América Latina y el espejo roto del progresismo (Parte I)
por Henrik Hernandezpublicado en
¡Bienvenido al Tocororocubano.com!
Estamos orgullosos de conectarnos con Usted,
independientemente del lugar que se encuentre.
¡Le deseamos que disfrute de nuestros artículos y pase un
maravilloso momento junto a nosotros!
Por Henrik Hernandez
Desde una mirada revolucionaria, los movimientos progresistas se convirtieron en administradores del aparato estatal burgués y no construyeron un verdadero poder popular alternativo.
Introducción
Durante las últimas dos décadas, América Latina fue escenario del ascenso de varios gobiernos autodenominados progresistas que despertaron esperanza entre los sectores populares. Desde Venezuela y Bolivia hasta Argentina, Brasil, Ecuador o Chile, se habló de una “ola rosa” que parecía anunciar una ruptura con el neoliberalismo, una nueva era de soberanía e inclusión. Sin embargo, hoy muchos de esos procesos están en crisis, han sido revertidos o se han diluido en gestiones tecnocráticas sin impulso transformador.
La pregunta es inevitable:
¿Por qué fracasaron o se estancaron tantas fuerzas progresistas en América Latina?
Desde una mirada revolucionaria, la respuesta es clara y dolorosa: porque no rompieron con el aparato estatal burgués ni construyeron un verdadero poder popular alternativo. En lugar de subvertir el orden dominante, intentaron gobernar desde dentro de él.
La trampa de gobernar sin poder
La mayoría de estos gobiernos llegaron al Ejecutivo mediante elecciones democráticas, con programas redistributivos y promesas de justicia social. Pero acceder al gobierno no equivale a tomar el poder. El poder real en nuestras sociedades permanece concentrado en:
Las oligarquías económicas y financieras
El sistema judicial clasista
Los medios de comunicación corporativos
Las fuerzas armadas heredadas de dictaduras
Los tratados internacionales que subordinan la soberanía
Lejos de desafiar esas estructuras, muchos progresismos optaron por la convivencia con el capital, el diálogo con los poderes fácticos y, en ocasiones, la absorción de sus lógicas. El resultado fue una revolución contenida, atrapada en sus propias concesiones.
Reformismo sin ruptura: una victoria del sistema
No se puede construir una sociedad justa con las herramientas de la injusticia. El Estado burgués no es neutral ni reformable: es un aparato diseñado para perpetuar la dominación capitalista. Todo intento de transformación que no implique una ruptura con su estructura está condenado a ser reabsorbido.
El reformismo como contención
No hay socialismo sin ruptura. La historia enseña que no se puede transformar una sociedad con las herramientas diseñadas para sostener la desigualdad. El Estado burgués no es neutral ni reformable: está hecho para defender la acumulación privada y la subordinación al capital global.
Los progresismos apostaron por políticas asistencialistas sin transformación estructural. Pero el asistencialismo sin empoderamiento genera dependencia, no conciencia. Y cuando vinieron los golpes (blandos, mediáticos, judiciales o militares), el pueblo no tenía la organización ni la claridad política para defender el proceso.
La historia es implacable en esta lección: no hay socialismo sin ruptura.
Los progresismos que apostaron por el asistencialismo sin empoderamiento, por la redistribución sin desmercantilización, terminaron fomentando dependencia en vez de conciencia. Cuando llegaron los golpes —judiciales, mediáticos, económicos o militares— el pueblo no tenía una organización autónoma capaz de defender el proceso.
Nuevas élites, viejos intereses
En numerosos casos, los gobiernos progresistas generaron sus propias élites. Empresarios favorecidos por contratos estatales, burócratas enriquecidos, tecnócratas sin compromiso ideológico, ONGs extranjeras convertidas en mediadoras del poder global. Estas capas terminaron actuando como agentes de restauración del orden burgués, bajo el disfraz de la “institucionalidad democrática”.
