Sembrar independencia: autosuficiencia y producción urbana en Cuba
por Henrik Hernandezpublicado en
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Por Henrik Hernandez
Introducción
¿Cuántas veces has abierto la alacena y has sentido el peso del vacío? En Cuba, vivir con lo justo no es un capricho ni una moda: es una realidad marcada por décadas de bloqueo y carencias, pero también por la creatividad y la voluntad de un pueblo. La autosuficiencia, más que un concepto, es la práctica de sembrar esperanza en un cantero, de criar animales menores, de cocinar con lo que da la tierra y de compartir lo poco como si fuera abundancia.
Hoy, frente a un escenario global incierto y un asedio económico que se recrudece, la autosuficiencia vuelve a colocarse en el centro de la estrategia nacional. El Programa de Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, evaluado en el primer semestre de 2025, ofrece luces y sombras de este camino.
Producción: logros que sostienen la mesa
A pesar de las limitaciones, el Programa logró un resultado notable:
Producción total: 717 373 toneladas (103 % del plan).
Rendimiento real: 5,36 kg/m², superior al plan de 4,98.
1,28 millones de patios y parcelas registrados, con un 106 % de cumplimiento en el semestre.
Abonos orgánicos: 319 530 toneladas (127 % del plan).
Plantas medicinales: 335 t entregadas (91 % del contrato).
Estos resultados muestran que la agricultura urbana en Cuba no es un recurso menor: es una columna vertebral para sostener a la población en medio de la guerra económica. Cada patio convertido en huerto y cada centro de trabajo con autoconsumo son trincheras silenciosas de soberanía.
La magnitud del reto alimentario en Cuba
La población cubana ronda los 11 millones de habitantes. Con 717 000 t en seis meses, incluso si se duplicara en el año, estaríamos en 1,4 millones de toneladas. Solo en cereales, Cuba importa cada año más de 2 millones de toneladas (arroz, maíz, trigo), sin contar grasas, aceites y otros rubros.
Es decir: la agricultura urbana ayuda, pero no cubre ni remotamente el déficit estructural.
El contraste
Lo positivo: los patios, parcelas y centros de trabajo aportan comida cercana, reducen dependencia y fortalecen la cultura del autoconsumo.
El límite: estas producciones son complementarias, no sustituyen la gran agricultura de granos, proteínas y aceites que hoy Cuba debe importar a altos costos y bajo el acoso del bloqueo.
Lo que Cuba necesita para avanzar
Escalar la producción agroecológica: multiplicar los patios y parcelas productivos, pero con tecnologías de mayor rendimiento (sistemas de riego, bioplaguicidas, mejoramiento de suelos).
Revolución en semillas: sin independencia en semillas, siempre habrá dependencia externa.
Proteínas locales: no basta con hortalizas; Cuba necesita impulsar más producción de granos (frijoles, maíz, soya) y de proteínas alternativas (peces, aves, pequeños mamíferos).
Gestión descentralizada: dar más poder productivo y decisorio a las comunidades, para que la soberanía alimentaria sea también soberanía organizativa.
Innovación tecnológica criolla: biotecnología aplicada a la agricultura, equipos híbridos, y redes de intercambio de conocimientos campesinos-urbanos.
Diversificación de variedades: ampliar el número de cultivos y razas animales adaptadas al clima cubano, fortaleciendo la dieta, reduciendo vulnerabilidades a plagas y evitando la dependencia de monocultivos.
La importancia de la agricultura periférica urbana
Entre las lecciones aprendidas desde el Período Especial, destaca la necesidad de fortalecer la agricultura periférica urbana, esos cinturones productivos alrededor de las ciudades que funcionan como pulmones verdes y reservas de alimentos frescos.
En estos espacios, donde el suelo es más amplio que en los patios urbanos, se puede:
Producir hortalizas y frutales en mayor escala.
Criar animales menores con menos limitaciones.
Introducir variedades de granos de ciclo corto.
Abastecer mercados locales reduciendo transporte y pérdidas.
La Habana, Santiago de Cuba, Camagüey o Holguín podrían potenciar en sus periferias un modelo que combine tecnología simple, agroecología y participación comunitaria, cerrando el círculo entre ciudad y campo.
La agricultura urbana no puede limitarse a patios y azoteas: debe extenderse a las periferias para garantizar diversidad, volumen y estabilidad en el suministro.
Las sombras que pesan sobre el camino
No basta con mirar la cifra global: las debilidades internas son también una alerta. En 2025, la producción de semillas apenas alcanzó 33 toneladas, cuando el país necesita multiplicar ese número varias veces para asegurar la continuidad de cultivos básicos. Además, cuatro fincas de semillas fueron evaluadas como Mal, entre ellas las de Martí (Matanzas), Corralillo y Sagua la Grande (Villa Clara) y Rodas (Cienfuegos).
Otro punto crítico es la falta de diversificación: todavía se concentra demasiado esfuerzo en pocas variedades de hortalizas y granos, lo que aumenta la vulnerabilidad a plagas y reduce el abanico nutricional. La experiencia agroecológica demuestra que la policultura (combinar distintas especies en un mismo espacio) no solo mejora el rendimiento, sino que protege el suelo y fortalece la seguridad alimentaria.
El problema no es solo técnico: en provincias como Las Tunas y Holguín, la distribución desigual de insumos ralentiza la capacidad de escalar la producción. A esto se suman territorios estancados como Mantua, Cárdenas, Pedro Betancourt, Céspedes o Río Cauto, donde la organización local no logra responder al desafío.
