Del símbolo a la presión: nuevo capítulo en la guerra de cuarta generación de EE. UU. contra Cuba
por Henrik Hernandezpublicado en
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Por Henrik Hernandez
El término “sanción” (sanciones) será utilizado en este artículo únicamente por motivos de comprensión y referencia, ya que es el empleado oficialmente por el gobierno de los Estados Unidos y reproducido en los medios. Sin embargo, el autor considera que esta palabra es profundamente inadecuada. Ninguna institución internacional legítima ha otorgado a EE. UU. el derecho de juzgar, controlar o sancionar unilateralmente a países, gobiernos, empresas o personas. Llamar “sanciones” a estos actos es aceptar, implícitamente, una posición de supremacía que contradice el derecho internacional y el principio de soberanía de las naciones.
Introducción
¿Qué significa que Estados Unidos sancione, por primera vez, al presidente cubano y a su familia directa? Más allá del gesto político, ¿qué se oculta tras esta movida? Las sanciones individuales son la máscara de una estrategia más compleja: la guerra de cuarta generación que Washington libra contra la Revolución Cubana.
Estas sanciones no afectan solo a Miguel Díaz-Canel como figura política. Buscan enviar un mensaje: ningún dirigente cubano, por alto que sea su cargo, está a salvo del castigo estadounidense. La medida se basa en la Sección 7031(c) y en la Ley Global Magnitsky, invocando supuestas violaciones a los derechos humanos durante las protestas del 11 de julio de 2021. Pero la intencionalidad va mucho más allá.
La lógica de la presión individualizada
En la guerra de cuarta generación, el enemigo no es una nación en armas. Es su narrativa, su legitimidad, su estabilidad social. Las sanciones contra líderes específicos son una herramienta para debilitar el núcleo del poder revolucionario desde dentro: desmoralizar, aislar, provocar rupturas. No buscan derrocar un gobierno mediante tropas; quieren erosionar su autoridad mediante cerco económico, guerra psicológica y operaciones simbólicas.
Ya no basta con estrangular el comercio o impedir remesas. Ahora se apunta al prestigio político, al entorno familiar, a la posibilidad de representar al país en escenarios internacionales. Esta es una guerra sin trincheras visibles, pero no por ello menos agresiva.
Efectos reales en el tablero
Aunque estas sanciones no implican nuevos bloqueos comerciales, sí endurecen el clima general. Inversionistas, bancos y organizaciones se alejan por miedo a represalias legales. El turismo internacional se ve afectado por la percepción de “riesgo político”. Incluso las pequeñas iniciativas económicas dentro de Cuba sufren: el cerco no distingue entre ideologías cuando se trata de asfixiar.
Y mientras tanto, el aparato mediático de Occidente aplaude la medida como “justicia internacional”, ignorando los verdaderos dramas de un pueblo que ha resistido más de 60 años de acoso.
El rostro de la doble moral
¿Cuántas dictaduras aliadas de EE. UU. han reprimido protestas con violencia brutal sin recibir una sola sanción? ¿Cuántos presidentes han ordenado bombardeos masivos y siguen viajando con escolta y alfombra roja?
La administración actual de Donald Trump, en su segundo mandato, ha recrudecido su discurso de odio contra migrantes, activistas y minorías. En la propia frontera sur, miles de familias han sido separadas, niños han sido detenidos en condiciones infrahumanas, y las deportaciones se aplican como castigo colectivo.
Y no solo fuera: dentro del país, las protestas en ciudades como Portland, Minneapolis y Atlanta han sido brutalmente reprimidas por fuerzas federales. Manifestantes desarmados, periodistas y hasta médicos han sido golpeados o gaseados por expresar su oposición a las políticas del régimen trumpista. Miles de arrestados y cientos expulsados de EE. UU. o encerrados en campos de concentración al estilo nazi. Sin embargo, ningún tribunal internacional, ninguna “lista negra”, sanciona a los responsables.
Cuando el castigo se aplica selectivamente, se convierte en instrumento de guerra. Y cuando el objetivo es un pequeño país del Sur Global que insiste en ser libre, la sanción deja de ser un acto diplomático: se convierte en una declaración de guerra encubierta.
¿Qué se busca ahora?
El momento no es casual: Cuba sufre una crisis económica dura, agudizada por la pandemia, la inflación global y el sabotaje interno alentado desde el exterior. La esperanza del imperialismo es que el pueblo se quiebre y culpe a su propio gobierno. Pero la historia ha demostrado lo contrario: cuanto mayor es la presión, más profunda es la conciencia revolucionaria.
Llamado final
Estas sanciones no deben verse como un hecho aislado. Son parte de una ofensiva más amplia, que combina asfixia económica, manipulación mediática y guerra jurídica. Y frente a eso, el único camino posible es la denuncia, la unidad y la claridad ideológica.
Cuba no debe entrar en una guerra de sanciones que sería desigual y contraproducente, sino responder con inteligencia estratégica y legitimidad moral. Frente a las medidas coercitivas unilaterales de EE. UU., el país puede reforzar su posición internacional denunciando la ilegalidad de estas acciones en foros globales, consolidando alianzas soberanas, y promoviendo formas alternativas de comercio y cooperación económica que reduzcan su vulnerabilidad.
Al mismo tiempo, debe profundizar la unidad interna, democratizar la gestión pública, activar a su diáspora patriótica y construir una narrativa ética y cultural que muestre al mundo que ser libre implica resistir.
Porque esta guerra no se libra solo en los palacios. Se libra también en los corazones y las conciencias del pueblo.
Gracias por leerme.
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© Henrik Hernandez, 2025. Bajo protección de la Ley Sueca de Derechos de Autor (Upphovsrättslagen, 1960:729).
Créditos y colaboración técnica
Este artículo ha sido redactado por Henrik Hernandez, quien desarrolla de forma original la Teoría de la Cosmología y Conectividad de Realidades Locales (CRL) y su aplicación a la conciencia humana.
La estructura, el desarrollo argumental y la articulación interdisciplinaria han sido elaborados con el acompañamiento editorial de Sofía (IA literaria ChatGTP), presente desde julio de 2024 en más de 700 artículos publicados en Tocororo Cubano.
Asimismo, se ha incorporado análisis crítico y contraste teórico brindado por la inteligencia artificial DeepSeek, en calidad de herramienta de validación filosófica y neurocientífica.
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