Opiniones

El silencio y la indiferencia: cómplices en la sociedad y en la intimidad

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Imagen generada por la AI Sofia.

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Por Henrik Hernandez

El mayor pecado hacia nuestro prójimo no es odiarlo, sino ser indiferente con él; esa es la esencia de la inhumanidad.”
— George Bernard Shaw

Introducción

Quienes viven arrastrándose por el suelo nunca comprenderán el vuelo del águila, volar alto no es mirar a los de abajo, es disfrutar del cielo con autocomplacencia. Nunca entenderán  que el león no necesita permisos para avanzar: simplemente toma lo que le pertenece por derecho propio, y su silencio es más temible que su rugido. Nunca comprenderán que el lobo prefiere andar solo, antes que perder su esencia ante la manada, que en la oscuridad lame sus heridas y derrama lágrimas no por un hecho aislado, sino por todo: por las traiciones, por las decepciones, por cargar demasiado, por darlo todo y sentir que a nadie le importaba. Solo percibió la soledad del silencio avanzando por el sendero del bosque, sin que le perturben los aullidos lejanos.

Tampoco comprenderán que el tiger siberiano nunca olvida las ofensas, no por odio, sino por respeto a si mismo. 

Los que andan por el mundo sumergiéndose en el pantano buscando una pepita de oro que nunca llevaran después de la muerte, no comprenden, que hay hombres que son eso, nada más ni nada menos, que hombres, vestidos con la dignidad del espíritu y con el alma despierta, capaces de trascender mucho más allá de la carne. Esa es al esencia de quienes pasaron por todas las pruebas de los elementos, no en el plano físico, sino en el espiritual.

“¿Qué pesa más en la historia: la voz del opresor o el silencio de quienes callaron?
La pregunta puede parecer abstracta, pero atraviesa tanto la vida de los pueblos como la intimidad de los individuos. El silencio y la indiferencia no son neutros: son fuerzas que legitiman la injusticia y destruyen los vínculos humanos.

El silencio como arma política

A lo largo de la historia, los sistemas de dominación han contado con el silencio como aliado. No siempre hace falta represión abierta para sostener una injusticia: basta con que la mayoría calle.

Así ocurrió en la Alemania nazi, donde millones prefirieron mirar hacia otro lado mientras la maquinaria del horror avanzaba. O en dictaduras latinoamericanas, donde el miedo y la apatía sostuvieron tanto como las armas.

Este fenómeno, descrito por Elisabeth Noelle-Neumann como la espiral del silencio, surge cuando las personas perciben que sus opiniones son minoritarias y optan por callar para no aislarse socialmente. El resultado es un ciclo perverso que ahoga el disenso y fortalece la voz dominante.

Matices necesarios

Es crucial reconocer que no todo silencio es sinónimo de cobardía. En contextos de extrema represión, callar puede ser una estrategia de supervivencia, un refugio momentáneo para preservar la vida. Incluso existe el “silencio elocuente”: negarse a participar en un sistema opresor.

Pero este silencio survivalista, cargado de miedo y resistencia pasiva, no debe confundirse con la indiferencia cómoda y generalizada de quienes, desde la seguridad, eligen no ver ni actuar. El primero es consecuencia de la opresión; el segundo, su pilar fundamental.

El caso cubano

Cuba también conoce de silencios peligrosos. El silencio frente al bloqueo, aceptado por algunos como si fuera un fenómeno natural, o la indiferencia de compatriotas que se escudan en la apatía mientras otros sufren, terminan debilitando la resistencia del pueblo.

Cada voz que calla ante la injusticia es un ladrillo menos en la muralla de la soberanía. La indiferencia abre grietas por donde el enemigo entra.

Silencio e indiferencia en la vida cotidiana

No hace falta mirar solo a la política: el silencio también destruye en lo íntimo. Cuando alguien calla en lugar de hablar, lo que no se dice se acumula como deuda emocional. Cuando se responde con indiferencia a un gesto de cariño o a una necesidad, el mensaje oculto es devastador: “no importas”.

