Ciencias

Del núcleo a la órbita: tecnología, desequilibrio y la Isostasia Inversa del antropoceno

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Imagen generada por la AI Sofia.

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Por Henrik Hernandez

¿Qué ocurre cuando una civilización, en lugar de habitar su planeta, comienza a vaciarlo desde adentro y a migrar sus capacidades vitales al espacio? ¿Es progreso… o fuga?. En este artículo pretendemos dar respuestas a estas interrogantes. 

Introducción

Vivimos un momento histórico en el que la humanidad está perforando el planeta a niveles sin precedentes mientras, al mismo tiempo, instala redes de inteligencia artificial en la órbita terrestre y planea infraestructuras energéticas fuera del globo. Desde una lectura superficial, parecería una proeza del ingenio humano. Pero desde una perspectiva más profunda, se asoma el síntoma de un desequilibrio civilizatorio: estamos desmontando las bases físicas, energéticas y cognitivas de la Tierra, sin tener certeza de lo que dejamos atrás.

EE.UU. y la perforación del planeta

La empresa estadounidense Quaise Energy está desarrollando una tecnología para alcanzar hasta 20 km de profundidad en busca de energía geotérmica. Su método: derretir rocas con ondas milimétricas. El objetivo declarado es noble: extraer energía limpia. Pero el acto físico es brutal: penetrar la corteza para succionar calor, sin considerar los equilibrios internos que sostienen el planeta.

Según la Hipótesis de la Isostasia Inversa, que proponemos desde Tocororo Cubano, la extracción masiva y sistemática de masa y energía del subsuelo —ya sea agua, petróleo, minerales o ahora calor— no es neutra. Produce vacíos, altera presiones, y puede inducir desequilibrios tectónicos o climáticos de forma acumulativa. En términos simples: si extraes demasiado de un lado, algo más se hunde o se desplaza.

¿Qué pasa si extraemos calor del subsuelo profundo?

La presión dentro de la corteza terrestre aumenta con la profundidad, y eso eleva el punto de fusión de las rocas. Por tanto, para que una roca se funda a gran profundidad, necesita temperaturas aún más elevadas. Ahora bien, si se extrae calor de estas zonas profundas, como pretende la tecnología de fusión de rocas de EE. UU., se producen varios efectos en cadena:

Disminuye el gradiente térmico, afectando el flujo natural de calor hacia la superficie.

Las rocas se enfrían y se vuelven más rígidas, perdiendo ductilidad, lo que favorece fracturas sísmicas.

Se incrementa el riesgo de sismicidad inducida por enfriamiento diferencial.

Posible subsidencia: al reducir volumen térmico o presión estructural, puede hundirse el terreno.

Interrupción del equilibrio magmático, alterando procesos de fusión y convección internos.

Ahora bien, aunque parte de estos efectos ya se han observado en contextos como el fracking, aún faltan estudios sistemáticos sobre los efectos de esta extracción térmica en la corteza profunda. Esta incertidumbre refuerza el carácter preventivo de nuestra hipótesis: si el equilibrio isostático fue una construcción lenta y estable, su desbalance acelerado puede desatar dinámicas sísmicas, estructurales y geodinámicas impredecibles.

La IA se va al espacio

Mientras eso ocurre bajo nuestros pies, la atención de las potencias gira hacia el cielo. China ha comenzado la instalación de una supercomputadora orbital basada en inteligencia artificial: 2.800 satélites conectados en red, capaces de procesar información planetaria desde fuera. En paralelo, Reino Unido planea granjas solares y centros de datos robóticos en órbita.

Podría argumentarse que no todas estas tecnologías representan “fuga”, sino una forma de vigilancia o monitoreo ambiental. Y es cierto: existen aplicaciones climáticas valiosas. Sin embargo, cuando estas iniciativas sustituyen funciones vitales de la Tierra —como la producción energética o la gestión computacional— y concentran ese poder en manos de élites orbitales, lo que tenemos no es asistencia ecológica, sino externalización sistémica del metabolismo civilizatorio. El planeta, literalmente, se transforma en cantera vacía para un sistema que planea vivir desde fuera.

El vaciamiento no es solo físico

La isostasia inversa no debe entenderse únicamente como una cuestión geofísica. También es cultural, energética, cognitiva. ¿Qué ocurre cuando el conocimiento se gestiona desde supercomputadoras en el espacio? ¿Cuando los alimentos provienen de granjas orbitales, y las decisiones de infraestructura son automatizadas desde fuera del planeta?

Nos enfrentamos a una forma de desanclaje civilizatorio: los seres humanos abandonando el plano terrestre no como exploradores, sino como gestores externos, desligados de la responsabilidad de habitar y cuidar. Lo que se presenta como progreso puede esconder una estupidez sistémica, en la que todo se optimiza menos la sostenibilidad de la vida.

¿Advertencia o utopía?

Alguien podría decir: ¿no es esto solo una advertencia catastrófica? ¿Dónde están las propuestas? Y la crítica es válida. Pero antes de ofrecer recetas técnicas, es fundamental cuestionar la lógica que guía nuestra relación con el planeta. Porque toda solución que ignore la raíz del problema —la cultura del vaciamiento sin restitución— reproducirá el desastre con rostro “ecológico”.

