Revolución, pueblo y dirigentes: ¿unidad o ruptura?
por Henrik Hernandezpublicado en
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Por Henrik Hernandez
¿Es el pueblo o son los dirigentes quienes encarnan la Revolución? La sola formulación de esta pregunta es, en sí misma, errónea. Porque no hay Revolución sin pueblo —motor de la historia, sujeto transformador—, pero tampoco sin dirección, sin el rol imprescindible de las personalidades que organizan, conducen y reflejan esa voluntad colectiva. Caer en la trampa de anteponerlos o enfrentarlos es, consciente o no, alinearse con las estrategias de la propaganda anticubana, que históricamente ha buscado dividir, desmoralizar y desmontar el proyecto socialista desde dentro. En este artículo abordamos un debate real que ha tomado fuerza en redes sociales, y que exige pensar con rigor, con lealtad y con visión histórica.
Introducción
Un meme que circula en redes sociales afirmaba:
“CUANDO GRITO REVOLUCIÓN HABLO DEL PUEBLO Y SUS CREADORES, NO DE SUS DIRIGENTES.”
Y con él, se encendió un debate apasionado, donde diversos compañeros expusieron sus puntos de vista. Más allá de las palabras, lo que se reveló fue un dilema profundo que atraviesa hoy al pensamiento revolucionario cubano: ¿quién encarna la Revolución? ¿Qué rol tienen los dirigentes? ¿Se puede criticar sin dividir?
Pueblo y dirigentes: ¿ruptura o continuidad?
Algunos comentarios insistían en que los dirigentes no son la Revolución, sino apenas servidores públicos, reemplazables, y muchas veces alejados del pueblo. Otros —entre los que me incluyo— defendemos que los verdaderos dirigentes revolucionarios no son una élite separada, sino parte inseparable del pueblo que los formó, los impulsó y los vigila.
La historia cubana no avala la idea de una Revolución sin dirección. Ni Céspedes, ni Martí, ni Fidel fueron simples acompañantes del pueblo: fueron pueblo, y al mismo tiempo, guías, organizadores, motores de conciencia colectiva. La legitimidad de los dirigentes no viene del cargo, sino de su vínculo con el pueblo y de su capacidad ética para representar sus intereses más nobles.
El riesgo de la cuña
No hay que ser ingenuos: muchas campañas de descrédito contra Cuba —por más que usen lenguaje progresista o participativo— tienen un patrón claro: separar al pueblo de sus líderes, debilitar la confianza en el sistema y sustituir la crítica revolucionaria por un nihilismo destructivo. Y cuando eso ocurre, la Revolución queda a merced de sus enemigos.
Pero esto no implica cerrar los ojos ni silenciar las fallas. Como decía Fidel, “Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado.” Y eso incluye a cuadros ineficientes, a burócratas indolentes, y a políticas erradas. Lo que se debe evitar es que esas críticas se conviertan en plataformas para dinamitar el proyecto colectivo.
Crítica legítima y lealtad profunda
Varios compañeros recordaron con razón que ha habido dirigentes que traicionaron, que fueron sancionados, incluso encarcelados. ¿Eso deslegitima a toda la estructura? No. Lo que demuestra es que el sistema tiene mecanismos —a veces lentos, imperfectos, sí— pero activos, para corregir. El pueblo no necesita destruir sus instituciones para perfeccionarlas. No se puede botar el niño con la palangana, porque el agua este sucia.
Y en efecto, hay ejemplos donde los que alzaron su voz con sinceridad fueron llamados “gusanos”, para luego ser reivindicados por la realidad. Ese error también debe ser reconocido y superado. La Revolución necesita cuadros eficaces, pero también necesita ciudadanos con pensamiento propio, capaces de ejercer una crítica con sentido de pertenencia, no con rencor.
Fidel no fue una consigna: fue una ética
Varios compañeros evocaron a Fidel. Y con justicia. Porque Fidel no fue un dogma: fue una ética viva, un pensamiento en movimiento, una pedagogía de masas. La Revolución no es solo una estructura; es una conciencia colectiva que debe renovarse constantemente.
Pero para que esa conciencia florezca, necesitamos unidad, no unanimidad. Necesitamos debate, no división. Necesitamos dirigentes que se ganen el respeto, y un pueblo que asuma su soberanía no solo en las urnas, sino en la vida cotidiana.
Lo que falla
El debate deja al descubierto dos cuestiones esenciales que merecen atención crítica. Primero, la ausencia de una diferenciación clara entre dirigentes y funcionarios, ya sean del nivel nacional o local. En el imaginario popular —y en muchos casos en la práctica real—, todo aquel que ocupa un cargo administrativo o de gestión es visto como “dirigente”, sin distinguir si ejerce liderazgo político o si simplemente cumple funciones burocráticas. Esta confusión erosiona la autoridad moral de quienes realmente deben ser referentes éticos y estratégicos del proceso revolucionario. Segundo, existen fallas evidentes en la relación entre ciudadanos y funcionarios, sobre todo en lo referido a la atención efectiva de inquietudes, denuncias y propuestas. No es raro que personas con planteamientos legítimos queden atrapadas en un limbo jurídico o administrativo, sin respuestas oportunas ni vías funcionales de seguimiento. Esta desconexión daña la confianza y, peor aún, es aprovechada por discursos oportunistas para sembrar desencanto y desmovilización.
