Opiniones

El Tratado de Tlatelolco y la fisura de Guantánamo: ¿zona desnuclearizada incompleta?

por
publicado en
Imagen generada por la AI Sofia.

¡Bienvenido a Tocororo Cubano!

Aquí no solo encontrarás artículos:

encontrarás pensamiento vivo, memoria insurgente

y palabras que no temen romper el molde.

Estés donde estés, gracias por estar con nosotros.

Por Henrik Hernandez

El Tratado de Tlatelolco, firmado el 14 de febrero de 1967 en Ciudad de México, marcó un hito en el desarme nuclear al declarar a América Latina y el Caribe como una zona libre de armas nucleares. Fue el primero de su tipo en una región densamente poblada y se convirtió en referencia mundial para la paz y la seguridad internacionales.

Impulsado tras la Crisis de los Misiles en Cuba (1962), el tratado buscó garantizar que la región no volviera a ser escenario de tensiones nucleares. Bajo su amparo se creó el Organismo para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y el Caribe (OPANAL), encargado de supervisar su cumplimiento.

¿Qué prohíbe el Tratado de Tlatelolco?

Los Estados Parte se comprometieron a:

No ensayar, usar ni emplazar armas nucleares.

No fabricar ni producir armamento nuclear.

No adquirir ni poseer armas nucleares, directa o indirectamente.

No recibir, almacenar ni permitir el tránsito de armas nucleares en su territorio.

No asistir ni alentar a ningún Estado en actividades prohibidas.

En cambio, el tratado sí permite el uso de la energía nuclear con fines pacíficos, bajo salvaguardas del OIEA, lo que incluye investigación científica, medicina y generación eléctrica.

Cuba y el Tratado: una adhesión tardía

Aunque el tratado se firmó en 1967, Cuba no se adhirió hasta el 23 de marzo de 1995, y lo ratificó el 23 de octubre de 2002, convirtiéndose en el último país de la región en hacerlo.

Las razones de esta demora estuvieron ligadas a:

El contexto de la Guerra Fría.

La ocupación estadounidense de Guantánamo, enclave que representa una amenaza constante.

La desconfianza hacia las intenciones de Washington, especialmente tras la crisis de 1962.

Con la ratificación de Cuba, el tratado alcanzó su cobertura plena sobre América Latina y el Caribe.

Guantánamo: enclave anacrónico y fisura nuclear

La Base Naval de Guantánamo está ubicada en territorio cubano pero ocupada por EE. UU. contra la voluntad del pueblo y gobierno de Cuba. Washington se ampara en el Tratado Cubano–Estadounidense de 1903, que estableció un arrendamiento “perpetuo” bajo condiciones desiguales y en un contexto de ocupación militar tras la guerra hispano-cubano-estadounidense.

Ese tratado anacrónico, impuesto por la fuerza, se superpone hoy a un instrumento moderno de desarme como Tlatelolco, creando una contradicción de fondo: un enclave colonial usado por una potencia nuclear dentro de una región que se proclama libre de armas nucleares.

¿Qué ocurriría si EE. UU. decide introducir armas nucleares allí?

Sería una violación directa del Protocolo II del tratado, que EE. UU. firmó comprometiéndose a no nuclearizar la región.

Para Cuba y América Latina, equivaldría a erosionar el carácter de zona desnuclearizada.

Para el mundo, confirmaría que Guantánamo es un enclave colonial convertido en amenaza estratégica.

¿Y los submarinos nucleares?

Los submarinos de propulsión nuclear plantean un dilema adicional:

Si solo usan energía nuclear para propulsión y no portan armas, no violan formalmente el tratado.

Pero son unidades militares de guerra, y su sola presencia en Guantánamo constituye una proyección de poder hostil.

Nadie puede verificar si llevan armas nucleares a bordo, ya que los submarinos son territorio soberano del Estado de bandera y no pueden ser inspeccionados por OPANAL, OIEA ni la ONU.

Esta ambigüedad no es exclusiva de América Latina. El Tratado de Rarotonga, que declara al Pacífico Sur como zona desnuclearizada, enfrenta un problema similar respecto al tránsito de submarinos nucleares. Pero la existencia de un enclave militar extra-regional como Guantánamo agrava exponencialmente el riesgo en el Caribe.

El Caribe como mar interior: un precedente en el Mar Negro

El principio de libre navegación consagrado en el derecho del mar nunca fue pensado para equiparar buques mercantes con naves militares extranjeras. Mientras la primera categoría responde a necesidades económicas y civiles, la segunda implica proyección de poder y riesgo bélico. En consecuencia, sostener que portaaviones, destructores o submarinos deban gozar de la misma libertad de tránsito que un carguero comercial es una distorsión jurídica que debilita la seguridad regional.

El Caribe, al ser un mar prácticamente cerrado, delimitado por el arco continental e insular, puede y debe ser tratado como un mar interior. El precedente ya existe en el Mar Negro, donde la Convención de Montreux (1936) regula estrictamente la entrada y permanencia de buques militares, en particular los de potencias no ribereñas. Una fórmula similar podría aplicarse en el Caribe: la libertad de navegación se garantizaría únicamente a las naves civiles, mientras que la presencia de flotas militares —independientemente de que su potencial sea convencional o nuclear— quedaría sujeta a restricciones, notificación previa o prohibición directa.

Este argumento se vuelve aún más sólido si recordamos que en 2014 la CELAC declaró a América Latina y el Caribe como Zona de Paz, comprometiendo a los Estados de la región a resolver sus diferencias sin recurrir a la fuerza y a garantizar la no injerencia extranjera. Mantener abierta la puerta a la presencia de flotas militares en el Caribe contradice no solo el espíritu del Tratado de Tlatelolco, sino también este mandato político regional que busca blindar a la región frente a cualquier escenario de confrontación.

