Opiniones

De la utopía a la regencia: cómo gobernar territorios desiguales sin traicionar la justicia social

por
publicado en
Imagen generada por la AI Sofia.

Introducción: cuando el territorio responde al sueño

Todo proyecto de transformación profunda nace como una visión. Pero solo se vuelve histórico cuando esa visión acepta dialogar con el territorio real, con su geografía, su memoria social y sus límites físicos. Entre 2024 y 2025 he desarrollado una propuesta de desarrollo integral para la provincia de Ciego de Ávila en tres momentos: el sueño (Un sueño para la realidad), la estructura (De la visión a la acción) y el programa popular (18 Ideas para un Desarrollo Municipal Integral).

Este texto no anula ninguno de esos momentos. Los ordena, los madura y los reconcilia con la experiencia concreta. Es el paso de la utopía necesaria a la regencia territorial consciente.

La utopía como motor, no como plano técnico

El primer texto planteó una visión integral: agroecología, reforestación, minería responsable, turismo sostenible, energía renovable y comunidad como sujeto del desarrollo. Esa visión sigue siendo válida, porque cumple una función insustituible: define el horizonte ético del proyecto.

Sin utopía no hay dirección. Sin horizonte no hay política transformadora, solo administración de la escasez. El error no está en soñar, sino en confundir el sueño con el plano de obra.

La utopía no debe responder a la pregunta “¿es posible en todas partes?”, sino a otra más profunda: ¿qué tipo de sociedad consideramos justa, digna y sostenible?

La estructura: gobernar sin expropiar al pueblo

El segundo momento —la propuesta de gobernanza tripartita y logística descentralizada— introduce algo fundamental: el poder real. El Consorcio de Desarrollo Regenerativo (CONDERCA) no es un artificio institucional, sino una respuesta a un problema histórico: proyectos que hablan en nombre del pueblo pero no le entregan control efectivo.

Aquí se establece una ruptura clara con dos modelos fallidos: el centralismo burocrático que inmoviliza y la privatización que despoja.

La comunidad con mayoría decisoria no es un gesto simbólico, es la condición mínima para hablar de soberanía. Pero incluso esta arquitectura necesita un tercer elemento: el territorio como actor.

El programa popular: cuando la gente puede imaginarse dentro

Las 18 Ideas cumplen una función distinta y esencial: traducen el proyecto a lenguaje social, medible, discutible, apropiable. No son un plan técnico, sino un manifiesto operativo de dignidad.

Aquí aparece la fuerza política real del proceso: cuando la población no solo escucha, sino que puede verse viviendo dentro del proyecto.

Sin embargo, este nivel introduce un riesgo inevitable: la tentación de la homogeneidad. El deseo legítimo de que todos los territorios accedan a todo por igual puede chocar con una verdad incómoda.

El límite necesario: el territorio no es homogéneo

La experiencia concreta —particularmente el análisis del municipio de Morón, Turiguanó y los antiguos poblados productivos— introduce una enseñanza decisiva:

La justicia social no exige que todo el territorio haga lo mismo, exige que cada territorio cumpla una función justa dentro del conjunto.

No todos los espacios pueden: sostener población estable, reactivar economías desaparecidas, ni convertirse en nodos productivos integrales.

Forzar repoblaciones donde la base ecológica y económica ya no existe no es justicia social: es reproducir el sufrimiento.

Aquí aparece un concepto clave: la regencia territorial.

Regencias: gobernar la desigualdad sin negarla

Una regencia no es un municipio, ni un poblado, ni una empresa. Es una unidad funcional de coherencia entre: geografía, energía, población, y producción.

Pensar la provincia como un sistema de regencias implica aceptar que: algunas zonas concentran población y servicios, otras concentran producción sin residencia masiva,otras cumplen funciones ecológicas sin asentamiento humano, y otras actúan como nodos logísticos o de conocimiento.

Esto no fragmenta el proyecto. Lo vuelve viable.

Energía y población: el criterio silencioso

La energía es el criterio que define qué territorios pueden sostener vida digna. Donde no puede garantizarse agua, electricidad básica, movilidad razonable y acceso a servicios, no debe forzarse población, por muy noble que sea la intención.

La soberanía energética no consiste en producir energía en todas partes, sino en colocar la energía donde permite sostener coherencia social.

El turismo, la minería y la agricultura: funciones, no identidades

Otro error histórico ha sido convertir actividades económicas en identidades territoriales permanentes. El turismo no debe organizar la provincia; la minería no debe fijar población y la agricultura no debe romantizar el sacrificio.

