Civilización silente: cuando los verdaderos terrestres son los bosques
por Henrik Hernandezpublicado en
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Reflexión de Henrik Hernandez
Hoy no quiero escribir sobre política, ni sobre historia. Hoy quiero hablar del bosque. No como biólogo ni como filósofo, sino como ser humano que ha sentido —más de una vez— que los árboles guardan un secreto que hemos olvidado.
Lo que sigue no es ciencia ni religión. Es una intuición que ha crecido en mí como una raíz que no pide permiso. Tal vez, al final, descubras que nunca fuimos los únicos civilizados…
Redefiniendo la civilización
Nuestra concepción tradicional de civilización se basa en parámetros humanos: ciudades, instituciones, jerarquías, monumentos, guerras, tecnologías. Sin embargo, esta visión antropocéntrica excluye formas de vida que, aunque no tengan edificios ni lenguas habladas, han demostrado una organización superior en equilibrio, resistencia y sabiduría natural.
Por eso propongo una nueva definición, inspirada en los bosques:
Una civilización es una red de seres que cooperan para sostener la vida, organizar su existencia, mantener el equilibrio del entorno y transmitir información para su evolución colectiva, con el objetivo de sostenerse y permanecer.
El bosque no busca dominar, sino sostener. No busca poder, sino permanencia. Y en eso, quizás, esté su grandeza.
El bosque como red viva
Bajo la superficie del suelo, donde nuestros ojos no alcanzan, se extiende una red biológica complejísima que conecta a plantas y árboles entre sí: la red micorrízica. A través de ella, los árboles se comunican, comparten nutrientes, envían señales de advertencia y cuidan a los miembros más jóvenes o débiles del ecosistema.
Los llamados "árboles madre" alimentan a sus descendientes y también a especies distintas, manteniendo la estabilidad del conjunto. Este tejido invisible convierte al bosque en un verdadero organismo colectivo. No hay centro, no hay trono: todo se sostiene mutuamente.
Conflicto y cooperación: un equilibrio vivo
Aunque en el bosque hay competencia por la luz, el agua o los nutrientes, esta no anula la cooperación. Al contrario: el conflicto forma parte del equilibrio.
Los árboles luchan por su espacio, estiran sus raíces, se elevan buscando el sol, algunas especies incluso inhiben a otras para sobrevivir. Pero no buscan hegemonía.
No exterminan, no acumulan, no dominan.
En el bosque, la competencia ocurre dentro de un marco ecológico de contención.
Los seres luchan por vivir, pero no por someter. Ganan espacio, pero no lo convierten en poder.
Y esa, quizás, es la mayor lección:
Que una civilización puede tener conflictos sin convertirse en una máquina de dominación.
Inteligencia sin ego
Las plantas no necesitan un cerebro para aprender o responder. Algunas recuerdan eventos pasados, otras identifican a sus vecinas, adaptan sus respuestas y modifican su comportamiento según la experiencia.
Esto nos obliga a preguntarnos:
¿Y si la inteligencia no es solo razonamiento individual, sino también sensibilidad colectiva?
En los bosques no hay propiedad privada ni acumulación. Todo está al servicio de la vida. Es una civilización sin economía, sin ejército, sin sistema político… pero con memoria, distribución justa, cooperación y resiliencia.
Sabiduría ignorada
Muchos pueblos originarios sabían que el bosque era más que árboles. Era guía, espíritu, comunidad.
El pensamiento moderno, en cambio, lo redujo a materia prima.
Al cortar árboles, no solo talamos madera; muchas veces destruimos nodos de sabiduría y memoria ecológica acumulada por siglos.
Vegetacidio: cuando destruimos una civilización
La deforestación y la fragmentación boscosa no solo eliminan árboles.
Eliminan estructuras vivas organizadas, cortan líneas de comunicación, destruyen raíces madre, borran registros de memoria adaptativa.
Eso tiene nombre.
Vegetacidio:
Acto sistemático, deliberado o negligente que conlleva la destrucción masiva de comunidades vegetales complejas, afectando no solo la biomasa, sino las redes de comunicación, cooperación, memoria ecológica y equilibrio que sostienen la vida planetaria.
Así como el genocidio mata culturas humanas, el vegetacidio aniquila civilizaciones vegetales que sostienen la vida en el planeta desde mucho antes de que llegáramos.
Un espejo azul: lo que Avatar nos quiso decir
A veces el cine acierta donde la razón falla.
En la película Avatar, no es la tecnología ni la ciencia humana la que representa la civilización más avanzada, sino una cultura profundamente enraizada en la naturaleza.
La red de comunicación de Eywa, los árboles sagrados, el vínculo con los animales, el respeto a cada forma de vida… todo eso nos recuerda que la sabiduría no siempre necesita cables ni pantallas.
El pueblo Na’vi vive conectado al planeta como una extensión de sí mismos.
Y la gran red biológica que une a Pandora no es una fantasía: existe en la Tierra, bajo los bosques, aunque no brille en azul.
Avatar no nos mostró un mundo imaginario. Nos mostró el nuestro, tal como debería ser comprendido.
La inversión de la mirada: los humanos como invasores
Durante siglos, hemos temido una invasión extraterrestre. Seres de otros mundos que lleguen a esclavizarnos, destruirnos o colonizarnos. Pero… ¿y si los verdaderos alienígenas fuimos nosotros?
¿Qué pasaría si los verdaderos terrestres fueran los árboles, los hongos, las plantas…
y nosotros una especie forastera que no comprendió el idioma de la vida?
Ellos crearon la atmósfera, el suelo, la humedad y construyeron redes, simbiosis, cooperación. Nosotros llegamos tarde, alteramos todo y nos proclamamos dueños.
No conquistamos el planeta. Invadimos una civilización.
Un planeta con conciencia
Quizás el planeta tiene una sabiduría que no habla. Quizás la Tierra recuerda quién la cuidó… y quién la hirió. Las plantas no necesitan venganza. Simplemente esperan.
Saben que después del ruido, el silencio regresa. Y cuando regrese, ellas volverán a crecer.
Palabras finales de Henrik
Si algún día desaparecemos como especie, tal vez el bosque nos sobreviva.
No construirá monumentos a nuestra memoria. Pero habrá perdonado, como siempre lo hace. Y seguirá enseñando, por si alguien aprende.
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El pensamiento filosófico de Henrik Hernandez: Entre la inevitabilidad del colapso y la preservación del conocimiento: https://tocororocubano.com/el-pensamiento-filosofico-de-henrik-hernandez-entre-la-inevitabilidad-del-colapso-y-la-preservacion-del-conocimiento/
La Hipótesis de la Isostasia Inversa: pensamiento filosófico de Henrik Hernandez: https://tocororocubano.com/la-hipotesis-de-la-isostasia-inversa-pensamiento-filosofico-de-henrik-hernandez/
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Copyright © Henrik Hernandez 2025
La redacción e investigación de este artículo han contado con la asistencia de inteligencia artificial, utilizada desde julio de 2024.
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