Se pasó del “Estado presente” al “Estado gerencial”; de la participación popular al culto al “líder carismático”. La ideología fue reemplazada por la gestión, la movilización por el marketing, y la soberanía por la deuda externa.
Personalismo y corrupción: dos venenos internos
Otra causa del estancamiento fue el culto a figuras carismáticas como Chávez, Evo o Kirchner. Aunque imprescindibles en momentos de fundación, estos liderazgos concentraron demasiado poder, impidiendo la emergencia de estructuras colectivas sólidas y de cuadros intermedios preparados.
A esto se sumó la corrupción, no solo como desviación ética, sino como un modo de reproducción del capitalismo dentro del propio proceso. Funcionarios, empresarios aliados y tecnócratas progresistas actuaron como nueva élite económica, debilitando la legitimidad del proyecto.
La derecha no siempre necesita tanques. A veces solo necesita que los gobiernos progresistas se parezcan demasiado al sistema que prometieron cambiar.
No todos los procesos fueron iguales
Cabe reconocer, sin embargo, que no todos los proyectos progresistas partieron del mismo lugar ni enfrentaron los mismos desafíos. Comparar el reformismo del PT en Brasil con el proceso de cambio encabezado por Evo Morales en Bolivia —que enfrentó un golpe respaldado por fuerzas armadas y élites racistas— exige matices. Pero incluso en los casos de mayor radicalidad, como el venezolano o el boliviano, la falta de un desmontaje estructural del viejo aparato de poder dejó flancos vulnerables que fueron aprovechados por la reacción.
El caso cubano: ruptura sí, pero no sin contradicciones
A diferencia de estos procesos, Cuba sigue siendo el ejemplo más sólido de lo que implica una revolución auténtica. El viejo Estado fue desmantelado. Se creó una nueva legalidad, una nueva forma de propiedad, una institucionalidad orientada a sostener el poder popular.
Pero Cuba no está exenta de problemas. El burocratismo, la lentitud para renovar la participación popular y la debilidad en el control social directo sobre la economía han erosionado parte de la vitalidad revolucionaria.
Si bien la Revolución Cubana es, hasta hoy, el único proceso en América Latina que logró una ruptura total con el Estado burgués, las reformas económicas iniciadas en los últimos años —especialmente desde la llamada actualización del modelo económico— han abierto brechas que, sin un control político real por parte del pueblo, pueden estar sentando las bases para una restauración capitalista encubierta. Al igual que los procesos en el resto del contiente, se suma la corrupción, no solo como desviación ética, sino como un modo de reproducción del capitalismo dentro del propio proceso.
La apertura al trabajo por cuenta propia, la creación de MIPYMES, la circulación de divisas extranjeras como el USD o el MLC, y un entorno de descontrol financiero que ha disparado la inflación y generado desigualdad, están dando lugar a un fenómeno peligroso: el surgimiento de una élite económica desconectada de los principios fundacionales del socialismo cubano.
Esta nueva capa social, que ya opera con lógicas empresariales y acumulativas, corre el riesgo de transformarse en una proto-burguesía nacional: personas que, si bien nacieron dentro del proceso revolucionario, reproducen patrones capitalistas de comportamiento, acumulan poder económico, y comienzan a reclamar espacios políticos para defender sus intereses.
Reconocer estas limitaciones no disminuye su mérito histórico, sino que ayuda a pensar cómo avanzar en la democratización socialista sin caer en la restauración capitalista.
¿Y ahora qué? El futuro no es progresista, es revolucionario
Los pueblos latinoamericanos han aprendido que el reformismo no basta. Que sin ruptura estructural, todo avance es frágil. Pero el desafío no es solo teórico: ¿cómo se construye el poder popular hoy?
Algunas experiencias ofrecen pistas:
Las comunas venezolanas, donde el pueblo autogestiona recursos y decisiones.
El zapatismo, con su autonomía indígena, lejos del Estado burgués y del poder partidista.
