Plusdirección, burguesía funcional y poder legislativo: un análisis sociológico necesario

Introducción: no quién habla, sino desde dónde se habla

Este texto no es una impugnación personal ni una polémica coyuntural. Es un ejercicio de sociología política, orientado a comprender cómo determinadas posiciones estructurales dentro del Estado socialista generan discursos, prácticas y consensos que pueden entrar en contradicción con los fines históricos del socialismo.

Por ello, el análisis no se centra en el individuo, sino en la posición social objetiva desde la cual se habla y se decide. No se trata de juzgar intenciones ni moralidades, sino de comprender relaciones estructurales de poder.

La pregunta no es quién dijo algo en la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), sino por qué ese discurso es posible, por qué se reproduce y por qué es aplaudido.

El campesinado: aliado histórico y límite estructural

Desde el marxismo clásico —y desde la experiencia histórica de las revoluciones socialistas— el campesinado ha sido reconocido como aliado estratégico del proletariado, especialmente en sociedades agrarias o semiperiféricas.

Sin embargo, también es un hecho teórico y empírico que el campesino, en tanto pequeño propietario, porta una ideología de clase pequeño-burguesa: defensa de la propiedad individual, aspiración a la acumulación, desconfianza hacia la planificación colectiva plena.

Esto no descalifica moralmente al campesino, ni invalida su papel revolucionario inicial. Pero sí establece límites objetivos a su capacidad de empujar, por sí solo, la construcción socialista hasta sus últimas consecuencias históricas.

Permanencia prolongada en el Estado y formación de plusdirección

Aquí emerge el concepto central del análisis: plusdirección.

La plusdirección no se define por corrupción, ni por ilegalidad, ni siquiera por apropiación directa de recursos. Se define por la ocupación prolongada de funciones estatales de dirección, que otorgan: capacidad de decisión estructural, control del ritmo del cambio, producción de legitimidad discursiva, acceso estable a redes institucionales.

Cuando esa posición se prolonga durante décadas —por ejemplo, 30 años o más en un órgano legislativo del Estado— se produce un fenómeno bien documentado en la historia de los socialismos reales: la formación de una burguesía funcional.

Esta burguesía no posee necesariamente los medios de producción, pero administra, orienta y legitima su transformación.

La burguesía funcional: no corrupción, sino posición.

Es crucial subrayar esto: la burguesía funcional no requiere corrupción individual para existir.

Puede estar compuesta por cuadros honestos, trabajadores y disciplinados. Su carácter de clase no deriva de su ética, sino de su posición objetiva en la estructura de poder.

Desde esa posición, tiende a desarrollar una ideología propia: “realismo económico”, “pragmatismo”, rechazo a los “dogmas” y naturalización de la propiedad privada como solución.

No porque traicione conscientemente, sino porque su lugar en la estructura la empuja a pensar desde la lógica de la gestión, no desde la lógica de la emancipación.

El discurso “realista” como expresión de clase

Cuando desde una tribuna legislativa se defiende: la ampliación de la propiedad privada como vía central, la acumulación como incentivo legítimo, la eficiencia privada como norma, la reducción del socialismo a un problema técnico, no estamos ante un debate técnico, sino ante una expresión ideológica coherente con una posición de plusdirección.

Este discurso no surge en el vacío. Surge donde: no existe rotación real de cargos, no hay control popular efectivo, la representación se convierte en permanencia.

El aplauso como dato sociológico

Uno de los momentos más reveladores no es el discurso, sino el aplauso. El aplauso institucional no es cortesía ni espontaneidad. Es un indicador sociológico de consenso estructural. Señala que ese discurso: no es marginal, no es disonante, ha sido normalizado dentro del aparato.

El aplauso indica que la ideología de la burguesía funcional ya no es excepción, sino sentido común institucional.

Plusdirección no es destino fatal: los contrapesos posibles

Ahora bien, este análisis no es determinista. No toda plusdirección degenera inevitablemente en burguesía funcional. Es una tendencia estructural, no una ley mecánica.

Esa tendencia puede ser contenida si existen: rotación efectiva de cargos, revocabilidad real, control popular vinculante, transparencia radical, separación clara entre representación y gestión.

El problema no es la existencia del Estado.

El problema es la ausencia de mecanismos que impidan que el Estado se convierta en posición de clase.

De la ideología a la política concreta

Cuando este discurso se consolida, deja de ser retórico. Se traduce en políticas concretas: marcos legales que priorizan la acumulación privada, silenciamiento de alternativas cooperativas, marginalización del control obrero, desplazamiento de la propiedad social como eje.

Así es como la restauración capitalista no llega como ruptura, sino como continuidad “pragmática”.

Conclusión: nombrar la contradicción es un acto revolucionario

Este análisis no debilita la Revolución. Lo que la debilita es no nombrar las contradicciones internas que históricamente han llevado a su derrota en otros procesos socialistas.

La Revolución no cae solo por agresión externa. Cae cuando la plusdirección se convierte en clase, y cuando la crítica interna es sustituida por aplauso disciplinado.

Nombrar esta contradicción no es traición.

Callarla sí lo sería.

Glosario de términos clave:

Plusdirección:

Posición estructural de poder que emerge del ejercicio prolongado y concentrado de funciones de dirección —estatales o equivalentes— y que genera una capacidad autónoma de decisión, organización y producción de sentido, relativamente independiente de la propiedad formal.

Burguesía funcional:

Capa social que, sin ser propietaria directa, actúa objetivamente en favor de relaciones de acumulación privada desde posiciones estatales.

Ideología pequeño-burguesa:

Conjunto de valores centrados en la propiedad individual, la autonomía productiva y la acumulación como aspiración.

Consenso institucional:

Aceptación estructural de un marco ideológico dentro del aparato del Estado, manifestada en prácticas simbólicas como el aplauso.

Fuentes consultadas:

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https://tocororocubano.com/de-la-burguesia-funcional-a-la-plusdireccion-precision-conceptual-y-critica-al-falso-socialismo-del-siglo-xxi/

Hernandez, H. (2025, December 5). Causas estructurales del surgimiento de la burguesía funcional en Cuba. Tocororo Cubano.
https://tocororocubano.com/causas-estructurales-del-surgimiento-de-la-burguesia-funcional-en-cuba/

Mesa-Lago, C. (2019). Cuba’s economic change in comparative perspective. University of Pittsburgh Press.

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http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f171105e.html

Cuba Actualidad. (2024, 8 de febrero). Confesado en cámara: “No escuchan las propuestas de los diputados” [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=Z6wh9CfPfFM

Interián Rodríguez, E. (2025, diciembre). Intervención en la ANPP sobre producción y MIPYMES [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/shorts/p6GmMjkbdK0

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Por Henrik Hernandez - Tocororo Cubano

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