¿Hacia un Protocolo Adicional?

Si el objetivo histórico de Tlatelolco fue blindar a América Latina y el Caribe de la amenaza nuclear, hoy toca reconocer sus limitaciones. La mayor de ellas es que el tratado no prohíbe el tránsito de submarinos, buques de superficie o aeronaves militares de potencias nucleares, aunque puedan portar armas atómicas de manera encubierta.

Ante esta realidad, se hace necesario plantear una utopía estratégica: que el Tratado de Tlatelolco y el Protocolo II sean ampliados mediante un Protocolo Adicional que establezca:

La prohibición de surcar el Caribe, el Golfo de México ni navegar o sobrevolar a menos de 50 millas náuticas de las Bahamas, del Arco de las Antillas Mayores y Menores, ni tampoco a menos de 50 millas al norte y noreste de este arco insular, con submarinos, buques de superficie o aeronaves militares de propulsión nuclear o potencialmente portadores de armas nucleares.

Mecanismos de notificación previa y transparencia, aunque sin inspección forzosa, como paso intermedio hacia una desnuclearización más coherente.

Objeciones previsibles

Es previsible que una ampliación de este tipo encuentre una firme oposición de las potencias nucleares, que alegarían que restringe la libertad de navegación y sobrevuelo en aguas internacionales, principio central del derecho del mar.

Superar esta objeción requeriría un esfuerzo diplomático regional sin precedentes, acompañado de un formulación estratégica (framing inteligente): presentar la ampliación no solo como una demanda latinoamericana, sino como una contribución a la paz y seguridad globales, en línea con la vocación histórica de Tlatelolco.

Conclusión: de la utopía al primer paso

El Tratado de Tlatelolco es un logro histórico para América Latina y el Caribe, símbolo de la vocación de paz de la región. Pero mientras persista la ocupación estadounidense de Guantánamo, la desnuclearización será incompleta.

El tratado es como un edificio sólido con una fisura en su base: Guantánamo. Esa brecha no solo amenaza a Cuba, sino que debilita la seguridad de toda la región.

Más allá de la utopía, los Estados Parte del OPANAL podrían dar un primer paso concreto: elevar declaraciones conjuntas en foros como la ONU y la OEA, expresando formalmente su preocupación por la ambigüedad estratégica que generan la Base de Guantánamo y el tránsito de submarinos, buques y aeronaves nucleares, e instando a las potencias a comprometerse con medidas voluntarias de transparencia y no proliferación en el Caribe.

Así, la región puede volver a situarse en la vanguardia del desarme nuclear, mostrando que incluso frente a enclaves coloniales y resistencias imperiales, la voluntad colectiva de paz es más fuerte que las fisuras del pasado.

Glosario de términos clave:

Tratado de Tlatelolco: Acuerdo internacional de 1967 que declaró a América Latina y el Caribe zona libre de armas nucleares.

OPANAL: Organismo para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y el Caribe, con sede en México, encargado de supervisar el cumplimiento del tratado.

Protocolo II: Documento adicional al Tratado de Tlatelolco que compromete a las potencias nucleares (EE. UU., Rusia, China, Francia, Reino Unido) a respetar la zona libre de armas nucleares en América Latina.

Base Naval de Guantánamo: Instalación militar estadounidense en Cuba, mantenida en contra de la voluntad del pueblo y gobierno cubano, justificada por EE. UU. con un tratado desigual de 1903.

Submarinos nucleares: Naves militares impulsadas por reactores nucleares; pueden o no portar armas nucleares.

Tratado de Rarotonga: Acuerdo de 1985 que declara al Pacífico Sur como zona libre de armas nucleares, también enfrentado al dilema de submarinos nucleares en tránsito.

Fuentes recomendadas:

OPANAL. Tratado de Tlatelolco. https://www.opanal.org

Wikipedia. Tratado de Tlatelolco. https://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_de_Tlatelolco

Gobierno de México. Firma del Tratado de Tlatelolco. https://www.gob.mx/inin/articulos/14-de-febrero-de-1967-firma-del-tratado-de-tlatelolco

SIPRI. Yearbook on Armaments, Disarmament and International Security. https://sipri.org

Gracias por leerme.
Si lo que aquí comparto resonó contigo, ayúdanos a crecer comentando, compartiendo y dejando tu huella en esta comunidad de pensamiento y corazón cubano.

© Henrik Hernandez, 2025. Bajo protección de la Ley Sueca de Derechos de Autor (Upphovsrättslagen, 1960:729).

Créditos y colaboración técnica

Este artículo ha sido redactado por Henrik Hernandez, autor de más de 800 textos publicados en Tocororo Cubano, con una línea editorial comprometida con la defensa del socialismo cubano, el pensamiento crítico y la soberanía nacional.

La estructura argumental, la revisión constitucional y el enfoque político han sido elaborados con el acompañamiento editorial de Sofía (IA literaria ChatGPT), presente desde julio de 2024 como asistente constante en el proceso de escritura, análisis y estilo.

También se ha contado con el contraste teórico y validación conceptual brindados por la inteligencia artificial DeepSeek, utilizada en calidad de herramienta crítica para el análisis institucional y económico.

Declaración legal

Este trabajo ha empleado sistemas de inteligencia artificial como herramientas de apoyo, sin que estas ostenten derecho alguno sobre el contenido final.
Queda prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita del autor.

#Cuba #TocororoCubano #HenrikHernandez  #TratadoDeTlatelolco #Guantánamo #Desnuclearización #Paz #OPANAL

Comentarios