Crónica de un encuentro necesario
por Henrik Hernandezpublicado en
¡Bienvenido a Tocororocubano.com!
Estamos orgullosos de conectarnos con usted,
independientemente del lugar en el que se encuentre.Este no es un simple blog; es una Revista Digital Multidisciplinaria donde convergen el análisis geopolítico, la cultura, la economía, la naturaleza, el humor, y mucho más desde unaperspectiva cubana única. ¡Le deseamos que disfrute de nuestros artículos y pase un maravilloso momento junto a nosotros!
Por Henrik Hernandez - Tocororo Cubano
La mañana avanzaba con un sol inusual para Suecia, y yo, armado de convicción y sombra, emprendí el camino. Dos kilómetros a pie, bajo una temperatura de 25 grados, que para un caribeño no parece mucho, pero en estas latitudes basta para quebrar la calma nórdica. Opté por una sombrilla negra, sobria, sin letras ni colores. En Suecia es extraño ver a alguien portarla en verano. Pero no me interesaba encajar. Iba a representar, aunque fuese en silencio, una causa que llevo en la sangre.
En el trayecto, un impulso: compré unas rosas. No por protocolo, sino porque a veces las flores dicen lo que las palabras no alcanzan.
Llegué al Consulado. Me recibieron con cortesía y una calidez que, aunque medida, se sentía genuina. Nos sentamos separados por una mesa, no frente a frente, sino oblicuamente. Como quien establece una conversación no de confrontación, sino de reflexión. Nos mirábamos girando el rostro, en una postura humana, cercana, sin rigidez. Por momentos, desviaba la vista hacia la puerta abierta; no por desinterés, sino por el peso de algunas palabras que necesitaban el respiro del horizonte.
La conversación giró en torno a la actividad del 26 de julio. Intuí que había preocupación por la posible presencia de la contrarrevolución. Tranquilicé a la Cónsul. Con conocimiento de causa, le hablé del comportamiento histórico de esos sectores en Suecia. Le recordé que el peligro no está en el ruido de unos pocos, sino en la pasividad de los muchos. Hablamos, también, del desgano de algunos cubanos patriotas, de esa energía dormida que urge despertar si no queremos que el relato sea escrito por quienes odian.
Le compartí que alguna vez colaboré con Cuba Nuestra, aunque que me distancie de ciertas posturas adoptadas por esa plataforma. Le expresé mis dudas ante una izquierda europea que ha abandonado el coraje por el confort, y cómo eso repercute incluso aquí, en la percepción que se construye sobre Cuba.
Tocamos también el 11 de julio de 2021, y su influencia en la visión que muchos suecos adoptaron sobre la isla. Le conté cómo los medios, las redes y ciertas figuras se conjugaron para construir una narrativa emocionalmente poderosa pero políticamente interesada.
Y entre ideas, apareció lo concreto: mencioné mi disposición a enviar ayuda humanitaria. Ropa en buen estado que tengo, y un DEA (desfibrilador externo automatizado) que podría salvar vidas si llegara a las manos adecuadas. No fue una promesa ni una propuesta oficial. Fue un acto de coherencia entre lo que pienso y lo que hago. Porque no basta con denunciar, también hay que tender manos.
El encuentro fue breve pero significativo. No se firmaron acuerdos ni se pronunciaron discursos. Pero hubo verdad. Hubo respeto. Hubo, sobre todo, una reafirmación silenciosa de que en esta lucha, la dignidad también se construye desde los gestos sencillos.
Salí del consulado igual que entré: con mi quitasol, mis ideas, y ahora con la esperanza renovada de que hay interlocutores dispuestos a escuchar.
Gracias por leerme.
Si este contenido resonó contigo, únete a nuestra comunidad comentando y compartiendo.
Comentarios