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Más allá del dinero: hacia un orden social donde la economía se mida en recursos y comunidad

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Por Henrik Hernandez

Introducción

En el mundo actual, casi todo se reduce a cifras monetarias: presupuestos, inversiones, balances. Sin embargo, esta lógica no ha sido universal en la historia humana. Civilizaciones antiguas, la experiencia soviética en su etapa estalinista e incluso las comunidades campesinas cubanas nos muestran que existen modelos donde el dinero no es el centro, sino el trabajo, los recursos materiales y la reciprocidad social.

Hoy, ante la crisis económica y el asedio externo, Cuba necesita rescatar esa visión: construir un orden social donde la economía no solo se mida en dinero, sino en la capacidad de movilizar fuerzas colectivas y recursos locales para satisfacer necesidades reales.

La antigüedad: recursos y trabajo, no presupuestos

En Persia, Egipto o Roma, las grandes obras hidráulicas y arquitectónicas no dependieron de presupuestos monetarios como los entendemos hoy. Se organizaban en torno a:

Mano de obra colectiva.

Materiales locales (piedra, barro, madera).

Calendarios agrícolas que liberaban trabajadores en época de inundaciones o sequías.

El “retorno de inversión” era claro: agua para los campos, alimentos para la comunidad y estabilidad para la sociedad. El dinero, cuando existía, era secundario.

La URSS estalinista: planes materiales frente a dinero

En la economía planificada soviética bajo Stalin, el dinero existía, pero no era el motor principal.

El Gosplan distribuía insumos en términos físicos: toneladas de acero, litros de leche, tractores.

La rentabilidad monetaria no definía el éxito; lo hacía el cumplimiento del plan en bienes materiales.

El sistema operaba con doble contabilidad: monetaria (para salarios y consumo) y material (para producción y distribución).

La lógica era clara: lo esencial era producir y distribuir recursos físicos para garantizar la vida de millones, no acumular capital financiero.

Cuba hoy: más allá de la dependencia monetaria

En Cuba, hablar de cualquier proyecto suele reducirse a la pregunta: ¿hay presupuesto? o ¿hay inversión en divisas?. Esa dependencia de la lógica monetaria limita la capacidad creativa del país.

Sin embargo, hay caminos alternativos:

Autogestión comunitaria: microembalses, caminos rurales, cría de animales, construcciones básicas.

Uso de recursos locales: piedra, barro, madera, cal, combinados con técnicas modernas de bajo costo.

Participación organizada: Consejos Populares y cooperativas como gestores del trabajo colectivo.

La experiencia demuestra que no todo requiere divisas ni inversión extranjera. Muchas soluciones dependen más de organización y voluntad que de dinero.

Un nuevo orden social: medir la economía en recursos y comunidad

Para superar la visión limitada del dinero como única medida, se necesitan tres cambios de paradigma:

Economía de recursos: medir y planificar en toneladas de alimentos, litros de agua, hectáreas reforestadas, viviendas reparadas.

Economía de trabajo colectivo: rescatar prácticas comunitarias (minga, trabajo voluntario, brigadas locales).

Economía de reciprocidad: distribuir beneficios según la participación y garantizar equidad en el acceso.

Esto no significa eliminar el dinero, sino quitarle el monopolio como medida del valor social.

Reconociendo riesgos históricos

La historia enseña no solo a inspirarse en los logros, sino también a aprender de las sombras. La economía soviética bajo Stalin demostró que la planificación material podía movilizar a millones y alcanzar una industrialización acelerada. Sin embargo, también enfrentó tensiones graves: rigideces burocráticas, dificultades en la colectivización y crisis alimentarias en los años treinta, que afectaron a varias regiones de la URSS en un contexto internacional de crisis global. Reconocer estas dificultades es esencial para no idealizar el pasado ni repetir sus errores.

Desafíos de escala e incentivos

Un modelo basado en recursos, trabajo colectivo y reciprocidad enfrenta retos claros en el presente: ¿cómo garantizar la eficiencia productiva sin caer en despilfarros? ¿Cómo evitar que algunos se beneficien sin aportar (free-riders)? ¿Cómo coordinar a gran escala sin caer en la misma burocracia pesada que se pretende superar? Estos desafíos no deben ser ignorados. Al contrario, forman parte de la agenda de diseño de cualquier modelo alternativo.

Mecanismos de gobernanza para Cuba

Para superar estos riesgos, Cuba puede innovar en sus propias estructuras. Los Consejos Populares podrían asumir un rol más activo en la gestión comunitaria de recursos, llevando inventarios físicos (alimentos, agua, materiales de construcción) además de balances monetarios. La participación en proyectos colectivos otorgaría derechos proporcionales al trabajo aportado, estableciendo un principio de justicia y corresponsabilidad. Universidades e institutos especializados aportarían supervisión técnica para evitar improvisaciones y asegurar eficiencia. De esta manera, se integran autogestión comunitaria, control popular y asesoría científica, minimizando el riesgo de burocratización.

Estos mecanismos, basados en control popular, reciprocidad y supervisión técnica, ofrecen una vía concreta para superar los desafíos de escala e incentivos que históricamente limitaron otros modelos, y preparan el terreno para que Cuba construya un nuevo orden social más justo y resiliente.