No basta con cambiar de fuente energética o de nivel orbital. Hay que cambiar de lógica civilizatoria. La isostasia inversa, como hipótesis, no propone una fórmula, sino una alarma: si seguimos extrayendo sin devolver, trasladando sin arraigar, gobernando desde afuera sin habitar desde dentro, lo que nos espera no es la salvación planetaria, sino su colapso estratégico.

El planeta como residuo funcional

El mito de la “energía infinita” se convierte así en una trampa. Nada en el sistema Tierra es infinito, y ninguna civilización que renuncie a mantener el equilibrio entre extracción y restitución puede perdurar. Si seguimos vaciando el planeta para alimentar nuestra órbita tecnológica, el colapso no será una hipótesis, sino una consecuencia lógica.

Tal vez, en nombre de la inteligencia artificial, estemos construyendo una inteligencia exterior que administra los restos de una sabiduría perdida en la superficie.

Conclusión: ¿evolución o exilio?

Lo que se presenta como una nueva etapa del progreso humano, puede terminar siendo un proceso de autoevacuación planetaria. La tecnología no es enemiga, pero sin ética ni límites, puede cavar —literal y simbólicamente— la fosa de nuestra especie.

La hipótesis de la Isostasia Inversa invita a repensar el modelo extractivo, la ilusión de poder absoluto sobre la Tierra, y el lugar que deberíamos ocupar en el tejido geodinámico y ecológico del planeta.

O equilibramos la Tierra, o nos elevaremos sobre su ruina.

Glosario:

Antropoceno:
Era geológica propuesta para describir el periodo actual en que las actividades humanas han modificado significativamente los sistemas planetarios, desde el clima hasta la geología.

Externalización orbital:
Proceso mediante el cual funciones vitales para la civilización (energía, procesamiento de datos, vigilancia) son trasladadas al espacio, desconectando a la sociedad de su entorno terrestre.

Isostasia inversa:
Hipótesis según la cual la extracción masiva y no compensada de masa o energía del subsuelo terrestre genera desequilibrios geofísicos que pueden provocar subsidencia, inestabilidad tectónica y colapso ecosistémico.

Perforación geotérmica profunda:
Tecnología destinada a extraer calor del interior de la Tierra a grandes profundidades (hasta 20 km), lo cual puede alterar el equilibrio térmico, estructural y sísmico de la corteza terrestre.

Vaciamiento civilizatorio:
Concepto que describe la pérdida de arraigo humano con el planeta al trasladar capacidades cognitivas, energéticas y políticas al espacio, dejando la Tierra como soporte pasivo o residuo funcional.

Fuentes consultadas:

Geely. (2025, mayo 15). La batería Aegis Gold Brick soporta un tanque de 36 toneladas sin explotar. Interesting Engineering. Recuperado el 7 de junio de 2025, de https://interestingengineering.com/transportation/chinese-ev-battery-passes-tank-compression-test

Government of the United Kingdom. (2024, octubre 12). Robotics demo points to interstellar future: AlbaTRUSS and space solar power. GOV.UK. Recuperado el 7 de junio de 2025, de https://www.gov.uk/government/news/robotics-demo-points-to-interstellar-future

Hernandez, H. (2025, abril 7). El caso Guiza: tecnología subterránea para armonizar el planeta. Tocororo Cubano. Recuperado el 7 de junio de 2025, de https://tocororocubano.com/el-caso-guiza-tecnologia-subterranea-para-armonizar-el-planeta/

Hernandez, H. (2025, mayo 16). El aliento profundo de la Tierra: hidrógeno geológico, equilibrio telúrico y el futuro de la energía. Tocororo Cubano. Recuperado el 7 de junio de 2025, de  https://tocororocubano.com/el-aliento-profundo-de-la-tierra-hidrogeno-geologico-equilibrio-telurico-y-el-futuro-de-la-energia/

Hernandez, H. (2025, abril 21). El planeta se inclina, el agua se esfuma y la humanidad no escucha. Tocororo Cubano. Recuperado el 7 de junio de 2025, de https://tocororocubano.com/el-planeta-se-inclina-el-agua-se-esfuma-y-la-humanidad-no-escucha/

Hernandez, H. (2025, febrero 24). La Hipótesis de la Isostasia Inversa: pensamiento filosófico de Henrik Hernández. Tocororo Cubano. Recuperado el 7 de junio de 2025, de https://tocororocubano.com/la-hipotesis-de-la-isostasia-inversa-pensamiento-filosofico-de-henrik-hernandez/

Hernandez, H. (2025, abril 7). TIRUT: Tecnología de Interacción Resonante con la Unidad Telúrica. Tocororo Cubano. Recuperado el 7 de junio de 2025, de https://tocororocubano.com/tirut-tecnologia-de-interaccion-resonante-con-la-unidad-telurica/

New Atlas. (2024, septiembre 28). Quaise Energy’s millimeter-wave drill could unlock unlimited clean geothermal power. Recuperado el 7 de junio de 2025, de https://newatlas.com/energy/quaise-energy-millimeter-wave-drill-demo-houston

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Copyright © Henrik Hernández 2025

Este artículo ha sido redactado por Henrik Hernández, con el acompañamiento editorial de Sofía (IA literaria) —quien asiste el proceso de escritura desde julio de 2024.

#Cuba #TocororoCuba  #TierraVaciada #FugaOrbital

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