¿Dictadura o soberanía? El mito del partido único en Cuba
por Henrik Hernandezpublicado en
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Por Henrik Hernandez
Que el analfabetismo político no se confunda con libertad. Repetir lo que dicen los poderosos no es pensar: es obedecer. Y son tan “libres” que ni siquiera comprenden su falta de libertad para pensar por sí mismos.
“Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.”
—José Martí
Introducción
Durante décadas, el sistema político cubano ha sido objeto de una simplificación peligrosa: se le califica como una “dictadura” con base en su carácter de partido único, sin atender a sus particularidades históricas, sociales y jurídicas. Esta etiqueta, repetida hasta el cansancio en medios occidentales, oculta más de lo que revela. Pero ¿y si el problema no está en Cuba, sino en la manera en que se formula la pregunta?
¿Es Cuba una dictadura o una democracia? La misma pregunta encierra una trampa. Nos obliga a elegir entre dos extremos prefabricados, como si la realidad no pudiera ser más compleja. Esta dicotomía, heredada del pensamiento binario occidental, no busca comprender: busca dividir.
La lógica binaria y el pensamiento colonial
Vivimos bajo una estructura mental dualista: verdadero o falso, bueno o malo, democrático o dictatorial. Esta forma de razonar, útil para la programación informática o los procesos judiciales, resulta profundamente limitada cuando se trata de analizar fenómenos sociales e históricos. Pensar así es como intentar entender un río con una fotografía fija.
Cuba, como toda sociedad viva, es un proceso en constante movimiento, atravesado por contradicciones, avances, resistencias y transformaciones. Reducirla a una sola palabra es amputar su complejidad.
Partido único: ¿prueba de autoritarismo o elección soberana?
El argumento más reiterado contra Cuba es su sistema de partido único. La Constitución reconoce al Partido Comunista de Cuba (PCC) como “fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”. De ahí muchos deducen que no puede haber democracia.
Pero este razonamiento se sostiene sobre una falacia: la creencia de que la pluralidad de partidos es condición necesaria y suficiente para la democracia, y que su ausencia equivale a dictadura. Nada más lejos de la realidad.
Hay monarquías absolutas como Arabia Saudita, donde no hay partidos ni elecciones, pero no son objeto del mismo escrutinio. En cambio, países con multipartidismo como Haití o Guatemala pueden vivir bajo el caos, la corrupción y la violencia estructural sin que nadie cuestione su “democracia”. El número de partidos no garantiza ni participación, ni justicia, ni soberanía. Existen países como Suecia, con muchos partidos, cuyas élites toman decisiones que incluso menoscaban la soberanía nacional sin consultar a su población.
En Cuba, el sistema político no se basa en la competencia entre partidos, sino en la unidad nacional como base de la soberanía. Esta elección se inscribe en su historia: tras siglos de coloniaje, ocupación y fragmentación, la Revolución cubana optó por evitar la fragmentación partidista y construir una institucionalidad basada en la participación desde las bases.
¿Hay participación real en Cuba?
Sí, y no de forma simbólica. El sistema cubano garantiza una participación directa a nivel local y nacional, lo cual es una expresión de inclusión insuperable:
Los ciudadanos nominan a sus candidatos en asambleas vecinales.
Las comisiones de candidatura representan a organizaciones sociales amplias: mujeres, trabajadores, estudiantes, campesinos.
Muchos anteproyectos de ley se discuten en los puestos de trabajo, barrios y escuelas y luego se someten a referendo popular.
La Asamblea Nacional es elegida por voto directo, y más del 50% de sus integrantes son mujeres, étnica y profesionalmente el ANPP refleja la composición demográfica del país. No hay élites políticas profesionales ni campañas financiadas por capital privado.
La población tiene derecho a proponer leyes y reformas si reúne suficientes firmas e incluso de revocar los mandatos de los elegidos en cualquier momento del período de mandato.
El Partido Comunista no elige candidatos, no interviene en los procesos electorales ni legisla. Su rol es ideológico y estratégico, como garante del proyecto socialista. No es un partido electoral, ni clientelista, ni empresarial.