Dirigentes y responsabilidad pública
Cuando municipios no superan ni el 60 % de sus indicadores, la responsabilidad no recae únicamente en los insumos. También está en la gestión. No basta con descentralizar si no existen mecanismos de rendición de cuentas. Es necesario evaluar a los dirigentes según resultados concretos, rotar cuadros cuando persiste la inercia y, sobre todo, dar a las comunidades un papel vinculante en esa evaluación. Sin responsabilidad compartida, la descentralización puede convertirse en un simple traslado de poder hacia quienes no han sabido ejercerlo bien.
Forma de propiedad: cuestión estratégica
La autosuficiencia no se puede pensar al margen de la propiedad de la tierra y de los medios de producción. El socialismo cubano se sostiene sobre la propiedad social y estatal, pero también reconoce el papel de las cooperativas y de la producción familiar. La pregunta estratégica es cómo garantizar que la propiedad, en cualquiera de sus formas, mantenga su vocación social y no derive en concentraciones que debiliten la soberanía alimentaria.
Formas organizativas: ¿comunidad o MIPYMES?
El informe oficial no aborda un aspecto crucial: las formas organizativas de los proyectos. Hoy coexisten iniciativas comunitarias, cooperativas y MIPYMES en el ámbito agrícola. Si bien estas últimas pueden dinamizar la producción con más recursos, su lógica de mercado corre el riesgo de desviar el objetivo central: garantizar la alimentación del pueblo.
En cambio, los proyectos comunitarios y cooperativos refuerzan la soberanía organizativa, la equidad y el sentido de pertenencia popular. El reto está en encontrar un equilibrio que permita aprovechar eficiencia e innovación sin sacrificar el principio de que la tierra y sus frutos deben servir primero a la comunidad.
Autosuficiencia: memoria y futuro
Durante el Período Especial, Cuba aprendió a sobrevivir con lo mínimo: bicicletas, hornillas de carbón, patios sembrados, trueques entre vecinos. Hoy, esa memoria vuelve como lección, pero con un reto mayor: no repetir la escasez, sino construir una estrategia consciente y organizada de resiliencia.
La autosuficiencia no significa aislamiento ni retroceso. Significa usar saberes tradicionales con tecnologías simples, multiplicar los abonos orgánicos y la agroecología, generar energías limpias, compartir semillas y saberes, reorganizar la vida cotidiana en torno a lo local y lo comunitario.
Hacia un nuevo paradigma
Ser autosuficiente en Cuba no es volver al pasado ni idealizar la pobreza. Es construir soberanía desde abajo, con los medios disponibles, con organización popular y con innovación propia. No se trata de competir con las grandes potencias agrícolas, sino de garantizar que cada cubano tenga lo necesario en su mesa, sin depender de barcos, sanciones ni caprichos de mercado.
Cada lechuga cultivada en un patio, cada gallina criada sin pienso importado, cada compost preparado en un microcentro, son más que alimentos: son actos de independencia.
Conclusión:
El Programa de Agricultura Urbana demostró en 2025 que se puede producir con dignidad en medio de la adversidad. Pero el verdadero desafío está en multiplicar esa producción hasta cubrir las necesidades del pueblo.
La autosuficiencia es la semilla de la soberanía. Y en Cuba, sembrarla no es un gesto romántico: es un acto revolucionario.
Epílogo:
Hasta la autosuficiencia siempre.
Glosario de términos clave:
Autosuficiencia: capacidad de satisfacer necesidades básicas sin depender de factores externos.
Período Especial: crisis económica de los años 90 en Cuba.
Soberanía alimentaria: derecho de los pueblos a definir su política alimentaria.
Trueque: intercambio directo sin dinero.
Resiliencia: capacidad de adaptarse y recuperarse frente a crisis.
Diversificación de variedades: práctica de cultivar distintas especies y razas para aumentar la seguridad alimentaria y reducir riesgos.
Agricultura periférica urbana: cinturones agrícolas alrededor de las ciudades que fortalecen el abastecimiento local.
Formas organizativas: modelos de gestión de la producción (cooperativas, comunitarios o MIPYMES).
Fuentes consultadas:
Redacción Nacional (2025). Todo el alimento posible, y por todas las vías. Granma. https://www.granma.cu/cuba/2025-08-21/todo-el-alimento-posible-y-por-todas-las-vias-21-08-2025-23-08-02
Seymour, J. (2019). La guía práctica ilustrada para el horticultor autosuficiente y la vida en el campo. Editorial Blume.
Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales (ACTAF). Informes técnicos sobre producción local y agroecología, 2023–2024.
Ministerio de la Agricultura (MINAG). Balance Anual de la Agricultura Cubana 2024. La Habana: MINAG.
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© Henrik Hernandez, 2025. Bajo protección de la Ley Sueca de Derechos de Autor (Upphovsrättslagen, 1960:729).
Créditos y colaboración técnica
Este artículo ha sido redactado por Henrik Hernandez, autor de más de 800 textos publicados en Tocororo Cubano, con una línea editorial comprometida con la defensa del socialismo cubano, el pensamiento crítico y la soberanía nacional.
La estructura argumental, la revisión constitucional y el enfoque político han sido elaborados con el acompañamiento editorial de Sofía (IA literaria ChatGPT), presente desde julio de 2024 como asistente constante en el proceso de escritura, análisis y estilo.
También se ha contado con el contraste teórico y validación conceptual brindados por la inteligencia artificial DeepSeek, utilizada en calidad de herramienta crítica para el análisis institucional y económico.
Declaración legal
Este trabajo ha empleado sistemas de inteligencia artificial como herramientas de apoyo, sin que estas ostenten derecho alguno sobre el contenido final.
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