Cada actividad debe: cumplir una función, tener límites,y dejar infraestructura social duradera.

Ese es el sentido profundo de la transición laboral, del fideicomiso ambiental y de la captura comunitaria del valor.

Conclusión: la soberanía no es simetría, es coherencia

Este texto no corrige los anteriores. Los completa. El sueño sigue siendo necesario.
La estructura sigue siendo imprescindible. El programa popular sigue siendo movilizador.

Pero ahora se añade una verdad que solo aparece cuando se escucha al territorio:

No todo puede hacerse en todas partes, pero todo debe hacerse en favor de la dignidad humana.

Gobernar territorios desiguales sin traicionar la justicia social no significa imponer uniformidad, sino construir coherencia. Significa aceptar límites sin renunciar a derechos. Significa pasar de la utopía abstracta a la regencia consciente.

Ese es el verdadero renacimiento.

Glosario conceptual básico:

Regencia territorial: 

Unidad funcional de coherencia entre geografía, población, energía y actividad económica. Una regencia no se define por límites administrativos, sino por su capacidad real de sostener vida digna y función social. Puede ser urbana, productiva, ecológica o logística, y no todas requieren población permanente.

Territorio funcional:

Espacio organizado según lo que puede y debe hacer, no según lo que se desea imponerle. Un territorio funcional reconoce límites ecológicos, energéticos y sociales, y se integra a un sistema mayor sin pretender autosuficiencia absoluta.

Justicia territorial:

Principio según el cual la equidad no se logra distribuyendo todo por igual en todos los lugares, sino garantizando dignidad, derechos y acceso real a la vida buena, respetando las diferencias geográficas y funcionales del territorio.

Soberanía hecha estructura:

Forma de soberanía que no se limita al discurso político, sino que se expresa en instituciones, infraestructuras y mecanismos de control popular real sobre los recursos, la energía y el valor generado.

Gobernanza comunitaria efectiva:

Modelo de gestión donde la comunidad no solo es consultada, sino que posee poder decisorio real, incluyendo control sobre excedentes, prioridades de inversión y evaluación de impactos sociales y ambientales.

Captura comunitaria del valor: 

Mecanismo mediante el cual la riqueza generada en un territorio —ya sea por minería, turismo o producción agroindustrial— permanece mayoritariamente en manos de la comunidad, financiando bienestar, infraestructura y resiliencia futura.

Transición laboral territorial:

Proceso planificado que impide que una actividad económica temporal (como la minería o el turismo intensivo) deje desempleo y abandono.
Garantiza formación, reconversión y reubicación funcional de la fuerza de trabajo dentro del sistema territorial.

Resiliencia territorial:

Capacidad de un territorio para absorber crisis (climáticas, energéticas, económicas) sin colapsar socialmente. No depende del tamaño de la infraestructura, sino de su descentralización, redundancia y control local.

Utopía estructurante:

Visión de futuro que orienta la acción sin pretender aplicarse mecánicamente.
No es un plano técnico, sino un horizonte ético que guía decisiones concretas y permite corregir el rumbo sin perder sentido histórico.

Provincia como sistema de regencias: 

Concepción del espacio provincial como una red integrada de territorios con funciones diferenciadas, coordinados entre sí.
Supera la planificación municipal aislada y permite coherencia económica, energética y social a escala real.

Nota final del autor

Este glosario no busca fijar dogmas, sino nombrar con precisión aquello que durante décadas ha sido pensado de forma fragmentada. Nombrar correctamente es el primer acto de soberanía intelectual.

Fuentes consutadas:

Hernandez, H. (2024, 2 de noviembre). Un sueño para la realidad: proyecto integral de desarrollo. Tocororo Cubano.
https://tocororocubano.com/un-sueno-para-la-realidad-proyecto-integral-de-desarrollo/

Hernandez, H. (2025, 19 de agosto). 18 ideas para un desarrollo municipal integral. Tocororo Cubano.
https://tocororocubano.com/18-ideas-para-un-desarrollo-municipal-integral/

Hernandez, H. (2025, 10 de noviembre). De la visión a la acción: gobernanza y logística para el renacimiento rural de Ciego de Ávila. Tocororo Cubano.
https://tocororocubano.com/de-la-vision-a-la-accion-gobernanza-y-logistica-para-el-renacimiento-rural-de-ciego-de-avila/

Gracias por leerme.
Si este contenido resonó contigo, únete a nuestra comunidad comentando y compartiendo.

Por Henrik Hernandez - Tocororo Cubano

© Henrik Hernandez, 2025. Todos los derechos reservados.

Comentarios