¿Y si el pueblo no quiere ese sistema?
La Constitución vigente fue aprobada en referéndum por el 86% de los votantes. Nadie impidió votar por el “no”. Tampoco se ha prohibido impulsar propuestas de reforma legal. Lo que existe es una defensa coherente del modelo elegido por la mayoría, en un contexto de agresión constante y guerra mediática.
Decir que Cuba es una dictadura por tener un partido único es no solo impreciso, sino intelectualmente deshonesto. Es juzgar una realidad distinta con parámetros externos, sin comprender su lógica interna ni su historia.
La democracia no es un decorado
Democracia significa poder del pueblo. ¿Dónde está el pueblo en los sistemas donde los ricos compran elecciones? ¿Dónde está en los países donde los políticos gobiernan contra el interés de la mayoría? ¿Dónde está la democracia en quienes criminalizan la protesta, militarizan la política y recortan derechos sociales?
Cuba, pese al bloqueo y a sus limitaciones materiales, ha construido una forma de democracia basada en la justicia social, la participación comunitaria y la soberanía nacional. Con aciertos y errores, sí. Con tensiones internas, también. Pero sin renunciar a su esencia: que el poder no sea un botín, sino una responsabilidad colectiva.
Conclusión: lo que no se quiere entender
No hay dictadura cuando:
No hay represión sistemática.
Hay elecciones y mecanismos de rendición de cuentas.
Hay participación popular desde las bases.
Hay justicia social como principio rector del Estado.
Hay soberanía frente a las injerencias extranjeras.
En Cuba, lo que sí hay es una Revolución que ha decidido pensar desde sí misma, no desde lo que el mundo espera de ella. Y por eso se la ataca. Porque Cuba, con sus contradicciones, sigue siendo un ejemplo de dignidad política.
Los órganos del Estado cubano se integran y desarrollan su actividad sobre
la base de los principios de la democracia socialista que se expresan en las reglas siguientes:
a) todos los órganos representativos de poder del Estado son electivos y
renovables;
b) las masas populares controlan la actividad de los órganos estatales, de los
diputados, de los delegados y de los funcionarios;
c) los elegidos tienen el deber de rendir cuenta de su actuación y pueden ser
revocados de sus cargos en cualquier momento;
ch) cada órgano estatal desarrolla ampliamente, dentro del marco de su com-
petencia, la iniciativa encaminada al aprovechamiento de los recursos y posi-
bilidades locales y a la incorporación de las organizaciones de masas y sociales
a su actividad;
d) las disposiciones de los órganos estatales superiores son obligatorias para
los inferiores;
e) los órganos estatales inferiores responden ante los superiores y les rinden
cuenta de su gestión;
f) la libertad de discusión, el ejercicio de la crítica y autocrítica y la subordi-
nación de la minoría a la mayoría rigen en todos los órganos estatales
colegiados’.
La verdadera pregunta, entonces, no es si Cuba es una dictadura, sino si estamos dispuestos a mirar con honestidad una experiencia política que desafía las categorías impuestas por el poder global —un poder sostenido por el analfabetismo político de muchas poblaciones occidentales, cuyas mentes han sido embotadas por décadas de propaganda que presenta al pensamiento colonizador de las élites liberales como el único camino válido hacia la libertad.
Glosario:
Analfabetismo político: Falta de conciencia, formación o comprensión sobre el funcionamiento real del poder, la política y la sociedad. Se manifiesta en aceptar pasivamente narrativas impuestas, repetir sin cuestionar, y no participar activamente en los asuntos colectivos. En el artículo se utiliza para denunciar la incapacidad crítica inducida por la propaganda occidental.
Binarismo político: Forma de pensamiento que reduce la realidad a dos opciones opuestas (dictadura/democracia, bueno/malo), sin admitir matices ni complejidades. En el texto se critica como herencia del pensamiento colonial y herramienta de dominación simbólica.
