y mercado. Según China Daily (2021), los 232 ensayos escritos por Xi constituyen “una guía práctica para promover el desarrollo coordinado y la prosperidad común”.
Críticos como el sinólogo Nikolay Vavilov, ruso que recidió en China durante 10 años, señalan que solo entre 100 y 300 millones de chinos pertenecen a clases medias estables, mientras que el resto vive con salarios bajos, condiciones laborales duras y acceso limitado a servicios. La “erradicación de la pobreza” fue más una victoria contable que una transformación social estructural.
Pero esa “prosperidad común” es, en realidad, el eufemismo con el que el Estado ha legitimado la desigualdad funcional. De acuerdo con el Banco Mundial (2024), el coeficiente Gini de China es de 0.47, una de las cifras más altas del mundo socialista. A su vez, más de 498 millones de personas sobreviven con menos de 5,5 USD diarios según la OCDE.
Mientras el Partido mantiene el monopolio político, la economía se ha convertido en un espacio híbrido donde el capital privado —doméstico y extranjero— actúa bajo tutela estatal, generando una nueva élite empresarial-burocrática: la burguesía funcional oligarquíca, que el socialismo clásico buscaba erradicar.
Según Hernandez, H. (2025), China no es socialista, sino una dictadura BURGUESA del capital bajo administración estatal. No existe antagonismo entre capitalistas y Estado, sino una alianza estratégica: una simbiosis funcional entre la burguesía capitalista emergente y la burocracia del Partido Comunista, es decir la burguesía funcional.
De la centralidad del pueblo a la centralidad del Estado
Xi insiste en que “el pueblo es el centro del desarrollo”. Pero, al examinar la semántica, se advierte una redefinición del término “pueblo”. Ya no es sinónimo de clase trabajadora, sino de totalidad nacional. Bajo esa abstracción, el sujeto histórico desaparece, y con él, la lucha de clases.
La retórica del bienestar colectivo se convierte así en un mecanismo de legitimación del poder estatal, que de acuerdo al marxismo leninismo, debería desaparecer para dar paso al comunismo. Como señala Daniel Bell (Palladium Magazine, 2019), el pensamiento de Xi sustituye la idea de emancipación social por la de “armonía jerárquica”, donde el orden reemplaza a la igualdad.
Capitalismo administrado: control político, acumulación privada
El modelo chino presenta una paradoja estructural: su éxito económico proviene precisamente de los mecanismos que el marxismo criticaba. Según la OIT (2023), el 26 % de la fuerza laboral china trabaja en condiciones precarias o informales, y las jornadas industriales superan las 60 horas semanales. El "socialismo con características chinas" no abole la explotación del hombre por hombre, ni las clases sociales. Por lo tanto no es socialismo, sino un modelo capitalista.
Estos datos revelan que la llamada “prosperidad socialista” se sostiene sobre una explotación capitalista regulada por el Estado, donde la plusvalía se canaliza hacia conglomerados mixtos estatales y privados. El producto socialmente útil dejo de tener sentido sometido a la lógica de mercado.
La diferencia con el capitalismo occidental no está en la estructura, sino en la autoridad que la administra.
El nuevo rol del Partido: de vanguardia revolucionaria a corporación nacional
La obra de Xi en Zhejiang muestra un Partido que ya no dirige una revolución, sino una corporación nacional. El Journal of Contemporary China (2022) describe esta evolución como la transición de un partido de masas ideológico a un partido de gestión tecnocrática, donde la lealtad sustituye al debate y la eficiencia reemplaza la conciencia. Y eso no lo deseamos en nuestra Cuba.
El Partido se convierte así en administrador del capital nacional, garantizando que las contradicciones sociales no amenacen la estabilidad del sistema. El marxismo se mantiene en el discurso, pero ha sido desactivado en la práctica.