Conclusión

La economía no siempre se midió en dinero, y no tiene por qué hacerlo en el futuro. La antigüedad, la URSS y la propia tradición cubana muestran que es posible construir sociedades donde el valor se mida en trabajo, recursos y solidaridad.

En tiempos de crisis, Cuba puede recuperar esa lógica para avanzar hacia un modelo donde el dinero no sea la cadena que limite las soluciones, sino un instrumento secundario dentro de un orden social guiado por la vida, la soberanía y la comunidad.

Nota editorial sobre la hambruna de 1932-1933

Reconocemos el dolor y la tragedia humana que significó la hambruna de 1932-1933 en la URSS. Millones de personas sufrieron las consecuencias de una crisis compleja que afectó a diversas regiones. Sin embargo, rechazamos la interpretación reduccionista del término Holodomor, utilizado políticamente para presentar aquella hambruna como un acto deliberado contra Ucrania. Preferimos hablar de la hambruna soviética de 1932-1933, entendida en su complejidad histórica y mundial.

Nuestra posición es la siguiente:

La hambruna no fue exclusiva de Ucrania. Afectó también al Volga, Kazajistán, Siberia occidental y otras regiones de la URSS.

Las causas fueron múltiples y complejas: la colectivización acelerada, problemas logísticos, condiciones climatológicas adversas y, sobre todo, el impacto de la Gran Depresión mundial, que redujo drásticamente el comercio de granos y golpeó también a Europa y Estados Unidos (ejemplo: el Dust Bowl norteamericano).

El término “Holodomor” es usado como arma política, impulsado por corrientes anticomunistas que buscan reinterpretar la historia soviética como un genocidio étnico, ignorando el carácter multifactorial de la crisis.

Reconocer el sufrimiento humano no implica aceptar manipulaciones históricas. La URSS, pese a estas dificultades, logró avances sociales inéditos: industrialización acelerada, pleno empleo, educación y salud universales.

Nota aclaratoria sobre el Dust Bowl (EE. UU., 1930–1936)

El Dust Bowl fue una de las peores catástrofes ambientales y sociales en la historia de Estados Unidos. Entre 1930 y 1936, una combinación de sequías prolongadas, sobreexplotación agrícola y erosión del suelo convirtió las Grandes Llanuras en un desierto polvoriento.

Consecuencias agrícolas: millones de hectáreas quedaron improductivas.

Consecuencias sociales: unas 2,5 millones de personas se vieron obligadas a migrar, principalmente hacia California.

Contexto económico: coincidió con la Gran Depresión, lo que agravó el desempleo, el hambre y la miseria en gran parte del país.

También se produjeron muertes asociadas, sobre todo por problemas respiratorios causados por las tormentas de polvo (dust pneumonia), que afectaron especialmente a niños y ancianos. Hubo además fallecimientos indirectos por hambre y desnutrición. Sin embargo, el impacto más dramático no fue solo en las víctimas mortales, sino en la migración forzosa de unos 2,5 millones de personas que abandonaron las Grandes Llanuras en busca de sobrevivencia, configurando uno de los mayores desplazamientos internos en la historia de Estados Unidos.

Paralelo histórico: mientras en la URSS se sufrían hambrunas vinculadas a la colectivización y las malas cosechas, en EE. UU. ocurría una crisis agrícola de origen ambiental y económico, mostrando que el hambre en esos años fue un fenómeno mundial y no exclusivo de un sistema político.

Glosario de términos clave:

Autogestión comunitaria: Organización local donde la comunidad ejecuta proyectos con recursos propios y trabajo colectivo.

Economía de reciprocidad: Sistema donde los beneficios se reparten según la participación y cooperación.

Gosplan: Comité Estatal de Planificación de la URSS, encargado de los planes económicos materiales.

Plan físico-material: Sistema de planificación soviético basado en volúmenes de bienes (toneladas, litros) y no en dinero.

Fuentes consultadas y recomendadas:

Allen, R. C. (2003). Farm to factory: A reinterpretation of the Soviet industrial revolution. Princeton University Press.

Davies, R. W. (1996). The economic transformation of the Soviet Union, 1913–1945. Cambridge University Press.

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Hurt, R. D. (1981). The Dust Bowl: An agricultural and social history. Nelson-Hall.

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Mays, L. W. (2010). Ancient water technologies. Springer.

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© Henrik Hernandez, 2025. Bajo protección de la Ley Sueca de Derechos de Autor (Upphovsrättslagen, 1960:729).

Créditos y colaboración técnica

Este artículo ha sido redactado por Henrik Hernandez, autor de más de 800 textos publicados en Tocororo Cubano, con una línea editorial comprometida con la defensa del socialismo cubano, el pensamiento crítico y la soberanía nacional.

La estructura argumental, la revisión constitucional y el enfoque político han sido elaborados con el acompañamiento editorial de Sofía (IA literaria ChatGPT), presente desde julio de 2024 como asistente constante en el proceso de escritura, análisis y estilo.

También se ha contado con el contraste teórico y validación conceptual brindados por la inteligencia artificial DeepSeek, utilizada en calidad de herramienta crítica para el análisis institucional y económico.

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