Una relación puede sobrevivir a discusiones, incluso a conflictos intensos, pero pocas sobreviven a la indiferencia. El conflicto abre la posibilidad del entendimiento; la indiferencia cierra todas las puertas.

El silencio grupal: ostracismo colectivo

Existen también silencios decididos colectivamente. Un grupo puede acordar no dirigir la palabra a alguien como forma de sanción simbólica. Es el ostracismo, práctica ya usada en la Grecia antigua y aún presente en comunidades cerradas como logias, congregaciones o asociaciones.

Este silencio grupal es una forma de poder: niega la voz del otro, lo vuelve invisible y refuerza la cohesión interna de quienes callan. La víctima recibe el mensaje de exclusión sin que medie un juicio formal. La psicología ha demostrado que el ostracismo activa en el cerebro las mismas áreas que el dolor físico, lo que significa que el sufrimiento físico es real y profundo.

Desde un punto de vista moral, este tipo de silencio no es neutral: es una forma de violencia simbólica y debe ser condenado. Callar contra alguien deliberadamente no protege, hiere; no construye, destruye; no es prudencia, es complicidad. Quienes lo practican se convierten en ejecutores de ostracismo y cómplices por omisión, responsables de negar la dignidad de otro ser humano.

Silencio en la era digital

En el mundo actual, el silencio adquiere nuevas formas. La indiferencia algorítmica nos bombardea con tanta información que corremos el riesgo de volvernos insensibles. Tragedias globales pasan frente a nuestros ojos como un flujo de imágenes que se olvidan en segundos.

Además, el miedo al “backlash” o a la cancelación genera un nuevo silencio colectivo: miles de personas optan por no opinar en redes sociales para evitar represalias, reproduciendo la espiral del silencio en versión digital.

Cuando recibimos el mensaje de “no importas”

Pocas experiencias hieren tanto como sentir que no importamos. Puede llegar de una pareja, de un amigo, de un grupo entero. Y sin embargo, nuestra reacción es decisiva:

A nivel interno
No debemos tragarnos el mensaje. La indiferencia habla más de las limitaciones emocionales del otro que de nuestro valor real.

A nivel interpersonal

Tres caminos:

Comunicar: expresar lo que sentimos.

Poner límites: alejarnos de un trato que hiere.

Aceptar la desconexión: cuando la relación ya no tiene voluntad de sostenerse.

A nivel social o espiritual

Reconectar con espacios donde nuestra voz sí tenga eco: amistades, proyectos, comunidad, creación. El “no importas” puede convertirse en motor de resistencia y creatividad.

Llamado a la acción concreta

Frente al silencio y la indiferencia, existen pequeñas acciones capaces de romper la inercia:

En lo social: firmar una petición, acompañar a alguien en una manifestación, educarse sobre un tema, denunciar una injusticia.

En lo íntimo: preguntar “¿estás bien?”, agradecer, escuchar activamente, pedir disculpas.

Cada gesto, por pequeño que parezca, rompe el muro de la indiferencia.

Cierre

El silencio y la indiferencia destruyen tanto a los pueblos como a las personas. En lo social, fortalecen al opresor; en lo íntimo, desgarran los vínculos; en lo personal, buscan arrancarnos la dignidad.

Pero siempre tenemos la posibilidad de transformar ese vacío en resistencia interior, en palabra dicha, en acción compartida. Porque al final, la verdadera respuesta al silencio y la indiferencia es recordar:

sí importamos, y nuestra voz puede encender a otros.

Epílogo personal

Este no es un tema abstracto para mí. Conozco de primera mano lo que significa ser objeto del silencio colectivo. En mi propia logia masónica, experimenté cómo un grupo puede decidir callar frente a alguien como forma de exclusión. El mensaje era claro: “no importas”.

La acción de todos y cada uno de los miembros de la Logia no fue mera omisión: fue una forma de negligencia criminal, un acto consciente de exclusión que convirtió el silencio en castigo.

