Sociedad

De la burguesía funcional a la plusdirección: precisión conceptual y crítica al falso socialismo del siglo XXI

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Imagen generada por la AI Sofia.

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Por Henrik Hernandez

El falso socialismo del siglo XXI y la nueva burocracia funcional del poder

El llamado socialismo del siglo XXI no abolió el Estado burgués: lo adaptó.
Detrás de su retórica de justicia social y soberanía, lo que realmente emergió fue una burocracia funcional al capitalismo, una capa de origen popular cooptada para administrar el orden burgués bajo discurso revolucionario.

No es una oligarquía —pues carece de poder económico propio—, sino una mediación política diseñada para contener la transformación socialista.

En este ensayo, Henrik Hernandez desmonta la ilusión del “nuevo socialismo” latinoamericano y demuestra que, mientras las estructuras del Estado burgués sigan intactas, ningún proceso será verdaderamente emancipador.
El autor distingue con precisión entre esta burocracia funcional del Estado burgués —presente en modelos como el venezolano o el ecuatoriano— y la burguesía funcional que surgió en los Estados socialistas reales, donde el mando sustituyó a la propiedad.

De esa observación surge su aporte teórico más importante: el concepto de plusdirección, definido como la apropiación del excedente social mediante el poder jerárquico y no la propiedad privada.
Con esta idea, Hernández ofrece una explicación inédita sobre cómo las relaciones de dominación pueden persistir incluso en sociedades sin capitalistas visibles.

Lejos de la retórica, este texto propone una salida concreta: abolir la plusdirección y construir un Estado comunal científico, donde el saber, la producción y el poder pertenezcan realmente al pueblo.
Una crítica implacable al falso socialismo y una brújula para reconstruir la teoría revolucionaria desde sus raíces.

En 2015, el economista venezolano Víctor Álvarez publicó el artículo “Una nueva burguesía funcional: la burocracia y el secuestro de la propiedad estatal”, en el que advertía sobre la formación de élites administrativas dentro del llamado socialismo del siglo XXI. Su diagnóstico fue agudo al describir cómo la burocracia se apodera de privilegios, monopoliza la gestión del Estado y convierte la propiedad estatal en fuente de rentas personales.
Sin embargo, el análisis de Álvarez —aunque lúcido— no distingue entre la degeneración del socialismo real y la administración estatal del capitalismo, error que ha generado confusión ideológica en gran parte del pensamiento latinoamericano reciente.

Solo puede hablarse de burguesía funcional cuando la propiedad privada ha sido abolida y el aparato estatal asume el control total de la producción social, lo que da lugar a una nueva forma de dominación basada en el poder jerárquico.
Cuando eso no ocurre —como en el caso venezolano o ecuatoriano—, no se trata de socialismo, sino de capitalismo de Estado con discurso popular, sostenido por una burocracia funcional al orden burgués.

Sofia (ChatGPT) y DeepSeek

El límite estructural del socialismo del siglo XXI

El llamado socialismo del siglo XXI no abolió el Estado burgués ni desmontó su democracia representativa, sino que las adaptó a un nuevo bloque de poder.
El aparato estatal, con su división formal de poderes, su estructura jerárquica y su representación indirecta, se mantuvo intacto.

La burguesía tradicional, lejos de ser desplazada, integró a su maquinaria una nueva capa burocrática de origen popular, encargada de administrar el Estado bajo una narrativa revolucionaria.

Esta burocracia funcional del Estado burgués cumple un papel político preciso: legitimar el sistema capitalista mediante símbolos de justicia social y soberanía nacional.
Su función no es emancipar al pueblo, sino contenerlo dentro de los márgenes de la democracia burguesa.
Por eso, esta capa no puede considerarse oligarquía —pues carece de poder económico autónomo— ni clase burguesa en sentido marxista, sino una burocracia de mediación política: funcionarios, dirigentes sindicales y cuadros administrativos de origen popular cooptados por el sistema para garantizar su estabilidad.

Su existencia demuestra que el capitalismo puede incorporar elementos plebeyos para perpetuar su hegemonía, disfrazando su continuidad de justicia social.

El caso venezolano bajo el chavismo, o el ecuatoriano durante la llamada Revolución Ciudadana, muestran con claridad esta estrategia: procesos que se presentaron como populares, pero que preservaron la estructura económica, jurídica y simbólica del Estado burgués.

En tales condiciones, no hay burguesía funcional en el sentido socialista, sino una burocracia funcional que administra la renta y el consenso social en nombre del pueblo, sin alterar la base capitalista de la sociedad.

La burguesía funcional en el socialismo real

En cambio, en los Estados socialistas verdaderos —como la Unión Soviética, Europa del Este o Cuba—, la propiedad privada fue abolida formalmente, y con ella desapareció la burguesía como clase visible.

Sin embargo, el control de la economía quedó concentrado en una élite administrativa, que reprodujo jerarquías y privilegios a través del mando estatal.

Esa capa dirigente no se apropiaba del excedente mediante la propiedad, sino mediante la función, convirtiéndose en una burguesía funcional dentro del socialismo real.

Esta categoría —descrita por Álvarez— define con acierto el carácter del burocratismo socialista, pero no explica su mecanismo económico interno, es decir, cómo el poder de dirección se convierte en fuente de renta.

Ahí es donde entra en juego la noción de plusdirección.