Una tercera cuestión que emerge abiertamente del intercambio es la ausencia generalizada de formación jurídica entre los ciudadanos, lo cual limita gravemente su capacidad para encauzar sus quejas, denuncias o sugerencias por las vías legales e institucionales correspondientes. En muchos casos, el pueblo desconoce a qué instancia dirigirse, cómo redactar un planteamiento efectivo o qué mecanismos existen para exigir una respuesta. Pero lo más alarmante es que, incluso cuando una persona cuenta con los conocimientos necesarios, suele enfrentarse a una cultura institucional arraigada en la indiferencia o la evasión, donde funcionarios se limitan a recibir, sellar y archivar sin compromiso real de respuesta. Esta combinación entre desconocimiento ciudadano y burocratismo funcional no solo genera frustración, sino que debilita el tejido de confianza entre el pueblo y el sistema que dice representarlo.
El verdadero desafío
Hoy, el bloqueo arrecia. La economía se tensiona. El burocratismo y la corrupción amenazan con debilitar la obra construida con tanto sacrificio. En ese contexto, hay quienes se frustran, otros se alejan, y algunos, confundidos, caen en la trampa de rechazar el sistema mismo, sin comprender que, sin Revolución, lo que viene no es democracia ni progreso: es sometimiento y despojo.
Por eso digo, con toda claridad:
Cuando grito Revolución, hablo del pueblo y de sus creadores... y eso incluye a quienes lo dirigen desde la ética, la entrega y la lealtad. La Revolución no se desmonta para sanarla: se perfecciona desde dentro, con firmeza, autocrítica y unidad.
Glosario:
Anticubana (propaganda): Estrategia comunicacional que busca debilitar, dividir o desacreditar el proceso revolucionario cubano, muchas veces utilizando discursos aparentemente progresistas o democráticos.
Burocratismo: Deformación en el ejercicio de funciones públicas, caracterizada por la excesiva rigidez, la falta de iniciativa, la demora en la respuesta y el desinterés por el sentido social de la tarea.
Confianza institucional: Relación de credibilidad y seguridad que el pueblo deposita en sus estructuras de poder, en la medida en que estas respondan con eficacia, justicia y transparencia.
Dirigente: Cuadro político o administrativo que asume funciones de liderazgo estratégico, conducción ética y representación del proyecto revolucionario. No debe confundirse con un simple funcionario.
Funcionario: Persona que ocupa un cargo en una estructura administrativa del Estado, encargado de ejecutar tareas y políticas públicas. No necesariamente ejerce liderazgo político ni posee autoridad moral frente al pueblo.
Imaginario popular: Conjunto de ideas, percepciones y creencias colectivas que influyen en cómo la población interpreta la realidad política y social.
Interrelación ciudadano-funcionario: Vínculo entre la persona que ejerce sus derechos (ciudadano) y quien debe atenderlos (funcionario). Cuando no funciona correctamente, se genera desencanto, desatención y distanciamiento institucional.
Liderazgo político: Capacidad de orientar, movilizar y representar al pueblo en función de un proyecto social transformador. Va más allá del cargo administrativo.
Limbo jurídico: Situación en la que una persona no recibe respuesta ni solución efectiva a su problema por parte de ninguna institución, quedando atrapada entre trámites, excusas o silencio institucional.
Personalidades históricas: Individuos que, por su compromiso, pensamiento y acción, han desempeñado un papel decisivo en la conducción de procesos revolucionarios. Son parte orgánica del pueblo, no una élite separada.
Sujeto histórico: El pueblo en acción consciente; la masa social que protagoniza los cambios revolucionarios desde su propia realidad y necesidades.
Lectura complementaria
Hernandez, H. (enero 21, 2025). Tocororo Cubano. Importancia del diálogo entre instituciones y el pueblo. Disponible en https://tocororocubano.com/importancia-del-dialogo-entre-las-instituciones-y-el-pueblo/
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Hernandez, H. (abril 24, 2025). Tocororo Cubano. Cuba bajo ataque: piscopolítica de la narrativa anticubana. Disponible en https://tocororocubano.com/cuba-bajo-ataque-psicopolitica-de-la-narrativa-anticubana/
Hernandez, H. (abril 20, 2025). Tocororo Cubano. Diáspora Cubana: tres fuerzas, una batalla por el relato. Disponible en https://tocororocubano.com/diaspora-cubana-tres-fuerzas-una-batalla-por-el-relato/
Fuentes consultadas:
Carbonay, A. [Adolfo Carbonay]. (2025, mayo 3). Comentario en publicación sobre el meme “Cuando grito Revolución hablo del pueblo y sus creadores, no de sus dirigentes” [Comentario en una publicación de Facebook]. Facebook. https://www.facebook.com/adolfo.carbonay/posts/pfbid0xAYG428DcboYfnJhJmZqz9AegzQ9UT9GSnf1Fj6ePAediFgChWwEcEtYgnGHtDXxl?comment_id=1217293139928663&reply_comment_id=666898619287583¬if_id=1746240508196261¬if_t=comment_mention&ref=notif
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Copyright © Henrik Hernández 2025
Este artículo ha sido redactado por Henrik Hernández, con el acompañamiento editorial de Sofía (IA literaria) —quien asiste el proceso de escritura desde julio de 2024.
#Cuba # TocororoCuba #UnidadRevolucionaria #PuebloYDirigentes
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