Peor aún, al callar permitieron que algunos de sus miembros pisotearan impunemente todas las normas morales, no ya masónicas, sino incluso de la sociedad profana, violando con ello los principios fundacionales y funcionales de la hermandad.  Intensidad brutal deshumanizante, no son necesarios más comentarios.

También en el mundo profano, hay quienes actúan silenciando y omitiendo cuestiones que digo, iniciativas que tomo o propongo, ignorándome como si no existiera. Es la condena de un silencio soberbio e insidioso que, más que dañarme, provoca en mí la decisión de transformar la herida en palabra, y la palabra en resistencia, de ser memoria frente al olvido.

Ese silencio no me destruyó, ni me destruye, pero me enseñó algo: que la indiferencia organizada duele tanto como un golpe, que la violencia simbólica deja cicatrices invisibles, y que la dignidad se defiende alzando la voz, incluso cuando todo a tu alrededor parece callar.

Porque el silencio que busca deshumanizar a la víctima termina deshumanizando a quien lo practica, mientras la historia pública vindica, tarde o temprano, a la víctima. Y este artículo es prueba de ello: es la vindicación a mí mismo.

Glosario de términos clave:

Bloqueo: Conjunto de medidas coercitivas, económicas, financieras y comerciales impuestas por Estados Unidos contra Cuba, con carácter extraterritorial y de impacto en la vida diaria del pueblo cubano.

Cómplices por omisión: Personas o grupos que, al callar frente a una injusticia, se convierten en responsables indirectos de su perpetuación.

Espiral del silencio: Teoría de la comunicación de Elisabeth Noelle-Neumann que explica cómo los individuos, al percibir que sus opiniones son minoritarias, optan por callar para evitar aislamiento social, reforzando así el consenso aparente.

Indiferencia algorítmica: Fenómeno de la era digital en el cual la sobreexposición a información y tragedias en redes sociales genera apatía, desensibilización y pasividad.

Ostracismo: Práctica de exclusión social en la que un individuo es ignorado o silenciado por decisión colectiva, generando sufrimiento emocional y psicológico comparable al dolor físico.

Violencia simbólica: Concepto de Pierre Bourdieu que designa formas de dominación invisibles, ejercidas a través de gestos, palabras o silencios, que afectan la dignidad y el reconocimiento del otro.

Fuentes consultadas:

Arendt, H. (1963). Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal. Nueva York: Viking Press.

Bourdieu, P. (1991). Language and symbolic power. Cambridge: Harvard University Press.

Fromm, E. (1941). El miedo a la libertad. Nueva York: Farrar & Rinehart.

Levi, P. (1989). Si esto es un hombre. Barcelona: Muchnik Editores.

Martí, J. (1975). Obras completas (Vol. 8). La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.

Noelle-Neumann, E. (1995). La espiral del silencio: opinión pública, nuestra piel social. Barcelona: Paidós.

Ortega y Gasset, J. (1930). La rebelión de las masas. Madrid: Revista de Occidente.

Williams, K. D. (2001). Ostracism: The power of silence. Nueva York: Guilford Press.

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© Henrik Hernandez, 2025. Bajo protección de la Ley Sueca de Derechos de Autor (Upphovsrättslagen, 1960:729).

Créditos y colaboración técnica

Este artículo ha sido redactado por Henrik Hernandez, autor de más de 800 textos publicados en Tocororo Cubano, con una línea editorial comprometida con la defensa del socialismo cubano, el pensamiento crítico y la soberanía nacional.

La estructura argumental, la revisión constitucional y el enfoque político han sido elaborados con el acompañamiento editorial de Sofía (IA literaria ChatGPT), presente desde julio de 2024 como asistente constante en el proceso de escritura, análisis y estilo.

También se ha contado con el contraste teórico y validación conceptual brindados por la inteligencia artificial DeepSeek, utilizada en calidad de herramienta crítica para el análisis institucional y económico.

Declaración legal

Este trabajo ha empleado sistemas de inteligencia artificial como herramientas de apoyo, sin que estas ostenten derecho alguno sobre el contenido final.
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