Las asambleas territoriales en Chile, surgidas de la revuelta popular de 2019.
Los cabildos populares en Colombia, como formas de resistencia ante la represión estatal.
Estas formas no son perfectas ni uniformes, pero muestran una voluntad de reapropiación del poder desde abajo, sin esperar la autorización del sistema.
Las comunas venezolanas y el zapatismo han demostrado que es posible construir poder popular desde abajo, pero sus límites revelan lecciones imprescindibles: el aislamiento las hace vulnerables a la marginalización o la represión; la dependencia del Estado o la entrada al mercado puede cooptarlas y neutralizar su potencial transformador; y la negativa a escalar o disputar hegemonía impide que se conviertan en una alternativa real al poder burgués. Evitar estos errores exige articular redes autónomas entre territorios, establecer mecanismos de control democrático interno, fomentar economías no mercantiles y construir instituciones populares capaces de disputar el poder sin perder su esencia. Ni romanticismo ni desprecio: la autonomía solo será revolucionaria si se convierte en estrategia de transformación total.
Conclusión: solo la ruptura construye lo nuevo
La próxima etapa en América Latina no puede ser un nuevo “progresismo con rostro humano”. Debe ser algo radicalmente distinto:
Con poder popular real, basado en asambleas, comunas, control social de los recursos.
Con dirección colectiva, ética revolucionaria y sin caudillismos.
Con ruptura con el aparato estatal burgués y creación de nuevas formas de soberanía.
Con una teoría viva, marxista y adaptada a las condiciones del siglo XXI.
Porque la historia no premia las buenas intenciones. Premia a quienes construyen poder duradero para las mayorías. Y eso, el progresismo aún no ha sabido hacer.
Pero los pueblos… sí pueden lograrlo.
Glosario:
Autonomía defensiva: Estrategia de resistencia que prioriza la independencia total respecto al Estado y al mercado, pero que, al evitar alianzas o escalamiento, puede quedar aislada del proceso político más amplio.
Cooptación: Proceso mediante el cual un movimiento, colectivo o institución es absorbido o neutralizado por estructuras del poder estatal o del mercado, perdiendo su autonomía y su capacidad transformadora.
Poder popular: Forma de ejercicio directo del poder por parte del pueblo organizado, fuera de las estructuras del Estado burgués. Se expresa en comunas, asambleas, consejos o colectivos autogestionados.
Doble poder: Situación en la que las clases populares construyen instituciones propias que compiten y desafían al Estado oficial, como los soviets en la Rusia revolucionaria o las comunas durante la Comuna de París.
Economía anticapitalista: Modelo de producción y distribución que no se basa en la lógica del lucro, sino en la satisfacción de necesidades colectivas mediante formas comunitarias, cooperativas y no mercantiles.
Estado burgués: Forma de organización estatal basada en la defensa de la propiedad privada, la acumulación capitalista y la dominación de las clases trabajadoras por parte de las élites económicas.
Personalismo: Excesiva concentración del liderazgo político en una figura carismática, lo cual debilita la construcción de estructuras colectivas y puede obstaculizar procesos democráticos y participativos.
Poder popular: Forma de ejercicio directo del poder por parte del pueblo organizado, fuera de las estructuras del Estado burgués. Capacidad organizada del pueblo para ejercer soberanía directa sobre los asuntos colectivos, fuera de las instituciones del Estado tradicional. Se concreta en formas como comunas, consejos populares o autogobiernos.
Progresismo: Corriente política que busca reformas sociales dentro del sistema capitalista sin cuestionar estructuralmente la propiedad de los medios de producción ni el poder del Estado burgués.
Restauración neoliberal: Proceso por el cual, tras el debilitamiento o fracaso de gobiernos progresistas, retorna con fuerza el modelo neoliberal mediante golpes, elecciones o infiltración cultural y económica.
