Sociedad

Paroleros sin Patria: la nueva infantería ideológica de la contrarrevolución

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Por Henrik Hernandez

Mientras algunos los llaman “pobresitos paroleros” y hasta les desean compasión divina, lo cierto es que muchos de ellos han cruzado un umbral que los separa para siempre de su país, no solo en lo geográfico, sino en lo moral. ¿Se apiadará Dios de sus almas no confesadas? Tal vez. Pero si el Todopoderoso no se apura, puede que llegue tarde… porque algunos ya la vendieron en el mismo momento en que la embajada yanki aprobó su ingreso al imperio.

Mutantes

Desde el 11 de julio de 2021, esos mismos paroleros han sido punta de lanza de la guerra mediática contra Cuba. Muchos se presentan como migrantes económicos en busca de "mejoras", pero en realidad han mutado en una fuerza ideológica voluntaria, activa y funcional a los intereses de la contrarrevolución. Lo hacen sin cobrar salario, sin pertenecer a ninguna agencia, pero cumpliendo un rol preciso: desprestigiar a la Revolución, propagar odio y debilitar la imagen de Cuba en el escenario internacional.

De "Patria y Vida" a "Visa y Jamón"

Al canto publicitario de “Patria y Vida”, dejaron la Patria y corrieron a otra vida, extranjera, ajena, construida con hamburguesas, Walmart y tarjetas de crédito. No emigraron con la intención de preservar su nación desde fuera, como hacen los patriotas dignos. Se fueron para maldecirla con frustraciones y rencores, para mofarse de su gente, para manipular los dolores cotidianos de quienes aquí resisten.

Y lo más triste: no son dueños de nada allá. Son huéspedes. Sin ciudadanía. Sin historia. Sin poder político. Pero creyendo, ingenuamente, que algún día serán reconocidos como algo más que mano de obra barata y carne de propaganda.

El parole como arma silenciosa de guerra

Muchos creen que el parole humanitario fue un gesto altruista. Nada más lejos de la verdad. Fue, desde el inicio, una herramienta estratégica del gobierno de EE.UU. para redirigir la migración y usarla como combustible ideológico. Washington no eligió al azar. Eligió a quienes más odio transmitían, a quienes más viralizaban mensajes anticubanos, a los que se prestaban a teatralizar la desesperación. Los premió con una visa y les asignó un papel: ser emisores del relato del fracaso cubano.

Esto no es nuevo. Es parte de una doctrina sistemática: la revolución de colores. Hoy sabemos que Donald Trump y su ala más radical han considerado utilizar a estos repatriados como masa crítica para una futura desestabilización interna, al estilo de lo que se hizo en Serbia, Ucrania o Venezuela. Es la guerra de cuarta generación: sin tanques, sin bombardeos… con tiktokers, influencers y "ciudadanos preocupados" que replican los discursos de odio mientras graban desde un McDonald’s.

¿Una Quinta Columna silenciosa?

No puede descartarse que ciertos paroleros hayan sido preparados por servicios de inteligencia estadounidenses, directa o indirectamente a través de organizaciones contrarrevolucionarias con base en EE. UU., para cumplir un rol específico si fueran repatriados a Cuba: servir como núcleo de una Quinta Columna que prepare las condiciones para una Revolución de Colores desde dentro.

Esta hipótesis no es nueva ni descabellada. Forma parte de una doctrina geopolítica bien conocida: infiltrar actores sociales que simulen espontaneidad, pero que responden a un guion exterior. La novedad en el caso cubano es que esos actores ya no necesitan ser formados en laboratorios ideológicos complejos. Ahora bastan las redes sociales, una visa temporal y un discurso de odio disfrazado de decepción personal.

La repatriación de ciertos paroleros podría estar lejos de ser un fracaso migratorio, y más bien representar una fase avanzada de infiltración política. Personas que conocen el sistema, hablan su mismo lenguaje, viven en barrios comunes, pero actúan como emisores de una narrativa desmovilizadora, nihilista y profundamente anticubana. Tienen además algo que los hace especialmente peligrosos: una red de contactos en el exterior y un entrenamiento informal pero efectivo en comunicación digital y manipulación simbólica.

Así como EE. UU. ha utilizado este modelo en países como Ucrania, Venezuela y Serbia, la idea de activar un proceso desestabilizador en Cuba usando repatriados funcionales no puede ser subestimada. Es la guerra de cuarta generación: sin uniformes, sin disparos, pero con efectos destructivos que erosionan la base moral de una nación.

