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Hacia una ciencia social revolucionaria: aprendiendo de Engels y Lenin para transformar el futuro

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¿Es posible una revolución socialista en la actualidad? ¿Es posible construir el socialismo en un mundo de "Capitalismo Algorítmico y de Acumulación Total"? En este artículo, tomando como punto de partida las obras de Engels y Lenin, abordaremos la necesidad de actualizar el socialismo y desarrollar un modelo viable para el futuro.

Introducción

La lucha por un mundo sin explotación ha pasado por diferentes etapas, cada una marcada por transformaciones en las relaciones de producción y en las estructuras de poder. Friedrich Engels, en "Del socialismo utópico al socialismo científico", estableció un marco teórico clave para entender cómo la historia avanza a través de la lucha de clases y cómo el socialismo debe construirse sobre bases científicas, en lugar de idealismos utópicos. Posteriormente, Lenin profundizó en estos principios en "El Estado y la Revolución", donde estableció que “la cuestión fundamental de toda revolución es la cuestión de la propiedad”.

Sin embargo, en el siglo XXI nos enfrentamos a desafíos inéditos: la digitalización de la producción, el control de los datos, la hegemonía cultural capitalista en un mundo hiperconectado y la fragmentación de la conciencia de clase. Hoy, al analizar las condiciones actuales, no basta con repetir los postulados clásicos; debemos construir una ciencia social revolucionaria que interprete la nueva realidad y trace estrategias concretas para transformar el sistema.

La cuestión fundamental: propiedad y revolución

Lenin afirmó en "El Estado y la Revolución" que “la cuestión fundamental de toda revolución es la cuestión de la propiedad”. Esto significa que el verdadero eje del conflicto entre capitalismo y socialismo no es si debe haber planificación o mercado, sino quién controla los medios de producción y en beneficio de quién se organiza la economía.

En el capitalismo actual, la propiedad de los medios de producción está en manos de una minoría que se apropia de la riqueza generada por la clase trabajadora y extrae plusvalía adicional de los consumidores a través de la mercantilización de todos los aspectos de la vida, la monetización de sus datos y la manipulación de sus hábitos de consumo mediante estrategias de control digital y psicológico.

Esto refleja cómo el capitalismo ha evolucionado más allá de la explotación directa del trabajo asalariado, incorporando nuevas formas de apropiación de valor a través del consumo, los datos y la digitalización de la economía.

El socialismo, en su esencia, debe asegurar que la propiedad sea colectiva, ya sea en forma estatal, cooperativa o comunitaria, garantizando que la producción esté al servicio de la sociedad y no de intereses privados.

Sin embargo, la discusión actual sobre la crisis económica en los países socialistas ha perdido este eje central y se ha desplazado hacia una falsa dicotomía entre economía de mercado y economía planificada. Esta desviación desarma ideológicamente al socialismo, llevando a aceptar la restauración capitalista bajo el disfraz de reformas necesarias.

Más allá de Engels: la evolución del capitalismo y la lucha de clases

Engels describió tres fases en la producción: artesanía, manufactura e industria moderna, cada una ligada a cambios en la organización del trabajo y en la estructura de clases. Hoy, el sistema ha avanzado a nuevas formas:

Capitalismo digital: Las grandes fábricas han sido reemplazadas por redes globales de producción, donde los datos y la automatización han transformado el trabajo.

Economía de plataformas: Empresas como Uber y Amazon han precarizado el empleo, eliminando derechos laborales y disolviendo la identidad de clase.

Capitalismo algorítmico: La explotación ya no ocurre solo en fábricas, sino en la extracción de datos y el control de la información por grandes corporaciones.

¿Qué significa esto para la lucha socialista? Que las viejas formas de organización deben actualizarse. El proletariado sigue existiendo, pero en nuevas formas, y la lucha debe adaptarse a la era digital.

La explotación capitalista en la era digital y la creación de plusvalía

En el capitalismo clásico descrito por Marx, la plusvalía se extraía directamente del trabajo asalariado: el trabajador generaba más valor del que se le retribuía en salario, permitiendo al capitalista apropiarse de esa diferencia. Sin embargo, en la actualidad, la lógica de la explotación se ha ampliado y diversificado con el desarrollo del capitalismo digital.

Hoy, la plusvalía no solo se genera en la explotación directa del trabajador, sino también en la explotación del consumidor y la apropiación de datos. Esto ocurre de varias maneras:

Explotación laboral intensificada por algoritmos: Los trabajadores de plataformas como Uber, Rappi o Amazon no solo trabajan bajo condiciones precarias, sino que sus esfuerzos están optimizados por inteligencia artificial para maximizar el beneficio empresarial, reduciendo sus márgenes de ganancia y aumentando la tasa de explotación.

Expropiación de datos como nueva forma de plusvalía: Empresas como Google y Facebook extraen información de los usuarios sin pagar por ella, monetizándola mediante publicidad dirigida y control del mercado digital. Aquí, los consumidores no solo son clientes, sino también productores de valor sin recibir compensación alguna.