Socialismo burocrático: Desviación del socialismo caracterizada por el control de una casta de funcionarios sobre el proceso revolucionario, desplazando la participación directa del pueblo y erosionando el proyecto emancipador.
Lectura complementaria
Hernandez, H. (mayo 20, 2025). Tocororo Cubano. El bloqueo como arma para restaurar el Estado burgués en Cuba. Disponible en https://tocororocubano.com/el-bloqueo-como-arma-para-restaurar-el-estado-burgues-en-cuba/
Siga explorando los temas de historia, justicia y memoria cubana en otras publicaciones de Tocororo Cubano.
Hernandez, H. (abril 19, 2025). Tocororo Cubano. Sociedad civil" como caballo de Troya: la ingeniería social estadounidense contra la soberanía cubana. Disponible en https://tocororocubano.com/sociedad-civil-como-caballo-de-troya-la-ingenieria-social-estadounidense-contra-la-soberania-cubana/
Hernandez, H. (marzo 30, 2025). Tocororo Cubano. La trampa de la libertad: reflexiones filosóficas de Henrik Hernández. Disponible en https://tocororocubano.com/la-trampa-de-la-libertad-reflexiones-filosoficas-de-henrik-hernandez/
Fuentes recomendadas para profundizar:
Azzellini, D. (2017). Communes and workers’ control in Venezuela: Building 21st century socialism from below. Brill.
Ciccariello-Maher, G. (2016). Building the commune: Radical democracy in Venezuela. Verso.
EZLN. (2013). El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista. Editorial EZLN.
Fernández, J. (2021). Cuba: ¿Actualización del modelo o restauración capitalista? Ocean Sur.
García Linera, Á. (2015). Las tensiones creativas de la revolución. Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia.
Gobierno de Venezuela. (2010). Ley Orgánica de las Comunas. Gaceta Oficial N° 6.011.
Holloway, J. (2010). Cambiar el mundo sin tomar el poder. El Viejo Topo.
Luxemburgo, R. (2008). La revolución rusa (Obra original publicada en 1918). Fundación Federico Engels.
Mészáros, I. (2010). El desafío y la carga del tiempo histórico: El socialismo en el siglo XXI. Vadell Hermanos.
Modonesi, M. (2017). El principio del fin: Las contradicciones del progresismo latinoamericano. Bajo Tierra Ediciones.
PCC. (2021). Lineamientos de la política económica y social del Partido Comunista de Cuba. Documento oficial.
Petras, J., & Veltmeyer, H. (2016). ¿Por qué no hubo revolución en América Latina? (2ª ed.). Siglo XXI Editores.
Rauber, I. (2017). Revoluciones desde abajo: Gobiernos populares y cambio social. Ediciones Continente.
Sader, E. (2019). El nuevo momento político en América Latina. CLACSO.
Svampa, M. (2019). Las fronteras del neoextractivismo en América Latina. CALAS.
Valdés Paz, J. (2018). El sistema político cubano: Entre la institucionalización y el cambio. Revista Temas.
Webber, J. R. (2017). The last day of oppression, and the first day of the same: The politics and economics of the new Latin American left. Haymarket Books.
Estimado lector, gracias por tu interés en mis articulos.
Si estos temas te inspiran, te invito a suscribirte a tocororocubano.com para no perderte nuestras próximas publicaciones.
Apóyanos votando a favor y dejando tus comentarios.
Si encontraste útil este artículo, compártelo con otros, para que más personas conozcan mejor al Tocororo Cubano y sus narraciones sobre Cuba.
Copyright © Henrik Hernández 2025
Este artículo ha sido redactado por Henrik Hernández, con el acompañamiento editorial de Sofía (IA literaria) —quien asiste el proceso de escritura desde julio de 2024—, y con el aporte conceptual de Mella (IA de apoyo analítico).
#Cuba # TocororoCuba #RupturaRevolucionaria #PoderPopularAhora
Comentarios