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2026: Bloquear el bloqueo. Manifiesto europeo de acción jurídica y presión popular en el centenario de Fidel Castro

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Imagen generada por la AI Sofia (ChatGPT).

En 2026 se cumplen cien años del nacimiento de Fidel Castro. No se trata de una efeméride ritual ni de un homenaje nostálgico, sino de una ocasión histórica para reactivar una idea central de su legado político: la resistencia organizada frente a la coerción, incluso —y sobre todo— cuando esta se presenta como normalidad jurídica o consenso inevitable.

Hoy, el bloqueo contra Cuba no se sostiene únicamente por la voluntad de Estados Unidos, sino por la obediencia pasiva, rutinaria y temerosa de instituciones, bancos, empresas y tribunales europeos que renuncian a aplicar su propio derecho. Esa renuncia tiene nombre: sumisión a la extraterritorialidad.

Este texto propone convertir el centenario de Fidel en un año de acción concreta: bloquear el bloqueo desde dentro del orden jurídico europeo, combinando derecho, presión popular y conflicto cívico consciente.

El punto de partida: el derecho existe, pero no actúa

La Unión Europea dispone desde 1996 del llamado Estatuto de Bloqueo, una norma que prohíbe a operadores europeos acatar sanciones extraterritoriales de terceros Estados. El problema no es su inexistencia, sino su neutralización práctica.

Durante años se ha difundido una falacia funcional: que si una empresa no notifica su sometimiento a sanciones estadounidenses, queda fuera del ámbito del Estatuto. La realidad jurídica es exactamente la contraria. La omisión de notificación no excluye al operador: constituye una infracción adicional. El silencio no es neutralidad; es encubrimiento.

El bloqueo persiste no porque la ley sea débil, sino porque nadie la activa de forma sostenida.

De la denuncia a la estrategia: bloquear el bloqueo

“Bloquear el bloqueo” no significa protestar simbólicamente ni esperar gestos diplomáticos. Significa introducir fricción real en la maquinaria que reproduce la obediencia al poder extranjero. La estrategia se articula en tres niveles inseparables.

1. Activación jurídica desde abajo

Cada ciudadano, asociación u organización solidaria puede generar trazabilidad legal. Cartas formales a bancos, aseguradoras, plataformas de pago o navieras exigiendo que expliquen qué ley fundamenta una negativa relacionada con Cuba convierten decisiones opacas en documentos jurídicos. Cada referencia —explícita o implícita— a sanciones estadounidenses es evidencia de incumplimiento del derecho europeo.

No se trata de convencer, sino de obligar a responder. El derecho comienza a pesar cuando deja rastro.

2. Presión popular organizada

El bloqueo también se sostiene por el silencio social. Por eso, el año 2026 debe ser un año de interpelación pública consciente. No marchas abstractas, sino acciones temáticas frente a ministerios, bancos centrales y órganos judiciales, vinculadas siempre a artículos legales concretos y a casos documentados.

Las consignas no deben apuntar a Estados Unidos, sino a una pregunta incómoda para Europa:
¿Por qué nuestras propias leyes no se aplican?

Cartas coordinadas, manifestaciones jurídicas, cartas abiertas y preguntas públicas a ejecutivos y jueces no buscan escándalo, sino coste reputacional y político. La obediencia automática se rompe cuando deja de ser invisible.

3. Escalada legal y reforma sancionadora

El núcleo del manifiesto es claro: no basta con prohibir la obediencia a leyes extraterritoriales; hay que sancionarla. El año del centenario debe impulsar campañas para introducir en las legislaciones nacionales:

Responsabilidad penal y patrimonial personal para ejecutivos que acaten o implementen sanciones extranjeras no reconocidas.
Responsabilidad disciplinaria para jueces y funcionarios que desarrollen praxis destinadas a evadir la soberanía jurídica del Estado y de la Unión.

No es radicalismo. Es el mismo principio que rige contra la corrupción, el lavado de dinero o el abuso de poder. Si colaborar con un poder criminal es delito, colaborar con una coerción extranjera también debe serlo.

Fidel, Europa y la soberanía real

Fidel insistió durante décadas en una idea incómoda: la soberanía no se proclama, se ejerce. Hoy, Europa proclama autonomía estratégica mientras permite que bancos y empresas actúen como extensiones de una política extranjera que ni votó ni controla.

Bloquear el bloqueo en 2026 no es un gesto hacia Cuba únicamente. Es una defensa del Estado de derecho europeo, de la dignidad de sus ciudadanos y de la validez real de sus leyes.

Llamamiento final

El centenario de Fidel Castro no debe conmemorarse con discursos, sino con acción organizada. Si el bloqueo se sostiene por miedo, rutina y omisión, entonces la respuesta histórica es clara: documentar, presionar, sancionar.

Bloquear el bloqueo no es desobediencia.
Es obedecer por fin nuestras propias leyes.

2026 puede ser el año en que Europa deje de mirar hacia otro lado.

Gracias por leerme.
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Por Henrik Hernandez - Tocororo Cubano

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