Mercantilización total de la vida cotidiana: Desde servicios de streaming hasta aplicaciones de salud, todo se convierte en una mercancía. La gente paga por sus propias herramientas de explotación, como las redes sociales que registran su comportamiento y lo venden a anunciantes.

Privatización del conocimiento y la tecnología: Mientras la ciencia y la innovación son producto de investigaciones colectivas (muchas veces financiadas con dinero público), sus beneficios son privatizados mediante patentes y monopolios digitales.

En este modelo, el capitalismo ha encontrado nuevas formas de extraer plusvalía tanto de trabajadores como de consumidores, creando una estructura de explotación más sofisticada que requiere nuevas estrategias de resistencia y transformación.

La contradicción ampliada del capitalismo: producción y consumo social vs. apropiación privada

Engels identificó que la contradicción fundamental del capitalismo radica en que la producción es social, pero la apropiación es privada. En otras palabras, los trabajadores producen colectivamente bienes y servicios, pero los beneficios de esa producción terminan en manos de una minoría de capitalistas. Esta contradicción sigue vigente, pero en la actualidad ha adquirido una nueva dimensión: el consumo también se ha socializado, mientras que la apropiación capitalista se ha ampliado aún más.

En el capitalismo clásico, la producción colectiva en fábricas y empresas implicaba que los trabajadores creaban valor, pero no podían apropiarse de él. Hoy, con la digitalización de la economía, este esquema se ha extendido al consumo. Los consumidores no solo pagan por productos y servicios, sino que generan datos, crean contenido y participan en redes digitales que son monetizadas por grandes corporaciones.

Ejemplo:

En el siglo XIX, una fábrica de textiles explotaba a sus obreros al pagarles menos de lo que realmente producían.
En el siglo XXI, una plataforma como Facebook o TikTok obtiene plusvalía tanto del trabajo de sus empleados como de la actividad de sus usuarios, quienes generan contenido, entregan datos y permiten la venta de publicidad dirigida sin recibir nada a cambio.

¿Cómo funciona esta nueva contradicción?

Producción social: Se mantiene el carácter colectivo del trabajo en fábricas, oficinas y plataformas digitales. Sin embargo, la producción de datos, interacciones y contenido digital también se ha convertido en una fuente de valor.

Consumo social: Plataformas como Netflix, Spotify, Amazon y las redes sociales han generado un modelo en el que los consumidores ya no son solo compradores, sino también creadores de valor, al interactuar, compartir contenido y generar tendencias.

Apropiación privada ampliada: El capitalismo no solo controla los medios de producción, sino que ahora se apropia del valor generado por la actividad de los consumidores. Es decir, el capital extrae plusvalía no solo del trabajo asalariado, sino también del consumo y la actividad digital de las personas.

Podemos definir la etapa actual del capitalismo como "Capitalismo Algorítmico y de Acumulación Total", donde la explotación ya no se limita al ámbito laboral tradicional, sino que se extiende de manera omnipresente a la vida cotidiana mediante la digitalización, la mercantilización de los datos y el control de los hábitos de consumo y de comportamiento.

Implicaciones para el socialismo

La expansión de la apropiación capitalista plantea nuevos desafíos para la lucha socialista. Si bien el control social de los medios de producción sigue siendo un objetivo central, hoy es necesario avanzar también en la democratización del acceso, la gestión de la tecnología y la soberanía sobre los datos.

El control social de los medios de producción ya no es suficiente. También es necesario democratizar la infraestructura digital, las plataformas tecnológicas y la gestión de datos.

El consumo debe ser parte del análisis revolucionario, porque actualmente el capitalismo extrae valor incluso de la forma en que las personas usan su tiempo libre y se relacionan digitalmente.

La lucha de clases debe expandirse al ámbito digital, asegurando que los datos, la información y la inteligencia artificial no sean monopolizados por grandes corporaciones, sino utilizados en beneficio de la sociedad.

La expansión de la apropiación capitalista confirma que el sistema ha perfeccionado sus mecanismos de explotación, pero al mismo tiempo ha generado nuevas contradicciones internas que pueden ser utilizadas para impulsar su propia crisis. La pregunta es: ¿cómo puede el socialismo transformar estas nuevas realidades en oportunidades revolucionarias?

La crisis del sujeto revolucionario: la pérdida de conciencia de clase

El problema clave para la transformación socialista en el siglo XXI es la ausencia del factor subjetivo revolucionario. El problema actual es que el proletariado no se reconoce como sujeto revolucionario. La clase trabajadora ha sido fragmentada y desmovilizada, y la hegemonía cultural capitalista ha logrado neutralizar el deseo de cambio en amplias capas de la sociedad.

Parafraseando a Engels en su obra "Del socialismo utópico al socialismo científico", podemos decir que el socialismo no es el producto del pensamiento aislado de intelectuales, sino una necesidad histórica derivada de la lucha entre las clases explotadas y las élites capitalistas del siglo XXI. Ya no se trata únicamente de la contradicción entre proletariado y burguesía en su forma industrial clásica, sino de un conflicto ampliado donde los trabajadores precarizados, los desempleados estructurales, los explotados de la economía digital y las comunidades marginadas se enfrentan al capital financiero global, las grandes corporaciones tecnológicas y los monopolios de datos.

