Opiniones e Invitados

¡Todos a juicio! ¡Todos a la corte!

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Corte Suprema de EE. UU. Photo by Mr. Kjetil Ree., CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons

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Imagina el escenario

Eres un cubano común y corriente, solo que hoy amaneces con la noticia de que, gracias al Capítulo III de la Helms-Burton, podrías ser demandado por cada paso que has dado en tu vida cotidiana. Porque, según esa ley, tú también eres un “traficante” en potencia, apenas por vivir en una casa nacionalizada, o pisar una calle cuyos adoquines podrían ser reclamados por algún heredero de un ciudadano estadounidense.

Así que, desde que naciste, ya eras un “traidor a la propiedad”, un delincuente de lesa propiedad. Porque, claro, usaste un hospital que alguna vez fue nacionalizado. Al dar tus primeros pasos, ya habías pisado "terreno peligroso." ¡Qué osadía! Cada cubano parece estar en riesgo de recibir una notificación que le reclama la casa, la escuela, el policlínico, hasta el parque donde juega el perro.

La notificación de demanda: “Estimado infractor de la libertad”

Supongamos que un mensajero toque a tu puerta un día cualquiera. En lugar de una carta del banco o el recibo de la electricidad, te entrega un sobre con letras bien grandes: “Estimado infractor de la libertad” (así, bien adornado, como para que entiendas la gravedad del asunto). Y cuando abres la carta, la sorpresa: un ciudadano estadounidense reclama los terrenos sobre los cuales está construida tu casa.

Pero, ¡espera!, ¡espera!

El problema no termina ahí. Como la Helms-Burton aplica a todo lo que ha sido nacionalizado, tú, yo, y cualquier cubano o cubana, deberíamos estar listos para enfrentar demandas hasta por el aire que respiramos.

La casa que ocupas

Tu vivienda podría ser una de esas "antiguas propiedades" reclamadas. La familia que vivió allí en 1959 tenía un perro llamado "Liberty", y están convencidos de que desde que tú vives allí, el espíritu de su mascota no ha descansado en paz.

El centro de trabajo

Claro, después de toda una vida de trabajo, resulta que el lugar donde te rompes el lomo era propiedad de alguien que ahora vive en Miami y clama por "su local". Así que prepárate para la demanda laboral: “El acusado usurpó el espacio sin pagar ni un centavo al dueño original.”

La escuela de tus hijos

Ahí donde tus hijos cantan el himno, un día alguien decidió que ese era el lugar perfecto para el futuro “Centro de Capacitación en Técnicas de Libertad” (antes de la Revolución, claro). Ahora, quieren de vuelta su valioso terreno donde, según el reclamo, ¡podrían instalar una franquicia de enseñanza de estilo libre y bilingüe!

El policlínico

Ni los dolores de cabeza se salvan. Si necesitas atención médica, te advierten de que el policlínico está “comprometido”. Así que prepárate a llevar tu dolor de muelas directamente a La Florida, donde también podrías tener que explicar que no, no estabas “traficando” ni con tus propios empastes.

Las tierras y los barrios

Incluso esos humildes sembradíos de plátano en el patio podrían estar bajo reclamo. Porque, como dice la notificación, “no hay razón para que un cubano infractor esté utilizando tierras fértiles sin autorización, ni pagar renta.”

Las industrias y recursos naturales

Pero, por supuesto, no podían faltar las industrias y los recursos que sostienen el país. ¿Trabajas en una fábrica? Pues ahora resulta que la maquinaria, las paredes y hasta las ventanas fueron “traficadas” cuando el Estado las nacionalizó. ¡Prepárate para la demanda!

El potencial energético

Lo curioso es que, aunque la energía es un problema constante en Cuba, el reclamo viene con miras al futuro. Serás demandado por utilizar electricidad "traficada". “Devolver” el potencial energético, aún en desarrollo, es un derecho, aseguran.

La ironía final o el final de la herejía

¡Todos somos “infractores”!

Imagínate, entonces, una fila interminable en La Habana, llena de cubanos confundidos, cada uno con su carta en la mano, esperando ser llevado a un tribunal en Miami, sin saber cómo evitar que un tribunal en Estados Unidos los acuse de "traficar" con bienes que nunca supieron que alguien podría reclamarles.

Y allí, en el tribunal, alguien nos explica con seriedad absoluta: “Cualquier cosa que consideren suya, es probable que otro la reclame.” Así que, ¿qué nos queda? Resistir con humor, porque si de algo estamos seguros, es de que el Capítulo III nos da risa y nos deja en claro una cosa: para ellos, vivir en Cuba ya es un acto de “delincuencia.”

Algo muy importante

No pienses que por haber emigrado a Estados Unidos u otra parte, estás a salvo de la Helms-Burton. Nada de eso. Resulta que el simple hecho de haber nacido en Cuba ya te convierte en “sospechoso” de traficar con propiedades. Porque, como aseguran los promotores de esta ley, tú también usaste recursos y espacios “confiscados” por la Revolución. Así que, aunque vivas en Miami, en Nueva York o en cualquier rincón de los Estados Unidos o del mundo, estás en la obligación de resarcir daños por el delito de haber nacido en Cuba y, peor aún, haber vivido allí. La demanda te persigue, porque parece que nuestra condición de “cubanos de nacimiento” ya es razón suficiente para que nos acusen de, literalmente, existir en la isla.

Ni siquiera ser "opositor" te salva

Y si pensabas que colaborar con los enemigos de Cuba, hacerte pasar por opositor, y cumplir al pie de la letra cada misión que te encomiendan tus empleadores te serviría de atenuante... estás equivocado. La demanda te alcanzará de todas maneras. La Ley Helms-Burton es clara: “la propiedad privada es inviolable”. Así que, aunque te desvivas en tus esfuerzos por aparentar lealtad al que paga, nada de eso importa. A fin de cuentas, haber crecido, trabajado y vivido en Cuba ya te convierte en “traficante” a sus ojos. Esta ley no distingue simpatías ni ideologías: en su lógica, todos compartimos la misma “culpabilidad” de haber existido en tierras que ahora reclaman.

Entonces, eres culpable. Y si eres culpable

¡A la corteee!

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Copyright © Henrik Hernandez 2024

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