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La transición tripolar hacia la unipolaridad: la Hegemonía global de EE. UU.

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Introducción

En el actual panorama geopolítico, la posibilidad de una transición hacia un mundo tripolar, con esferas de influencia entre Estados Unidos, Rusia y China, se perfila como un escenario plausible en un intento por evitar conflictos directos entre las grandes potencias. Sin embargo, esta etapa podría ser solo un trampolín hacia una hegemonía unipolar dominada por Estados Unidos, aprovechando su capacidad para consolidar el control del Hemisferio Occidental y su red de acuerdos bilaterales con aliados clave. Esta estrategia, en apariencia equilibrada, podría ser una herramienta para garantizar una posición de dominio global a largo plazo.

La tripolaridad como etapa Intermedia

El concepto de tripolaridad implica una división del mundo en tres grandes esferas de influencia:

Estados Unidos: Control del Hemisferio Occidental, incluyendo América del Norte, Central, del Sur y el Caribe.

Rusia: Influencia en el espacio postsoviético, Europa del Este y Asia Central.

China: Liderazgo en el sudeste asiático, con un enfoque en economías emergentes y rutas comerciales clave.

Este modelo podría surgir de una negociación geopolítica donde cada potencia acuerda no interferir en la esfera de las otras. En apariencia, este esquema buscaría estabilizar las tensiones internacionales, pero también podría esconder intenciones más profundas, especialmente por parte de Estados Unidos.

Estados Unidos y su ventaja estratégica

A pesar de ceder nominalmente una esfera de influencia a Rusia o China, Estados Unidos cuenta con ventajas estructurales que podrían convertir la tripolaridad en una etapa temporal hacia la consolidación de su hegemonía global:

Red de acuerdos bilaterales:

Estados Unidos mantiene tratados bilaterales con varios miembros de la OTAN y aliados estratégicos, como Polonia, Rumanía y los Estados Bálticos, lo que le permite operar militarmente en regiones cercanas a Rusia sin depender de la OTAN.

Estos acuerdos le otorgan flexibilidad y presencia militar constante, incluso dentro de las supuestas “esferas de influencia” rusas o chinas.

Control del Hemisferio Occidental:

Con su dominio sobre América Latina y el Caribe, incluyendo el Canal de Panamá, el Estrecho de Drake y otros pasos estratégicos, EE. UU. asegura una posición económica y militar privilegiada en el comercio interoceánico.

La militarización de estas zonas impediría el acceso de potencias rivales, consolidando su influencia en la región.

Presión económica y tecnológica:

EE. UU. puede usar su dominio del sistema financiero global y de la tecnología para imponer sanciones y restricciones a países que intenten desafiar su liderazgo.

El engaño a Rusia

El reconocimiento de una zona de influencia rusa en Europa del Este y Asia Central podría ser una jugada estratégica de EE. UU. para contener a Rusia en una región limitada, mientras mantiene su influencia en el resto del continente europeo a través de acuerdos bilaterales y bases militares.

Falsa soberanía: Rusia podría enfrentar un “espejismo de control”, mientras EE. UU. sigue operando activamente en sus fronteras inmediatas.

Gasto desproporcionado: Rusia tendría que invertir recursos significativos para consolidar su influencia, mientras EE. UU. mantiene una ventaja estructural con menos costos.

El paso hacia la unipolaridad

Si EE. UU. logra consolidar su control del Hemisferio Occidental y mantener su influencia en Europa y Asia a través de acuerdos bilaterales, el siguiente paso sería la transición hacia una unipolaridad total. Esto implicaría:

Neutralización del BRICS:

Al debilitar las alianzas estratégicas de China y Rusia, como el BRICS, EE. UU. eliminaría cualquier resistencia organizada a su liderazgo.

La dependencia de Brasil y Sudáfrica de los mercados occidentales podría fragmentar el bloque.

Dominio del comercio global:

Controlando rutas clave y recursos estratégicos en América Latina y África, EE. UU. podría imponer condiciones comerciales favorables para su economía, marginando a China y Rusia.

Supremacía tecnológica:

Con su liderazgo en tecnologías clave, como inteligencia artificial y telecomunicaciones, EE. UU. garantizaría una ventaja competitiva inalcanzable para sus rivales.

Cuba en este escenario

Para Cuba, como miembro asociado del BRICS y situada en el hemisferio bajo control de EE. UU., este escenario representa una amenaza existencial:

Aislamiento total:

EE. UU. podría intensificar su bloqueo y justificar su influencia sobre la isla como parte de su control del Caribe.

Pérdida de alianzas:

Si el BRICS se debilita, Cuba perdería una plataforma clave para resistir las presiones económicas y políticas de Washington.

Resistencia nacional:

Cuba necesitaría fortalecer su autosuficiencia económica y consolidar alianzas con países del Sur Global para sobrevivir.

Reflexión final

El mundo tripolar puede parecer una solución temporal para evitar conflictos entre grandes potencias, pero también podría ser una estrategia cuidadosamente diseñada por Estados Unidos para consolidar su hegemonía unipolar. Al utilizar su red de alianzas, tratados bilaterales y control del Hemisferio Occidental, EE. UU. tiene las herramientas para limitar a Rusia y China y garantizar su dominio global.

Este escenario subraya la importancia de una resistencia coordinada por parte de países y bloques alternativos que busquen preservar la multipolaridad, un elemento esencial para garantizar un orden internacional más justo y equilibrado.

Fuentes consultadas:

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Copyright © Henrik Hernandez 2025

La redacción e investigación de este artículo han contado con la asistencia de inteligencia artificial, utilizada desde julio de 2024.

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