Cuba debe observar este fenómeno con lucidez, fortaleciendo su trabajo ideológico, la vigilancia revolucionaria inteligente, y la unidad moral del pueblo. No para perseguir por prejuicio, sino para identificar con claridad qué actores regresan a la patria para reconstruirla... y cuáles llegan con la misión silenciosa de desarmarla desde adentro.

La vieja gusanería ha sido suplantada

Durante décadas, se creyó que la gusanería anticubana tenía su base en los exiliados de los años 60, organizados, financiados, con contactos en Miami y en Washington. Hoy la realidad es otra. Esa rancia gusanería ha sido suplantada por la fuerza renovada de los paroleros, más baratos, más numerosos, y sobre todo, más desesperados por anotarse puntos para legalizar su residencia.

¿Qué mejor soldado que aquel que pelea gratis por un premio? En este caso, el premio es la residencia americana. No importa si para obtenerla deben lanzar pestes sobre su tierra natal, insultar a sus médicos, acusar a sus maestros, desfigurar a sus artistas. Lo hacen con entusiasmo. Lo hacen con goce. Lo hacen porque creen que así serán aceptados.

Roma les da visa… pero los desprecia

La historia es cíclica. Roma pagaba a sus bárbaros con oro, pero nunca los sentaba en el Senado. Hoy, EE.UU. paga con visas, pero los desprecia como comunidad, los margina como clase trabajadora, los convierte en piezas desechables de su maquinaria ideológica.

Muchos de esos migrantes apoyaron activamente a Donald Trump, aunque no pudieran votar. Asistieron a sus shows, participaron en caravanas, insultaron al equipo Cuba en el Clásico Mundial de Béisbol como si fueran parte de un reality show grotesco. Fueron con Otaola, con sus fieras mediáticas, a gritar “abajo” sin saber siquiera qué quieren construir arriba.

Son una generación de combatientes ilegales virtuales, pero contra su propia historia, contra su gente, contra la memoria viva de quienes resistieron el Periodo Especial y jamás vendieron sus principios.

¿Y si tengo un familiar entre ellos?

La pregunta duele. Porque puede que sí. Pero incluso si fuera así, tengo clara mi posición. No es personal. Es histórico. Es ideológico. Hay un solo lado del deber moral, y es con Cuba, no con el capitalismo maquillado de oportunidad. No justifico ni perdono la traición, ni los discursos de odio contra el país que les dio nombre, tierra, cultura y dignidad.

Ellos eligieron. Y esa elección los define. Quizás no tengan aún ciudadanía estadounidense, pero ya renunciaron a la suya, la cubana, cuando en lugar de construir con nosotros, optaron por escupir sobre lo que somos.

Cierre

Hoy, más que nunca, no podemos subestimar esta nueva avanzada. Los paroleros no son solo migrantes: son herramientas en una guerra silenciosa, con rostro criollo y guion imperial. No son culpables individuales, sino funcionales colectivos. No hay en ellos nobleza, sino cálculo. Y no debemos olvidar que, cuando Cuba más necesita unidad, ellos eligieron el bando del desprecio.

Hoy sabemos que Donald Trump y su ala más radical han considerado utilizar a estos repatriados como masa crítica para una futura desestabilización interna, al estilo de lo que se hizo en Serbia, Ucrania o Venezuela.

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Estos artículos abordan temas relacionados con la guerra contra Cuba,  proporcionando análisis críticos y meditaciones profundas para enriquecer la comprensión de los lectores. 

Fuentes consultadas:

Capote, R. A. (2022). La guerra no convencional y las revoluciones de colores. La Habana: Editorial Capitán San Luis.

Wong Maestre, E. (2016). Revoluciones de colores y primavera árabe: ingeniería del caos. La Habana: Editorial Pablo de la Torriente.

Bluementhal, M. (julio 28, 2021). Granma. La contrarrevolución cultural cubana: Los raperos y artistas respaldados por el gobierno de EE. UU. ganan fama como «catalizadores de los disturbios actuales».  Recuoperado el 23 de marzo de 2025, de https://www.granma.cu/cuba/2021-07-28/la-contrarrevolucion-cultural-cubana-los-raperos-y-artistas-respaldados-por-el-gobierno-de-eeuu-ganan-fama-como-catalizadores-de-los-disturbios-actuales-28-07-2021-19-07-57

 

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Copyright © Henrik Hernandez 2025

La redacción e investigación de este artículo han contado con la asistencia de inteligencia artificial, utilizada desde julio de 2024.

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