Reflexión cubana: la advertencia de Zhejiang
Cuba enfrenta hoy una disyuntiva similar. La apertura económica mediante MIPYMES y capital mixto recuerda, en su escala, la lógica aplicada en Zhejiang hace dos décadas. El riesgo es que, en nombre de la eficiencia, se consolide una burocracia empresarial que sustituya a la burguesía clásica pero reproduzca sus privilegios. Pero el riesgo en Cuba es mucho mayor, pues dado las condiciones geopolíticas eso derivará en un capitalismo liberal, la perdida de identidad nacional en lo cultural y la hatianonización de las estructuras económicas y la perdida de la estaticidad para sólo ser un territorio de la periferia capitalista, quizás convertido en enclave neocolonial.
El modelo chino demuestra que la planificación sin control popular real se convierte en administración tecnocrática del capital.
Si Cuba desea preservar la esencia de su Revolución, el camino no puede ser la imitación del “milagro chino”, sino la creación de un socialismo de propiedad social efectiva, donde la dirección económica emane desde la base y no desde la cúspide del poder.
Conclusión
"Zhejiang, China: Una nueva visión sobre el desarrollo", no es un libro sobre el socialismo: es el testimonio del proceso mediante el cual el Partido Comunista de China aprendió a coexistir con el capitalismo sin rendirse ante él. Su éxito es innegable, pero también lo es su precio: la pérdida del horizonte emancipador y la conversión del socialismo en un sistema de control sobre la producción, no de liberación humana. Un "socialismo" así, sólo y únicamente es una manifestación del modo de producción capitalista.
Para Cuba, este texto (Zhejiang, China: Una nueva visión sobre el desarrollo), debe leerse no como inspiración, sino como advertencia: el socialismo no se mide por la prosperidad del Estado, sino por la capacidad del pueblo de decidir su propio destino económico.
Reflexión final
“El socialismo auténtico no se sostiene sobre la obediencia, sino sobre la conciencia colectiva. Allí donde el pueblo deja de ser sujeto, el sistema, aunque se llame socialista, ha dejado de serlo.”
— Henrik Hernández
Fuentes consultadas:
CPC Central Committee Bimonthly. QUISHI. (agosto 17, 2021). Xi's discourses on new development stage, philosophy, paradigm published. https://en.qstheory.cn/2021-08/17/c_651769.htm
China Today. (agosto 27, 2020). Xi Jinping: The Governance of China III Comprehensive Vision and Creative Ideas. http://www.chinatoday.com.cn/ctenglish/2018/hotspots/2021lh/commentary/202103/t20210302_800237863.html
«Спасет ли Россию Китай?» (¿Salvará China a Rusia?) – Entrevista con Nikolay Vavilov. https://www.youtube.com/watch?v=jtnwR96x4Jg
Hernandez, H. (2025, June 10). China no es un modelo a seguir: desigualdad, sacrificio humano y simulacro socialista. Tocororo Cubano. https://tocororocubano.com/china-no-es-un-modelo-a-seguir-desigualdad-sacrificio-humano-y-simulacro-socialista/
Pino Acevedo, J.C., Correa García, L.A., Oretega de Ávila, E., Ramírez Sotelo, M. (enero, 2025). EL ascenso de China como potencia mundial: un análisis de su trayectoria. https://www.researchgate.net/publication/388312515_El_ascenso_de_China_como_potencia_mundial_un_analisis_de_su_trayectoria
Whyte, M. K. (2021). China’s economic development history and Xi
Jinping’s “China dream:” an overview with
personal reflections. https://scholar.harvard.edu/sites/scholar.harvard.edu/files/martinwhyte/files/whyte_jinping_reflections.pdf
Xi, J. (2019). Zhejiang, China: Una nueva visión sobre el desarrollo. Foreign Languages Press.
"Xi Jinping: The Governance of China". (october 13, 2020). Xi Jinping on people-centered development philosophy. http://english.scio.gov.cn/featured/xigovernance/2020-10/13/content_76828370.htm
Gracias por leerme.
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