Historia

Dolor y orgullo

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Homenaje póstumo a mi padre, Flavio Hernández Echemendía

Era el amanecer en Suecia del día 28 de julio de 2019, cuando recibí la noticia de que mi padre, Flavio Hernández Echemendía (22 de junio de 1940 - 27 de julio de 2019), había fallecido de un infarto cardiaco, en la tarde del día anterior, 27 de julio de 2019, en la ciudad de Bayamo.

Con solo 16 años, armado únicamente de un alicate, desarmó a un militar de la dictadura, ocupándole un rifle M1 Garand, un revólver 45 y su correspondiente parque, en la ciudad de Majagua, hoy provincia de Ciego de Ávila. En ese momento nació el combatiente revolucionario, el niño pobre que desde los 8 o 9 años era un jornalero en la colonia cañera de la Esperanza del central Algodones (Orlando González), había dejado de existir. Combatió en las filas del Comando Guerrillero Reinaldo León Yeras hasta el 2 de enero de 1959, cuando bajo el mando de mi abuelo Jesús Hernández entró en la ciudad de Majagua ocupando el cuartel militar del ejército batistiano. 

Mi padre fue un hombre de firmes convicciones y un histórico luchador por Cuba y su revolución. Su legado revolucionario se recoge en su trayectoria como Combatiente de la Clandestinidad y del Ejército Rebelde. Fue un internacionalista comprometido y, durante los heroicos días de la Crisis de Octubre, se mantuvo firme en una humilde trinchera junto a su pueblo, dispuesto a enfrentar un holocausto nuclear si fuese necesario. Dedicó su vida a la construcción, trabajando incansablemente para levantar su país con sus propias manos.

Mi padre fue mi primer maestro. No solo me enseñó a caminar, sino también a leer, escribir, cabalgar, talar árboles, el arte de la construcción, pescar, disparar con un fusil y las tácticas de guerrilla. Su sabiduría y habilidades prácticas me formaron en muchos aspectos de la vida. Pero más que eso, me inculcó un amor profundo por Cuba y su Revolución. Gracias a él, soy quien soy.

Ese aciago día de julio escribí: "Papi, tú has partido a Decorar el Oriente Eterno, pero tu trinchera no queda vacía. Tu hijo y nietos son tu continuidad. Mientras nosotros existamos, nadie podrá borrar la historia de la Revolución, que también es la tuya.

El ¡Patria o Muerte! También es de todos tus descendientes, que dejas y que vendrán. El enemigo imperialista y sus lacayos locales no pasarán."

Lo juro.

¡Venceremos!

Como tú, mi viejo,

¡Sirvo a la Revolución Socialista!

La pérdida de mi padre dejó un vacío inmenso en nuestras vidas, pero su espíritu y enseñanzas continúan vivos en nosotros. Su compromiso con la justicia y la libertad es una llama que seguiremos llevando adelante. En cada uno de sus hijos y nietos vive la pasión y el amor por la patria que él nos inculcó.

Hoy, a la distancia de cinco años, yo y mi familia, recordamos a un hombre que no solo fue un combatiente y un trabajador, sino también un padre amoroso y un maestro incomparable. Su vida es un testimonio de sacrificio y dedicación, y su memoria nos inspira a seguir luchando por los ideales que él defendió con tanto fervor.

Agradecemos a todos aquellos que nos han acompañado en este doloroso momento y les pedimos que mantengan vivo el recuerdo de Flavio Hernández Echemendía, mi padre. Su historia anónima, es parte de la gran historia de nuestra Revolución, una historia de valentía, sacrificio y amor por su familia y la Patria.

En memoria de mi padre, continuaremos su lucha y su legado, con la firme convicción de que, mientras exista en nosotros su espíritu revolucionario, su sacrificio no habrá sido en vano.

¡Hasta la victoria siempre!

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Copyright © Henrik Hernandez 2024

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