Economía y Negocios

Guantánamo: el precio económico de una ocupación colonial

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USN, Public domain, via Wikimedia Commons

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Introducción

La ocupación ilegal de una parte de la Bahía de Guantánamo por la Base Naval de Estados Unidos representa uno de los desafíos históricos más profundos para la soberanía, la economía y el medio ambiente de Cuba. Este enclave, impuesto en 1903 bajo la Enmienda Platt y mantenido contra la voluntad del pueblo cubano, sigue siendo una herida abierta que afecta a la nación en tres grandes dimensiones: económica, ambiental y simbólica.

Impacto económico: bloqueo al desarrollo regional

La ocupación de la Bahía de Guantánamo limita severamente las oportunidades económicas para la región y para Cuba en su conjunto:

Restricción del desarrollo portuario y comercial: La Bahía, con su ubicación estratégica y condiciones naturales, podría ser un centro clave para el comercio marítimo y la logística en el Caribe. Sin embargo, su uso exclusivo como base militar bloquea esta posibilidad, privando a la región de empleos y fuentes de ingresos.

Pesca y acuicultura restringidas: La ocupación impide a los pescadores cubanos aprovechar plenamente las aguas de la bahía, lo que podría sostener una industria pesquera y de acuicultura sostenible.

Turismo y recreación: La región tiene un alto potencial para el ecoturismo, actividades recreativas y proyectos culturales. Sin acceso a la bahía, Cuba pierde oportunidades de diversificación económica y generación de divisas.

Energías renovables: La zona podría albergar proyectos de energía solar y eólica que apoyarían el desarrollo sostenible en la región oriental de Cuba, pero estas iniciativas son inviables mientras persista la ocupación.

Daño ambiental: una amenaza silenciada

La Base Naval ha generado múltiples problemas ambientales que afectan tanto al territorio ocupado como a las áreas circundantes:

Contaminación de suelos y aguas: Los vertidos de desechos tóxicos y químicos derivados de las operaciones militares han alterado la calidad de los suelos y las aguas, dificultando su uso para actividades agrícolas y humanas.

Alteración del ciclo hidrológico: La construcción de infraestructura militar ha modificado los patrones de drenaje natural, contribuyendo a la erosión y la salinización de suelos, problemas que afectan la productividad del Valle de Guantánamo.

Pérdida de biodiversidad: La deforestación, el ruido y las vibraciones causadas por las operaciones militares han alterado los ecosistemas locales, reduciendo la fauna y flora autóctonas.

Imposibilidad de manejo ambiental: La ocupación impide que Cuba implemente medidas de restauración ambiental, exacerbando los problemas existentes y limitando las soluciones.

Violación de la soberanía y la dignidad nacional

La presencia de la Base Naval es un símbolo de imposición colonial y un recordatorio constante de la falta de control cubano sobre una parte de su territorio:

Imposición histórica: La base fue impuesta tras la guerra hispano-cubano-americana, bajo condiciones de subordinación a EE. UU. Aunque la Enmienda Platt fue derogada en 1934, el tratado de arrendamiento perpetuo sigue vigente, un acuerdo que Cuba considera ilegítimo.

Obstáculo para la unidad territorial: La ocupación de este territorio crea una zona inaccesible para los cubanos, fracturando la integridad territorial del país y generando tensiones históricas.

Uso de la base como prisión: La base ha sido utilizada como un centro de detención en la "guerra contra el terrorismo," donde se han documentado casos de tortura y violaciones de derechos humanos. Este uso intensifica la percepción de la base como una afrenta a los valores éticos y soberanos de Cuba. Además este uso es una violación del espíritus y letra del ilegal tratado con que EE. UU. refrenda la ocupación. 

Un símbolo de resistencia: Para el pueblo cubano, la devolución de Guantánamo es un tema de dignidad nacional, ya que su ocupación perpetúa una relación de dominación imperialista que contrasta con los principios de independencia y autodeterminación.

