Sociedad

Revoluciones inconclusas: ¿Por qué las revoluciones no han cumplido su misión?

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Por Henrik Hernandez

Una conversación que despierta una vieja pregunta

Algunas reflexiones nacen de bibliotecas, archivos o cuadernos llenos de anotaciones. Otras, sin embargo, surgen en el espacio íntimo de una conversación entre amigos. Este artículo pertenece a ese segundo origen. Durante un diálogo reciente, un amigo afirmó que ninguna revolución en la historia ha cumplido realmente su misión: ni Haití, ni las independencias latinoamericanas, ni la Revolución Mexicana, ni la Revolución de Octubre, ni la china, y la cubana aún está intentándolo. Su afirmación no era ligera; expresaba una intuición profunda que atraviesa la historia de los procesos revolucionarios.

Mi respuesta no fue defensiva. Le dije que no he ido tan atrás en el análisis de las revoluciones burguesas o anticoloniales, pero sí he estudiado con profundidad las revoluciones socialistas y sus fallas estructurales. La conversación no fue el punto de llegada, sino el detonante que me llevó a articular con más claridad una idea que he venido desarrollando: las revoluciones no han cumplido su misión porque no han abolido realmente las estructuras de dominación que pretendían transformar.

Este artículo continúa la línea teórica que he desarrollado en Tocororo Cubano sobre la estructura de poder en los sistemas socialistas y el surgimiento de la burguesía funcional. Las ideas aquí expuestas continúan y amplían el análisis iniciado en textos como Errores sistémicos de Cuba (Hernández, 2025a), Plusdirección y burguesía funcional (Hernández, 2025b), De la burguesía funcional a la plusdirección (Hernández, 2025c) y Cuba desde La ideología alemana (Hernández, 2025d). Esta continuidad responde a un propósito: comprender cómo la explotación puede reproducirse incluso en ausencia de propiedad privada, mediante la concentración de la función de dirigir, situando esta problemática dentro de un linaje crítico donde Trotsky, Djilas, Bettelheim y los teóricos libertarios ya habían advertido elementos esenciales de la degeneración burocrática.

Antes de 1917: ¿revoluciones o simples relevos administrativos?

Un análisis riguroso de las “revoluciones” anteriores a la Revolución Socialista de Octubre revela un patrón recurrente: no transformaron el sistema de explotación, sino que sustituyeron una élite por otra dentro de la misma estructura económica de dominación de clase, perpetuando la contradicción fundamental entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción basadas en la propiedad privada y la apropiación del plusvalor.

La Revolución Francesa eliminó a la aristocracia feudal, pero consolidó a la burguesía como clase dominante. Se abolieron los privilegios nobiliarios, pero la propiedad privada concentrada, la explotación laboral y la lógica capitalista de acumulación permanecieron. El trabajador cambió de amo, pero no de condición.

Las independencias latinoamericanas supusieron una ruptura política con la metrópoli, pero no una emancipación social. El latifundio, la desigualdad estructural y la extracción de riqueza hacia el exterior continuaron bajo nuevos administradores criollos.

Haití fue la única revolución realizada por los esclavos, una de las hazañas más formidables de la historia humana. Sin embargo, esa revolución fue estrangulada por el sistema mundial: bloqueos, aislamiento, y la deuda impuesta por Francia sofocaron cualquier posibilidad de consolidar un proyecto emancipador.

No obstante, es necesario reconocer que estos procesos lograron cambios significativos en otras áreas: abolieron la esclavitud, terminaron con el feudalismo en Europa, formaron repúblicas modernas y ampliaron ciertos derechos civiles. Pero estos avances no alteraron lo esencial: la estructura de poder económico permaneció casi idéntica.

Por eso, en sentido marxista y estructural, las revoluciones anteriores a 1917 fueron relevos administrativos, no revoluciones transformadoras del modo de producción.

Octubre de 1917: el primer intento de ruptura real

Con la Revolución de Octubre aparece por primera vez la posibilidad histórica de abolir la estructura de explotación capitalista. Los bolcheviques no pretendían modernizar la sociedad, sino transformarla radicalmente: socializar la propiedad, poner el poder en manos de los trabajadores y eliminar la explotación del hombre por el hombre.

Pero el asedio externo, la guerra civil brutal, el atraso económico y el cerco internacional generaron condiciones que empujaron a una centralización extrema del poder estatal. Lo que debía ser un período transitorio se convirtió en un sistema político permanente. La distancia entre la promesa revolucionaria y la realidad concreta comenzó a expandirse.

Aquí ya lo había visto Trotsky: la revolución estaba traicionándose a sí misma, no por el socialismo, sino por la burocratización del Estado.

