La Doctrina del Aire
por Henrik Hernandezpublicado en
Bienvenido al Tocororocubano.com!
Estamos orgullosos de conectarnos con Usted,
independientemente del lugar que se encuentre.
¡Le deseamos que disfrute de nuestros artículos y pase un
maravilloso momento junto a nosotros!
Por Henrik Hernandez
Este relato es la continuación del texto publicado en Tocororo Cubano bajo el título: "Los hijos invisibles". En esa quinta parte, Henrik se encuentra en una realidad alterna situada en un pasado remoto o futuro incomprensible, donde se integra a la civilización desconocida. Lo que sigue es el registro que, según se ha interpretado,
La Doctrina del Aire
El amanecer se derramaba sobre el valle como un río de oro. El aire estaba quieto, pero cargado de una expectación vibrante. Henrik fue conducido hasta un claro rodeado de altos pinos, donde los Hijos de Xarel lo aguardaban en círculo.
No había armas en sus manos, solo la presencia solemne de quienes custodian un secreto más antiguo que cualquier imperio. En el centro, un espacio vacío, marcado por piedras con runas que respiraban una luz azulada. Allí debía situarse Henrik.
Entró en el círculo con pasos inseguros. El silencio era tan denso que escuchaba cada latido de su corazón, cada crujido de la hierba bajo sus pies. Cuando se detuvo, Yrsa, la anciana de ojos de tormenta, avanzó lentamente y alzó una mano.
El viento sopló leve, apenas un murmullo, pero bastó para que Henrik sintiera que todo el bosque lo escuchaba.
—El aire canta en ti —dijo Yrsa, y su voz era firme como la roca y suave como el rocío—. Pero aún eres sordo a muchos de sus matices. Hoy aprenderás lo que sostiene nuestra vida y nuestra guerra: tres principios.
La anciana extendió sus brazos, y con cada palabra, el círculo de guerreros inclinó la cabeza como si se tratara de una plegaria.
—Silencio. Flujo. Resonancia.
Las tres palabras retumbaron en Henrik como campanas invisibles. Yrsa lo miró fijamente y añadió:
—Sin ellos, el aire es solo vacío. Con ellos, el aire es arma, canto y refugio.
Henrik tragó saliva. Sentía la runa de su pecho palpitar, respondiendo a esas palabras como si fueran antiguas y familiares.
Primera enseñanza: el silencio
Lo llevaron al borde del bosque. Yrsa le indicó que debía permanecer inmóvil, de pie, con los ojos cerrados, mientras todo a su alrededor se confundía entre viento y vida.
Al principio solo escuchaba ruido: el roce de las hojas, el crujido de las ramas, el canto lejano de un ave. Pero a medida que pasaba el tiempo, empezó a distinguir capas invisibles: el silbido de una corriente alta, el roce sutil de un insecto en su oído, la respiración propia golpeando contra su pecho.
Entonces un sonido se coló entre el murmullo: pasos, leves, intentando ser invisibles. Henrik abrió los ojos justo a tiempo para ver a un guerrero salir de entre la espesura, sorprendido de haber sido detectado.
Yrsa sonrió apenas.
—El silencio no es la ausencia de sonido, sino la atención que distingue lo verdadero de lo ilusorio.
Henrik comprendió: no se trataba de callar, sino de escuchar con todo el ser.
Segunda enseñanza: el flujo
Lo condujeron a un río que atravesaba el valle. El agua corría clara, susurrando al sol. Yrsa le indicó que debía cruzarlo sin luchar contra la corriente.
Henrik dio un paso en el agua helada y casi perdió el equilibrio. El río empujaba con fuerza. Su instinto fue resistir, pero cada vez que lo hacía, la corriente lo arrastraba más.
—No pelees contra él —le dijo Yrsa desde la orilla—. Sé como el agua. Fluye.
Henrik cerró los ojos, dejó que sus músculos se relajaran, y en lugar de oponerse, comenzó a moverse con la corriente. Descubrió que, si inclinaba el cuerpo en el ángulo correcto, el agua lo sostenía y lo guiaba suavemente hacia la otra orilla.
Al llegar, jadeante pero intacto, Yrsa lo miró con aprobación.
—El guerrero de Xarel nunca camina en línea recta contra el enemigo. Se desliza, se adapta, se vuelve invisible en el movimiento.
Henrik comprendió: la victoria no estaba en resistir, sino en fundirse con el flujo.
Tercera enseñanza: la resonancia
Al atardecer lo llevaron a un círculo de piedras antiguas. En el centro, reposaban varias armas neumáticas. Cada una tenía runas que palpitaban como si tuvieran vida.
Yrsa levantó una y se la entregó.
—Cada arma es un canto del aire. Pero solo resuena con quien sabe escuchar su eco.
Henrik la sostuvo. Sintió un cosquilleo recorrer sus dedos hasta el pecho, donde su runa brilló en respuesta. Yrsa señaló una roca al otro lado del claro.
—Dispara.
Henrik apretó el gatillo. El proyectil invisible se perdió, errando el blanco. Murmullos recorrieron el círculo. Henrik sintió vergüenza, pero Yrsa no lo reprendió.
—Tu mente piensa, pero tu corazón tiembla. Respira. Deja que el aire dispare contigo.
Henrik cerró los ojos. Sintió el viento entrar por su nariz, recorrer sus pulmones, y salir en un canto invisible. Apretó el gatillo de nuevo. Esta vez, el proyectil golpeó la roca, partiéndola en dos.
El círculo de guerreros golpeó sus pechos en señal de respeto. Yrsa asintió.
—Cuando tu canto es puro, el aire lo amplifica. Cuando es falso, el viento se vuelve en tu contra.
Henrik comprendió: no disparaba un arma, disparaba consigo mismo en resonancia con el mundo.
Cierre: la misión
La noche cayó sobre el valle. Las hogueras iluminaban los rostros de los Hijos de Xarel, que repetían en coro su juramento:
“Donde ellos traen fuego, nosotros traemos viento.”
Yrsa se acercó a Henrik. Su voz era suave, pero cargada de una autoridad inquebrantable.
—El aire ya te ha hecho uno de nosotros. Pero la enseñanza no es el fin, sino el comienzo. Mañana partirás en tu primera misión.
Henrik miró al cielo estrellado. La runa en su pecho ardía como una constelación viva. Supo que lo aprendido no era un ritual, sino la preparación para una guerra que lo trascendía.
El viento sopló en silencio, como si lo aprobara.
Gracias por leerme.
Si lo que aquí comparto resonó contigo, ayúdanos a crecer comentando, compartiendo y dejando tu huella en esta comunidad de pensamiento y corazón cubano.
© Henrik Hernandez, 2025. Bajo protección de la Ley Sueca de Derechos de Autor (Upphovsrättslagen, 1960:729).
Declaración legal
Este trabajo ha empleado sistemas de inteligencia artificial como herramientas de apoyo, sin que estas ostenten derecho alguno sobre el contenido final.
Queda prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita del autor.
#Cuba, #TocororCubano #DoctrinaDelAire
Comentarios