Para reconstruir la conciencia de clase y la organización revolucionaria, proponemos:

Recuperación de la conciencia de clase en la era digital, incluyendo a trabajadores precarizados, informales y explotados por plataformas.

Creación de espacios alternativos de educación y comunicación socialista, rompiendo la hegemonía mediática del capital.

Organización comunitaria como base de la revolución, recuperando la solidaridad y el poder de lo colectivo.

Desenmascaramiento del fetiche democrático-liberal, mostrando que el Estado burgués siempre defenderá los intereses del capital.

Aprovechamiento de las contradicciones del capitalismo digital, usando la tecnología como herramienta de emancipación.

Generación de una narrativa de futuro, que presente el socialismo como una alternativa viable y deseable, en lugar de un sacrificio permanente.

La revolución socialista no es imposible, pero requiere una reconstrucción del sujeto revolucionario. Sin una estrategia clara para recuperar el factor subjetivo, no habrá transformación posible.

La falsa dicotomía entre planificación y mercado en el debate cubano

Signos de retroceso social y revolucionario en Cuba

Cuba enfrenta contradicciones que pueden interpretarse como síntomas de un retroceso en su proyecto socialista, no porque haya fracasado el modelo planificado, sino porque las decisiones estratégicas han perdido de vista el principio fundamental de la socialización de la propiedad.

Algunos de los signos de este retroceso incluyen:

En primer lugar, la expansión de formas de propiedad privada sin control social efectivo, lo que genera desigualdades económicas y privilegios de clase. En segundo lugar, la falta de democratización en la gestión de empresas estatales, que siguen funcionando como estructuras burocráticas en lugar de empresas socializadas con control obrero. A esto se suma el crecimiento del sector informal y la dependencia de remesas, lo que significa que una parte creciente de la población vive dentro de una economía paralela basada en el dinero y no en la producción social.

Asimismo, se observa un debilitamiento del papel de las cooperativas y otras formas de propiedad social, lo que limita alternativas a la estatización y la privatización. Finalmente, el discurso sobre las reformas económicas se centra en el “modelo”, pero no en la lucha de clases y la propiedad, lo que desarma ideológicamente al socialismo cubano.

Si este proceso avanza sin correcciones, Cuba corre el riesgo de seguir el camino de China y Vietnam, donde el socialismo se convirtió en un capitalismo monopolista de Estado en nombre del socialismo.

Recuperar la esencia revolucionaria: un nuevo camino para Cuba

Para evitar este retroceso y avanzar hacia una renovación del socialismo cubano, es fundamental reorientar el debate hacia la cuestión de la propiedad y el control popular sobre la economía. Algunas estrategias incluyen:

Redefinir la planificación socialista: No debe ser burocrática, sino participativa, con consejos obreros y comunitarios que tomen decisiones económicas clave.

Fortalecer la propiedad social y cooperativa: La estatización no debe confundirse con socialización. Las empresas deben ser gestionadas democráticamente por los trabajadores.

Frenar la restauración capitalista encubierta: No se trata de eliminar el mercado, sino de evitar que la lógica del capital privado tome el control de la economía.

Involucrar a la población en la toma de decisiones económicas: Sin control real de la producción, el socialismo se convierte en una administración burocrática ineficiente.

El problema no es el modelo de planificación ni la existencia del mercado, sino el abandono del principio fundamental del socialismo: el control colectivo y democrático de la propiedad. Si este principio no se recupera, el socialismo cubano corre el riesgo de degenerar en una forma híbrida de capitalismo estatal, perdiendo su esencia revolucionaria.

Conclusión: un socialismo viable para el futuro

Si queremos construir un mundo sin explotación, debemos crear las herramientas teóricas y prácticas para hacerlo posible. Engels y Lenin nos dieron el punto de partida; ahora es nuestro turno de continuar la lucha.

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Hacia un socialismo viable en el siglo XXI: desafíos y soluciones
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Estos artículos abordan temas clave en el debate sobre el socialismo, desde su viabilidad en el siglo XXI hasta el papel del partido en su construcción, proporcionando análisis críticos y reflexiones profundas para enriquecer la comprensión de los lectores.

Fuentes consultadas:

Harvey, D. (2014). Seventeen Contradictions and the End of Capitalism. London: Profile Books.

Morozov, E. (2011). The Net Delusion: The Dark Side of Internet Freedom. New York: PublicAffairs.

Zuboff, S. (2019). The Age of Surveillance Capitalism: The Fight for a Human Future at the New Frontier of Power. New York: PublicAffairs.

Engels, F. (1880). Del socialismo utópico al socialismo científico. Recuperado el 13 de marzo de 2025, de https://www.abertzalekomunista.net/images/Liburu_PDF/Internacionales/Engels_Friedrich/Del_Socialismo_Utopico_al_Cientifico-K.pdf

Lenin, V. I. (1917). El Estado y la Revolución. Marxists Internet Archive. Recuperado el 13 de marzo de 2025, de https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/estyrev/

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La redacción e investigación de este artículo han contado con la asistencia de inteligencia artificial, utilizada desde julio de 2024.

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