Del socialismo real a la nueva clase: la burguesía funcional

Lo que emergió en la URSS, China, Europa del Este y Cuba no fue una continuidad del capitalismo clásico, sino algo nuevo: una élite sin propiedad legal, pero con control absoluto sobre la dirección del Estado, la planificación y la administración del excedente.

Djilas llamó a esto “la nueva clase”. Trotsky lo llamó “la burocracia termidoriana”.
Los anarquistas lo habían anticipado como peligro inevitable de todo Estado centralizado. Bettelheim lo analizó mediante la lucha de clases dentro del socialismo.

Mi aporte se inserta en este linaje y lo desarrolla: la categoría de burguesía funcional y su forma específica de apropiación del excedente: la plusdirección.

En el capitalismo, el excedente se apropia mediante la propiedad del capital.
En el socialismo burocratizado, se apropia mediante el monopolio de la función de dirigir.

La plusdirección es un fenómeno económico-político, no moral. Es la forma específica de explotación en sistemas donde no existe propiedad privada masiva, pero sí concentración de la autoridad.

Ejemplos:

URSS: La nomenklatura administraba asignaciones, privilegios, movilidad social y acceso a recursos escasos.

China: El Partido se fusionó con la nueva burguesía empresarial, generando un capitalismo de Estado altamente jerarquizado.

Cuba: La centralidad del Partido como “fuerza dirigente” bloqueó la socialización real del poder y permitió la formación de núcleos administrativos con incentivos y privilegios propios.

Las revoluciones socialistas no completaron su misión histórica porque destruyeron la burguesía tradicional, pero no destruyeron la lógica cognitiva burguesa del poder.

El silencio académico: por qué las ciencias sociales evitaron este problema

El hecho de que esta problemática sea poco estudiada no es casual:

a) Razón ideológica

Tanto el liberalismo como el marxismo ortodoxo construyeron mitos fundacionales sobre sus revoluciones. Cuestionarlos era y es cuestionar su propio relato.

b) Razón institucional

En el campo socialista, investigar la formación de élites era peligroso. En Occidente, cuestionar la narrativa liberal también lo era y continua siéndolo.

c) Razón metodológica

Las ciencias sociales carecen de categorías para analizar la explotación sin propiedad, el poder como forma de acumulación y la dirección como mecanismo de privilegio.

d) Razón psicológica

Aceptar que ninguna revolución ha cumplido su misión significa admitir que la humanidad aún no ha creado una sociedad emancipada.

Por eso este problema ha permanecido en los márgenes de la teoría crítica.

La revolución aún pendiente

Todas las revoluciones históricas han sido inconclusas. Han logrado avances importantes, pero no han abolido la división fundamental entre quienes dirigen y quienes obedecen.

La verdadera revolución —la que aún no ha ocurrido— deberá: destruir no solo la propiedad privada concentrada, sino también el monopolio de la dirección; abolir no solo el capital, sino también la forma burocrática de acumulación; reemplazar la verticalidad por la autogestión social; transformar la administración en función colectiva y no en privilegio.

Solo entonces podrá decirse que una revolución ha cumplido su misión histórica.

Conclusiones

Las revoluciones socialistas no abolieron las relaciones de producción capitalistas; solo las reorganizaron bajo otra élite. La burguesía tradicional desapareció como clase legal, pero fue reemplazada por una burguesía funcional que administraba el excedente desde la estructura del Estado. La plusvalía no desapareció: se transformó en plusdirección, una forma de explotación administrativa basada en el monopolio de la función de dirigir. Las revoluciones socialistas no fracasaron por presuntas limitaciones del socialismo, sino por no haber culminado su propia lógica emancipadora. Nunca transfirieron la propiedad real ni la dirección efectiva de la sociedad al pueblo. No es que el socialismo no funcione; es que nunca se llegó a él. El socialismo real destruyó la propiedad privada concentrada, pero no eliminó la lógica vertical de la dominación. Así, bajo nuevas formas, surgió el reemplazo de la explotación capitalista por la explotación administrativa. La clave para comprender esta dinámica es reconocer que la explotación puede reproducirse incluso sin propiedad privada, siempre que exista la concentración de la función de dirigir en manos de una élite que se reproduce a sí misma desde la estructura del Estado.

Nota del autor:

La teoría social contemporánea ha desarrollado categorías robustas para analizar la explotación basada en la propiedad privada, la acumulación capitalista y las formas clásicas de dominación económica. Sin embargo, presenta un déficit conceptual significativo a la hora de estudiar formas de explotación no propietarias, es decir, aquellas que emergen no de la posesión de medios de producción, sino del monopolio institucional de la función de dirigir. Este vacío metodológico ha limitado la capacidad de las ciencias sociales para comprender la aparición de élites privilegiadas en contextos donde la propiedad formal está socializada o estatalizada.