La imposición de la base bajo condiciones desiguales y su mantenimiento contra la voluntad del pueblo cubano constituyen una violación flagrante de la soberanía nacional. La Constitución de la República de Cuba, en su Artículo 12, rechaza y declara nulos los tratados firmados bajo coacción que comprometan la integridad territorial. La base es un recordatorio constante de la intervención extranjera y una afrenta a la dignidad nacional.

¿Qué pudiera hacer Cuba?

Cuba podría emprender acciones concretas para contrarrestar el derecho que Washington se adjudica sobre el territorio de Guantánamo, fortaleciendo su posición en el ámbito internacional. Una de las opciones sería solicitar una opinión consultiva a la Corte Internacional de Justicia sobre la legalidad de la presencia estadounidense en la Bahía, amparándose en principios del derecho internacional que condenan la ocupación y el arrendamiento perpetuo impuesto bajo coacción. Paralelamente, La Habana podría presentar una nota diplomática exhaustiva y bien fundamentada, exigiendo la devolución del territorio ocupado, acompañada de un amplio dosier histórico y jurídico que subraye la ilegitimidad del tratado de 1903. Estas iniciativas no solo reforzarían la postura soberana de Cuba, sino que también movilizarían el respaldo de la comunidad internacional en su reclamo.

¿Qué no debería hacer Cuba?

Negociar una presencia permanente de Estados Unidos en Guantánamo sería perpetuar una situación de dominación y aceptar, implícitamente, la legitimidad de una posición impuesta bajo coacción colonial. Esta opción no resolvería el problema de fondo: la violación de la soberanía cubana, sino que relegaría el reclamo histórico a un simple acuerdo de conveniencia. Además, las pérdidas económicas anuales que Cuba enfrenta debido a la ocupación seguirían sin ser compensadas, y el territorio permanecería fuera del control soberano del país. Cualquier acuerdo que convalide esta presencia sería equivalente a un "Zanjón diplomático", una claudicación que comprometería los principios fundamentales de independencia y autodeterminación que Cuba ha defendido desde 1959 y refrendados en la Constitución de la República de Cuba (2019).

Conclusión: una deuda histórica pendiente

La Base Naval de Guantánamo no solo es un enclave militar, sino un obstáculo al desarrollo económico, un foco de daño ambiental y una violación directa de la soberanía cubana. Su existencia resalta las desigualdades históricas entre naciones poderosas y países que luchan por ejercer plenamente su independencia.

La devolución de este territorio a Cuba no sería solo un acto de justicia histórica, sino un paso fundamental para reparar los impactos económicos, ambientales y simbólicos de más de un siglo de ocupación. La lucha por la soberanía de Guantánamo es, y seguirá siendo, una causa legítima y un principio irrenunciable en la construcción del futuro de Cuba.

Notas:

Enmienda Platt - impuesta a Cuba en 1901 como condición para el fin de la ocupación militar estadounidense tras la guerra hispano-cubano-americana, fue un apéndice a la Constitución cubana que garantizaba la injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos de la isla. Este instrumento otorgaba a Washington el derecho a intervenir militarmente en Cuba bajo el pretexto de preservar la independencia y el orden, así como a establecer bases militares, incluyendo la de Guantánamo. La enmienda limitó gravemente la soberanía de Cuba, convirtiendo al país en un protectorado de facto, y se mantuvo vigente hasta su derogación en 1934. No obstante, el arrendamiento perpetuo de la Bahía de Guantánamo, firmado bajo la misma, persiste como un legado colonial de esa época.

"Zanjón diplomático" - podría definirse como una solución negociada que, en apariencia, busca resolver un conflicto, pero que en realidad implica una claudicación de principios fundamentales o la aceptación de condiciones impuestas por una parte dominante. Inspirado en el Pacto del Zanjón de 1878, que puso fin a la Guerra de los Diez Años en Cuba sin lograr la independencia, este término evoca acuerdos que perpetúan relaciones de desigualdad o subordinación, dejando sin resolver las causas estructurales del problema. En el contexto diplomático, representa un compromiso que sacrifica soberanía o justicia a cambio de una paz superficial o conveniencia inmediata, sin abordar el trasfondo histórico o moral del conflicto.

Fuentes consultadas:

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