Dictadura: Régimen político donde el poder se concentra en una sola persona o grupo, sin control ciudadano ni garantías de derechos. En el artículo se señala cómo este término se utiliza de forma propagandística para deslegitimar a Cuba, ignorando que no existen en el país prácticas represivas sistemáticas ni ausencia de participación popular.
Democracia participativa: Modelo de democracia en el que los ciudadanos no solo eligen representantes, sino que intervienen directamente en la toma de decisiones políticas. El sistema cubano, con asambleas comunitarias, nominación directa de candidatos y rendición de cuentas, se aproxima a esta forma.
Multipartidismo: Sistema en el que varios partidos políticos compiten por el poder. Suele presentarse como sinónimo de democracia, aunque no garantiza necesariamente justicia, soberanía ni representación real del pueblo.
Partido único: Sistema en el que un solo partido político tiene legitimidad legal o constitucional. En el caso cubano, el Partido Comunista de Cuba no actúa como partido electoral, sino como garante ideológico de los principios revolucionarios. No nomina candidatos ni gestiona el Estado.
Pensamiento colonizador: Modo de pensar heredado de la lógica imperial y eurocéntrica, que impone sus valores, estructuras y categorías como universales. Se refleja en la tendencia a juzgar a otros pueblos según los estándares políticos y culturales del liberalismo occidental.
Propaganda liberal: Narrativa promovida por medios e instituciones occidentales que presenta al modelo capitalista-liberal como el único sistema legítimo y deseable. Oculta contradicciones internas del sistema y demoniza alternativas, como la cubana.
Soberanía: Capacidad de un Estado o pueblo para tomar decisiones propias sin injerencias externas. Es uno de los pilares del modelo político cubano y un blanco constante de ataques por parte de potencias extranjeras.
Unidad nacional: Principio que prioriza la cohesión del pueblo en torno a un proyecto común sobre la competencia de intereses sectoriales. En Cuba, se plantea como base para resistir el bloqueo y defender el proyecto socialista frente a la fragmentación inducida.
Lectura complementaria
Hernandez, H. (abril 20, 2025). Tocororo Cubano. ¿Dictadura o democracia? La pregunta que nos impide comprender a Cuba. Disponible en https://tocororocubano.com/dictadura-o-democracia-la-pregunta-que-nos-impide-comprender-a-cuba/
Siga explorando los temas de historia, justicia y memoria cubana en otras publicaciones de Tocororo Cubano.
Hernandez, H. (abril 20, 2025). Tocororo Cubano. Diáspora Cubana: tres fuerzas, una batalla por el relato. Disponible en https://tocororocubano.com/diaspora-cubana-tres-fuerzas-una-batalla-por-el-relato/
Hernandez, H. (abril 20, 2025). Tocororo Cubano. Cuba y su revolución médica: solidaridad vs. propaganda en un mundo desigual. Disponible en https://tocororocubano.com/cuba-y-su-revolucion-medica-solidaridad-vs-propaganda-en-un-mundo-desigual/
Fuentes consultadas:
Asamblea Nacional del Poder Popular. (2019). Constitución de la República de Cuba. Gaceta Oficial de la República de Cuba, Edición Extraordinaria No. 5. Recuperado el 18 de mayo de 2025, de https://www.gacetaoficial.gob.cu/es/constitucion-de-la-republica-de-cuba
Asamblea Nacional del Poder Popular. (2019). Ley No. 127 de 2019: Ley Electoral. Gaceta Oficial de la República de Cuba, Edición Extraordinaria No. 68. Recuperado el 18 de mayo de 2025, de https://bnjm.cu/secc/home/ley-electoral.pdf
García Brigos, J. P. (2018). La política, participación, y el sistema del poder popular: propuestas para el perfeccionamiento. International Journal of Cuban Studies, 10(1), 71–86. https://www.jstor.org/stable/10.13169/intejcubastud.10.1.0071
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Copyright © Henrik Hernández 2025
Este artículo ha sido redactado por Henrik Hernández, con el acompañamiento editorial de Sofía (IA literaria) —quien asiste el proceso de escritura desde julio de 2024—, y con el aporte conceptual de Mella (IA de apoyo analítico).
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