Con el fin de abordar esta insuficiencia teórica, he propuesto dos categorías analíticas: burguesía funcional y plusdirección.

La primera designa a las élites administrativas que, sin ser propietarias de capital, controlan los mecanismos de decisión, distribución y reproducción institucional.
La segunda describe la forma específica de apropiación del excedente basada en la dirección —y no en la propiedad— como mecanismo de acumulación y privilegio.

Estas categorías permiten analizar fenómenos que los enfoques tradicionales tienden a invisibilizar, especialmente en los sistemas socialistas del siglo XX y XXI, y constituyen el marco conceptual central de mi programa de investigación sobre las formas contemporáneas de dominación postcapitalista.

Glosario de términos clave:

Burguesía funcional: élite surgida en sistemas socialistas reales que administra el Estado, controla la planificación y dirige la economía sin poseer legalmente los medios de producción.

Plusdirección: forma de apropiación del excedente en sistemas socialista-burocráticos, basada en el monopolio de la función de dirigir y no en la propiedad privada.

Revolución administrativa: cambio de élite gobernante dentro del mismo modo de producción, sin abolición de la estructura de dominación.

Relaciones de producción: estructura que define cómo se produce, quién controla los medios de producción y quién se apropia del excedente.

Fuentes consultadas:


Artículos del autor

Hernandez, H. (2025a, septiembre 21). Errores sistémicos de Cuba: entre la plusdirección y la advertencia de Dzerzhinski. Tocororo Cubano.
https://tocororocubano.com/errores-sistemicos-de-cuba-entre-la-plusdireccion-y-la-advertencia-de-dzerzhinski/

Hernandez, H. (2025b, mayo 31). Plusdirección y burguesía funcional: la esencia capitalista en el socialismo real. Tocororo Cubano.
https://tocororocubano.com/plusdireccion-y-burguesia-funcional-la-esencia-capitalista-en-el-socialismo-real/

Hernandez, H. (2025c, octubre 9). De la burguesía funcional a la plusdirección: precisión conceptual y crítica al falso socialismo del siglo XXI. Tocororo Cubano.
https://tocororocubano.com/de-la-burguesia-funcional-a-la-plusdireccion-precision-conceptual-y-critica-al-falso-socialismo-del-siglo-xxi/

Hernandez, H. (2025d, septiembre 26). Cuba desde La ideología alemana: producción material, conciencia social y lucha de clases. Tocororo Cubano.
https://tocororocubano.com/cuba-desde-la-ideologia-alemana-produccion-material-conciencia-social-y-lucha-de-clases/

Teóricos mencionados

Bakunin, M. (1970). Statism and Anarchy (M. Shatz, Ed.). Cambridge University Press.
(Original de 1873

Bettelheim, C. (1976–1982). Class Struggles in the USSR (Vols. 1–3). Monthly Review Press.

Djilas, M. (1957). The New Class: An Analysis of the Communist System. Harcourt, Brace & Co.

Kropotkin, P. (1902). Mutual Aid: A Factor of Evolution. McClure Phillips.

Kropotkin, P. (1913). The State: Its Historic Role. Freedom Press.

Marx, K. (1990). Capital: Volume I (B. Fowkes, Trans.). Penguin Books.
(Original de 1867).

Marx, K., & Engels, F. (1970). The German Ideology. International Publishers.

Trotsky, L. (1937). The Revolution Betrayed: What Is the Soviet Union and Where Is It Going? Pathfinder Press.

Weber, M. (1978). Economy and Society. University of California Press.

Graeber, D. (2015). The Utopia of Rules: On Technology, Stupidity, and the Secret Joys of Bureaucracy. Melville House.

Gracias por leerme.
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© Henrik Hernandez, 2025. Bajo protección de la Ley Sueca de Derechos de Autor (Upphovsrättslagen, 1960:729). Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial sin autorización. 

Declaración de autoría

Formación multidisciplinaria:

Geopolítica y Ciencias Sociales: Licenciado en Ciencias Pedagógicas con especialización en Historia y Ciencias Sociales por la Escuela Superior Interarmas de Políticos Militares de Minsk (1986)

Economía y mercados: Graduado de Vendedor y Promotor de Comercio Internacional en Säljehögskola - Mercuri International (2001)

Psicología y Salud: Auxiliar de Enfermería en Lärgården (2010) con especialización en Psiquiatría (2025)

Método de trabajo:
Artículo investigado, argumentado y redactado íntegramente por el autor. Se empleó IA exclusivamente para estructuración editorial y contraste conceptual bajo supervisión humana constante.

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