  • La plusdirección: el mecanismo de apropiación jerárquica del excedente social

En el capitalismo, la explotación se realiza mediante la apropiación de la plusvalía; en el socialismo burocrático, mediante la apropiación del mando.
La plusdirección es el proceso por el cual una élite estatal se apropia del excedente social no por poseer los medios de producción, sino por controlar las decisiones sobre ellos.

El burócrata se convierte así en mediador entre el trabajo colectivo y su producto social.

Obtiene privilegios, influencia y beneficios materiales gracias a su posición jerárquica, no a la propiedad. De esta forma, el socialismo degenerado reproduce una forma de explotación sin capitalistas, donde el mando sustituye a la propiedad. El resultado es un modelo híbrido: sin burguesía visible, pero con relaciones de dominación funcionalmente equivalentes, que mantiene la sociedad dividida entre explotados y explotadores.

Estado burocrático o Estado popular

Esta contradicción entre la propiedad social y el control burocrático explica el conflicto entre el Estado burocrático y el poder comunal.
Mientras el primero concentra el poder en nombre de la eficiencia, el segundo exige la socialización real del poder: la gestión directa de los recursos, la producción y la vida pública por parte de las comunidades.

La superación del burocratismo no se alcanza mediante reformas administrativas, sino mediante la disolución progresiva del Estado jerárquico y la transferencia efectiva de las funciones económicas y políticas al pueblo organizado. El primer paso para ello es que el partido, como remanente socio psicológico capitalista, deje su función de regente de la sociedad y el estado y con ello deja de ser el generado de burguesía funcional. 

Solo entonces puede hablarse de democracia socialista auténtica, inclusiva, socialmente representativa, participativa y productiva.

Crítica al socialismo formal y reivindicación del socialismo real

Los fracasos del socialismo del siglo XX no provienen de la propiedad estatal, sino de la ausencia de control popular sobre esa propiedad. Cuando la burocracia se autonomizó del pueblo, el socialismo se transformó en un sistema jerárquico que conservó la forma de poder burgués bajo otro nombre.

Por eso, los intentos del siglo XXI por “revivir” el socialismo sin desmontar el Estado burgués solo perpetúan el capitalismo bajo una nueva bandera.

La alternativa no es el retorno al mercado ni la permanencia del Estado burocrático, sino la creación de un nuevo tipo de Estado: científico, participativo y comunal, donde el saber, la producción y el poder estén integrados bajo principios de equidad y cooperación social.

Conclusión

El concepto de burguesía funcional de Víctor Álvarez fue un aporte valioso para identificar el burocratismo como deformación del socialismo real.
Pero hoy, frente a la experiencia latinoamericana contemporánea, la categoría de plusdirección permite ir más allá, revelando el mecanismo estructural que convierte el mando en fuente de renta y privilegio.

A su vez, el análisis del socialismo del siglo XXI exige distinguir entre burocracia funcional del Estado burgués —que administra el capitalismo con retórica revolucionaria— y burguesía funcional del socialismo real, que surge tras la expropiación de la propiedad privada.

Ambas son deformaciones históricas, pero de naturaleza distinta.

El desafío revolucionario de nuestro tiempo consiste en abolir la plusdirección y desmontar la burocracia funcional, para abrir paso a una estructura donde el poder, el saber y la producción pertenezcan realmente al pueblo.

Glosario de términos clave:

Burguesía funcional: clase burocrática del socialismo real que usufructúa el poder estatal para apropiarse del excedente social.

Burocracia funcional del Estado burgués: capa administrativa de origen popular que, bajo discurso progresista, garantiza la continuidad del sistema capitalista.

Plusdirección: mecanismo de apropiación del excedente social mediante el mando jerárquico, no la propiedad.

Estado burgués: estructura política del capitalismo basada en la representación indirecta y la división de poderes.

Estado comunal: modelo de poder directo y autogestionado por la comunidad.

Socialismo del siglo XXI: versión reformista del capitalismo de Estado, caracterizada por la mediación burocrática y el discurso popular.

Fuentes consultadas:

Álvarez, V. (2015). Una nueva burguesía funcional: la burocracia y el secuestro de la propiedad estatal. Aporrea.org. https://www.aporrea.org/ideologia/a214049.html

Hernandez, H. (2025). Plusdirección y burguesía funcional: la esencia capitalista en el socialismo real. Tocororo Cubano. https://tocororocubano.com/plusdireccion-y-burguesia-funcional-la-esencia-capitalista-en-el-socialismo-real/

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© Henrik Hernandez, 2025. Bajo protección de la Ley Sueca de Derechos de Autor (Upphovsrättslagen, 1960:729).

Créditos y colaboración técnica

Este artículo ha sido redactado por Henrik Hernandez, autor de más de 800 textos publicados en Tocororo Cubano, con una línea editorial comprometida con la defensa del socialismo cubano, el pensamiento crítico y la soberanía nacional.

La estructura argumental, la revisión constitucional y el enfoque político han sido elaborados con el acompañamiento editorial de Sofía (IA literaria ChatGPT), presente desde julio de 2024 como asistente constante en el proceso de escritura, análisis y estilo.

También se ha contado con el contraste teórico y validación conceptual brindados por la inteligencia artificial DeepSeek, utilizada en calidad de herramienta crítica para el análisis institucional y económico.

Declaración legal

Este trabajo ha empleado sistemas de inteligencia artificial como herramientas de apoyo, sin que estas ostenten derecho alguno sobre el contenido final.
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